El eco de las muletas. Una aproximación a Manuel Escorza del Val

Piedra Papel Libros, radicada en Jaén, editó el pasado año 2018 este libro del periodista e historiador Dani Capmany. Forjado en varios colectivos libertarios, debe su formación académica y personal al Colectivo Escuela Libre, de la ciudad de Barcelona. Ha sido coautor de varios cuadernos educativos que abarcan temas como el racismo o el antimilitarismo. En la actualidad escribe en la revista de pensamiento y análisis crítico Instinto Social.

Esta pequeña editorial ha tenido el mérito de publicar el primer estudio documentado y riguroso de una de las figuras más enigmáticas de la etapa revolucionaria de la Guerra Civil Española (1936-1939). Poco se sabía y se sabe de Manuel Escorza del Val, como mucho las pocas y tendenciosas referencias que de él hicieron destacados anarcosindicalistas o historiadores cercanos o alejados del anarquismo. Desde la conocida sentencia de García Oliver «tullido de cuerpo y alma» a la consideración, por parte de Federica Montseny, de ser una de las tres figuras más destacadas del anarcosindicalismo en guerra a partir de 1936 hasta los sucesos de mayo de 1937, cuando el declive del anarcosindicalismo, y por tanto de la revolución social que tuvo lugar en Catalunya y Aragón, principalmente, fue en declive irremisiblemente.

Escribir y documentarse sobre Escorza le ha llevado a Capmany tres años de investigación. Peregrinajes por archivos, entrevistas, muchas lecturas, contrastes para descubrir la verdad objetiva de los hechos, desgranar la ideología tendenciosa de la historiografía acerca de la Guerra Civil Española, para constatar que Escorza, perteneciente a una familia con tradición cenetista (hijo de un miembro del sindicato de la madera de la CNT, uno de los más combativos) con menos de 30 años, supo crear, a pesar de sus limitaciones físicas evidentes (sufrió una poliomielitis en la temprana infancia que le impedía caminar con normalidad, haciéndolo ir siempre acompañado de un par de gruesas muletas, pues no toleraba la ayuda física de nadie) uno de los servicios de inteligencia más eficientes del bando revolucionario frente al sublevado/fascista.

Sumergirse en la lectura de la aproximación biográfica de Escorza evoca el desconocimiento casi total, y con ello la paradigmática ausencia de estudios históricos serios sobre el tema, que tenemos sobre los servicios de inteligencia confederales. Más allá de los tópicos ideológicos de la guerra civil, y la cantidad de bibliografía que ha generado con el paso de los años (cerca de 3000 estudios históricos) prácticamente no existe un estudio riguroso sobre la inteligencia y espionaje que realizó la CNT para perpetrar e intentar mantener los avances revolucionarios que se produjeron en Catalunya y Aragón en julio de 1936 (colectivizaciones, fin de la propiedad privada, justicia popular, supresión del dogma cristiano, etc).

Los manidos tópicos acechan y Capmany, con estilo y documentación, los va derrumbando uno a uno. El papel de las patrullas de control y su aplicación de la justicia en la retaguardia catalana, cómo se puso fin a los incontrolados (mención especial aquí merece el fusilamiento del destacado cenetista Gardenyes, que supuso la «carta de presentación» de la Comisión de Información que dirigía el mismo Escorza), el control y seguimiento de los fascistas y sublevados en la retaguardia (con un papel muy destacado de los exiliados antifascistas italianos y alemanes), las falsedades acerca de los ajusticiamientos a curas, burgueses y derechistas atribuidos sin consideración ni rigor siempre a las filas anarcosindicalistas. Casi todas las formaciones políticas del bando «republicano» poseían sus propias columnas de defensa, espionaje y represión. La ausencia casi total de documentación escrita sobre su papel político e ideológico durante la etapa revolucionaria de la Guerra Civil, y finalmente, de dónde nacía el temor y respeto que, con solo nombrarlo, imbuía tanto a sus amigos ideológicos como a sus enemigos.

Por lo tanto, el espinoso tema de cómo actuar cuando se poseen fuerzas revolucionarias suficientes y concienciadas para derrumbar un régimen, cómo ejercer la represión (algo que por no dicho u ocultado es de obligado debate, al menos historiográficamente hablando) contra los contrarios u oponentes, es por lo que la figura de Manuel Escorza del Val merece un estudio histórico serio, cosa que la aproximación biográfica de Dani Capmany cumple con creces.

Anarquista por tradición familiar. Ni fumador, ni bebedor. Animador de ateneos y siempre cercano a los más jóvenes del movimiento libertario, dando charlas y conferencias. Temido por el mismísimo Felipe Sandoval, el pistolero cenetista de Madrid, del que se dice que huyó de Barcelona, tras algunos encuentros con Escorza. Enigmático, escurridizo, pero rodeado de compañeros y compañeras fieles. Escorza y su leyenda sin prácticamente documentación escrita, siguen esperando a que alguien nos cuente una narración veraz de los sucesos históricos en los que estuvo inmerso. Un paisaje que abarca los momentos más gloriosos e intensos del movimiento libertario catalán.

Mérito de Dani Capmany, el de trazar unas líneas de investigación, unos caminos, que desmienten la historiografía marxista y burguesa tan habitual cuando se habla y se escribe «sobre los muertos de la retaguardia republicana”, pero que aparta siempre la mirada y guarda silencio cuando las muertes no son atribuibles a las organizaciones pertenecientes al Movimiento Libertario.

Valiente y estimulante lectura que invita a seguir investigando.

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