China y la prosperidad común
Miércoles 15 de septiembre de 2021 por CEPRID
Michael Roberts
Then Extrecession
Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés
En mayo, el gobierno chino estableció una zona especial para implementar la «prosperidad común» en la provincia de Zhejiang, que también es la sede de importantes corporaciones de Internet, entre ellas Alibaba. Y el mes pasado, el presidente de China, Xi Jinping, anunció planes para propagar la «prosperidad común», anunciando una dura represión contra las élites ricas, incluido el grupo de multimillonarios tecnológicos de China. En su reunión de agosto, el Comité Central de Finanzas y Economía, presidido por Xi, confirmó que la «prosperidad común» era «un requisito esencial del socialismo» y debería ir de la mano de un crecimiento de alta calidad.
Durante la última quincena, la administración tributaria se comprometió a tomar medidas enérgicas contra los evasores de impuestos y multó a Zheng Shuang, una de las actrices más populares del país, con 46 millones de dólares por evasión de impuestos. La Corte Suprema declaró ilegal la semana laboral de 72 horas, que es todavía común en muchas empresas del sector privado. Y el Ministerio de Vivienda dijo que limitaría los aumentos anuales de alquiler residencial en un 5%. Y un conjunto de funcionarios públicos han sido arrestados por corrupción.
Además, el gobierno se tomando medidas para restringir que las empresas chinas coticen en las bolsas de valores de EEUU, una disposición legal que podría limitar el crecimiento de las empresas tecnológicas que llegaron a simbolizar las tasas récord del crecimiento económico chino y el surgimiento de multimillonarios. Los años de especulación desenfrenada de empresas de propiedad privada en alianza con varios funcionarios locales y nacionales han terminado, también ha regresado con fuerza el control estatal del sistema bancario minorista.
Los multimillonarios en general, y los mega-ricos beneficiarios de la industria de la tecnología en particular, ahora luchan por apaciguar al partido con donaciones caritativas y mensajes de apoyo. El sitio web de comercio electrónico – que cotiza en Nasdaq – Pinduoduo, dijo a principios de este año que donaría sus ganancias del segundo trimestre y todas las ganancias futuras para ayudar con el desarrollo agrícola de China hasta que las donaciones alcancen al menos 10.000 millones de yuanes (1.200 millones de euros). La medida provocó que sus acciones subieran un 22%. Por su parte, Tencent -que cotiza en Hong Kong – al leer las señales de Beijing, reservó 50.000 millones de yuanes para programas de asistencia social que apoyan a las comunidades de bajos ingresos, lo que elevó su promesa filantrópica a 13.000 millones de euros para este año.
El anuncio de los planes de «prosperidad común» fue precedido por el arresto del secretario del Partido Comunista de Hangzhou (capital de Zhejiang), Zhou Jiangyong, por el departamento de anticorrupción. Se rumorea que sus familiares se habían enriquecido con inversiones en acciones locales de Internet.
La represión de los gigantes tecnológicos y de los intentos de los multimillonarios de hacerse con el control de sectores del sistema bancario y de comercio minorista ha abatido rápidamente las esperanzas de los inversores extranjeros. Los explosivos precios de las acciones del sector tecnológico chino se han revertido.
El objetivo declarado de la Prosperidad Común es «regular los ingresos excesivamente altos» a fin de garantizar la «prosperidad común para todos». Y es sabido que China tiene todavía un nivel muy alto de desigualdad de ingresos. Su índice “Gini”, aunque ha retrocedido en los últimos años, es alto para los estándares mundiales.
La medida de desigualdad que utiliza el Gini mide la desigualdad general en ingresos y riqueza. La desigualdad de riqueza de China es menor que en Brasil, Rusia o India, pero aún mayor que en Japón o Italia.
En mi opinión, hay dos razones por las que Xi y la dirección del Partido Comunista han lanzado ahora el proyecto denominado «prosperidad común». El primero es la experiencia de la pandemia de COVID. Al igual que en las principales economías capitalistas, la pandemia ha expuesto enormes desigualdades no sólo en los ingresos sino también en el aumento de la riqueza para los multimillonarios, que han cosechado enormes beneficios durante la epidemia, mientras la mayoría de los chinos, especialmente los de ingresos medios, han sufrido pérdida en sus ingresos. La proporción de riqueza personal de los multimillonarios de China se ha duplicado del 7% en 2019 al 15% del PIB actual.
Si se permitiera que esto continuara, se empezarían a abrir divisiones en el PC y parte de la población dejaría apoyar el partido. Xi quiere evitar otra protesta en la Plaza de Tiananmen en 1989, producida después de un enorme aumento de la desigualdad y de la inflación con las reformas del «mercado social» de Deng. En un largo discurso en julio a los miembros del partido Xi lo dijo de esta manera: “Lograr la prosperidad común es más que un objetivo económico. Es un tema político importante que incide en la base de la gobernanza de nuestro Partido. No podemos permitir que la brecha entre ricos y pobres siga creciendo, que los pobres sigan empobreciéndose mientras los ricos continúan haciéndose más ricos. No podemos permitir que la brecha de la riqueza se convierta en un abismo infranqueable. Por supuesto, la prosperidad común debe realizarse de manera gradual, debe considerar lo que es necesario y lo que es posible y debe con las leyes que rigen el desarrollo social y económico. Sin embargo, no podemos darnos el lujo de quedarnos sentados y esperar. Debemos ser proactivos para reducir las diferencias entre las regiones, entre las zonas urbanas y rurales y entre los ricos y los pobres. Debemos promover el progreso social integral y el desarrollo personal integral, defender la equidad social y la justicia, para que nuestra gente disfrute de los frutos del desarrollo de una manera más justa. Debemos asegurarnos que la prosperidad común no sea un lema vacío, sino un hecho concreto. Las personas deben ver y sentir la realización personal, la felicidad y la seguridad”.
Como admitió perceptivamente Xi en este discurso sobre la desaparición de la URSS: “La Unión Soviética fue el primer país socialista del mundo y una vez disfrutó de un éxito espectacular. Al final, sin embargo, colapsó, principalmente porque el Partido Comunista se separó del pueblo y se convirtió en un grupo de burócratas privilegiados preocupados solo por proteger sus propios intereses Incluso en un país modernizado, si un partido gobernante da la espalda al pueblo, pondrá en peligro los frutos de la modernización”.
La otra razón del movimiento de política de Xi es que, a pesar de la rápida recuperación en la economía china la pandemia no ha sido erradicado completamente en China y sobre todo en otros países donde el COVID ha llevado a una desaceleración del crecimiento. En agosto, la producción fabril se revirtió, cayendo a un mínimo en 18 meses, mientras que la encuesta del sector de servicios mostró que el sector recibió un golpe y se contrajo por primera vez desde marzo pasado.
Rana Mitter, historiadora y directora del Centro de China de la Universidad de Oxford, ha dicho que “los dirigentes del partido temen que los gigantes tecnológicos y las personas que los dirigen estén fuera de control y necesitan ser controlados y también está la determinación de Xi para ser nominado para un tercer mandato». Los capitalistas de China imaginaron que podrían actuar de la misma manera que los de las economías del G7 invirtiendo en propiedades, tecnología financiera y medios de consumo y contraer enormes deudas para hacerlo. Pero el COVID obligó al gobierno a intentar frenar el aumento de la deuda inmobiliaria y corporativa. Esto ha llevado a la quiebra de varias empresas de bienes raíces y empresas de la «banca en la sombra». La gigantesca empresa inmobiliaria Evergrande está luchando por pagar 300.000 millones de dólares de deudas y ahora se espera que quiebre, a menos que el estado la rescate. Evergrande afirma emplear a 200.000 personas e indirectamente genera 3,8 millones de puestos de trabajo en China.
El gobierno tuvo que actuar para frenar la expansión desenfrenada de la inversión improductiva y especulativa. El último Informe de Estabilidad Financiera del Banco Popular de China (Banco Central) establece que entre 2017-2019, «el índice de apalancamiento se ha estabilizado en alrededor del 250%, lo que ha ganado espacio para aumentar los ajustes anticíclicos en respuesta a la epidemia». En otras palabras, el gobierno podría brindarle el apoyo necesario para superar la depresión de la era COVID. Pero el Banco Central Chino admitió que “bajo el impacto de la epidemia, de 2020, la tasa de crecimiento del PIB nominal se ralentizará, la cobertura macroeconómica aumentará y el coeficiente de apalancamiento macro aumentará gradualmente. Y se espera que vuelva gradualmente a una posición estable».
El informe del BPC afirma que tiene bajo control todas las operaciones bancarias en la sombra y otras operaciones financieras de riesgo: “el orden financiero se ha limpiado y rectificado de manera integral. Las instituciones de préstamos en línea P2P han cesado sus operaciones: La recaudación ilegal de fondos, los juegos de azar transfronterizos, los bancos clandestinos y otras actividades financieras ilegales se han frenado de manera efectiva. Se ha reforzado la supervisión de las grandes empresas de tecnología financiera supervisando efectivamente los fondos de capital privado, la negociación de activos financieros y otras actividades de riesgo”
Pero el informe también revela que hay un grupo de dirigentes del PC que quieren seguir adelante con la apertura del sistema financiero controlado por el estado de China al capital (incluido el capital extranjero), y estas opiniones son consistentes entre “los banqueros con educación occidental”. El informe del Banco Central dice que hay sectores que requieren “continuar profundizando la reforma y la apertura, promover aún más la reforma orientada al mercado de las tasas de interés y de los tipos de cambio, avanzar de manera constante en la reforma del mercado de capitales y promover el desarrollo de los bonos mercado. Con la premisa de prevenir riesgos de manera efectiva, continuar expandiendo la apertura financiera de alto nivel «. Con esta afirmación, aparentemente, los funcionarios del Banco Central estiman que una mayor relajación de las regulaciones financieras reduciría los riesgos.
Por otro lado, Xi y sus partidarios quieren controlar las payasadas de los sectores financieros en Shanghái y Shenhzen. Xi ahora propone establecer una nueva bolsa de valores en Beijing para atraer a las empresas nacionales a cotizar en el país en lugar de en el extranjero. Esto es parte de la estrategia para reducir la dependencia de la inversión extranjera.
Según los ‘expertos’ occidentales, la represión a las finanzas, la propiedad y la tecnología privada es un suicidio para el crecimiento de China. Estos expertos consideran que China no puede sostener su milagro de crecimiento basado en la propiedad estatal, la planificación y la inversión y, en cambio, debe permitir que los mercados dominen la política económica y la inversión. Durante décadas el Banco Mundial ha sido líder en la promoción de esta estrategia para China. El antiguo presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, dijo en una conferencia de prensa en Beijing. «Como saben los líderes de China, el modelo de crecimiento actual del país es insostenible». La llamada “trampa del ingreso medio” describe cómo las economías tienden a estancarse en un cierto nivel de desarrollo, una vez que los salarios han aumentado, el crecimiento de la productividad se vuelve más difícil. A principios de 2012, el Banco Mundial y el Centro de Investigaciones para el Desarrollo (un grupo de expertos del Consejo de Estado de China) publicaron un informe de 473 páginas que detalla las reformas que el país tendría que emprender para evitar la «trampa de los ingresos medios» y ascender a la fila de las naciones de altos ingresos: es decir, había dar riendas sueltas a las fuerzas del mercado.
El banquero de inversiones, George Magnus, supuesto experto en China, ha argumentado una vieja engañifa: “ A niveles de ingresos más altos, las economías se vuelven demasiado complejas para una gestión de mando y control. Los sistemas son lo que importa. Las reglas transparentes, predecibles y aplicadas de manera justa permiten que las fuerzas del mercado asuman el trabajo de dirigir la actividad económica, aumentando la eficiencia y permitiendo que la innovación florezca ”. Magnus, que dedicó un capítulo a la trampa de los ingresos medios en su libro “Banderas Rojas. Por qué la China de Xi está en peligro”, argumenta que al perseguir estas políticas y estrategias “el gobierno de China reprime los incentivos y la innovación hará que sea más difícil generar el crecimiento de la productividad en los países de ingresos medios altos necesitan para evitar la trampa de los ingresos medios”.
He tratado todos estos argumentos en publicaciones anteriores, por lo que no volveré a entrar en detalles. La realidad es que China está a punto de obtener un estatus de altos ingresos. Según el umbral establecido por el Banco Mundial y las previsiones del Fondo Monetario Internacional, China debería alcanzar ese objetivo antes de 2025. De hecho, como ha dicho Arthur Kroeber, jefe de investigación de Gavekal Dragonomics: “La economía de China está en buena forma y los legisladores están aprovechando esta fortaleza para abordar problemas estructurales como el apalancamiento financiero, la regulación de Internet y hacer de la tecnología el principal impulsor de la inversión”. Kroeber se hace eco de una de mis reflexiones: “Sobre una base promedio de dos años, China está creciendo alrededor del 5%, mientras que Estados Unidos está muy por debajo del 1%. Para fines de 2021, EEUU debería estar de vuelta en su tendencia pre-pandémica con un crecimiento anual del 2.5%. Pero, durante los próximos años, China probablemente seguirá creciendo a casi el doble de la tasa de Estados Unidos”.
Según un informe reciente de Goldman Sachs: “la economía digital de China ya es grande pues representa el 40% del PIB Mundial y ahora sigue creciendo contribuyendo con más del 60% del crecimiento del PIB de los últimos años. En la actualidad China tiene un amplio margen para digitalizar aún más sus sectores tradicionales”. La participación de las TI chinas aumentaron del 2,1% – en el primer trimestre del 2011- al 3,8% en el primer trimestre de 2021. Aunque China todavía está levemente por detrás de Estados Unidos, Europa, Japón y Corea del Sur la participación del TI en el PIB, la brecha se ha ido reduciendo con el tiempo. No es de extrañar que Estados Unidos y otras potencias capitalistas están intensificando sus esfuerzos para contener la expansión tecnológica de China.
En un informe, la Fed de Nueva York admite que, si China mantiene este ritmo de expansión, “está muy bien encaminada hacia el estatus de altos ingresos … Después de todo, el crecimiento del ingreso per cápita ha promediado 6.2 por ciento en los últimos cinco años, duplicándose cada once años». Pero, para la Fed, China no podría superar a Estados Unidos “porque su población activa estaría disminuyendo”. Discutí ese pronóstico en una publicación anterior.
La razón por la que la Fed, así como muchos keynesianos, son tan escépticos es que están inspirados en un modelo económico de crecimiento muy diferente. Están convencidos que China solo puede tener «éxito» (¡como las economías del G7!) si su economía depende de la inversión rentable de empresas privadas en un «mercado libre». Y, sin embargo, la evidencia de los últimos 40, e incluso 70 años, es que un modelo económico de planificación dirigido por el estado como el de China ha tenido- mucho más éxito que sus pares como India, Brasil o Rusia.
Como dijo Xi en su discurso, “China es ahora la segunda economía más grande del mundo, la nación industrial más grande, el mayor comerciante de bienes y el mayor poseedor de reservas de divisas. El PIB de China ha superado los 100 billones de yuanes y se sitúa en más de 8.500 euros en términos per cápita. Los residentes urbanos representan más del 60% de la población, y el grupo de ingresos medios ha aumentado a más de 400 millones. Particularmente digno de mención son nuestro logro de construir una sociedad moderadamente próspera en todos los aspectos y eliminar la pobreza absoluta, un grave problema que ha afectado a nuestra nación durante miles de años”.
Por el contrario, las lecciones del colapso financiero mundial, la Gran Recesión de 2009, la prolongada depresión que siguió hasta 2019 y el impacto económico de la recesión pandémica son que la introducción de más producción capitalista con fines de lucro no sostendrá el crecimiento económico y, ciertamente, no generará una “prosperidad común”.
De hecho, es el sector capitalista de China el que está en problemas y amenaza la prosperidad futura de China. El sector capitalista chino está sufriendo (como lo está en las principales economías capitalistas). La rentabilidad ha caído, lo que reduce la capacidad de los capitalistas chinos para invertir de forma productiva. Es por eso que la especulación con inversiones improductivas se ha vuelto «descontrolada» también en China. Lejos de la necesidad de reducir el papel del estado, el crecimiento futuro de China a través de un aumento en la productividad del trabajo dependerá de la inversión estatal en tecnología, mano de obra calificada y estimulando la «prosperidad común».
La represión de Xi a los multimillonarios y su llamado a reducir la desigualdad es otro giro en la dirección política china: pasaron desde una rígida planificación estatal – los primeros años de la revolución- hasta las reformas de «mercado» de la era Deng en la década de 1980; desde la privatización de algunas empresas estatales – en la década de 1990- a un control estatal más firme de la economía después de la recesión mundial en 2009, para los años siguientes permitir una relajación del crédito especulativo. Y ahora han lanzado una nueva ofensiva contra el sector capitalista con el claro objetivo de lograr la «prosperidad común».
Estos zigzags son inútiles e ineficaces. Ocurren porque el liderazgo chino no rinde cuentas a su pueblo trabajador; no hay órganos de democracia obrera y por tanto no hay una planificación democrática. Solo los 100 millones de miembros del PC tienen voz en el futuro económico de China. Sin embargo, la razón de fondo de los zigzags en política económica, es que China está rodeada por el imperialismo y sus aliados, tanto económica como militarmente. El capitalismo sigue siendo el modo de producción dominante fuera de China. La «prosperidad común» no puede lograrse adecuadamente mientras las fuerzas del capital permanezcan dentro y fuera de China.
Michael Roberts es economista.