No sabemos quienes somos, no nos conocemos. No sabemos dónde estamos, cuántos somos ni lo que hacemos; de dónde venimos ni hacia dónde vamos. Más aún: no queremos saberlo, porque cuando algo se sabe (se define) estamos matando todas las posibilidades que quedan por fuera, todos los caminos desconocidos.
No quisimos nacer. Nos resistimos lo que pudimos a comer, a vestirnos, a caminar, a hablar. No quisimos ir a la escuela, al ejército, a la iglesia, a las fiestas de cumpleaños y a las cenas de Nochebuena. No quisimos fotografías, carnets, documentos, títulos, constar en Archivos y Listados… No pudimos impedirlo.
No tenemos Proyectos, Planes, Previsiones. No nos hemos puesto ningún Fin, ninguna Meta. No nos hemos trazado Objetivos: no queremos pensar en el Futuro, porque el Futuro con mayúsculas es el que nos trazan, el que está escrito, sabido y cumplido desde siempre y para siempre.
No queremos comer la bazofia de los hipermercados (la única alimentación posible); no queremos tener coche (el único medio posible de transporte); ni televisión (único medio de comunicación), ni lavavajillas, ni secadora automática, ni ordenador, ni abrelatas eléctrico, ni horno microondas, ni ningún otro siniestro Artefacto Civilizado. No queremos avanzar, mejorar, progresar…
No buscamos Protección, Gestión perfecta, Uniformidad, garantía de Futuro, Planteamientos claros, Intervención, Organización. No buscamos exactitud, ni siquiera aproximación. Más aún: no buscamos.
No queremos Increíbles Ofertas, Fabulosas Rebajas, Considerables Descuentos, Facilidades de Pago, bajo Interés, Hipotecas Eternas, Sumisión Fiscal, Contabilidad generalizada, Tasación dineraria universal.
No necesitamos respuestas acertadas, coherencia, sistemas lógicos, lenguajes matemáticos, circuitos cerrados, demostraciones científicas, claridad conceptual, Previsión, Dominio.
No queremos Educadores, Sanadores, Vigilantes, Legisladores, Protectores, Ejecutores, Salvadores, Representantes…
No hablamos un mismo lenguaje, no nos une la misma pretensión localista, regionalista, nacionalista, ni siquiera universalista. No sabemos lo que nos une: no tenemos Patria, Bandera ni Lengua; no tenemos Himno, Rituales de Diplomacia o Destrucción; no tenemos Ceremonias.
No respetamos las Ideas ajenas, más bien creemos (con Bachelard) que «pensar es siempre pensar en contra». Construir, Proyectar, Proponer, es fácil; lo difícil es destruir, aniquilar, interrogar.
No entendemos nada de lo que sucede a nuestro alrededor, las Transacciones dinerarias, la muerte de los árboles, el encierro de los niños, la guerra química declarada por los Vigilantes Sanitarios a nuestros cuerpos exhaustos, el Caos del Orden civilizado, la tragedia del Progreso avasallador, el patetismo de los que dicen creer en la Solidaridad y en la Caridad utilizando para sus fines a los pobres pueblos diezmados, el cínico aplastamiento, por doquier, de la vida y de los sentimientos… la sumisión absoluta a consignas lanzadas a los «Medios de Formación de Masas» por Mercaderes sin rostro.
No aceptamos el Terror: nuestra vida, nuestra enfermedad y nuestra muerte no serán nunca objeto de manipulación, de compraventa de coartadas para la dejación, de monopolio para Terapeutas sin corazón al servicio de Multinacionales químicas, de campo de experimentación para el Progreso robotizado y su ejército de aspirantes al Premio Nobel de Ciencias Inhumanas.
No sabemos Nada, No entendemos Nada. No somos Nada. Más aún: no queremos serlo.
Jesús García Blanca
(Villa Baracoa)