FERIAS DEL LIBRO ANARQUISTA

Reflejo e impulso del movimiento libertario

En los últimos años hemos podido ver cómo han ido surgiendo en muchas ciudades ferias y encuentros en torno a la edición y distribución alternativa, y cómo muchas de estas se han afianzando. Este tipo de espacios permiten, por un lado, visibilizar y compartir un material contracultural y político y, por otro, potenciar el encuentro y el debate colectivo. Sin embargo estos objetivos no siempre se consiguen, ya sea porque la visibilidad se reduce al entorno de quienes la organizan y/o porque los debates respondan más a las inercias o modas militantes del momento que a un interés real por debatir. Las ferias del libro anarquista y similares se han considerado muchas veces como un reflejo de la salud del movimiento. Por todo ello hemos querido hacer un repaso desde los orígenes de este fenómeno hasta la situación actual.

Las primeras ferias del libro

Al tratarse, muchas veces, de actos espontáneos en festividades locales o en consonancia con otros actos (rifas, espectáculos, etc.) es difícil hacer un seguimiento histórico, podríamos remontarnos incluso a la época romana, donde el comercio del libro comenzó a tener vigor. Pero no es hasta el siglo XV que se retoman y conforman realmente las ferias del libro, favorecidas obviamente por la invención de la imprenta y el auge de los libreros. En esta época aparecieron en Europa también vendedores ambulantes de libros y se fue adoptando la costumbre de adquirirlos. Inicialmente la promoción y venta de libros se daba dentro de las ferias mercantiles y agropecuarias, que se trataban de encuentros de mercaderes en fechas fijas en lugares señalados; hasta que se consolidaron ya como ferias especializadas en libros y productos editoriales. Espacios que además de estimular el mercado editorial significaban un punto de reunión entre libreros e impresores.

En el estado español, la primera feria del libro de carácter institucional fue la Feria del Libro de Madrid que se celebró en abril de 1933, conmemorando el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, que venía siendo la de la Fiesta del Libro –anteriormente Día del Libro–, organizada por la sección de librería de las cámaras oficiales del libro de Madrid y Barcelona. Cabe enmarcar este acontecimiento en todo un proceso que se inicia en 1900 con la creación en Barcelona del Centro de la Propiedad Intelectual y con la fundación el año siguiente en Madrid de la Asociación de la Librería de España, editora de la revista Bibliografía Española. De esta asociación y del Centro de la Propiedad Intelectual acaban naciendo en 1922 las cámaras oficiales del libro de Madrid y Barcelona. Hay que precisar que éstas son entidades privadas cuya perspectiva es básicamente comercial. El Estado, por su parte, crea en 1920, en el marco del Ministerio de Fomento, el Comité Oficial del Libro, y tras su reestructuración, en 1922, actúa de forma coordinada con las cámaras oficiales del libro[[Jean-Michel Desvois. Las ferias del libro y la prensa de Madrid bajo la II República.]].

El componente y potencial político de las ferias de libros implica que en estos eventos quede reflejada la coyuntura política y social de la época. Así, la primera feria del libro de Madrid, en el clima de aguda polarización que se vivía en el estado español durante esos años fue reflejo de los antagonismos político-culturales del momento. Desde posturas afines al gobierno se resalta la acción educativa y cultural del régimen. La socialización de la cultura es una de las bazas que juega el gobierno republicano para ganarse el favor de las masas. La feria del libro y este tipo de actos se refuerza con la realización de giras en 1934 por cuarenta poblaciones de Málaga y Badajoz, vendiendo libros, donándolos a los ayuntamientos y dejando encargada en cada localidad a una persona que asuma la representación de las editoriales que difunden. Frente a la recurrencia de la prensa de izquierdas en el elogio incondicional del libro, son varios los diarios conservadores que por su parte proponen la quema de los «malos libros», en consonancia con las prácticas que entonces estaban desarrollando nazis y fascistas en Alemania e Italia:

Los malos libros deben quemarse, para evitar que caigan en manos inconscientes. Luis Mª Cabello Lapiedra, «El libro y las librerías. (A propósito de la Semana del Libro) », La Época, 28-IV-1933.

escribe ya en 1933 La Época, mientras dos años más tarde afirma El Siglo Futuro:
Cuando los libros respondían al dicho de ser verdaderos amigos del hombre, cuando los libros están al servicio de Dios y de la ciencia, cristaliza el Siglo de Oro. Cuando los libros, amparados bajo esa fementida libertad, están al servicio de las pasiones y de los apetitos, su sino es morir por la misma hoguera que ellos crearon. «En la III Feria del Libro », El Siglo Futuro, 6-V-1935. Véase también « Nota del día. El laicismo en la Feria del Libro », El Siglo Futuro, 28-IV-1933.

El respaldo de público demostró el interés por estas nuevas corrientes de pensamiento social y revolucionario, y además obligó a las editoriales ya establecidas, más comerciales como Aguilar, Castro o Espasa-Calpe a ocuparse en sus catálogos del libro social y político de izquierdas.

El programa cultural del gobierno de la república que se había convertido en uno de los fundamentos de la ideología republicana, entraba dentro de la lógica electoral y comercial. Por un lado, aunque estuviera inspirado y encabezado por figuras ideológicas, el origen efectivo de este modelo respondía a la voluntad popular de la una población que se sentía apartada de los instrumentos de progreso cultural. Por otro lado, el desarrollo de la industria editorial desde las primeras décadas de siglo había creado una cierta sobreproducción de libro, agravada por los altibajos de los mercados americanos[[La segunda República y los editores. Fernando Larraz Elorriaga.]]. Durante la primera feria en la plaza de Cibeles y a la entrada del recinto se repartieron volantes anónimos en los que se aconsejaba al público no comprar en la feria y acudir a las librerías donde encontrarían más surtido e igual descuento. Además los libreros consideraban que la feria del libro fomentaba la venta callejera en carritos, práctica ilegal contra la que venían luchando muchos años atrás. Abogaban por llevar el público a las librerías en lugar de sacar los libros a la calle en busca de los compradores. El debate se encrespó al tratar cuestiones tales como la pertinencia de conceder representación a los libreros, la posible colaboración entre editores y libreros en la celebración de la feria, la exclusividad de la Sección de Editores en la organización de la misma, y la autonomía de la Sección de Libreros para que emprendieran las iniciativas que estimasen oportunas a favor de la difusión del libro.

Ferias del libro anarquista

La organización en la calle de actos culturales, así como la promoción de la alfabetización de los trabajadores como medio de toma de conciencia de su posición en el sistema, pueden ser consideradas señas de identidad del anarquismo. Sin embargo, de las veintiocho editoriales que exponen en las Ferias del Libro entre 1933-36, así como de las que aportan ejemplares para las giras, ninguna es libertaria[[Antología Documental Del Anarquismo Español VI.I, Ignacio C. Soriano y Francisco Madrid.]]. Es un hecho llamativo, y más teniendo en cuenta la presencia del anarquismo y de la CNT en esa época. No es así en las primeras ferias del libro tras la muerte de Franco, la literatura política presente en la feria pasa de estar reducida a “Ediciones del movimiento” o “Editora Nacional”, a un apogeo del libro político de todas las tendencias. Y aunque en 1975 los “clásicos socialistas” presentes en la Feria de Madrid parecían ser únicamente Marx, Engels y Lenin, en los años posteriores, en las casetas de la Feria se van haciendo hueco publicaciones libertarias y un abanico más amplio de posturas y análisis políticos.

En el resto de Europa, a principios de los 80, varios activistas anarquistas en Londres que habían participado en otras ferias del libro, como la organizada por la SWP (Socialist Workers Party) decidieron hacer una propia, ya que consideraban que estas eran monótonas, carísimas y frecuentadas por las grandes casas editoriales. La idea no era sólo vender libros y atraer a la gente a sus ideas sino que además tuviera vida, que fuera atractiva para todo tipo de gente y que enriqueciera sus ideas. Y que sirviera como punto de encuentro con activistas de otros lugares. La primera feria del libro de Londres no tuvo un buen arranque, media docena de expositores, pero no se acercó nadie al encuentro, por lo que improvisaron un campeonato de billar. Sin embargo había entusiasmo y la iniciativa continuó. A medida que iba siendo más conocida y que la edición de material libertario iba creciendo la feria se fue consolidando. Hasta el día de hoy en que se ha convertido en una de los eventos más importantes en afluencia: 100 puestos de venta de libros, 40 actos y 3.000 visitantes diarios. Y este tipo de iniciativas se han extendido a muchas ciudades del mundo. En estas ferias además de libros se suele exponer todo tipo de material, como fanzines, música, documentales, revistas, etc. y han surgido ferias especializadas en estos materiales (o en campos como el teatro o la contrainformación) que también se van haciendo un hueco en nuestras agendas.

Las ferias[[Utilizamos esta denominación como genérica, ya que es la más común.]] del libro anarquista en el Estado español

La primera feria de libro anarquista en el periodo postfranquista se celebra en Valencia en 1998[[La idea de organizar la Mostra surgió a raíz de celebrarse en Valencia uno de los varios encuentros de distribuidoras anticomerciales del estado español. La primera edición la organizaron la distribuidora Soroll, el centro social Xaloc y el ateneo libertario Al Margen.]], dando el pistoletazo de salida para otras ferias que irían surgiendo en los años posteriores: Madrid (2003), Barcelona y Bilbao (2004), Salamanca (2008), Sevilla y Santiago de Compostela (2010), Zaragoza (2011) o Castelló (2012).

No existe una denominación única para este tipo de eventos más allá de la etiqueta “anarquista”. Ferias, Muestras, Encuentros,… reflejan diversos matices ideológicos u organizativos. En el caso de Sevilla, por ejemplo, no se emplea actualmente la habitual denominación “Feria del Libro Anarquista”, sino “Feria Anarquista del Libro”:
“Decidimos que el título de este último encuentro fuese ‘Feria Anarquista del Libro de Sevilla’, y no ‘Feria del Libro Anarquista..’ ya que para nosotrxs no era lo mismo (…) ya que la primera nos identificaba más en el sentido de que ‘éramos’ -y ‘somos’- anarquistas los que llevamos este proyecto adelante, pero no queríamos que los debates, ni lxs ponentxs, ni lxs asistentes, ni lxs libros que se mostrasen en lxs puestos estuviesen condicionados a la etiqueta de ‘anarquistas’ o al gueto. Queríamos que existiese, aunque sólo fuese en el lenguaje, la manifestación de que pretendemos romper con toda ‘verdad’ o con eso de que ‘esto es así o de tal manera’. Esto es algo que se da mucho en nuestrxs discursos radicales y muestra una tendencia al dogma y en general esta constreñido a una cosmovisión androeurocentrista. Queríamos con este modesto cambio en el titulo dar a entender que éramos fieles al Pensamiento Crítico y al desarrollo de subjetividades reflexivas, que no tenemos verdades absolutas, que de nuestros errores esbozamos experiencias y de nuestros aciertos manifiestos existenciales.”

En general, la definición de estas ferias como anarquistas no “supone ninguna limitación para presentar otras realidades o posturas críticas, autónomas, antiautoritarias, asamblearias y sin ánimo de lucro”.

Respecto a objetivos generales que persiguen los organizadores –y en función de la personalidad de cada feria- se podrían establecer los siguientes:
– Dar visibilidad social a las ideas, prácticas, luchas y materiales teóricos generados por el movimiento libertario y antiautoritario.
– Ser un reflejo del material escrito editado anualmente por este sector ideológico. Se prioriza, como es lógico, el formato libro, aunque también tienen cabida otras expresiones como revistas y fanzines y material videográfico.
– Fomentar un punto de encuentro y un espacio para la difusión, el debate y la construcción libertarias.
– Potenciar el intercambio de materiales y experiencias entre diversas editoriales y distribuidoras alternativas del estado.
– Dar continuidad y proyección al trabajo local o regional de los colectivos impulsores.
Ejemplificar una forma de organización que se basa en la autogestión económica, el apoyo mutuo y el trabajo desinteresado.
– Dar cabida otro tipo de actividades complementarias como conciertos, teatro, recitales de poesía, proyecciones audiovisuales, talleres, reuniones informales, etc.

La organización de las ferias responde a las realidades organizativas locales, pero salvo en casos concretos[[Como el de la Feria de Libro Anarquista de Bilbao, iniciada en 2004 por la Asamblea Libertaria de Bizkaia y luego incorporada en 2005 por la CNT a las actividades culturales que realiza en torno al Primero de Mayo.]], corre a cargo de asambleas en las personas se vinculan de forma individual. Esta vinculación deviene por un lado de plantear la organización de forma abierta y plural (posibilitando la incorporación de personas de las diferentes tendencias y proyecto libertarios, así como de aquellas específicamente interesadas en la organización de la feria); por otro lado, del trabajo en base a afinidades previas o de la necesidad de asegurar un compromiso concreto, que no se difumine en la representación abstracta de una organización. En este sentido, podemos situar la siguiente reflexión de los organizadores de la Mostra del Llibre Anarquista de Valencia:

“Debido a un cierto malestar por la implicación deficiente de algunos colectivos en la organización de La Mostra, (…) se ha acordado que es el momento de hacer desaparecer los colectivos de la organización (…) Esto no quiere decir que las personas que participan no puedan funcionar como delegados de sus colectivos, pero (…) su participación será individual y la responsabilidad también. En la asamblea de La Mostra, a las personas que participen se les pide la responsabilidad como personas que se comprometen autónomamente con aquello que proponen y con las tareas comunes. Cada persona actuará sabiendo con que respaldo o recursos cuenta para asumir sus propuestas (colectivo, colegas…) pero se eliminan las expectativas que puede generar el hecho de pensar que detrás de una persona existe un colectivo. Es por ello que se trabajará sobre propuestas concretas.”

En línea similar se manifiestan desde la Feria de Sevilla:

“De manera individual puede que pertenezcamos a ‘esto’ o ‘aquello’, pero sin relevancia para las decisiones y trayectoria de la ‘Feria Anarquista del Libro de Sevilla’. Surgió así, y la verdad funcionó muy bien, saber que ninguna de nosotrxs ‘meaba mas que nadie’ o hablaba en nombre de ‘X’ colectivo, y  la idea de vernos reunidxs todos los miércoles con personas libres de otras intenciones que no fuesen las de crear un proyecto común y que todxs veíamos igual de necesario, fue muy constructivo y agradable, sin contar que se aprende bastante de personas que de otra manera -debido sobre todo al ‘guetto’ ideológico que acontecemos- nos hubiese costado encontrarnos en un proyecto de lucha común. Pese a considerarnos Anarquistas tenemos cada unx de nosotrxs unas formas muy distintas de luchar y vivirla, pero ahora contamos con un proyecto común y edificamos algo de lo que no solo nosotrxs nos beneficiemos sino toda personita que se sienta afín a la idea de comprender más esta Sociedad y el papel que tomamos en ella, el cómo resistir y combatir.”

El trabajo en común comienza unos meses antes de la celebración de las ferias, con una serie de reuniones en las que se van perfilando tanto los aspectos infraestructurales como de lo que serán los contenidos concretos. Esta labor comprende, entre otros aspectos, el contacto con editoriales y distribuidoras, la lectura de los textos a presentar, el debate sobre temas de interés, programa, ponentes y publicaciones a presentar, la difusión mediática, la financiación, el reparto de tareas, etc.

Los criterios empleados a la hora de definir el contenido de cada una de las ferias reflejan diferentes filosofías u objetivos, tratando en general de responder a las inquietudes o debates que se dan en cada momento dentro del movimiento libertario. Podemos encontrar, por ejemplo, quienes inciden mayormente en el aspecto editorial, como es el caso de Mostra del Llibre Anarquista de Barcelona:

“Nosotras intentamos en todo momento que la Mostra sea un trampolín para el material escrito editado cada año por las diversas editoriales y/o grupos de afinidad del entorno antiautoritario/libertario. No pretendemos montar unas jornadas libertarias, ya que entendemos que existen muchos momentos y espacios en los que poder organizar charlas y debates, de forma que, llamándonos Mostra del Llibre Anarquista, pues nos ceñimos a los libros, que si bien es cierto, a veces no son sobre los temas que más gustan a todo el mundo, si son un fiel reflejo de lo que se está editando desde nuestros círculos, y de la capacidad de análisis y debate que tenemos como movimiento. Esto es quizás una limitación, pero intentamos darle importancia a ese material, pese a que a veces se han organizado algunos debates que no eran apoyados por un libro.”

En otros casos, como el del Encuentro de Libro Anarquista de Madrid, la perspectiva es diferente:

“A la hora de elaborar el programa buscamos temas que fomenten el debate y el aprendizaje colectivo en torno a experiencias y reflexiones -tanto del pasado como del presente- que nos sirvan para complementar nuestras luchas y discurso. La idea no es hacer tres días de charlas llamativas y anecdóticas. Procuramos, en la medida de lo posible, que todas ellas nos ayuden a mejorar en nuestra actividad y pensamiento. (…) Lo curioso es que aunque el evento se denomina “Encuentro del LIBRO Anarquista”, las charlas o propuestas no se escogen según novedades editoriales o posibles presentaciones de libros, sino sobre los temas que consideramos más importantes tratar. No obstante, esto no quita que si se puede relacionar con la presentación de un texto se haga. Según la propuesta previa y la meditación colectiva se elige el/la ponente que pueda aportar más a la cuestión. En cuanto al criterio que tenemos a la hora de seleccionar los temas, intentamos que los mismos traten sobre conflictos o luchas más o menos actuales que hayan sucedido en nuestra ciudad, conflictos o luchas de fuera de la misma –no solo del estado-, temas sobre referentes históricos que nos permitan obtener una experiencia para aplicar en nuestras reflexiones o actividad cotidiana y otros sobre temas más específicos como pueden ser centros de menores, liberación animal, laboral, etc. Aunque todas las propuestas suelen ser primordiales se hace una criba según lo que consideramos cada unx hasta que quedan las siete charlas o actividades que se incluyen en el horario de todos los encuentros.”

En otros casos, como el del Encuentro de Libro Anarquista de Salamanca, existe en cada edición una temática central, que trata de “mantener siempre un debate abierto y constructivo que analice la difusión anarquista desde las herramientas que están en práctica”. En este sentido, desde 2008 se ha hablado de distribución alternativa, bibliotecas, radios libres, editoriales y prensa libertaria, mediante mesas redondas con diferentes participantes. Requiere mención especial la labor “de recuperación de la memoria histórica (especialmente la libertaria) mediante presentaciones de libros de dicha temática, y con la elaboración propia de dos DVD recopilatorios de prensa libertaria histórica, que incluyen numerosísimas publicaciones desde finales del s. XIX hasta la actualidad las cuales han sido digitalizadas y convenientemente catalogadas en dicho trabajo.”

Por otro lado, los organizadores de la Mostra de Valencia inciden en la elaboración de un programa “sin unos criterios cerrados y se deja la puerta abierta a cualquier otra herramienta o medio de difusión de la Idea más allá del papel impreso (radio, teatro, la red, pintura, poesía…), sin ánimo de cubrir todas las posibilidades pero sí dando cabida potencialmente a todas.”

En cuanto a otro tipo de criterios, podríamos citar el de la propiedad intelectual. Así, en el caso de Valencia se apuesta porque “las publicaciones sean bajo Copyleft u otras licencias o criterios no comerciales, es una pauta a perseguir pero no es estricto, es decir, si se propone algún material editado fuera de estas condiciones, y se consensúa su aceptación por su interés, tiene cabida.”

Por otro lado, se establece qué tipo de materiales o colectivos pueden quedar excluidos de las ferias:

“Sin unas reglas cerradas e inamovibles, lo que La Mostra sí considera es que en ella no pueden tener cabida libros, discos, revistas, etc. de contenido autoritario, racista, sexista o electoralista. Tampoco nos parece acorde con nuestro proyecto la asistencia de editoriales distribuidoras que sean empresas jerarquizadas o con fines exclusivamente comerciales.”

Otro aspecto a resaltar es el de la ubicación espacial de las ferias, que en algunos casos, como el de Madrid se dispone de una fija -la Escuela Popular de Prosperidad- y en otros se celebran tanto en espacios cerrados (centros sociales, asociaciones vecinales, centros cívicos, locales sindicales, etc.) como en el exterior, dándose mucha importancia a esta visibilidad social, a lo que se trata de contribuir en algunos de los casos con la itinerancia de las ferias por distintos espacios y barrios de la ciudad.

Un hecho significativo es el de las fechas en las que se celebran estas actividades, tomando en la práctica como criterio fundamental el de no pisarse unas a otras, por lo cual han ido tomando acomodo en el calendario en función de la existencia previa de otras ferias y de las necesidades y posibilidades organizativas propias. Así, la primeras feria del año es la de Zaragoza (marzo), seguida de la de Santiago de Compostela y Valencia (abril), la de Bilbao (abril-mayo), la de Sevilla (junio), la de Barcelona (julio), la de Salamanca (agosto), la de Castelló (Septiembre-octubre) y la de Madrid (principios de diciembre). Quizá sorprenda que la celebración de la Feria de Salamanca se de en pleno periodo vacacional. Con ello sus organizadores pretenden que este encuentro sirva de continuidad dentro de las Ferias y Encuentros del libro anarquista a nivel peninsular. “Intentamos por ello que no esté excesivamente próxima respecto a otra, para que las distribuidoras puedan aprovecharla para realizar nuevos intercambios, y ante el verano que habitualmente pasa con inactividad seguir estando presentes a pesar de no estar en la playa.”

En cuanto a las autocríticas o dificultades con las que se encuentra las ferias, estás van desde los problemas habituales de la organización asamblearia (falta de implicación, irregularidad, deficiente reparto de tareas, etc.), a las limitaciones de los espacios o las fechas escogidas, la poca repercusión social que se tiene en algunas ocasiones, la falta de conexión con otros movimientos sociales o las trabas burocráticas y represivas que imponen las administraciones, etc.

Los programas

Los programas de las diferentes ediciones de las ferias del libro anarquista reflejan las inquietudes presentes en cada momento dentro del espectro libertario y antiautoritario. Temáticas, libros y autores a menudo comunes en los diferentes encuentros anuales, donde la actualidad o “moda” de algunas luchas o debates o la producción intelectual de determinadas individualidades o colectivos encuentran una forma de difusión privilegiada. De esta forma, y si repasamos los programas de diferentes ediciones encontramos nuevas aportaciones o un retorno actualizado a la mayoría de los grandes temas y debates que se dan en los medios libertarios:

– Teoría anarquista e historia militante (organización, revuelta social, lucha armada, memoria histórica,…)
– Medios y espacios de comunicación (fanzines, revistas, radios libres, vídeo, bibliotecas sociales,…)
– Feminisno y cuestiones de género (teoría queer, sexualidad, patriarcado,…)
– Ecología y Salud (antidesarrollismo, naturismo, nutrición, cuestiones energéticas, drogodependencias, tecnología…)
– Control social y represión (cárcel, centros de menores y políticas de la infancia)
– Educación libertaria.
– Liberación animal (veganismo, acción directa,…)
– Arte y cultura.

Por otro lado, se han hecho presentes y asiduos los nombres de diferentes editoriales que han ido presentando y acompañando con sus producciones el discurrir de las diferentes encuentros. Likiniano, Traficantes de Sueños, Pepitas de Calabaza, Virus, Brulot, La Felguera, Klinamen, Muturreko Burutazioak, Cambalache, La Burbuja o Bardo han sido algunas de las principales referencias, sin olvidarse de otros colectivos editores, distribuidoras y autoediciones.

Finalmente, también es significativo destacar la presencia más o menos continuada y repetida a lo largo de diferentes ediciones de las ferias del libro de un número limitado de autores individuales o colectivos (ej. Félix Rodrigo, Miguel Amorós, Juantxo Estebaranz, Pedro García Olivo, Servando Rocha, el Grupo Surrealista de Madrid,…) que se han convertido en referenciales y a la vez en reflejo quizás de la limitada capacidad del movimiento para generar individual o colectivamente una más amplia y renovada variedad de expresiones intelectuales críticas.

Conclusiones

A pesar de la veteranía de algunas de las ferias que se van consolidando a nuestro alrededor, es difícil hacer una valoración conjunta de un fenómeno que aun teniendo puntos en común son proyectos bastante diferentes. En todo caso señalar algunos de los peligros que pueden entorpecer los objetivos que se fijan estas ferias. Principalmente, detectar cierta tendencia a reproducir las experiencias que nos parecen positivas, en nuestras localidades, sin tener en cuenta si hay capacidad de llevarlas a cabo y si tienen sentido, o si pueden funcionar en el contexto en el que se van a desarrollar sin cambiar ciertos enfoques. Lo que diferencia a estas ferias de otro tipo de jornadas es que no se ciñen a una temática determinada, lo cual permite plantear debates o presentar ediciones más accesibles a la gente que no pertenece al ámbito militante. Pero si ese interés por abrir la feria a un público más general no va acompañado de medidas en ese sentido, como por ejemplo hacer entender la naturaleza y el funcionamiento de la misma o buscar el espacio adecuado, el acercamiento es más limitado. Otra dificultad sería encontrar el equilibrio entre lo que nos interesa realmente a quienes nos sentimos identificados con estas ferias y un interés más amplio o general, de cara a que el encuentro sea atractivo más allá de nuestro entorno, pero al mismo tiempo formativo o enriquecedor.

En cuanto a los aspectos más positivos que se pueden resaltar, habría que destacar la oportunidad que suponen este tipo de eventos a la hora de poner a trabajar en común a grupos y personas que habitualmente no lo hacen. Y son además una buena muestra que nos permite visualizar y valorar en qué punto se encuentra la capacidad editorial e incluso organizativa del entorno político que las sustenta. Más allá de la interpretación que haga cada cual de esa lectura.

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