CEPRID

Estados Unidos, Iraq e Irán: un balance en los umbrales del 2007

Miércoles 9 de enero de 2008 por CEPRID

Yulianela Pérez e Idalmis Brooks CEAMO 9 - I - 08

La política de la administración republicana de George W. Bush hacia el Medio Oriente ha mantenido los mismos objetivos estratégicos que en administraciones anteriores: la ubicación en el terreno en el que se concentran una parte considerable de los recursos energéticos del planeta; y el control hegemónico del acceso a los recursos naturales de los que dispone Iraq, que origina la dependencia hacia Estados Unidos de una serie de estados que necesitan para su abastecimiento energético casi exclusivamente de esta región.

Quizás el signo distintivo del actual gobierno norteamericano lo hayan constituido los mecanismos a los que ha recurrido para lograr sus metas estratégicas: iniciativas para la promoción de la “democracia” (destacándose la Iniciativa para un Nuevo Medio Oriente Ampliado y Norte de África); y la ocupación militar directa, como ha ocurrido tras la invasión de Iraq.

El accionar hacia Iraq e Irán ha estado determinado fundamentalmente por el interés de controlar los recursos de petróleo y gas de los dos Estados. Desde las Estrategias de Seguridad Nacional, hasta los Discursos a la Nación del presidente norteamericano, pueden ser observados puntos de continuidad en la política para desestabilizar y desestructurar ambos estados.

En primer lugar, se insiste en la idea de que la lucha contra el terrorismo aún no está acabada, y en situar los golpes y atentados terroristas, fundamentalmente en la región medioriental. Asimismo, se sostiene la idea de que algunos estados patrocinan la actividad terrorista en el extranjero. Esta idea disfraza en realidad el interés de abrir nuevos frentes de conflicto en la región, de ser necesario para el cumplimiento de los intereses geopolíticos de los Estados Unidos.

En segundo lugar, se argumentan los motivos de la administración contra Irán, enfatizando la idea, con respecto a la temática nuclear, de que solo se resolverá si Irán decide cambiar esa política, promociona la apertura política y reforma su sistema social, lo cual pone de manifiesto los verdaderos objetivos que impulsan la propaganda mediática norteamericana hacia Irán: promover un cambio de régimen.

En tercer lugar, la prioridad para el Medio Oriente continúa siendo la liberalización económica, acompañada de reformas políticas que la posibiliten. Cuando se analizan las agendas de desarrollo y cooperación de los principales polos de poder mundial, se mantiene el Broader Middle East como el principal foco de atención, lo cual no es una novedad, si tenemos en cuenta que se persiste en el interés de crear un Área de Libre Comercio en la zona para el año 2013.

En cuarto lugar, se refuerza la puesta en práctica de nuevos mecanismos para mantener la ocupación en Iraq. En este sentido se enfatiza en la idea de que Washington no puede perder en Iraq. Resulta de mucho interés la expresión del presidente norteamericano de que:

Este gobierno mantiene la política de usar todos los instrumentos legales apropiados de inteligencia, diplomacia, orden público y acciones militares para cumplir con nuestro deber, encontrar a estos enemigos y proteger al pueblo estadounidense. (...) Esta guerra es más que un conflicto; es una lucha ideológica decisiva, y la seguridad de nuestra nación está en juego. Estados Unidos no debe fracasar en Iraq.(1)

Precisamente en el marco de evitar este fracaso, cobran auge en Iraq la presencia de compañías privadas de seguridad, que refuerzan el uso de la tortura como método para la búsqueda de información que les permita destruir a la resistencia. Esto no es un elemento nuevo, pues desde el inicio de la ocupación los mercenarios han tenido un mercado lucrativo en Iraq. Son muy disímiles los medios de prensa que denuncian la contratación por el Pentágono de empresas privadas que apoyan los interrogatorios a prisioneros de guerra iraquíes. Algunas fuentes destacan entre esos “ejércitos privados” a la empresa Titan.(2)

A pesar de la claridad en lo que a objetivos se refiere, existen factores que han imposibilitado el éxito de la política norteamericana. A lo largo de 2007 las relaciones de Estados Unidos con Iraq e Irán han estado marcadas por las contradicciones.

En el caso iraquí, el primer ministro Nuri al Maliki, quien fuera apoyado por los Estados Unidos, enfrenta una grave crisis extendida a todas las esferas del país, en lo político, en lo económico y en lo social. Paralelamente la resistencia, compuesta por diferentes fuerzas, continúa representando un elemento de peso para lograr la estabilidad necesaria, aunque no sea el único.

Maliki ha sido incapaz de alcanzar los objetivos políticos que la administración norteamericana había fijado para su gobierno. Esto ha causado cuestionamientos alrededor de su función política como premier, además del descontento de los norteamericanos con su limitado quehacer. Igualmente, el nuevo sistema de “unidad nacional”, basado en el consenso entre los grupos étnicos y religiosos, tiende al fracaso. No existe un consenso sólido y real entre los líderes políticos que permita cumplir con los puntos de la agenda del gobierno norteamericano para la post-ocupación.

El Parlamento iraquí es visto por Washington como un órgano disfuncional. Esta opinión se acentúa desde principios de agosto luego de la retirada del Frente del Consenso Iraquí, organización que agrupa los tres principales partidos sunnitas árabes. Fuentes públicas anunciaron que a fines de agosto se realizó un acuerdo con vistas a la reconstrucción del proceso político del país entre líderes chiítas, sunnitas y kurdos, pero el mismo está muy lejos de alcanzar un “gobierno de amplia base”.(3)

A lo anterior debemos sumar la necesidad de controlar las nuevas provincias “traspasadas” del mando militar norteamericano-británico a las fuerzas de seguridad árabes y las tensiones entre los gobiernos turco e iraquí, producto de las acciones de los rebeldes kurdos del PKK atrincherados en el norte de Iraq. A ambas cuestiones el gobierno de Maliki no ha respondido con la efectividad requerida.

Por otra parte, tampoco se ha dado una salida a la crisis económica que enfrenta el país como consecuencia de la agresión y ocupación. La escasez de alimentos, agua potable, combustible y los niveles de terror en las calles aumentan la inseguridad social en general.

No deben desestimarse las acciones de una resistencia que, aun dividida entre las principales confesiones y al interior de las mismas, no claudica ante el enemigo. Es obligatorio señalar que la fuerte campaña mediática desarrollada por Occidente impide un acercamiento certero sobre el tema además que atribuye a la resistencia acciones violentas y terroristas contra la población civil o instalaciones del sector económico extranjero que pudieran ser realizadas por Al-Qaeda u otras redes terroristas. Si bien hemos visto intentos de formar coaliciones entre los distintos grupos que componen las fuerzas tanto patriótico-nacionalistas como islámicas, no existen aún las condiciones para el surgimiento de un frente que los una a todos y los dote de un mismo programa organizativo.(4)

El caso iraní es muy diferente, el gobierno islámico, representado en su presidente Mahmud Ahmadineyad, tiene como principal objetivo salvaguardar el programa pacífico nuclear, interés nacional, y resolver las dificultades internas ante las amenazas de Estados Unidos.

Sobre el diferendo nuclear sería pertinente acotar que si la posibilidad de un ataque militar es poco probable a corto plazo, para nada se descarta de los análisis. Recordemos que aunque Estados Unidos deba revisar más la balaza costos-beneficios, la posibilidad de un “Irán islámico nuclearizado” es un grave peligro para los intereses norteamericanos en el área. Por otro lado, la habilidad iraní en las negociaciones demuestra su interés en salvaguardar este programa pacífico.

Hacia lo interno, el gobierno de los llamados “radicales” que preside Ahmadinejad no puede dar solución a los problemas que él mismo denunciara en su plataforma gubernamental durante las elecciones. Después de la muerte de Khomeini se han cometido errores históricos que, aún conociéndolos, no se han podido combatir. Uno de ellos es la corrupción administrativa generalizada. La desigual distribución de las riquezas nacionales, sobre todo aquellas vinculadas a los renglones relacionados con el petróleo, ha provocado altos niveles de pobreza. Súmense también el desvío de recursos y la aparición de nuevos ricos vinculados con las esferas de poder o amparados por estas. Recientemente el aumento de los alimentos básicos y de las rentas de las viviendas ha provocado gran descontento en la población económicamente activa.(5) Se cuestiona la política internacional que lleva la presidencia exigiéndose más atención hacia estos aspectos internos. Washington aprovecha mucho esta situación basándose en su teoría de que la Revolución Islámica caerá por su propio peso, ellos tratan de alimentar el descontento social, incitar a la manifestación, incluso propiciar hechos terroristas por bandas armadas que preparan.

No obstante, Irán es un Estado muy sólido, con un sistema de gobierno bien estructurado y definido según sus funciones que cuenta con el apoyo de la mayoría de la población. Con una gran capacidad de autoconsumo. Cuenta con un ejército bien organizado y con una industria militar que es capaz de abastecerse y exportar a países amigos y de la región; que ha sido capaz de abrirse al mundo diplomático rompiendo su “aislamiento” y asegurarse aliados estratégicos de la comunidad islámica y fuera de ella.

Todo parece indicar que para el próximo año la tendencia del gobierno norteamericano será hacia la continuidad de los objetivos estratégicos trazados. Sin embargo, 2008 será un año electoral donde la coyuntura incidirá en el mayor o menor tono del diferendo nuclear. Con relación a Irán todo apunta al mantenimiento de la ocupación, aunque quizás el nivel de tropas norteamericanas comience a disminuir.

Referencias:

(1) Bush, G. W: “Speech to the Nation”, State Department, 2007.

(2) Brooks, I: “Las compañías privadas de seguridad, Israel y la represión en Iraq. Un comentario pertinente”, Ceamonitor, Vol. 1, No. 26, 09-06-04.

(3) BBC: “Irak: anuncian alianza chiita-kurda”, 16-08-07.

(4) BBC: “Acuerdo chiíta en Irak”, 06-10-07

(5) IRNA:”Declaraciones de Mahmud Ahmadineyad”. 14-09-07 y Entrevista a José R. Rodríguez, ex Embajador de Cuba en Irán. 12-11-07.

Yulianela Pérez e Idalmis Brooks son investigadoras del Centro de Estudios sobre África y Oriente Medio de La Habana (Cuba)


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