Crisis ambiental y cambio climático en África
Miércoles 10 de noviembre de 2010 por CEPRID
Anay Cano y Suyeni Díaz
CEAMO
Actualmente existe una tendencia creciente al debate medio ambiental en el ámbito internacional debido a las nuevas evidencias aportadas por diversos estudios. Las implicaciones socioeconómicas que trae acarreada la crisis ambiental requieren soluciones basadas en la sostenibilidad. Pero, para países subdesarrollados como los de África, el acceso a las tecnologías ambientalmente idóneas y el financiamiento para el desarrollo sostenible constituyen un reto.
El cambio climático es uno de los principales problemas ambientales globales con serías implicaciones previsibles para la humanidad. La mayoría de los países del continente africano se encuentran afectados por la desertificación, la inseguridad alimentaría y el déficit de agua potable. Dar ha conocer la situación ambiental en esta región, sería solo el comienzo de un análisis más profundo; en el cual se trataría la repercusión que tiene el cambio climático en la producción de alimentos, las migraciones, la salud y los mercados de energía.
El aumento de los desequilibrios económicos y sociales con un elevado costo ambiental debido al neoliberalismo, hacen que algunos gobiernos no puedan tomar medidas eficientes ante el problema del cambio climático.
El continente africano cuenta con características geográficas y ambientales muy particulares que lo hacen un tanto más vulnerable ante esta crisis. Por ejemplo, el 31% de las tierras de pastoreo y el 19% de los bosques y zonas forestales están clasificadas como degradadas, por lo que en el continente las tierras áridas cubren un 60% de su superficie. El 10% de los suelos productivos están dedicados a la agricultura de subsistencia y más del 25% tiene un potencial bajo para la agricultura sostenible. Cerca de 4 millones de hectáreas de zonas forestales se están perdiendo cada año; y las tierras propensas a la desertificación ocupan alrededor del 5% del continente, donde viven alrededor de 22 millones de personas.
La escasez de agua afecta a 300 millones de personas y cerca del 75% de la población africana usa aguas subterráneas como su principal fuente de agua potable. No obstante, la cantidad de agua renovable para todo el continente solo asciende a 3 930 km3; y para el 2050 se espera que las áreas con escasez de agua aumenten en un 29%. En cuanto a la población, África contaba en el 2007 con más de 965 millones de personas, con un ritmo de crecimiento poblacional de casi un 3%, y la mayor tasa de crecimiento urbano a nivel global. El 2.7% de la población africana vive en la zona costera y el 56.6% de la fuerza de trabajo africana está destinada a la agricultura. (1)
Debido a estas características y a la crisis imperante, los sectores más afectados de la economía son: la agricultura, el comercio internacional y las finanzas. Históricamente la tierra cultivable en África ha sido ínfima y ha sufrido un proceso de degradación y desertificación muy acelerado, el cual continúa avanzando. A esto hay que sumarle el hecho de que la cultura agrícola del continente basa la producción a través de los medios tradicionales, aspecto que afecta la capacidad de adaptación de las poblaciones a la inestabilidad de los ciclos de cosecha y por tanto, la estabilidad en la apropiación de alimentos. Cada vez que los gobiernos africanos requieren complementar el suministro de alimentos a la población, tienen que acudir constantemente a las importaciones. Esta dependencia ha evolucionado de forma negativa, profundizada por la poca acumulación de capital debido al bajo índice de exportaciones de estos países. En tales condiciones, lograr un crecimiento rápido y sostenido dependerá de la aportación de financiamiento del exterior. En cuanto a las finanzas, el proceso de crecimiento de la región es sumamente frágil. Las actuales tazas de crecimiento son demasiado bajas como para incidir en la pobreza y lograr mejores condiciones de vida, por lo que es indispensable una importante inyección de recursos oficiales combinada con mejores políticas para lograr un nuevo impulso en las economías.
Los efectos del cambio climático, en particular el calentamiento global debido a la concentración de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera, unido a las características de África, hacen particularmente vulnerable a este continente ante el fenómeno. La posible elevación del nivel del mar, constituye un impacto negativo en las áreas costeras densamente pobladas. Esto, unido a la elevación de la temperatura y al aumento de las lluvias en regiones como el este africano están provocando la proliferación de insectos y demás vectores que generan y transmitan enfermedades como la malaria y el cólera.
Algunos análisis han puesto de manifiesto que la negativa incidencia del cambio climático sobre los regímenes de lluvia ha llevado a que en algunas zonas se hayan producido cambios en los territorios y en las formas tradicionales de vida. Esto se aprecia, en la creciente incapacidad de poblaciones para acceder a las fuentes de agua potable debido a la disminución del caudal de ríos y lagos.
Otro de los tantos factores de crisis ambiental visto en África es la tala intensiva legal, y muchas veces ilegal, de bosques tropicales o las acciones encaminadas a despejar nuevas tierras para el desarrollo agrícola, acciones derivadas de las apremiantes necesidades económicas y de energía.
Todos estos efectos en las distintas regiones del continente son una de las causas fundamentales del aumento de las migraciones de personas, las cuales tienden a trasladarse hacia ciudades que no tienen las condiciones para albergar a este numeroso contingente de personas y que, en definitiva, suelen desplazarse hacia otros países y fuera del continente. Esto trae como consecuencia un incremento de la presión migratoria y de los conflictos en los países de tránsito y/o de acogida de inmigrantes como Egipto; al igual que en los países emisores como Sudán. (2)
No obstante, la falta de voluntad política en las naciones industrializadas subestima los problemas ecológicos de las naciones africanas. La explotación de los recursos africanos se lleva a cabo mediante transnacionales cuyas actividades, centradas en los sectores mineros y agrícolas, están orientadas a la búsqueda de beneficios exorbitantes, sin ninguna preocupación por la preservación de los recursos naturales y de las necesidades de las poblaciones locales abandonadas a su propio destino. Quizá uno de los casos más escandalosos de los últimos años ha sido la compra de tierra para el desarrollo agrícola. Uno de estos ejemplos, donde además las repercusiones políticas fueron serias, fue el caso de la compra de tierras en Madagascar, por parte de la multinacional DaeWoo. (3) Esto se aprecia también en el hecho de que de un total de 400 proyectos relacionados con el denominado Mecanismo de Desarrollo Limpio, creado en la Conferencia de Cambio Climático efectuada en Nairobi en noviembre de 2006, solo 9 proyectos corresponden a países africanos.
La crisis ambiental ha inducido a muchos gobiernos africanos a desarrollar agendas políticas convergentes en cuanto a temas ambientales y de seguridad nacional. A raíz de esto se han realizado proyectos en conjunto como el de la “Gran Muralla Verde” lanzado por el gobierno Senegalés y apoyado por los gobiernos de Malí y Chad. Por lo tanto, si se pudieran mencionar los temas de prioridad en dichas agendas se nombrarían los siguientes:
1. Fuentes de agua y escasez de las mismas,
2. desertificación y sequía,
3. erosión de los suelos y producción alimentaria,
4. deforestación,
5. urbanización acelerada y
6. contaminación.
Como parte del proceso de convergencia llevado a cabo durante los últimos tiempos en las agendas políticas africanas, respecto al cambio climático, estuvo la preparación con vistas a la Cumbre de Copenhagen. Desde enero de 2007 se empezó a trabajar en ellas en las sesiones de la Asamblea de la Unión Africana. De las mismas surgieron varias medidas, entre ellas:
1. El llamado a los Estados miembros a incorporar el tema del cambio climático en los programas de desarrollo nacionales. (8va Sesión, enero de 2007).
2. La necesidad de que las negociaciones internacionales reflejaran la obligación de una compensación a África por los daños causados por el calentamiento global. Y la decisión de consensuar una posición única con vista a la cumbre en Dinamarca (Sesión 12va, febrero de 2009).
3. Aprobación de la Declaración de Argelia de mayo de 2009, sobre la Plataforma Común para Copenhagen, como posición unitaria del continente. (4)
No obstante la buena voluntad inicial de los gobiernos africanos no pudo rebasar las presiones externas y la debilidad de las posiciones africanas se hizo sentir más allá del fracaso mismo de la cumbre para el tercer mundo.
De tal forma, tanto el jefe de la delegación, Meles Zenawi, como el representante de Sudáfrica, firmaron los acuerdos emanados de la cumbre. (5) El alegato de los mismos se basó en el principio de inclusión; en otras palabras, en el hecho de que era preferible estar adheridos al documento mundial antes que ser excluidos de las negociaciones y de los convenios futuros sobre el cambio climático. Como resultado de esto, África no logró que se le tuviera en cuenta, más allá de los propios intereses europeos y norteamericanos, y por lo tanto no se aprobó la reducción ni de la emisión de gases de efecto invernadero, ni del aumento de la temperatura a 2ºC, lo que significa para el continente un aumento real de 3,5ºC. Tampoco que se creara una administración única entre los proveedores de fondos y los africanos, ni que los fondos estuvieran organizados en una cuenta única. (6)
Por este motivo son muchos los que piensan que una vez más África le ha dado espacio a los países desarrollados para que subestimen el peso del continente en los marcos internacionales, al tiempo que ha defraudado a nivel social interno, principalmente por las expectativas que fueron creadas con anterioridad a la cita en Dinamarca y que no fueron cumplidas.
En sentido general esta es solo una primera observación general de los aspectos esenciales que sobre cambio climático se están moviendo en el continente africano. Temas como el impacto social de las temporadas de lluvia y seca, la desertificación, los programas de desarrollo sostenible, la adaptación al cambio climático, entre otros, han de continuar siendo medulares en el estudio del cambio climático en África. Por el momento baste decir que, efectivamente, África es el continente menos preparado a nivel mundial para enfrentar los trastornos naturales y a su vez, es el menos reconocido en las agendas internacionales. Conjuntamente con esto, se encuentra entre las regiones cuyos proyectos desarrollo no siempre pueden asociarse a mecanismos que posibiliten la sostenibilidad. Por este motivo los retos a corto y mediano plazo para el continente son mayores, uniéndose a ello el hecho de que el cambio climático tendrá que ser tenido como parte de un fenómeno más complejo que lo incluya como acelerador de crisis y conflictos sociales y políticos.
Referencias:
(1) UNEP: Africa: Atlas of Our Changing Environment, en: www.na.unep.net/AfricaAtlas, 09-01-09.
(2) Cano. A.: Cambio climático en Egipto y Sudán: una realidad evidente, CEAMOnitor, Vol.6, No. 1, enero de 2009.
(3) Hayes, Stephen: Madagascar: A Greek Tragedy That Hill Hurt Investment, en: www.allafrica.com, 19-03-09.
(4) African Union: Africa: Concept Note for the First Meeting of the Conference of African Heads of State and Government on Climate Change and African Lead Experts on Climate Change, en: www.africa-union.org, 25-08-09 y Ping, Jean: Africa: Opening Statement to Conference on Climate Change, en: www.africa-union.org, 25-08-09
(5) Pan-Arican Climate Justice Alliance: La sociedad africana se opone a la postura de Meles Zenawi en la Cumbre del cambio climático, en: Pambazuka News, www.pambazuka.org, 12-01-10.
(6) Ibidem. Anay Cano y Suyeni Díaz son investigadoras del Centro de Estudios sobre África y Medio Oriente de La Habana (Cuba).