“El sistema busca reinventar sus formas de dominación?”

Entrevista a la Asamblea de Barcelona contra la dictadura sanitaria

¿Cómo surge vuestra iniciativa y con qué objetivo?

Nuestro encuentro surgió durante unas jornadas que se celebraron en Barcelona los días 12, 13 y 14 de marzo del 2021, llamadas «Jornadas de contrasalud: totalitarismo, sanidad y poder». Fueron organizadas por un pequeño grupo de amigos de tendencia anarquista, algunos de cuyos integrantes decidieron seguir viéndose periódicamente junto con otras personas que habían asistido a las jornadas, y otras que se fueron añadiendo después y que estaban participando también de otras iniciativas diversas.

Las jornadas de marzo buscaban poner sobre la mesa todo lo que estaba pasando con la cuestión del coronavirus; por un lado, aportando la información de la que disponíamos y, por otro, indagando continuamente sobre las cuestiones que eran inciertas. Tanto desde el punto de vista de la salud (virus, contagios, mascarillas…) como respecto al juego geopolítico y financiero que está presente en el entramado de la supuesta pandemia (ingeniería social, intereses de los grandes lobbys de la industria farmacéutica / alimentaria, etc).

Uno de los objetivos era tratar de arrojar luz sobre estos temas, haciendo un poco de activismo y compartiendo conocimientos con otras personas. Había también una necesidad de cuidarnos mutuamente, de hacer piña ante el continuo acecho de la policía, seguratas y polis de balcón que no dudaban en interpelarte a todas horas, especialmente durante los arrestos domiciliarios llamados «confinamientos». Buscamos formas de entorpecer lo que a todas luces vemos como un cambio de paradigma a nivel global, donde el sistema trata de renovar las viejas formas de dominación (sociales, políticas, culturales, vitales…) por unas nuevas.

¿Cómo definiríais las ideas que os aglutinan? ¿Tenéis alguna visión del mundo compartida?

Durante los primeros meses, la «Asamblea de Barcelona contra la dictadura sanitaria» no tuvo ningún nombre. Uno de los motivos era, precisamente, que procurábamos alejarnos de cualquier «aglutinamiento de ideas», es decir, no queríamos imponernos límites ni quedar subyugados bajo la apariencia de los nombres y los calificativos. Una de las ideas que más compartimos era justamente el rechazo de cualquier ideología. La ideología cristaliza en dogma, matando el criterio propio y convirtiéndose en doctrinas que excomulgan a quienes no las siguen. No obstante, teníamos algo claro, y es que no creíamos el relato oficial de aquello que los medios de comunicación –herramientas del poder– llamaban «pandemia», y además pensábamos (y seguimos pensando) que la declaración de esta «pandemia» fue totalmente intencionada y planificada.

No nos aglutinan las ideas, sino más bien la práctica: la práctica de cuestionar la plandemia, a la vez que el placer de acompañarnos y sentirnos libres, creando vínculos y apoyo mutuo.

Más tarde y tras algunos debates, pudimos consensuar ciertas tendencias compartidas que resumimos a continuación: Nos declaramos en contra del capitalismo y de cualquier otro sistema de opresión; rechazamos toda forma de autoridad o dominación. Procuramos abstenernos de protocolos, tratando de no poner límites a la espontaneidad natural. También apostamos por la autonomía de las luchas y rechazamos cualquier mediación con instituciones, partidos políticos, sindicatos, ONG’s, etc. Como colectivo, no nos relacionamos con policías, ni tampoco con periodistas que trabajen para el sistema. También acordamos, como asamblea, no tener redes sociales y hacer un uso muy limitado de las tecnologías para comunicarnos entre nosotros, en parte porque muchos consideramos que la tecnología es una de las herramientas fundamentales de la dominación y en parte porque preferimos la vida real antes que los mundos virtuales. Por otro lado, no hemos pretendido ser la punta de lanza de ningún movimiento revolucionario, sino que preferimos el tú a tú, rechazando cualquier protagonismo.

También concebimos el colectivo como punto de apoyo para la autogestión de nuestra salud. La mayoría siempre hemos buscado alternativas a la medicina alopática, puesto que conocemos la corrupción que entraña y los conflictos de intereses presentes en eso que llaman «investigación científica», especialmente desde que, a principios del siglo XX, nació la industria farmacéutica a manos de los grandes magnates de la industria del petróleo, quienes vieron en la novedosa teoría microbiana de la enfermedad, defendida por el industrial químico Louis Pasteur, la excusa perfecta para poder vender sus medicamentos.

A pesar del establecimiento de estas ideas que nos unen, comprendemos que la naturaleza es cambiante, y asumimos nuestros encuentros como lugares dinámicos de aprendizaje continuo. Por último, coincidimos en no considerarnos bien educados, ni cívicos, ni pacifistas, además de no confiar en gurús ni salvadores, sino más bien verter la confianza en nosotros mismos.

¿Qué tipo de personas y sectores sociales forman parte de vuestro colectivo?

Una buena parte de los integrantes de la iniciativa procedemos de entornos libertarios y anárquicos, decepcionados con los entornos libertarios y con la izquierda «antisistema»; otros venimos desencantados de la izquierda; y muchos ya nos estábamos movilizando desde el principio de esta plandemia, decepcionados de otros grupos donde se establecían jerarquías y liderazgos, cosa que nosotros rechazamos. Somos gente de a pie: entre nosotros hay trabajadores, jubilados, estudiantes, okupas, terapeutas o simplemente aprendices de la vida que no queremos encerrarnos en ningún redil.

¿Qué interpretación general hacéis de lo sucedido en estos dos años?

Lo que ha sucedido estos últimos dos años en gran parte del mundo (no en todas partes, pues aún se salvan algunos territorios menos colonizados), ha sido simplemente la puesta en marcha de una de las muchas estrategias del poder para seguir imponiendo su control. Si bien con la industrialización el poder se ejercía sobre todo mediante el ciclo de producción y consumo de bienes materiales y servicios, ahora, con la digitalización, las herramientas se vuelven más sofisticadas y el poder se ejerce fundamentalmente a través de la ingeniería social. Ya no se nos «obliga» a hacer algo mediante la necesidad directa, sino que se nos induce, mediante la manipulación mental, a modificar nuestra voluntad y nuestros deseos, hasta el punto de no darnos cuenta de que hemos sido manipulados.

El sistema busca reinventar sus formas de dominación. Para hacernos una idea de hacia dónde vamos, solo tenemos que leer a Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, quien describe el mundo de robots, drones, nanochips, códigos QR y dinero digital hacia el que nos dirigen. La estrategia pandémica ha sido un acelerador del proceso hacia esta distopía orwelliana al imponernos cada vez más el uso de smartphones, compras por internet, pago con tarjeta, clases online, control biométrico, etc. La particularidad más notable de esta estrategia (bélica) es que han conseguido disfrazarla como si se tratase de una problemática accidental o casual, y muchísimas personas se han tragado el cuento, incluso los supuestos enemigos de la dominación; este hecho no deja de sorprendernos y apenarnos. Al final lo que viene es un cambio de paradigma, una fusión entre los Estados y las grandes corporaciones (todas ellas en manos de unos pocos fondos de inversión: Black Rock, Vanguard, State Street, JP Morgan, FRM…, que marca el fin de la vida tal como lo conocemos (que es la vida en el capitalismo) en pos de una nueva concepción aún más totalitaria de la dominación.

Otra de las funciones de la plandemia ha sido acabar con las rebeliones que venían intensificándose en 2019, como la de Chile, sofocadas con la excusa de la «emergencia sanitaria». Con la técnica del miedo nos han encasquetado en pocos meses y casi sin rechistar lo que, en otras condiciones, habrían tardado en aplicar años entre muchas protestas.

La declaración de la supuesta pandemia no ha sido la primera estrategia ni la última, seguirán viniendo muchas más y la población seguirá cayendo en estas trampas mientras sigan dando credibilidad a los discursos oficiales.

Tras estos dos años hemos podido darnos cuenta de la diferencia entre quien se posiciona, en la praxis, en contra del poder y quien, en cambio, forma parte de un folklore aparentemente contestatario que en esencia defiende la imposición de creencias y valores, de la misma manera que hacía la institución eclesiástica hace apenas unas décadas, en este caso obedeciendo, como dice Evaristo (el de La Polla Records), «al fascismo químico y farmacéutico y a la dictadura del medicariado».

La irrupción de la covid-19 ha supuesto un quiebre social y una división en la izquierda en cuanto a la percepción de lo que ha sido gestión de la pandemia y de lo que es el bien común. En este sentido, la mayor parte de la llamada izquierda ha asumido el discurso general de las instituciones públicas de que respetar el bien común, y por tanto ser socialmente responsables, equivalía a seguir todas las medidas sin rechistar. Vuestra iniciativa se sitúa en otra lógica discursiva. ¿Qué críticas haríais a esa izquierda y cuál es vuestro concepto del bien común?

En cuanto a la división de la izquierda, ésta lleva toda la vida dividiéndose, así que eso no es novedad. Creemos que la izquierda ha cumplido históricamente el papel de reabsorber el descontento social de las clases bajas y trasladarlo al ámbito estatal, es decir, recoger los deseos de cambiar el mundo, gestionarlos institucionalmente y reforzar la dominación. Dentro de la asamblea podemos estar más o menos de acuerdo con estos procesos (generalmente en desacuerdo), pero, sea como sea, lo que nos une son actividades totalmente fuera del ámbito institucional (por ejemplo, nunca hemos pedido permiso para manifestarnos), así que no tenemos nada que ver con la izquierda. Como hemos dicho anteriormente, no comulgamos con ninguna ideología, lo que ponemos sobre la mesa son hechos concretos, siempre inseparables de su contexto. Hechos que hay que abordar en toda su complejidad para dar respuestas que no siempre serán las mismas en cada situación.

Por otro lado, la contraposición izquierda-derecha, si bien alguna vez pudo tener una correspondencia con la realidad tangible, hoy en día son solamente fachadas que utiliza el sistema como herramientas de manipulación de masas. Sin ir más lejos, el concepto de «bien común» defendido antaño por la izquierda se contraponía al concepto de «bien común» defendido por la derecha. Hoy en día, sin embargo, prácticamente coinciden en todo, y si no lo hacen, ese desacuerdo es solamente un teatro puro y duro, una comedia deliberada en la que muchas capas del politiqueo burgués participan siendo o sin ser conscientes del engaño.

El concepto de bien común es algo demasiado abstracto como para sernos útil. Para empezar, deberíamos saber de qué «común» estamos hablando, puesto que el sistema capitalista se basa precisamente en la destrucción de la comunidad o lo común. El «bien» también es relativo, pero para no perdernos en debates filosóficos, podríamos decir que nuestro bien común sería la naturaleza, vivir en consonancia con ella.

Las medidas impuestas con la excusa de controlar este supuesto virus no tienen nada que ver con un bien común, sino con la puesta en escena de un plan geopolítico con el fin de acelerar la globalización y la digitalización del mundo: traspaso del dinero efectivo al dinero digital, eliminación de la economía sumergida (cuando no, directamente, de los pobres), digitalización y reforzamiento del sistema educativo, digitalización del trabajo, instalación de dispositivos de control como lectores de códigos QR o cámaras de reconocimiento facial (control biométrico a prueba de mascarilla), reforzamiento de las fronteras o puntos de control territoriales, extensión del uso de la biotecnología mediante las vacunas de ADN-ARN, adiestramiento de seres humanos para obedecer órdenes al clásico estilo conductivista (ahora puedes salir, ahora no, ahora solo puedes salir por tu pueblo, ahora solo hasta las once de la noche, etc. si lo haces bien, no te contagias y eres un buen ciudadano, pero si lo haces mal, te puedes contagiar o te ponemos multas, o te quitamos puntos), etc. Todas estas medidas nos conducen a un totalitarismo mucho mayor del que hayamos conocido jamás, porque implican la identificación de cada individuo, saber en cada momento dónde está, lo que hace, lo que compra, lo que come, con quién está, predecir lo que hará, e incluso conocer sus condiciones biológicas como las constantes vitales y también administrarle medicamentos de forma remota (por ejemplo, ya se están haciendo experimentos con mosquitos transgénicos que introducen vacunas al picarte).

La ideología del sistema hegemónico, tanto de izquierdas como de derechas, se basa en el progreso científico y tecnológico. Todo el mundo del activismo en general (exceptuando una minoría de grupos o individuos que escapan a esta tónica general) ha sido derrotado por su miedo y, sobre todo, por su fe en la Ciencia, con mayúsculas (la cartesiana, mecanicista, industrial, mercantil) y en el cientificismo, incluyendo su rama específica sanitaria: la medicina convencional, alopática y mecanicista. Por eso, y por su ignorancia y despreocupación, a rasgos generales, por la salud, se lo han creído todo y han sido desactivados. Y de los pocos que se han preocupado por la salud, sobre todo en el ámbito de la izquierda, la mayoría lo ha hecho teniendo siempre la ideología médico-científica predominante, la nueva religión de nuestro tiempo. Pocos (en comparación) han tenido en cuenta la salud natural, y un buen puñado de quienes la han tenido en cuenta se han tragado también todo esto y han obedecido.

Tenemos claro que las llamadas «medidas sanitarias» no son tales, sino que son medidas bélicas contra la población, estudiadas y planificadas durante años, estrategias de control social y, por lo tanto, estamos en contra de todas ellas por su naturaleza totalitaria.

Los medios de comunicación y las autoridades han tratado de desacreditar socialmente estos movimientos tachándolos con la etiqueta genérica de «negacionistas». ¿Cuál creéis que ha sido el rol que han jugado estos actores?

Su rol ha sido el mismo de siempre, ni más ni menos, solo que esta vez ha sido una ofensiva como no se ha visto nunca, que ha sido decisiva en la creación de un clima de terror que ha llevado a la gente, primero, a aceptarlo todo y, en segundo lugar, a polarizarse. Ni siquiera los totalitarismos más extremos pudieron conseguir lo que ha conseguido el sistema en estos dos años gracias a las nuevas tecnologías, la neurociencia, los medios de comunicación, la programación neurolingüística, la psicología social y otras técnicas de manipulación de masas. Ya lo dijo Malcolm X: «Si no tenemos cuidado los medios de comunicación harán que odiemos a los oprimidos y amemos a los opresores».

Una acusación habitual hacia iniciativas como la vuestra es destacar su ambigüedad ideológica y una heterogeneidad contradictorias. A ello se suma asociarlas en ocasiones a la presencia de la extrema derecha, que para algunos habría monopolizado el lenguaje combativo y el discurso de la libertad ¿qué pensáis de esto?

Que Hitler fuera vegetariano no convierte a los vegetarianos en defensores del nazismo; o que los Amish rechacen la tecnología no significa que los detractores de la tecnología en general sean devotos religiosos. Del mismo modo, que muchos derechistas, adoradores del liberalismo o simpatizantes neonazis no se crean la plandemia, no significa que toda la gente que cuestionamos el discurso oficial de toda esta farsa tengamos que ser, por ello, derechistas, liberales o neonazis.

Nosotros pensamos que todo esto ha sido un plan premeditado por las élites y por los grandes poderes de todo el planeta, y seríamos muy ingenuos si pensáramos que no han tenido en cuenta los movimientos que surgirían a raíz de esto y en cómo aplacarlos. Así pues, como forma de aplacarlos, una parte importante de este plan ha consistido en asociar los movimientos que cuestionan la plandemia a la extrema derecha: eso ha sido pura ingeniería social, y un uso de la técnica de psicología inversa y del argumento estilo reductio ad hitlerum. El objetivo obvio de estas acusaciones es hacer que una gran cantidad de gente se aleje de planteamientos cercanos a la conspiración, y prefieran regirse por la línea oficialista, sobre todo gente proveniente de entornos que rechazan el fascismo, gente de izquierdas, etc.

Esto no quita para que haya grupos de ultraderecha que se hayan opuesto a toda esta situación, obviamente no porque quieran libertad sino porque querían aprovechar la ocasión para promover sus ideas totalitarias.

En cuanto a la coherencia, lo ambiguo, más bien, es haber estado rechazando la dominación y el adoctrinamiento durante toda una vida para, ahora, dejar adoctrinarse tan fácilmente y obedecer a las órdenes del sistema dominante sin rechistar.

Somos conscientes de que a los medios les ha interesado resaltar esta asociación entre el cuestionamiento de la plandemia y la derecha, precisamente para que la gente potencialmente combativa no se atreva a pisar ese camino o no tenga el suficiente respaldo social como para alzarse. Las clases dominantes siempre han utilizado la técnica del divide y vencerás para mantenernos luchando entre nosotros, en lugar de contra ellos.

Durante estos dos años se han planteado muchísimas cuestiones que discrepan respecto al oficialismo (mascarillas, vacunas, confinamientos, causas de muerte y un largo etcétera) y ha habido una demanda de debatir todas estas cuestiones públicamente (por poner algunos ejemplos: Jon Ander Echevarría, Enric Costa Verger, Alicia Ninou y el documental Una dosis de realidad, María José Martínez Albarracín, el Máximo Sandín, Alfonso Longo…), pero la respuesta siempre ha sido denigrar y censurar a estas voces disidentes para invalidar sus argumentos en lugar de dar otros argumentos o alguna explicación con sentido.

¿Qué incidencia social creéis que habéis tenido?

La incidencia social ha sido pequeña, porque la oposición a la dictadura sanitaria, en términos generales en esta parte del mundo, es pequeña. Pero siempre en nuestras charlas y jornadas han acudido bastantes decenas de personas, hemos hecho mucha propaganda en Barcelona y empezamos a convocar las manifestaciones contra el pase sanitario en la ciudad. El descontento al respecto y el trabajo nuestro y de otros grupos antiplandemia propició que a esas manis, que empezaron en algunos centenares de personas, llegaran a acudir –con una actitud bastante activa– miles de personas durante varias semanas consecutivas. Llegando al cénit el 18 de diciembre del 2021, cuando a la mani acudieron casi 20.000 personas.

Más allá de eso, pensamos que hemos contribuido a extender un espíritu crítico hacia la plandemia en la ciudad y en varios lugares de Catalunya, una cierta influencia dentro de una parte de la población, que ha podido escuchar otra cosa, y dentro de sectores antisistema – aunque en bastante menor proporción – que han empezado poco poco a cuestionarse algunas cosas. También hay que dejar claro que nuestro hacer se ha sumado al de otros grupos. En este sentido ha surgido una coordinadora durante febrero y marzo que aglutina a varios grupos antiplandemia de Barcelona y ha habido una interacción positiva (por ejemplo se ha aceptado no colaborar con la ultraderecha ni con policías y se ha asumido que las manis se hacen sin pedir permiso). En este sentido estamos satisfechos. Sabemos que en la oposición a la plandemia ha habido mucha caspa, y muchos sectores derechistas en gran parte del país han obtenido protagonismo pero también sabemos que este no ha sido el caso de otros lugares como Euskal Herria o Catalunya, y creemos que en esta última zona hemos puesto un granito de arena en la difícil tarea de desvincular las posiciones antiplandemia de la ultraderecha.

¿Cuáles creéis que son los retos a futuro?

Bueno, ahora estamos debatiendo a ese respecto.

Por un lado, en lo que se refiere a nuestra asamblea, si continúa, tal vez nos orientemos –siguiendo la misma línea– a la oposición a la Identidad Digital, los pasaportes sanitarios y a la transferencia de poder de múltiples gobiernos hacia la OMS, para convertirla en un órgano de gobierno supranacional en materia de sanidad para 2024. Precisamente a finales de junio de este año se presenta el proyecto y la hoja de ruta en diversas instancias internacionales, como la UE y otras. Además, está el hecho de que entre junio y septiembre del año en curso en el Consejo Europeo se presentará la propuesta de una pasaporte europeo, la llamada identidad digital, en el cual estará incluido el pasaporte de vacunación, funcionando también como un documento de identidad sanitaria pero extensivo a la identidad total del individuo (DNI, antecedentes penales, finanzas, etc.) Todas estas cosas nos las van a endosar a lo largo de los próximos dos años. Mucha gente no lo sabe, pero mientras relajan las restricciones covid y nos entretienen con la última hora de la guerra, están introduciendo estas modificaciones en la legislación europea. Esto, claro está, es parte de la vuelta de tuerca hacia el totalitarismo formal del que hablábamos.

Por otro lado, a nivel general las perspectivas de futuro no son nada halagüeñas, pues a lo ya expuesto es probable que haya que sumarle nuevas guerras, más cierres económicos, escasez de alimentos, carestía o incluso racionamiento energético… En definitiva, que es parte de un plan que quiere apagar el sistema para volverlo a encender de otra manera, más dictatorial, más tecnocrática y más tiránica si cabe. Esto implica a grandes estructuras internacionales, estados, megacorporaciones, grandes bancos y fondos de inversión, etc.

O sea, que, hablando en plata, nuestra perspectiva de futuro es aguantar lo que nos viene, de una manera u otra.

Si nos permitís nos gustaría dejar unas referencias para que quien quiera más información pueda investigar y formarse sus conclusiones. Esto no saldrá en la Sexta y lamentablemente tampoco en la mayoría de los medios de contrainformación de los antisistema.

plural-21.org / winteroak.org.uk / terraindomita.blackblogs.org / mpr21.info / contraelencierro.ascuas.org / globalizacion.ca / Canal de Youtube de Alfonso Longo: https://www.youtube.com/channel/UCVKIj0kYokoElHQ2MKEhfLg/videos / http://www.postaportenia.com.ar

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