ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ACTUAL MODELO SINDICAL MAYORITARIO

Dossier: Paz social (V)

– Pérdida del carácter de sindicalismo de clase y extensión hacia otros sectores sociales (ej. funcionarios, autónomos, fuerzas de seguridad). Ante la fragmentación laboral y la extensión de la precarización, que expulsa a amplios sectores del terreno sindical, una buena parte de la afiliación sindical la componen sectores funcionariales, cuyas reivindicaciones se sitúan, por lo general, en el marco salarial y el corporativismo. Otro hecho significativo es la inclusión sin grandes traumas de sectores antes considerados como enemigos de clase (policías, carceleros, guardias de seguridad, etc.)
– Potenciación del modelo pactista, hegemónico y de concertación con las instituciones (muchas veces en contra de otros sindicatos o negociando acuerdos en solitario), en buena medida derivado del proceso de «normalización democrática» instaurado en la Transición y de la dependencia económica de los sindicatos respecto del Estado. Esta dependencia se da tanto de las subvenciones obtenidas por los votos alcanzados en las elecciones sindicales como por la gestión de los fondos destinados a formación ocupacional.
– El marco legal favorece -al igual que con los partidos políticos- la creación de un modelo bipolar (UGT y CCOO). Esta configuración se rompe en lugares como el País Vasco, con la presencia de una mayoría sindical nacionalista vasca (ELA y LAB), pero que se encuentra con los límites que impone un modelo de relaciones laborales a nivel estatal. La misma configuración mayoritaria se reproduce a nivel europeo y mundial.
– Transformación de sindicatos de confrontación en sindicatos de servicios (asesoría legal, viajes, cursos, etc.)
– Prácticas de clientelismo y extensión de corruptelas y escándalos de diverso tipo: planes de viviendas de UGT (EPSV), conflictos laborales dentro de los sindicatos, etc.
– Falta de autonomía. Muchos de los sindicatos, -aunque se hayan producido algunas transformaciones en los últimos años- mantienen o han mantenido lazos con estructuras políticas partidarias (CCOO-PCE, UGT-PSOE, LAB-Batasuna, ESK-Zutik, etc.)
– Escasa afiliación y transformación de la idiosincrasia del sindicalista. Frente a la figura clásica del obrero militante se imponen ahora los roles del afiliado-cotizante -que habitualmente tiene intereses meramente puntuales e individuales- y del liberado, cuya extensión e institucionalización (potenciadas por el marco legal, las transformaciones económicas y la crisis social del sindicalismo) es fuente de privilegios, corrupción y desprestigio (aunque no tanto como la de los políticos profesionales). A esto se añade la progresiva burocratización y el crecimiento de los aparatos sindicales, cada vez más complejos, profesionalizados y dependientes para su supervivencia de las ayudas gubernamentales.
– Transformación del «Internacionalismo proletario» en un vago humanitarismo. La pérdida de las señas de identidad ideológica (que en un tiempo fueron el marxismo o el anarquismo) hace que se instaure un progresismo humanitarista y bienintencionado, que critica los excesos del capitalismo y se inserta en determinadas corrientes de opinión (crítica a la globalización, la guerra, etc.) y prácticas correctoras que son funcionales al modelo neoliberal (creación de ONGs, ayuda al desarrollo, etc.)

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