1. DECLARACION DE INTENCIONES
Este texto no pretende ser una aportación a la tabla de ejercicios del victimismo donde se clama al cielo por la falta de democracia (¡a la mierda la democracia!). Tampoco será el relato lacrimógeno de cómo el estado malvado arrinconó y encerró a unos cuantos buenos chicos para hacerles la vida imposible. Y mucho menos todavía pretenderá hacer una apología mitificadora del paso a la clandestinidad armada.
Lo que se pretende con estas reflexiones es, a partir de unos cuantos hechos represivos que se muestran aparentemente inconexos, tratar de analizar sus posibles coincidencias. Métodos represivos como el montaje mediático policial, en los que se ponen de manifiesto determinados resortes represivos que nos permiten intuir el funcionamiento actual de los aparatos de control social.
Todo esto teniendo en cuenta que se mueven bajo órdenes del Estado y de las clases dominantes, al amparo de sus necesidades y de las exigencias del sistema capitalista, para perpetuarse de una manera mas o menos estable.
Los montajes son sólo una fracción de la guerra contra la disidencia que mantienen las instituciones. Por eso, más allá de descripciones detalladas de cada caso, lo que se abordará es el montaje dentro del contexto de la guerra social o de clases, intentando de extraer de él las enseñanzas que nos sean útiles para el avance del proyecto revolucionario.
El montaje, como momento represivo en el que intervienen los principales actores del control social en perfecta sincronía, es una oportunidad para aprender. Conocer al enemigo para adaptar contínuamente nuestras estrategias a las circunstancias del momento y aplicar los conocimientos adquiridos.
A la vez puede servirnos para, invirtiendo la perspectiva, conocer las posibilidades del momento, nuestros puntos fuertes y los aspectos a mejorar.
La represión como tal no se puede combatir. En el contexto de la guerra social, es un arma del enemigo que ha existido y existirá, porque es necesaria para la perpetuación del sistema. Pero ésta varía y se transforma según las circunstancias. Es eso lo que nos interesa conocer para aplicarlo a nuestra práctica revolucionaria diaria.
Lo que sigue pretende contribuir al análisis, paso necesario para elaborar la imprescindible estrategia revolucionaria.
La revolución no se hace a la defensiva. Los mártires son un estorbo. La victimización nos mantiene en nuestro puesto como esclav@s. Empecemos a desmontar, desmontemos atacando.
Madrid, junio 2002.
2. Fabricación de los montajes
Hechos represivos que se suceden uno tras otro. El ritmo se acelera en determinadas fechas, pero nunca se ralentiza lo suficiente como para no tenerlo presente, bien presente en nuestras cabezas. La represión estatal a voces es capaz de bloquearnos.
Lo estridente del golpe represivo en ocasiones nos paraliza. Nos vemos como seres aislados incapaces de soportar el peso de las instituciones represivas.
Gran parte de la eficacia del control institucional se basa precisamente en esa sensación de aislamiento que percibimos. Sin embargo en las detenciones, montajes, interrogatorios, etc. hay aspectos que se repiten. La melodía represiva es como la canción del verano, distinta en lo aparente pero repetitiva en lo esencial. Las notas que componen esta melodía son siempre las mismas y, aunque su disposición varíe levemente, podemos percibir aspectos concretos que nos revelan composiciones prefabricadas para momentos y circunstancias similares.
Descomponiendo los montajes policiales se abre la posibilidad de interpretar la partitura de la orquesta represiva en conjunto y al completo, incluyendo al/la director/a, a l@s músic@s y a los compositor@s.
Desenmascaremos al Yoryi Dan que hay detrás de cada montaje policial. Descubramos el trasfondo de cada acontecimiento represivo.
2.1. Las coincidencias
En la guerra que mantiene el sistema contra cualquier forma de disidencia siempre “se monta” una estructura organizativa jerárquica similar a la estatal.
De este modo, frente a la figura del/la líder gobernante, buscan y modelan a un/a líder (un@ por cada forma de disidencia) que se enfrenta a él/ella. El entorno antiautoritario, que por su propia naturaleza rechaza l@s líderes, no puede escapar a esta imposición. A falta de sumisión voluntaria a un/a jefe, serán las instituciones las que lo elijan. De ahí en adelante, quiera o no, ést@ se convertirá en la cabeza visible (o de turco) en el enfrentamiento entre el poder y los disidentes. [[“Lavazza un cerebro capaz de dirigir cualquier entramado” “Ghislain la mano armada de Lavazza”. (El Mundo, 12/11/00).
“Aunque al menos un tercer sospechoso que podía ser el ideólogo de los ataques podría haber huido”. (Diario 16, 10/11/00).
“Recibían todas las instrucciones de los presos peligrosos Lavazza, Gishain y Cobos” (El Mundo, 10/11/OO).
“Detenido el ideólogo: bombas, secuestros y robos; 11 arrestos en toda Italia” “Esta iniciativa creó una fractura entre el grupo de Bonnano y la federación anarquista italiana” (noticias de prensa sobre el montaje Marino).]]
De la misma manera, serán las instituciones las que, junto a un/a jefe, elijan un “estado mayor” y en general asignen, según su propio criterio y necesidades, un cargo en la “jerarquía de la organización” a cada uno de los protagonistas.
Si “el bien” lo representan los líderes gobernantes, “el mal” debe ser como una bestia de siete cabezas que, aun con distintas caras, debe tener un cuerpo común. Esta representación infantil se materializa en lo que algún gobernante definió como “el eje del mal” [[“(…) Además se les vincula con presos incluidos en el fichero de internos de especial seguimiento por su peligrosidad” (ABC 7/10/01).
“ETA ha contactado con grupos violentos, radicales e independentistas catalanes que le proporcionan información para atentar (Mayor Oreja, ministro de interior, 28/1/01).
“(La policía) ha conseguido demostrar por primera vez la relación entre grupos radicales antisistema y ETA” (Julia García Valdecasas, delegada del gobierno, en (El Periódico 25/1/01).
“Temor a que un nuevo bloque terrorista surja a la estela de ETA, de la mezcla de anarquismo, restos del GRAPO y marginalidad” (La Razón, 18/11/00).
“Radicales madrileños aprenden kale borroka en el País Vasco”, “Agitadores vascos se mueven entre okupas de Madrid y Cataluña (Diario 16, 19/1 1/00).
“ETA ficha a los presos mas peligrosos” (Interviú, 4/12/00).
“Mayor cree que hay vínculos entre ETA y los autores de las bombas a La Razón” (La Razón, 11/11/OO).
“Autocares de Jarrai llegaron a Barcelona para reventar el desfile militar” (La Razón, junio 2000).]].
En este eje se situarán todas las formas de disidencia por muy distintas u opuestas entre sí que sean. Y para darle un aspecto mas amenazante se engordará el monstruo con las famosas “conexiones internacionales” [[“Este grupo tenía conexiones con otras bandas italianas y griegas en el denominado triángulo anarquista del mediterráneo” (El País, 4/10/01)
. “Los expertos policiales consultados por éste periódico indicaron que existen fundadas sospechas de las relaciones de Lavazza con organizaciones similares en Francia” (El Mundo 10/11/00).
“Este tipo de activistas no actúan solos sino que tienen contactos con gentes de otros lugares” Juan Cotino, director general de la policía, 10/11/00)]].
En la guerra por la imposición de la paz social, las instituciones no pueden someterse a las leyes. Estas son demasiado rígidas como para adaptarse lo suficientemente rápido a las circunstancias.
La imagen que reproducen las cámaras de control policial no puede percibir cada acción anónima de revuelta. Las líneas divisorias entre lo legal y lo ilegal se vuelven difusas. Se asignan acciones hechas a la sombra a quienes defienden abiertamente ideas de revuelta. Pretenden colocar un rostro a cada acción para tratar de, aprisionando las ideas, frenar la actividad en la calle.
Las operaciones represivas parecen a voces anuncios de películas de terror, promociones de marketing para crear personajes de mirada siniestra y oscuros pensamientos. Se trata de transformar la guerra social en un asunto psiquiátrico, analizando la personalidad del/la detenid@, sus antecedentes policiales y vitales para llegar a la conclusión de que todo se limita a un error de fabricación del individuo en vez de a un modelo social dividido en clases [[“La totalidad de ellos se encuentran por derecho propio en el FIES un colectivo compuesto por personajes de baja estofa y peor catadura (…)”. (Antonio San José, opinólogo, en Interviú 4/12/00).
“Son los FIES CD, los hombres más duros de nuestras cárceles, medio centenar de reclusos calificados de extremadamente peligrosos por las autoridades de prisiones” (Interviú, 4/12/ 00).
“Lavazza persona fría y distante con un alto nivel intelectual y gran capacidad de manipulación” (El Mundo 12/11/00).]].
Esta película necesita nombres rimbombantes que se fijen en la memoria, se pueden inventar o transformar, da igual [[ “Interior alerta a los sindicatos de posibles atentados de los “anarcos”” (El Mundo 31/l/02).
“Los anarquistas radicales (definidos por las fuerzas de seguridad como anarcoterroristas) quisieron hacerse presentes antes de finalizar el año” (El Mundo, 4/1/02).
“Los anarcoterroristas intentaron cometer un atentado del pasado día 28 en Madrid” (El Mundo, 4/1/02).
“Terrorismo anarquista: 60 investigados”. (Corriere de la Sera, 3/1/96). “Aquí estaba el núcleo de la Organización Revolucionaria Anárquica Insurreccionalista, el grupo neoterrorista” (noticias de prensa sobre el montaje Marini).]].
En la promoción de la película deberán usarse grandes titulares en los que quede clara la relación directa entre detención y delito. No importa que luego en la letra pequeña se aclare que falta que se aporten pruebas: en la memoria queda el titular.
Los personajes del guión deben ser reconocibles así que se utilizarán estereotipos, personajes ya fabricados en novelas, películas o programas de televisión (el/la conspirador/a frí@, el/la despistad@ que no sabe donde se mete, etc.).
El argumento debe dar miedo, porque es este miedo el que más tarde dará sus frutos. Así que se presenta como una amenaza repentina o que repentinamente ha aumentado de forma alarmante.
También para aumentar la gloria de los represores debe darse información (de “fuentes fidedignas” claro) sobre lo que hubiera pasado de no haber sido detenidos los maleantes (sus planes futuros, conspiraciones, sed de sangre…) [[“El informe policial destacaba que la célula desarticulada podría estar conectada con otros grupos que “pueden llevar a cabo acciones en los próximos meses” (Época, 22/1/02).
“Si los paquetes no hubieran sido desactivados por los tedax podían haber matado a las personas que los hubieren abierto” (Juan Cotino, director general de la policia. 10/11/00).]].
2.2. Primeras reflexiones
Situando los montajes en su contexto, el de la guerra social, entendemos que el papel fundamental que cumplen es el propagandístico.
La importancia que toman los medios de comunicación en la fabricación del montaje, unido al reducido número de personas que suelen sufrir estos actos represivos, nos induce a pensar que lo que se trata principalmente es de la búsqueda de espectacularidad.
Se seleccionan determinadas personas conocidas en su entorno y sobre ellas recae la represión. Además son objeto de la aplicación literal por parte de los periodistas de las consignas de los manuales de contrainsurgencia, es decir, de un trato deshumanizador. Todo indica que se trata de propaganda de guerra.
Esta forma de propaganda basca canalizar la frustración que provocan las condiciones actuales de supervivencia hacia quienes disienten del actual modelo social. Se trata de presentar a quien lucha contra el estado actual de cosas como el culpable de esa misma situación, presentándole como un ser antisocial. Con esto se pretende aislar a los revolucionarios y a los rebeldes generando a la vez miedo y desmoralización entre quienes quieren acabar con la sociedad capitalista.
La propaganda de guerra institucional va encaminada también a preparar el terreno para otras formas de represión más amplias (leyes, aumento de presupuestos para el control social, más policía, más cárceles…) y a fomentar la sumisión de l@s explotad@s ante las consignas oficiales.
De forma secundaria, pero no menos importante, se quiere provocar con estas medidas un temor generalizado en el que florezcan l@s chivat@s, la colaboración ciudadana con los cuerpos represivos y la complicidad de l@s oprimid@s con su propia opresión.
Todo esto se impulsa con la excusa de la alarma social, que es creada a su vez, por los propios medios de propaganda del sistema (la prensa, la radio y la televisión sobre todo). Para ello quienes se benefician de la explotación y la dominación sobre otr@s, que son quienes realmente se alarman ante los brotes de rebeldía, tratan de extender su miedo al resto. La socialización del miedo de las clases “beneficiarias” consiste en hacer que l@s explotad@s asumamos como propio el miedo de l@s explotador@s a una posible revuelta, a que nos rebelemos.
Para este proceso de socialización del miedo el sistema no fabrica fieras que podamos tocar, sino más bien fantasmas. Entidades mas o menos imaginarias y siniestras sacadas de los cuentos infantiles, que por su propia omnipresencia invisible pueden provocar más angustia.
En la mayoría de los montajes, tanto la policía como la prensa suelen presentar a l@s detenid@s como individuos muy peligrosos añadiéndole grandes dosis de mitificación, requisito necesario para mayor lucimiento de l@s profesionales de la represión.
3. triángulo terrorista
La imposición de un sistema social basado en la explotación exige la presencia de instituciones dedicadas al control social. Estas instituciones y su personal a sueldo son las encargadas de evitar que la frustración de los explotados se convierta en conciencia y en revueltas. Según su función pueden agrupárse en tres ejes: político, mediático y juridico-penal.
El eje político lo forma la chusma encargada de canalizar toda protesta hacia los caminos muertos de la negociación y el pacto. Desde oenegés o grupúsculos izquierdistas hasta los sindicatos y partidos políticos, todos ellos son el origen de la recuperación de las luchas y por tanto del mantenimiento del sistema tal cual está. No dudarán a la hora de señalar a quien no pasa por el aro de las vías instucionales de este modo participan en la represión como cómplices mas o menos activos.
El eje mediático lo forman los periodistas de los distintos medios de “comunicación”. Punta de lanza de la propaganda institucional de guerra, los medios allanarán el camino a la represión y justificarán luego cualquier medida coercitiva apoyándose en la gravedad del asunto.
El eje jurídico-penal lo forman el conjunto de entidades que van desde el policía de barrio al carcelero, pasando por todo el entramado de los juzgados. Para asuntos de carácter internacional o de especial importancia, participa también el ejército.
El triángulo que hemos descrito es el encargado de cuidar que la economía de los capitalistas no se vea alterada por incidentes surgidos de los sectores explotados. Su papel es el de perro guardián.
Para mantener el orden este triángulo debe dar miedo para evitar que quienes no tienen nada que perder se lancen contra los causantes de la miseria generalizada. En este sentido las instituciones que forman el triángulo represivo ejercen su labor mediante el morboso juego, ganado de antemano, de la atemorización.
Este miedo fabricado por el triángulo terrorista se emite como un faro de puerto allá donde se percibe que la sumisión de los esclavos puede quebrarse. Pero el proceso de difusión del temor sobre determinados sectores de la población se debe justificar de alguna manera de cara al público. Y aquí es donde se apuntan el tanto los medios de comunicación, generando el miedo que reclama leyes, detenciones, centros de reclusión; inversiones e intereses que a su vez son los que se encargarán de que el miedo no se disipe.
De manera que el miedo no es solo el producto que sale de esta fábrica triangular, sino que es también su materia prima. Los intereses que hay detrás de la industria de la seguridad, tanto pública como privada, son los que se encargan de, en primer lugar convertir la “seguridad” en un producto de primera necesidad. En segundo lugar son los que delimitan y marcan el grado de inseguridad necesaria para que la producción y venta no se estanque.
En la ecología del control social, el triángulo formado por políticos, periodistas y cuerpos represivos se convierte en fabricante de terror y en símbolo del reciclaje del miedo. Miedo que nos devuelve procesado y que, en el fondo, es el mismo con el que justifica su existencia.
4. Inquisición democrática y guerra santa
El miedo del que venimos hablando ha sido un instrumento de control social básico en la historia del ejercicio del poder. Ya los sacerdotes de las religiones primitivas se apoyaban en el temor a lo desconocido para hacer efectivo su poder. Hoy las cosas han cambiado muy poco.
El estado democrático surgido del triángulo de la revolución burguesa en Francia sustituyó el culto al dios tradicional por la devoción hacia el estado; la biblia por la constitución; los sacerdotes por jueces y políticos; los feligreses por ciudadanos responsables.
En este ambiente tan cargado de fe, la disidencia debe ser tratada como herejía. El/la revolucionari@ será la reencarnación del mal en la tierra, se le juzgará y condenará al estilo de la inquisición.
En el adoctrinamiento religioso necesario para guiar al rebaño se llamará “educación democrática” e “información objetiva” a lo que no son mas que juicios morales y propaganda de fe.
La paz social que quieren est@s iluminad@s necesita de una guerra santa contra la disidencia, contra el mal. Una guerra que recobra importancia en un momento de transformación del capitalismo que puede dar lugar a quiebras en la fe.
La guerra santa contra quienes se rebelan no puede ceñirse a los rígidos esquemas de la ley. Así, de la misma manera que las instituciones toleran ilegalidades al por mayor en asuntos económicos, de explotación laboral, de drogas, etc. hay actividades aparentemente no ilegales que son perseguidas por su carácter potencialmente desestabilizador. Aferrarse a los dogmas de la ley no es ninguna garantía para no sufrir el poso de la represión.
Al igual que la inquisición católica ayer, la inquisición democrática hoy supone una guerra, sobre todo en el terreno psicológico, contra toda forma de rebeldía, incluso de la que surge dentro de nuestras propias cabezas.
El carácter internacional de esta ofensiva solo nos confirma lo que ya sabíamos, que las revueltas no deben encerrarse dentro de los límites geográficos o estatales, sino que deben extenderse por medio de la solidaridad revolucionaria haciéndonos cómplices de los revolucionarios de otros lugares.
5. Socialdemocracia y montajes
La socialdemocracia parlamentaria, extraparlamentaria, oenegera o ciudadanista juega un papel importante en el control social. También en los montajes policiales ha cumplido una labor esencial, pues forma parte del eje político del triángulo del terror.
Sin embargo la particularidad de la izquierda es su capacidad para infiltrarse en nuestras filas y distorsionar la visión de la realidad represiva. Su doble juego hace necesario prestarle especial atención para desenmascarar su actividad manipuladora.
Hay muchas coincidencias entre la imagen que proyectan tanto la izquierda como las instituciones acerca de los montajes policiales; coincidencias que delatan las pretensiones similares de ambos.
5.1. Teoría de la conspiración
La idea de una conspiración en marcha la han usado políticos de todas las épocas para presentarse como damnificados por oscuras tramas.
Las teorías conspirativas ayudan a hacer más fácilmente comprensibles las complejas pautas de causa-efecto en las relaciones humanas. Al estado le facilita las campañas de propaganda contra la disidencia. A la izquierda le ayuda a crear una visión simplista en la que conspiraciones estatales y conspiraciones de “los radicales” la sitúan como el hipotético punto equilibrado.
Las teorías conspirativas también sirven de chivo expiatorio. Al Estado le son útiles porque sirven para que la frustración por la miseria cotidiana se vea canalizada, en lugar de contra sus verdaderos causantes, contra la disidencia. La socialdemocracia trata de justificar con las teorías acerca de una conspiración “radical” su actitud pactista, recuperadora y de miseria política.
Al personificar el mal en un ente conspirador, el Estado trata de conseguir que la sociedad se identifique con el poder y las instituciones por miedo. La izquierda, por su parte, usa estas teorías para generar confusión y alejar al resto de explotados de posiciones revolucionarias y de la acción directa.
Las teorías conspirativas ayudan a fabricar una visión simplona de la realidad en la que los malvados conspiran contra la “gente sana”. Dificultan la capacidad para comprender el entorno sustituyendo el papel que juega cada cual en relación al poder y la explotación por el carácter más humano o travieso de cada cual. También sirven para reconducir la rabia hacia posiciones inofensivas respecto al sistema.
En estas teorías los conspiradores son caracterizados como un grupo monolítico e infalible que está en todos lados a pesar de su invisibilidad, que es prácticamente omnipotente y la reencarnación satánica en la tierra.
6. Visión jerárquica
Desde sus instrumentos de propaganda el Estado insiste en presentar toda forma de revuelta como fruto de la conspiración de alguna organización con estructura jerárquica y líder. Esta forma de describir los actos de rebeldía no es casual ni surge a causa de la deformación mental de los funcionarios del poder, sino que por el contrario cumple funciones estratégicas importantes.
En primer lugar, las instituciones no pueden permitir que, desde el anonimato, grupos de explotados decidan golpear directamente las estructuras que les oprimen. Esto podría extenderse si se hiciese evidente lo sencillo que es. Así que lo primero que se hace desde el poder es asignar cada acción a una organización (real o inventada) a la que se pueda vigilar y castigar. La existencia física o virtual de una entidad de la que hablar y a la que acusar facilita las labores judicial, policial y periodística. Además saca la acción del anonimato y se le asigna a entes más o menos visibles y previsibles.
En segundo lugar asignar todo gesto de desobediencia anónima a una estructura jerárquica sirve al poder para negar a los explotados la posibilidad de rebelarse; haciendo creer al “público” que un@ sólo puede actuar encuadrad@ en algún tipo de estructura militar, sometido a las directrices de unos jefes.
Así vemos que tanto el enchufar toda acción a unas siglas como el imprimirle carácter piramidal a la estructura interna de las misma cumple la labor estratégica de desarmar al proletariado consciente. Es nuestra labor anular los efectos de este tipo de propaganda de guerra.
7. Notas
A continuación señalamos, a modo de ejemplo, algunos extractos de noticias de prensa. Podrían ponerse muchos más ejemplos, se podría hacer un estudio detallado y minucioso. En cualquier caso el hecho de acumular más datos no variaría el contenido que se quería dar a este texto así que de momento queda así.
TODO SON MONTAJES
Carta de los compañeros detenidos en Valencia en octubre de 2002 bajo la acusación de delitos de terrorismo.
Os escribimos desde el módulo 14 de preventivos en Picassent. Nuestra situación es de espera ante los desmanes policiales y judiciales hacia nuestra persona. Sin comerlo ni beberlo nos vemos encerrados, por una supuesta organización ilícita que no es posible sustentar bajo ningún precepto jurídico y sólo es calificable bajo el despropósito dictatorial de una justicia que encarcela en base a indicios policiales, para nada constatables. Sus medios de comunicación se encargan de crear la alarma social, que recaba la opinión policial como un reguero de pólvora en las conciencias sociales de la gente de la calle.
Aquí y ahora afirmamos que la única razón que nos mantiene presos es nuestras convicciones ideológicas y prácticas, y que tan solo por eso estamos encerrados. Nuestra denuncia va mucho más allá, nuestra situación es fácilmente asumible en el conflicto, (…) y nos lleva a ser cabezas de turco en la lucha contra la eliminación de la disidencia política. Pero nuestra pregunta es ¿cuántas cabezas de turco se encuentran en el módulo 14? ¡Y en el resto de los módulos? ¿y en Picassent? ¿y en el resto de las cárceles del mundo?. Cabezas de turco de un sistema que, por haber nacido en una correlación de barrios marginados, desposeídos incluso de cualquier conciencia colectiva, ven con resignación, e incluso con hastío, cómo padres, madres, hermanos, primos, etc., ingresan sin cesar en el mundo penitenciario.
Niños que se comen años de presidio por el robo de móviles, farmacias o radiocasetes, ven cómo se les arruina la vida, la poca a la que tenían derecho, por tan solo querer conseguir lo mismo que los demás, con los únicos métodos que tenían a su alcance. En realidad tod@s somos cabezas de turco. Este Estado encarcela indiscriminadamente para construir más cárceles, para a su vez seguir encarcelando, demostrando la irracionalidad de un sistema autoritario. Por lo tanto nuestra situación no merece ninguna campaña especial o específica hacia nosotros cuatro. Sólo un proyecto en el que sean incluidos todos, todas y cada una de las presas puede ser acogido por nuestra parte con gratitud.
Sin olvidar que las luchas específicas y puntuales que se llevaban a cabo en estos momentos, no pueden ser marginados o ralentizados por nuestra situación, que no es ni más ni menos que la de cualquier preso o presa del mundo.
Nos cortan las alas, pero seguiremos volando.
¡Abajo los muros!
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