¿Qué pasará en Francia en el 2012?
Martes 13 de septiembre de 2011 por CEPRID
Leyde E. Rodriguez Hernández
CEPRID
La predicción de lo que sucederá en Francia en el 2012 requiere de un análisis profundo de las principales tendencias políticas y, en última instancia, de los factores económicos y sociales que dictan el movimiento de la sociedad francesa.
En estas observaciones politológicas pretendo hurgar en el horizonte del escenario más probable de las próximas elecciones presidenciales, a partir de la creciente influencia de la política exterior y del ámbito internacional en las dinámicas de política interna de un Estado.
Desde que Nicolás Sarkozy llegó al poder, en el 2007, ha hecho de la política exterior su principal carta de triunfo. La diplomacia se erigió en un resorte de credibilidad para su accionar político. Con esos fines hizo gala de un hiperactivismo como promotor de iniciativas de alcance regional y mundial en calidad de presidente de turno de la Unión Europea, con el concebido objetivo de enfrentar la crisis económica-monetaria capitalista y diseñar una “nueva” arquitectura financiera internacional a través de su presidencia anual, en el 2011, del G-8 y el G-20, respectivamente. Sobresalieron sus gestiones a favor de la Iniciativa para el Mediterráneo y su dinamismo en la concertación de posturas con Estados Unidos sobre diversos conflictos internacionales: Afganistán, Côte d’Ivoire y Libia, para solo mencionar los de mayor impacto en las relaciones regionales e internacionales.
El área de mayor sobredimensionamiento en la política exterior francesa ha sido el aspecto militar. En el 2010 fueron destinados 570 millones de euros a las operaciones exteriores de carácter militar en correspondencia con un presupuesto para la “defensa” de 32 mil millones de euros. En el 2011 los militares disponen de 900 millones de euros, de ellos 500 millones para las acciones en Afganistán, a lo cual se agregaron, a comienzos de julio de este año, 900 millones de euros para la guerra en Libia (1).
Solo la operación “Harmattan” contra Libia, iniciada el 19 de marzo de 2011, costó 50 millones de euros sin que la clase política francesa obtuviera rápidamente los resultados esperados. Sin contar el costo humano de más de 70 soldados muertos en el exterior y de cientos de heridos que han regresado vivos, pero sufriendo severos traumatismos sicológicos ya que no comprenden las razones de su participación en conflictos internos de otros países, como tampoco lo entienden la mayoría de los ciudadanos franceses.
Para tener una idea precisa del militarismo francés allende sus fronteras nacionales, informaciones oficiales han confirmado que 22 000 soldados intervienen en el extranjero: 4 000 en Afganistán, 9 700 en Africa, 1 500 en Côte d’ Ivoire; además de la implicación de sus dispositivos militares en Libia, Kosovo, Líbano, Somalia, en el Golfo de Guinea y la República Centroafricana, entre otros países con menor presencia militar.
Pero esos datos son insuficientes para predecir qué ocurrirá exactamente en Francia en el 2012. La nación francesa no es una excepción en el concierto internacional, como en otras potencias, los ciudadanos ante una elección presidencial están condicionados principalmente por discernimientos de carácter económico y social. Los asuntos internacionales, salvo en ciertos períodos de extrema tensión o de guerra legitima, no constituyen una prioridad. Tal vez por eso la imperceptible reacción popular y de las fuerzas del arcoiris progresista al intervencionismo militar francés en Libia y otras regiones del planeta.
En el 2012 cualquiera que sea el candidato a la presidencia no podría menospreciar un conjunto de argumentaciones racionales:
Los franceses, en sentido general, están acostumbrados a la politica de potencia de su Estado-nación. Por eso cabe esperar que se imponga el enfoque estratégico en torno a la política exterior en los debates que se produzcan en la coyuntura de la elección presidencial. Un candidato que no parezca creíble para representar los múltiples intereses galos en el extranjero, es muy probable que no sea elegido presidente, porque en el imaginario y los reflejos de un segmento cardinal de los franceses el Jefe de Estado es la imagen principal de su país y desempeña un papel fundamental en la escena internacional.
¿Es que eso significa que la sociedad francesa sea mucho más conservadora que en décadas anteriores? Este problema podría indagarse, pero lo principal radica en que el régimen de la Quinta República otorga poderes esenciales al presidente en dos sectores clave de la seguridad nacional de la nación: me refiero a la política de “defensa” y exterior (diplomacia). Al mismo tiempo, las cuestiones internacionales jugarán un papel relevante, por tanto una potencia con las dimensiones y atributos de Francia deberá enfrentar los desafios que entrañan para su posicionamiento global las nuevas correlaciones de fuerza en un sistema internacional que ya perfila un acento multipolar y pluripolar.
Nunca antes en la historia de las relaciones internacionales el escenario mundial y la política exterior de los Estados habían sido tan influyente al interior de las naciones. Eso se debe, entre un conjunto de causas históricas, al rápido proceso de la globalización en materia tecnológica, a la concentración del poder militar y económico en un reducido grupo de potencias y al alcance sin límites de las transnacionales de la (des) información. En el momento actual ya ningún ciudadano puede ignorar estos efectos y sobre todo lo que ocurre fuera de las fronteras nacionales. El ciudadano con acceso a las redes sociales tiene ahora un alcance global y los franceses, en particular, se interesan cada vez más por el devenir de su país en los asuntos internacionales.
Nicolás Sarkozy aplica el realismo en la lucha por el poder. Su pragmatismo arroja luz sobre la importancia que concede al peso de la dimensión internacional y a lo que ella puede jugar a su favor en la elección presidencial de 2012. Es probable que ningún otro candidato pueda mostrar una experiencia semejante a la de Sarkozy en la escena internacional. ¿Tendría algún otro candidato en la etapa actual el apoyo unánime de la llamada comunidad internacional? Esta es otra pregunta capital en el contexto mundial reinante y de la propia política francesa.
Lo más importante es que el gobierno de Sarkozy ha realizado en cuatro años una inversión inmensa en el ámbito de los principales actores de la política internacional, mientras conocíamos por diversas empresas encuestadoras sobre su sostenido índice de impopularidad y de baja aceptación social. Priorizar la diplomacia y administrar sus efectos en la política interna ha sido la estrategia seguida por el Eliseo a fin de legitimar la gestión presidencial de Sarkozy, pues, como exponía, la tradición política ha hecho que el electorado francés tenga bien interiorizado el valor de la cultura de lo internacional.
Por otro lado, el accionar de Francia seguirá centrando en las estrechas relaciones con Estados Unidos en el ámbito de la OTAN, principalmente en los frentes abiertos en Libia y Afganistán. Una victoria en Libia frente al Gadafi se estima que daría mayores créditos a Sarkozy en 2012. Algunos analistas consideran que con un éxito militar en Libia, Sarkozy espera obtener en el mundo árabe un tipo de popularidad comparable a la de Jacques Chirac, después de su rechazo a la guerra de Irak en 2003, lo cual está por confirmarse, pues de ocurrir lo contrario también tendría un efecto muy contraproducente para sus aspiraciones en 2012.
Otro problema, ya mencionado, es que el fortalecimiento de la presencia militar francesa en Afganistán trajo consigo un incremento de la cantidad de los soldados muertos. Y esto probablemente será un tema peliagudo en los debates electorales hacia la presidencial de 2012, acrecentado por el descenlace final de la guerra en Libia, sea este para bien o para mal de Francia.
La elección se acerca, los diversos candidatos no podrán soslayar ningún aspecto de la compleja vida nacional francesa. Sin embargo, ¿Podrán ellos imponer la política interna a modo de factor decisorio en la contienda electoral? En la solución de esta interrogante se encuentra el destino presidencial de Sarkozy, así como la posibilidad de la entrada de un eventual candidato al Eliseo.
Por el momento, dos asuntos estratégicos de la proyección internacional: política exterior (diplomacia) y “defensa”, aunque no sean, en el sentido tradicional, el factor decisivo para la selección de un presidente, no podrían perderse de vista a la hora de hacer la diferencia entre Sarkozy y otros candidatos, porque en su generalidad los exigentes electores franceses desean seguridad y confianza para su país en un paisaje internacional que perciben enrarecido a causa de las tendencias globales desestabilizadoras que patentizan la incertidumbre y el caos mundial ante las nuevas correlaciones de poder en emergencia.
Finalmente insisto: ¿Qué pasará en Francia en el 2012? La conjunción de los factores expuestos tendrán inevitablemente la última palabra. La participación activa de los sectores populares en esa elección ayudaría a encauzar hacia el futuro nuevas configuraciones de los actores politicos franceses hacia una alternancia política, porque ya anteriores disputas electorales por la presidencia arrojaron un alto abstencionismo cívico que de repetirse limitará las perspectivas novedosas para un cambio político en la sociedad.
Diez meses es todavia mucho tiempo en política para vaticinar con acierto el resultado de un proceso que depende de la evolución de las diversas variables enfocadas en este artículo. En suma, lo más claro reside en que aún queda un camino espinoso por recorrer para todos los protagonistas de la política francesa con pretensiones de entrar o permanecer en el Eliseo. Quién sabe si dos meses antes de la elección presidencial las dinámicas económicas y políticas en marcha se muestren más definidas para pronosticarlo.
(1) Datos tomados del artículo de Jean-Pierre Delaheye “Sarkozy, chef de guerre » Le Réveil des combattants. Paris, No. 773, juin 2011.
Leyde E. Rodriguez Hernández es Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de Cuba
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