CEPRID

El 25% de los palestinos han pasado por las carceles israelíes (I)

Jueves 30 de octubre de 2008 por CEPRID

Abla Rimawi

Boltxe

A Abla Rimawi se la suele presentar como la mujer de Saadat el Secretario General del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), parlamentario palestino secuestrado por Israel de la cárcel de Jericó en donde estaba custodiado por fuerzas americanas y británicas. Sin embargo, Abla Rimawi tiene por si misma méritos suficientes para ser presentada con nombre propio. Estuvo en Madrid hace unas semanas en su gira para difundir la situación de los presos palestinos. Lo que sigue a continuación es una crónica de la rueda de prensa, su intervención en el acto organizado por la Asociación Haydeé Santamaría de Madrid y la entrevista concedida a Rebelión.

Abla fundó los comités de mujeres del Frente Popular para organizar, desde la realidad concreta de las mujeres palestinas, la lucha contra la ocupación. Cuando se la pregunta por su militancia, la suya, no la de su marido, ríe, se ilumina el rostro, se reacomoda en el asiento, pone uno de sus pies descalzos bajo el muslo, en una postura propia de mujeres que se arremangan y se disponen a contar a otras mujeres- y dice que, no le gusta hablar de sí misma sino de la causa palestina.

Su historia es extraordinaria y a la vez no lo es, se entreteje entre las cientos de historias de mujeres palestinas que han sufrido la cárcel, que han sido torturadas, y sin embargo, cada día, se levantan como columnas de acero sosteniendo el peso de la cotidianeidad palestina. En estos momentos hay 700 mujeres detenidas, alguna de ellas a cadena perpetua, otras tienen también a sus maridos en la cárcel, incluso a sus hijos. Hay 350 niños en las cárceles israelíes que tienen entre 12 y 18 años, pero nunca encontraremos en los medios de comunicación referencias a los niños palestinos detenidos.

Los datos son apenas un pálido reflejo de la tragedia palestina, y en el caso de los presos, nos dice Abla, siempre son relativos ya que fluctúan cada día. En estos momentos hay aproximadamente 11000 presos palestinos en las cárceles israelíes, pero esta tarde pueden ser 11.025, mañana 10.930, dentro de una semana 12.000. Desde 1967 Israel más de 700.000 palestinos han pasado por las cárceles israelíes. Abla me mira – “¿sabes lo que significa eso?”, bueno… no del todo –tartamudeo -; “significa que el 25% de la población palestina ha pasado por las cárceles israelíes, significa que no hay prácticamente ninguna familia palestina ni ningún sector social que no comprenda el significado de la ocupación israelí; significa que Israel practica todas las formas posibles de terrorismo encaminado a vaciar la tierra, a quebrarnos destruyendo el tejido social palestino. Israel utiliza las cárceles como una herramienta para acorralar a los palestinos, para dejarnos sin salida, para desesperarnos. Las detenciones masivas son una más de las medidas represivas que ejerce Israel contra nuestro pueblo, como la confiscación de la tierra, la construcción de asentamientos, el muro etc…, una más.

Es una política encaminada a vaciar la tierra de su pueblo y desterrarlo a hacer desaparecer su legado. Esta es la síntesis de la política Israelí”. “Por eso, nuestro pueblo libra una batalla singular para aferrarse a su tierra y evitar ser desterrado. Se trata de un pueblo milenario que no se dejará intimidar a pesar de todas las atrocidades que le puedan infringir. Lógicamente Israel, en su política de vaciar la tierra, no reconoce a nuestro pueblo y considera nuestros actos como actos de sabotaje y con todos sus medios, que son muchos, trata de proyectar esta imagen hacia el exterior. Considera a nuestros luchadores como criminales que merecen ser eliminados y liquidados, sin embargo, para nosotros son luchadores por su libertad y la emancipación de su pueblo. Son la vanguardia y merecen ser tratados con dignidad y reconocimiento como representantes de un pueblo que está sometido a ocupación”. Mientras conversamos suena su teléfono, parte de esa cotidianeidad que describe irrumpe con el sonido taladrante del teléfono móvil; se sobresalta al mirar el número de la pantalla, se levanta rápido, con la mirada preocupada, algo pasa; sale hacia el pasillo y la oímos hablar, luego un silencio tenso. Entra de nuevo en el salón, su cara está alegre, se acomoda de nuevo y me explica que la llamada era desde Ramala, de su hijo, que los israelíes le habían llevado a comisaría, que había estado detenido toda la mañana pero que ya estaba en casa, que sólo querían asustarle aprovechando que ella estaba fuera. La preocupación de su mirada ha dado paso a una sonrisa orgullosa.

Abla tiene cuatro hijos, uno de ellos - el que llamó-, es músico, trabaja en la orquesta de Buramboy pero, a diferencia de los israelíes contratados, cobra menos y a veces no le conceden permiso para viajar. No es la primera vez que le retienen los israelíes. Le preguntan por su padre, por los viajes de su madre, luego le advierten que tiene que ser un buen chico, que no debe seguir los pasos de sus padres que tiene que alejarse de la política o de lo contrario le retirarán los permisos para moverse.

“La tortura es una práctica sistemática en Israel”

Solo desde el año 2000, segunda intifada, han sido detenidos y encarcelados más de 60.000 palestinos bajo la acusación de resistir al ocupante. Abla fue detenida en varias ocasiones. Le pido de nuevo que nos cuente su historia, se resiste, pero se da cuenta de que su propia historia llena de imágenes y sentimientos nos permite una mayor cercanía a la realidad de los presos palestinos.

“En el 85 cuando estaba embarazada de mi tercera hija me detuvieron como forma de presión a Ahmad, él estaba en la cárcel y yo intuía más o menos que estaba en una celda próxima. Me detuvieron cinco horas, me interrogaron y luego me soltaron, cuando caminaba por el pasillo me puse a gritar como una loca “Ahmad no te preocupes ya me sueltan”, para que me oyera y no se preocupara. Todavía él se acuerda.

En el 87 me detuvieron de nuevo. Mi hija pequeña tenía un año y dos meses. Casualmente una prima mía vivía en la casa. La noche que iban a detenerme, yo ya sabía que iban a por mí porque habían detenido a una compañera de mi célula. Por la mañana limpié la casa, llené la nevera de comida, y le dije a mi prima que cuidara de mis hijos y de mi suegra. Efectivamente, a las dos de la madrugada vinieron a por mí. Fue una de las peores detenciones porque la compañera que había caído antes había confesado y nos trataron igual que a los hombres, nos torturaron. Me tuvieron durante días atada de pies y manos a una silla sin respaldo; había hierro que se me clavaba en la espalda, tenía las manos atadas hacia atrás, encima de la cabeza me pusieron una bolsa de basura; el hedor era insoportable, el sudor, la basura y el dolor de los brazos…. En algunas celdas había un pequeño agujero pero en otras ni siquiera eso, estaban llenas de humedad, eran celdas construidas en el tiempo de los otomanos. Mi celda era de unos dos metros de larga y uno, o uno y medio, de ancha, con una especie de water al lado. Otras ni siquiera tenían esto. No había ducha ni agua corriente. Ellos se concentraban mucho en el factor psicológico. Ejercían el papel del policía bueno y del policía malo. Había uno que nos amenazaba con violarnos, y el otro era amable, vestido con traje, parecía hacer el papel de padre, que se interesaba por nosotras, por nuestra suerte; teniendo en cuenta nuestra situación dramática, sucias, doloridas…era casi peor. Fui condenada a un año pero tuve una abogada muy inteligente y sólo estuve dos meses. Consiguió que me soltaran porque se presentó ante el juez con mi madre, mi suegra y mis hijos, y le decía al juez: “¿Cuál es la culpa de esta mujer, que tiene a su cargo a estas señoras, sus hijos pequeños y encarcelado su marido? ¿Cuál es su culpa haber leído libros? Por eso no se puede meter en la cárcel a una señora”.

Evidentemente la acusación era pertenecer al FP pero eso no lo iban a reconocer.

Fui castigada durante dos meses en la cárcel sin que me permitieran ver a mis hijos ni a mi familia. Sabía que estaban fuera pero no les dejaban entrar. Uno de los recuerdos más duros que tengo se refiere a una de mis detenciones. Ya había formado, en nombre de los comités de mujeres del Frente, una guardería que estaba funcionando muy bien. Al ser detenida había dejado a mi hija pequeña en la guardería al cuidado de la directora que era una buena amiga. La primera vez que me la trajeron para verla, yo estaba en un estado lamentable, esposada, sucia, mi hija no quería verme, se aferraba a la otra mujer, yo quería abrazarla y besarla pero ella no paraba de llorar. El carcelero me vio llorando y me dijo en vez de llorar tenía que haber pensado antes de meterte en política. Me dio tanta rabia que le insulté. Aun así nunca he dejado de trabajar por la causa. Mi hija se llama Resistencia”. En el 2003 Abla estaba detenida de nuevo. Había una mujer próxima a su celda que iba a dar a luz, estaba atada y lloraba, desde su celda Abla no paraba de hablarle y decirle lo que tenía que hacer. Tuvo su hijo atada. Esto pasa a diario en las cárceles –nos dice-.

Desde hace años, Abla tiene constantemente las piernas hinchadas, dolores en la espalda y las cervicales y secuelas de sus detenciones que no confiesa. Durante su estancia en Madrid, un compañero del Frente que es médico la examina para ver si puede aliviarla.

Le pregunto por los convenios internacionales que prohíben la tortura. Me sonríe. “A pesar de todas las leyes y convenios internacionales, de la Comisión contra la tortura que se creó en 1987, del convenio de Ginebra sobre los derechos civiles y políticos de los pueblos de 1966, en donde Israel es uno de los firmantes, a pesar de todo eso, la tortura es una práctica sistemática por parte de Israel. Todos los organismos consideran que prácticas como colgar al preso, privarle de dormir, utilizar la corriente fría y caliente, la detención y represalia contra los familiares… son torturas, sin embargo son métodos habituales de los israelíes en las cárceles y contra los palestinos. Miles de presos carecen de las condiciones mínimas de asistencia sanitaria e higiénica. El año pasado 7 presos palestinos murieron debido a estas carencias médicas. Hay 35 presos que están en los centros de salud de las cárceles en estado terminal, se les ofrece comida para mantenerles vivos, nada más. La comida de las cárceles es elaborada por presos comunes israelíes, te puedes imaginar lo que significa eso. Los presos palestinos reivindican que se les deje preparar a ellos la comida pero no se les autoriza. La comida es muy pobre en cantidad y calidad, lo que obliga a los presos a comprar comida en los bares de las cárceles lo que supone un gravamen más sobre los familiares y una vía más de presión. Otra de las medidas que más utilizan los israelíes es privar a los presos de las visitas de sus familiares y encerrarles en cárceles individuales. También se les imponen multas económicas y a veces se les prohíbe comprar en las tiendas. En general, se les priva de los derechos fundamentales reconocidos por la Convención de Ginebra de 1949.

La privación de la visita de los familiares es uno de los sufrimientos más atroces contra los detenidos. Son centenares a los que no se les permiten las visitas. Hay 900 presos de Gaza que no ven a sus familiares desde hace 2 años. Una de las condiciones que pone Israel a los familiares es que no hayan sido detenidos alguna vez, imagínate, habiendo un 25% de la población que han pasado por las cárceles pues es prácticamente ninguno… Nuestros presos libran muchas batallas, no solo se limitan a mejorar las condiciones de su encarcelamiento sino que reivindican el derecho a ser reconocidos como presos políticos y presos de guerra que fueron expoliados de su tierra y de sus derechos” Cómo es posible, -le pregunto-, que Israel siga mostrando hacia el exterior la cara de un Estado de Derecho que tiene leyes a las que se somete.

“La tortura la ejerce Israel en todos los órdenes: en el político, en el social, en el económico, en el ético-moral y en el físico. La tortura física que es la más explícitamente rechazada y se aplica en Israel bajo la cobertura de las “leyes inglesas”. Cuando Israel tortura a un detenido le aplica las leyes del mandato británico, las leyes de la época colonial, de cuando los ingleses torturaban y ahorcaban a nuestros combatientes”. Después de la segunda Intifada, los presos palestinos aumentaron y se endureció el tratamiento. “Antes de la segunda Intifada -continua Abla-, los presos eran unos 4.000, pero a partir de la segunda Intifada los encarcelados y detenidos se multiplican y las condenas se endurecen. Si antes una condena por pertenecer a un partido o una organización era de seis meses ahora es de tres o cuatro años. De ahí viene el aumento del número de presos, no solo de las nuevas detenciones sino del aumento de las condenas. El sionismo que sostiene a Israel tiene una política que consiste en la eliminación física de los luchadores o las largas condenas para impedir su continuación en la lucha por eso se focaliza especialmente hacia los cuadros y dirigentes de las organizaciones”.

“Además de la detención de líderes y cuadros, está el fenómeno de las acciones suicidas. Este tipo de acciones se multiplicó e Israel endureció las persecuciones y las penas. Ocurre que ante la detención masiva de cuadros, aumentan las detenciones de militantes que tienen menor madurez política y capacidad de resistencia, aumentan las confesiones ante la tortura y éstas conducen a nuevas detenciones, muchas veces de gente sin implicación. Pero se establecen diferencias en el trato por parte de Israel según sean de una u otra organización. Hay que marcar diferencias entre unos tipos de militancia u otras. En el caso de Fatah y en el de Hamás, son movimientos genéricos, que no tienen una organización tan estructurada como el Frente, cualquiera que quiera luchar es reclutado como miembro de una u otra organización. En cambio, la nuestra, es una organización más piramidal en donde la militancia está articulada, Israel endurece mucho más las atenciones para descabezar al Frente bien asesinando o deteniendo a las primeras, las segundas filas…. En el caso de Fatah y Hamás, que tienen más miembros, no son tratados igual porque saben que en realidad no pertenecen a la estructura más organizada.

La mayoría de los detenidos palestinos tienen entre 14 y 18 años. En los últimos años ha aumentado el número de mujeres palestinas en las cárceles israelíes, hasta hace poco apenas había 25 o 30 mujeres encarceladas, ahora son más de 160 mujeres. Abla nos dice que las mujeres se han vuelto más activas, que en los últimos años han empezado a participar incluso en la lucha armada, que en un principio se ocupaban de acciones de carácter más logístico pero que ahora participan también en acciones suicidas. Le pregunto por las razones que llevan a las mujeres palestinas a romper con tantos condicionantes culturales y psicológicos.

“Podemos decir que hay dos tipos de mujeres. Hay un sector de mujeres que siempre fueron militantes activas y conscientes, en ellas ha variado el tipo de participación por las circunstancias concretas de la actividad política. Sin embargo, hay otro tipo de mujeres cuya mayor participación obedece a crisis emocionales, sicológicas, como si fuera una evasión hacia delante; incluso participan en acciones suicidas como una forma de salir de la crisis. Hay 15 mujeres aproximadamente condenadas a cadenas perpetuas. Hay otras 9 mujeres detenidas por causas administrativas, son detenciones sin causa que pueden durar mucho tiempo”.

El más alto número de detenidos palestinos está entre los 14 y los 18 años, “Israel -nos dice Abla-, sabe que son los futuros dirigentes y cuadros y se concentra en ellos aplicándoles condenas de 20 y 30 años. Ejerce lo que se llama el castigo colectivo. Utiliza a las familias como chantaje para las detenciones, por ejemplo, cuando el marido está escondido, detienen a la mujer administrativamente para forzar a los maridos o a los hijos a que se entreguen. El 30% de las familias sufren las consecuencias de las detenciones en todos los órdenes; en muchas de ellas está el marido y los hijos detenidos al mismo tiempo y los recursos que pueden aportar a la casa desaparecen. Es una forma más de extorsionar a las familias. Los visitantes que a veces llegan a los territorios ocupados, las delegaciones que pueden llegar, notan la tristeza en los rostros de la gente, la tensión que se vive en lo cotidiano, la desesperación. Estas son consecuencias de una larga política bien planificada para conducir a la sociedad a una situación de desesperación y pérdida de esperanza”.

“Lo que le ha ocurrido a mi hijo hoy –dice -, forma parte de esta política: le han detenido varias horas, le han interrogado sobre un viaje que hicimos en verano, sólo es un muchacho pero tratan de asustarle y le aconsejan (entre comillas) que no siga el camino de su padre que es el responsable de su situación, que se aparte de los problemas, de la política…”

A los palestinos se les aplican tribunales militares

“Todos los tribunales para los palestinos son militares, no hay tribunales penales por delincuencia. A los únicos presos palestinos que se les está aplicando el derecho penal civil, son a los cuatro acusados de haber ejecutado al ministro israelí de turismo, a estos sí les ha metido en la categoría de delincuentes, ya que al haber ejecutado a un alto cargo las penas son mayores que por lo militar y además, de esta forma les apartan de cualquier posibilidad de intercambio de presos”. Abla insiste en sus intervenciones en la falta de garantías para los presos palestinos y en la necesidad de que haya observadores internacionales.

“Todos los juicios para los palestinos son sumarísimos, formalmente hay abogado defensor, fiscal… pero hay una lista fijada de acusación y la sentencia está prefijada al margen de cualquier proceso o enjuiciamiento. Hay, además, una comercialización desde la abogacía para sacarle dinero a los presos palestino. Por ejemplo, hay un acuerdo previo entre el abogado y el juez togado militar, en el que por el tipo de acusación te pueden caer cuatro años en juicio normal, entonces, el abogado pacta con el juez para que la condena sea mayor (y cobran un montón de dinero) y le hacen creer al preso que la condena podría haber sido perpetua y que tiene que estar agradecido por que no lo haya sido. También se valen de conseguir condenas inferiores pero con multas muy altas, o poner en libertad con fianza, etc. Todo esto es la ruina de montones de familias que no pueden pagar tales fianzas y tienen que aguantar tales condenas”.


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