CEPRID

Apuntes sobre el Gobierno de Unidad Nacional en Zimbabwe

Domingo 4 de julio de 2010 por CEPRID

Suyeni Díaz

CEAMO

En septiembre de 2008, fue firmado y aprobado en Harare el Acuerdo Político Global (GPA, por sus siglas en inglés), a través del cual los representantes de los partidos políticos principales de Zimbabwe: Robert Mugabe del ZANU-PF, Morgan Tsvangirai del MDC-T y Arthur Mutambara del MDC-M, llegaban a un consenso sobre la base de compartir el poder, con la creación del cargo de Primer Ministro y la división de poderes interno, entre otros aspectos, para poner fin, de alguna manera, al conflicto surgido tras los resultados electorales. Con este paso se ponía en práctica una vez más, en otra coyuntura, la vía pacífica delineada por la Unión Africana, a través de sus organizaciones regionales, para solucionar las crisis políticas y de gobierno que han estado ocurriendo en el continente durante los últimos años. De la misma manera que sucedió con Kenya, y que sigue ocurriendo con Madagascar, la metodología utilizada se estructura a través de la negociación con las partes en conflicto y un equipo de mediadores de reconocido prestigio y peso regional. Estos últimos tienen entre sus funciones encontrar el punto de equilibrio entre las demandas de las partes y la dinámica de las acciones para que el consenso sea alcanzado en la mayor brevedad posible, evitando así la volatilización de la situación de inestabilidad.

En el marco del GPA, la creación del Gobierno de Unidad Nacional (GNU, siglas en inglés) fue el colofón de los acuerdos de reconciliación. A partir de aquí, los próximos pasos en los que se trabajaría como gobierno serían la creación de una nueva constitución, la búsqueda de una solución al tema de la reforma agraria y a las sanciones internacionales, basados en el trabajo conjunto y armonioso, según el propio artículo II del GPA (1). No obstante, tras más de un año de la creación del gobierno de inclusión, son pocos los pasos favorables que se han dado, pues las diferencias entre las altas figuras gubernamentales hacen en ocasiones irreconciliables las disputas sobre las medidas a tomar para poder cumplimentar lo estipulado en el acuerdo.

Por tal motivo cabe preguntarse si ante esta perspectiva, ¿se pudiera hablar de un fracaso de las negociaciones? En otras palabras, ¿estará yendo a la bancarrota el Acuerdo Político Global y, por tanto, el Gobierno de Unidad Nacional?

Algunos elementos que se han estado planteando en los tan viciados medios de comunicación durante los últimos meses parecieran estarlo indicando. Los recientes anuncios del presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, respecto a la necesidad de dejar a un lado los aspectos no fundamentales de las conversaciones para apostar por la puesta en funcionamiento del acuerdo, y las alusiones a la realización de nuevas elecciones para 2011, aunque no se haya concretado este último (2), han sido tomados como muestra de una nueva posición del equipo mediador ante la imposibilidad de lograr, por la parte zimbabue, armonía suficiente que conlleve a la realización de las estipulaciones establecidas en el documento de septiembre del 2008.

Más allá de los juicios, parciales o no, esgrimidos en las declaraciones, algunos aspectos que han caracterizado al año y medio de gobierno de nuevo tipo en Zimbabwe dejan traslucir algunas de las razones por las cuales no ha sido posible que la realidad política actual evolucione al ritmo que necesita el país y que al mismo tiempo son pilares en el logro de cualquier intento de gobierno unionista.

Uno de los elementos básicos imprescindibles para que fructifique un gobierno formado por partidos no aliados es la adecuada comunicación entre ellos, unidos a la voluntad política de poner los intereses comunes por el bien del país por encima de los intereses de cada partido. En este sentido, tanto el ZANU-PF como el MDC-T, han superpuesto sus diferencias a las necesidades el país.

En tal sentido, tanto Mugabe como Tsvangirai, han rechazado, denunciado y acusado a figuras del gobierno representantes de los partidos contrarios. El caso más sonado durante los últimos tiempos ha sido el de Gideon Gono, director del Banco Central, que ha sido acusado por Tsvangirai de contribuir al desplome de la economía y a la inflación monetaria del país, por la impresión de moneda y por aportar la base financiera para la campaña electoral del secretario general de su partido; así mismo el ZANU-PF hace otro tanto con el ministro de Finanzas, Tendai Biti. De la misma forma, el presidente Mugabe firmó una carta circular a través de la cual insta a los ministros a enviar copias de los informes de sus carteras a sus dos vicepresidentes en lugar de hacerlo a la oficina del Primer Ministro, lo que ha sido tomado por los representantes del MDC-T, como una violación al Acuerdo Global, por ser una contravención de lo establecido en él. Sobre este asunto, Tendai Biti declaró que la carta circular era “inconstitucional y estaba fuera de la ley, por tal motivo debía ser anulada y abolida” (3).

Otro aspecto primordial para la evolución satisfactoria del gobierno es el escalonamiento de las prioridades en correspondencia con las necesidades del país. En este sentido, el paso fundamental que debía seguirse era la creación de las estructuras para elaborar la constitución. Este ha quedado vedado por las discrepancias entre las partes. Si bien se ha logrado establecer el Comité Selecto, con miembros de los tres partidos políticos y se ha estado entrenando al grupo de asistentes en el proceso de discusión de los temas medulares de la creación de la constitución, algunos aspectos han sido inestables durante estos meses. Declaraciones de los partidos de inconformidad con los seleccionados y con los presupuestos destinados para el proyecto constitutivo y los desacuerdos entre los miembros del Comité Selecto, al no lograr avanzar en las conversaciones sobre la forma en que se llevarán a cabo los procedimientos futuros antes de las consultas populares. Según declaraciones de las partes, pareciera entonces llegarse por momentos a un callejón sin salida, en el cual las facciones se sientan a dialogar más por presiones externas que por convicción propia.

A estos elementos se les une el hecho de que si bien SADC ha estado presionando a través del equipo mediador de Zuma, integrado por Mac Maharaj, Lindiwe Zulu and Charles Nqakula, para poner en vigor el GPA, los dos partidos políticos continúan haciendo fuerza para inclinar la balanza a su favor. Respecto a esto, el partido de Tsvangirai ha incluido 27 nuevos temas destacados a discutir antes de aceptar la efectividad del acuerdo. Entre ellos se encuentra el aumento de la seguridad del Primer Ministro, con una caravana de escolta policial, la integración del Comando de Operaciones Conjuntas dentro del Consejo de Seguridad Nacional, el nombramiento por parte del MDC-T del embajador de Zimbabwe en Sudáfrica y la destitución del Secretario Permanente del ministerio de Comunicaciones, Información y Publicidad, George Charamba.(4) Ante estas declaraciones el buró político del ZANU-PF ha dicho que no va a realizar más concesiones hasta tanto no sean eliminadas las sanciones internacionales(5) que, desde el 2000, le han sido impuestas a Zimbabwe como mecanismo para frenar la reforma de la tierra y la posición política de Mugabe y su partido, y que no obstante la mayor parte de los 27 temas eran de índole administrativa por tanto no tenían nada que ver con el GPA.

Por último, otro de los aspectos esenciales para conducir eficientemente este tipo de estructura política es el apoyo regional e internacional. Si bien SADC y los países que la integran han estado actuando positivamente para respaldar al gobierno y para ayudar a la recuperación económica, esto no ha estado ocurriendo con los países y organizaciones occidentales.

Tanto la Unión Europea como Estados Unidos han mantenido desde hace una década una posición de confrontación al gobierno del presidente histórico. Para las elecciones de 2007 eligieron a Tsvangirai como la figura política de cambio, contribuyendo con su apoyo a éste, tanto durante el proceso electoral, como durante las negociaciones posteriores, a su inclusión en el gobierno. En la actualidad, ante la perspectiva de que el MDC-T no tiene el peso esperado en la escena política interna, la posición de las dos grandes potencias ha vuelto a tomar sus lineamientos iniciales. El discurso esgrimido vuelve a tonarse hacia lo imperioso que resulta realizar transformaciones políticas e ideológicas si el gobierno del país africano quiere que sean eliminadas las restricciones contra las 203 figuras claves del ZANU-PF y las principales empresas estatales del país (6).

Ahora bien, más allá de las versiones oficiales, las potencias internacionales han estado jugando con dos barajas fundamentales. Por un lado el apoyo financiero y las promesas de cambio de política exterior hacia el país en reuniones con miembros del MDC-T, con el objetivo de minar al endeble gobierno de unidad nacional; y, por otro lado, la negativa a revisar las sanciones como cumplimiento de la posición asumida por ellos una vez fuera aprobada la creación del gobierno en 2008. Como resultado de esta ambigüedad, las tensiones entre los partidos han ido aumentando y el MDC-T se ha visto enfrentado entre su política exterior e interna, con figuras al interior del mismo mostrando posturas discrepantes respecto a la eliminación o no de las sanciones. En tal sentido si bien el Primer ministro y el ministro de Finanzas están abogando por la eliminación de las mismas otras figuras mantienen sus posiciones de no suprimirlas.(7) Mientras esto sucede en Zimbabwe, la Unión Europea, Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Suecia y Francia han eliminado el apoyo anunciado al proceso político del país.(8)

Como se ha estado analizando, son muchos los factores que actualmente está afectando la evolución satisfactoria del Gobierno de Unidad Nacional, factores que además no parecen tener solución a corto plazo y cuya única solución tendría que pasar primeramente por la intención de sus dos figuras cimeras. La continuidad de las disputas entre los partidos y la incapacidad demostrada de lograr consenso tanto sobre temas medulares como otros de menor peso, además de afectar al país, contribuiría a replantear la factibilidad de los mecanismos utilizados por la Unión Africana, teniendo que ser analizado si estos pueden ser utilizados en todos los contextos, o si solo serían factibles en aquellos donde las condiciones objetivas y subjetivas de madurez política lo permitan. De la misma manera, si bien SADC ha demostrado ser una organización eficiente en el uso de sus estructuras y recursos, no es de extrañar que se encuentre ante el fenómeno de que gran parte de sus recursos mediadores se están agotando. Finalmente no se puede esperar de los actores internacionales una posición distinta a la asumida hasta ahora. El fin declarado de ellos es la eliminación de Mugabe de la política de Zimbabwe y del reajuste del país según los cánones enarbolados por Occidente para el tercer mundo, en función de esto el discurso y las acciones llevadas a cabo por este grupo serán contrarios al buen desenvolvimiento del Gobierno de Unidad Nacional.

Referencias:

(1) Agreement between the Zimbabwe African National Union-Patriotic Front (ZANU-PF) and the two Movements for Democratic Change (MDC) formations, on resolving the challenges facing Zimbabwe, www.kubatana.net

(2) Sifile, V.: Zimbabwe: Zuma pushes for early poll, The Standard, www.thestandard.co.zw,16-01-10

(3) Chimakure, C.: Zimbabwe: Tsvangirai Rejects Mugabe Directive, www.thezimbabweindependent.com, 04-02-10.

(4) Kawadza, S.: No more GPA concessions, says ZANU-PF, www.theherald.zw, 28-01-10.

(5) Ibidem

(6) Chimakure, C.: Zimbabwe: GNU Discord Hill Prolong Sanctions, www.thezimbabweindependent.com, 04-02-10.

(7) Ibidem.

(8) Constitution-making back on track, www.heraldreporters.zw, 29-01-10.

Suyeni Díaz es investigadora del Centro de Estudios sobre África y Medio Oriente de La Habana (Cuba).


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