LA ETERNA PROMESA DE FELICIDAD Y PLACER

Algunas aclaraciones sobre la idea de felicidad

Tras la palabra «felicidad» se han representado multitud de ideales y expectativas, muchas veces difusas y tremendamente contradictorias. Asimismo, la mayoría de las ideologías (si no todas) prometían la felicidad «eterna» tras su triunfo. Una promesa eficaz hasta el punto de que plantear un ideal distinto es incomprensible. Si la felicidad se busca en la riqueza, en el poder, en la amistad, en el amor, en el trabajo, en el arte, en la meditación,… se hace patente la vaguedad de un término que bajo su capa acepta aspectos tan contradictorios. Mi interés no es indicar un nuevo (o viejo) lugar donde buscarla, sino aclarar qué es (si se puede) y evidenciar su papel confusionista.

Los discursos actuales del Engaño (que fomentan y justifican el actual estado de cosas mediante la difusión de ideas, valores, principios, representaciones mentales, formas lógicas de «pensamiento»,…) ejercen un control de las mentes ligero, participativo y simbólico. Códigos, ritos, proyectos y credos se apilan en una marea comunicacional que es extremadamente versátil: sirven tanto para fomentar espíritu de entrega hacia un gran grupo como para fortalecer una falsa sensación de autocontrol, de dominio de sí. La felicidad mediática es un reclamo de este tipo: algo vivencial y mediatizado, irreflexivo, pues no se analizan ni su origen, ni sus consecuencias, extraño a lo salvaje, ya que es una construcción artificial de cómo ser en el mundo.

Dado que el término felicidad es vago y engañoso, prefiero descartarlo a la hora de desarrollar un discurso contrario a la dominación; pues detrás de esta vaguedad encontramos a menudo justificación de dicha dominación. Veamos algunos ejemplos:

– La felicidad vista como realización plena de todas las necesidades y deseos presentes en el ser humano no hace distinción entre necesidades inherentes a la naturaleza humana y necesidades creadas culturalmente, y lo mismo ocurre con los deseos. Esta indiscriminación conlleva en la actualidad a justificar implícitamente sistemas de organización social dominadores, pues son los únicos que pueden satisfacer ciertas necesidades / deseos generados culturalmente (por ejemplo, tener un coche, un móvil, internet,…) Por otro lado, en el caso de que no puedan satisfacerse todas las necesidades/deseos, se establecería una escala de éstos según su importancia y/o su posibilidad de satisfacción. Examinar los posibles criterios para esta clasificación escapa a lo que pretende este artículo, pero la idea ya ha sido esbozada: no toda necesidad ha de ser satisfecha, no todo deseo es correcto.

– La felicidad vista como un ideal de vida «equilibrada»: esta idea de «paz espiritual» conlleva una visión equivocada de la vida (la ausencia de conflictos) como ideal. Esta visión está cargada, en la actualidad, de varios componentes ideológicos del sistema: el conformismo, la sumisión y la aceptación de lo existente. En realidad, vendría a decir algo así como: «trata de estar en calma y en armonía con lo existente para conseguir el fin de la felicidad». En este sentido, cualquier afán de lucha contra la dominación y por la libertad conduciría a la infelicidad.

– La felicidad vista como autorrealización: en este caso ocurre algo similar al primero, si no se aclara exactamente lo que se entiende por autorrealización, el término se difumina en la vaguedad. Otra visión de la felicidad similar a esta es verla como cualidad de una vida satisfactoria por estar plena de sentido. Pero, ¿qué le da a la vida pleno sentido? La libertad. Si por autorrealización se entendiera la satisfacción de las necesidades básicas individuales (comida, abrigo en sentido amplio, descanso, relaciones íntimas y sinceras,…) de forma autónoma (libre), el término podría ser útil, pero aún así podría plantear dudas; lo importante no es sólo si las cosas se consiguen o no, sino el cómo se consiguen. La libertad es un fin en sí misma, en lo «bueno» y en lo «malo»; no sería incompatible con esta idea de autorrealización, pero sí prioritaria, ésta supeditada a aquella. Llegado a este punto, se lanza al/la lector/a la siguiente cuestión: ¿Se puede entender la felicidad como realización plena de la libertad? (…)

Extraído del fanzine «El aislamiento masivo, desolador ocaso del universo»

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