No podrán robarnos a Santiago

Una reseña de «Wenüy. Por la memoria rebelde de Santiago Maldonado»

Es la propia vida la que escribe los libros y no al revés. Este libro es precisamente una cristalización dura y hermosa de la experiencia directa de los compañeros más cercanos de Santiago Maldonado, compañero revolucionario cuya vida fue arrebatada por el rodillo del estado argentino en 2017 y cuyo cuerpo fue convenientemente arrojado y colocado por la gendarmería meses después de haber sido asesinado. Es un esfuerzo por esclarecer no solo el horrible final de Santiago, sino también su lucha.

Desde la desaparición de Santiago, fue mucha la confusión y la espectacularización alrededor del caso, confusión promovida, como es habitual, por los medios de comunicación como voceros del capital que, en el mejor de los casos, le retrataron como un simple hippie viajero, haciendo de él un edulcorado ciudadano bien pensante que se encontraba en el lugar equivocado en un mal momento. A esto se le suman otros procedimientos que nos suenan muy familiares: culpabilización de la víctima, ocultamiento de la investigación por parte de la policía, falseamiento de la información o silenciamiento de los testimonios más creíbles. Por no hablar del repulsivo papel de la izquierda del capital y el kirchnerismo y sus intentos de instrumentalización del asesinato con fines electorales o desmovilizando los movimientos sinceros de protesta cuando tocaba, lo cual suena muy familiar también.

¿Pero por qué todo este interés de la burguesía en borrar al verdadero Santiago? Los compañeros responden tajantemente en el libro: porque Santiago era un revolucionario y no un ciudadano. Porque Santiago criticaba todas las bases sobre las que se sustenta este sistema: dinero, familia, «vida» cotidiana, estado, capital, democracia, saqueo de la tierra… Y como prueba de ello su vida y actividad; y para eso en el libro se recogen las diferentes expresiones que así lo demuestran: las propias creaciones artísticas de Santiago, sus andanzas con los colectivos en los que militó, las distintas luchas a las que se vinculó y los testimonios de las personas que estuvieron cerca de él. Todo ello nos ayuda a comprender al auténtico Santiago y a vivificar el contenido real de su lucha que también es la nuestra, sin falsificaciones ni amputaciones. Hay toda una oscura tradición de la burguesía empeñada es descafeinar para después neutralizar a nuestros compañeros y compañeras. Aunque es un caso distinto, de la región española nos viene a la cabeza el caso de Salvador Puig Antich, convertida su vida en la película Salvador en una biografía rosa según la cual Puig Antich hubiese sido un niño rebelde al que le gustaban las armas y las motos y no un comunista asesinado por el estado en lucha contra la explotación. Se pueden dar miles de ejemplos, la lista es interminable. Con todo, no consiguen eliminar lo ejemplarizante de las vidas de los compañeros y este material es una contribución de lo más inspiradora en ese sentido.

Y como un revolucionario nunca es un hombre solo, los compañeros nos cuentan cómo el asesinato de Santiago provocó un gran número de manifestaciones y actos de solidaridad que nada tienen que ver con las comparsas teledirigidas de la izquierda y sindicatos afines ya comentadas más arriba. En todo el estado argentino se podían encontrar fotos y carteles exigiendo la aparición con vida de Santiago y múltiples gestos de apoyo y rebelión. Pero estos actos no se limitaron a la región argentina: desde Chile o Uruguay hasta Grecia, se sucedieron las concentraciones en apoyo a Santiago y contra la brutalidad policial. La sensibilidad contra la impunidad de los estados para aplastar a aquellos que se les oponen se vio multiplicada. Frente a la batalla mediática escupiendo a la memoria del compañero desde todos los frentes, se puede palpar el alivio que supone sentir el apoyo internacional de otros revolucionarios, por modesto y aislado que pueda ser.

Santiago fue asesinado por la gendarmería mientras luchaba codo con codo con la población mapuche, pueblo con una enorme tradición de enfrentamiento contra los estados chileno y argentino. Es muy interesante conocer cómo el modo de vida de este pueblo, con valores fuertemente comunitarios y muy ligados a la tierra, choca constantemente con la violencia de los estados o gigantes del capital como Benetton, que no han parado de acosarles y perseguirles para intentar expulsarles del territorio donde han desarrollado sus vidas. El capitalismo es incompatible con cualquier atisbo de comunidad que pueda actuar como cuerpo extraño y obstaculizar la creación de valor y la producción de mercancías. Quien quiera profundizar en la lucha del pueblo mapuche, encontrará en este texto un material sin duda muy valioso. Santiago se unió a ellos de forma decidida, con todo su ser, haciendo vida con ellos, participando en sus actividades, haciendo incluso críticas cuando tocaba. Todo ello hasta poner en riesgo su vida.

En todo lo sucedido a Santiago se condensan, en una escala más reducida y modesta, algunos aspectos fundamentales para poder revolucionar este mundo: afecto y camaradería entre compañeras, apoyo internacional, lucha contra las mentiras de la burguesía, solidaridad y crítica sincera entre los distintos movimientos y posicionamiento firme contra la avalancha de mistificaciones de la izquierda del capital. Vemos entonces, que para hacer justicia a Santiago y a tantos otros, es necesario comprender que sus historias trascienden a sus propias personas y trayectorias y van más allá del lugar geográfico concreto donde se desarrollan. Para romper esa barrera, nada mejor que el cariño y el calor humano que irradian las páginas de Wenüy. Lo que más rescatamos del libro es justamente esto, el sentimiento y la autenticidad con los que está contado ponen muy difícil no sentirse conmovido y movilizado a la acción. Gracias a esta pasión revolucionaria, desde la distancia hemos sentido el dolor, el amor y la rabia que acompañan a un caso que está lejos de ser uno aislado. Desde la distancia tampoco olvidaremos que fue el yugo del estado y sus perros quienes se llevaron al Brujo.

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