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Venezuela: El nudo central de las elecciones de noviembre ha sido la lucha de clases

Lunes 1ro de diciembre de 2008 por CEPRID

José Antonio Egido

Tribuna Popular/CEPRID

Mientras el proceso político de liberación nacional, antiimperialismo, unidad latinoamericana y cambios sociales que lideriza el Presidente Chávez es remiso a emplear el concepto de “clases sociales” y menos el de “lucha de clases”, la derecha fascistoide, que ha pegado un avance al controlar los estados más poblados y ricos del país, tiene una muy fuerte conciencia de clase. No hay más que ver el correlato de votaciones entre espacio urbano y orientación ideológica. José Roberto Duque lo ha explicado con número en un artículo en Aporrea. Los espacios urbanos ocupados por la clase media alta, la burguesía y la oligarquía votan masivamente a las opciones de derecha mientras que aquellos donde viven la clase trabajadora y la que Camilo Torres llamaba “clase popular”, dan el voto a las opciones que respaldan el proceso. De manera lúcida el candidato a la alcaldía de Sucre, Jesse Chacón, ha reconocido que las elecciones han sido “una especie de confrontación de clases”. El problema es que opciones semifascistas como “Primero Justicia”, ligado al partido franquista de Aznar (el PP) además de con los servicios especiales norteamericanos e israelíes, han conseguido penetrar en los barrios populares, particularmente en Petare, pero las fuerzas chavistas y democráticas encuentran dificultades para penetrar en las zonas de clase media.

Se observan varias dificultades que deben ser subsanadas:

1.- Falta una consistente teoría del tránsito al Socialismo en Venezuela que establezca cuál es la alianza de clases que va dirigir la lucha y las etapas que deben ser superadas. La importancia que se atribuye a los Consejos Comunales es extraordinariamente positiva pero no puede diluir la necesidad de una toma de conciencia con respecto a la cuestión de clase. Dentro del PSUV hay sectores que se resisten a aceptar este análisis. A pesar del esfuerzo de Chávez y de grupos de revolucionarios sinceros en su interior, el PSUV es, como dice Juan Contreras, de la Coordinadora Simón Bolívar, mas que un partido revolucionario, una “organización para acceder al poder”  que se ha construido, como dice Roberto López Sánchez en un artículo, con “los mismos vicios clientelares de la vieja partidocracia adeco-copeyana”. Las ideas postmodernistas, de cierta influencia en el chavismo, y las corrientes socialdemócratas luchan para que el marxismo no sea empleado como la principal herramienta de análisis. Sin embargo la oligarquía tiene una fuerte conciencia y coherencia de clase y ha forjado una estrecha alianza con una clase media políticamente atrasada y alienada que emplea como motor social de la contrarrevolución. Por ejemplo, estas clases se han movilizado con más firmeza y coherencia que el chavismo en el trascendental municipio Sucre. Jesse Chacón indica que la clase media ha tenido una tasa de participación entre un 65 % y un 70 % mientras que las clases populares lo han hecho con un índice entre un 65 % y un 70 %. Podemos decir que nuestros enemigos de clase emplean mejor “el marxismo” que nosotros mismos.

2.- Falta desde el gobierno una política consciente hacia la clase media que la atraiga al campo obrero, campesino, patriota y popular para construir una irreversible mayoría social que aísle políticamente a la oligarquía antinacional. Los clásicos del Marxismo indican que la clase media se define por no tener un proyecto socio-político propio. En el caso venezolano esta clase, sobre todo en el Zulia y en el Distrito Capital, se pone al servicio de la oligarquía y de imperialismo incluso en contra de sus propios intereses. Es muy sencillo argumentar que la clase media tiene mucho más en común con las clases populares que con la oligarquía. En este campo el aparato ideológico/mediático/propagandístico de la ultraderecha es eficaz en construir conciencia de clase reaccionaria y antinacional en esos sectores medios.

3.- Falta una acción política más profunda y sostenida de las fuerzas progresistas y revolucionarias en muchos barrios pobres que fortalezca su conciencia tanto clasista como patriótica y eleve su nivel político. No son extrañas esas carencias cuando en barrios pobres de Petare las responsabilidades del PSUV las ostentan antiguos copeyanos que trabajaron en la gobernación de Eduardo Mendoza y faltan cuadros verdaderamente revolucionarios. Sin embargo la Universidad Metropolitana y las Redes sociales fascistoides financiadas por la USAID sí penetran en profundidad en los barrios para promover el oposicionismo de sectores populares .

4.- Falta una política específica para educar políticamente a las comunidades populares colombianas, desplazadas por la guerra pero carentes de conciencia en muchos casos. Hay que educarlas en el bolivarianismo que hace de la Gran Colombia la Patria común de colombianos y venezolanos y en la unidad de clase para que no se pongan del lado de la misma clase oligárquica y terrateniente que les ha expulsado de sus lugares de origen.

Roberto López Sánchez señala en un interesante artículo dos carencias importantes: la “ausencia de una clara política gubernamental hacia la construcción de un movimiento obrero clasista y revolucionario” (aunque personalmente creo que tiene que ser el propio movimiento obrero y su vanguardia política quien realice esa tarea) y “la ausencia de una política gubernamental hacia las universidades autónomas”  controladas por la derecha para ser bastiones de la contrarrevolución y del imperialismo. La derrota de la reforma constitucional propició un rico debate de crítica y autocrítica que ha permitido avanzar en algunos aspectos con respecto a esa fecha. La actual derrota en las gobernaciones de Miranda, Zulia, Táchira y Carabobo, la Alcaldía Mayor y las alcaldías de Maracaibo y Sucre, debe favorecer otro debate intenso que ya se está produciendo y que debe conducir a la corrección de errores y desviaciones en la política social y económica, de comunicación del gobierno, en la construcción del PSUV y de la Alianza Patriótica y el fortalecimiento de una amplia conciencia socialista y antiimperialista en el Pueblo.

José Antonio Egido es doctor en Sociología.


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