Arabia Saudita, ¿reformas en la tradición?
Viernes 14 de agosto de 2009 por CEPRID
Yulianela Pérez
CEAMO
Las recientes modificaciones ocurridas en el escenario político interno de Arabia Saudita han suscitado un amplio debate en torno al proyecto de “reformas democráticas” al que son llamados los gobiernos del Golfo Pérsico desde la última década del siglo XX. Este proyecto, dirigido a promover un cambio dentro de las sociedades árabes a través de la implantación de un proceso de reformas, (1) persigue implementar la estrategia política de seguridad energética de Estados Unidos y la Unión Europea en la región medioriental.
El pasado 15 de febrero se dieron a conocer las primeras modificaciones en el gobierno y otras instituciones sauditas realizadas por el Rey Abdullah Bin Abdulaziz desde su ascenso a la Corona en 2005. Los cambios implicaron la designación de nuevos Ministros de Justicia, de Salud, de Cultura e Información, y de Educación. El nombramiento de la primera mujer saudita en el cargo de Viceministra de Educación en la rama femenina, subordinada al nuevo Ministro de Educación, Príncipe Faisal bin Abdullah bin Mohammed. Las reformas también incluyeron, entre otros puestos significativos, la designación de un nuevo Presidente del Consejo Consultivo, Majlis as-Shura (cuerpo consultivo integrado por 150 miembros que no tiene atribuciones en materia financiera o legislativa), y del Consejo Supremo Judicial (cuerpo de 11 miembros que asiste al Ministro de Justicia y supervisa el trabajo que se realiza en las más de 300 cortes que existen en el país).
Mientras que la opinión pública y los especialistas se han dividido entre aquellos que opinan que las modificaciones pretenden frenar el poder de las autoridades religiosas (usando como argumento el caso de los cambios en el Ministerio de Educación) en respuesta a las aspiraciones de la mayoritaria población joven saudita, y los que creen que los nombramientos no conllevarán a un cambio político real al interior de la monarquía (2); el trasfondo que determinó la asunción de estas medidas está sujeto a una serie de dinámicas internas que amenazan la estabilidad nacional y a un grupo de objetivos en cuanto a la proyección regional e internacional del país árabe.
La política económica de los últimos años se ha centrado en buscar una vía autóctona (“saudización”) que trata de contener los incrementos del gasto público y atraer inversiones en el sector privado, en infraestructuras, manufacturas, sector de hidrocarburos y telecomunicaciones. (3) Estas reformas económicas para introducir al país en la competitiva economía global han suscitado una serie de desafíos que deben ser considerados por la familia real. En primer lugar, la dependencia hacia la explotación y exportación de hidrocarburos, factor que por su peso determinó el proceso de modernización del Estado a partir de 1938, condiciona la economía saudita según las tendencias del mercado mundial.
En este sentido, el incremento coyuntural de las ganancias en materia de exportación de hidrocarburos que vivieron los países del Golfo a mediados del año pasado, también originó un proceso inflacionario creciente derivado del alza de los precios de los alimentos que estos países necesitaban importar por sus precarias condiciones para el desarrollo agrícola. Para agosto de 2008 el índice de inflación en Arabia Saudita alcanzaba la cifra histórica de 10.5%. (4) A comienzos de 2009, el drástico descenso de los precios de los hidrocarburos en el mercado internacional y los recortes necesarios de la producción se hicieron ver en el déficit presupuestario del gobierno. Se estima que los ingresos del reino árabe pudieran ser recortados en un 40% para este año, (5) lo que incidiría en el desarrollo de los diferentes proyectos económicos y sociales del país.
La dependencia del sector petrolero también presupone los riesgos de “agotamiento” de las fuentes de abastecimiento e incapacidad real de producir puestos de empleo. Para 2008 algunas fuentes publicaron que los sectores de petróleo y gas, manufacturas y construcción empleaban solo al 25% del total de la población del país estimada en 27 millones de habitantes. (6) El desempleo se estima que ha aumentado desde 2002 y hoy alcanza el 12%, constituyendo el de los jóvenes entre los 20 y 29 años de edad la cuarta parte del total. (7) En segundo lugar, el desarrollo económico también ha producido la transformación de la sociedad saudita haciéndola más pluralista y minándola con nuevas tensiones sociales en cuanto al mantenimiento de la tradición islámica, exacerbadas por la presencia masiva de una fuerza de trabajo inmigrante y de un elevado por ciento de inversores extranjeros, musulmanes o no. (8)
La mano de obra extranjera, tanto de trabajadores calificados o no, como de cuadros técnicos a todos los niveles y de profesionales se estima en 5,5 millones de personas. (9) Los migrantes comprenden el 50% de la fuerza de trabajo y en algunos sectores su participación es aún mayor como ocurre en la construcción y la manufactura donde su contribución al empleo total es de 84%, no siendo así en el sector de la pesca y la agricultura. (10) Este proceso permanente de migración produce tensiones sociales y representa un reto a la integración económica, política y cultural de la sociedad debido al encuentro de valores, costumbres y lenguas diferentes. (11)
La criticas sociales que suscitaron los resultados de la gestión económica del poder central, la corrupción en su administración y las desigualdades en la distribución de las ganancias, más los cambios en las relaciones internacionales y la crisis del Golfo de los años 90, aceleraron el debate entre las diferentes tendencias político-filosóficas proponiendo una reestructuración en los niveles de consulta popular en el proceso de toma de decisiones. Este debate terminó con la promulgación del llamado “sistema básico de gobierno”, en marzo de 1992, por parte de la dinastía Saud, con el fin de lograr un nuevo balance que le permitiera la continuación del ejercicio del poder sin perder sus bases de legitimidad religiosa y sociocultural. (12) Estos ajustes, que respondieron a una necesidad de la evolución del sistema político saudita, constituyen un antecedente histórico de las recientes reformas que no se distancian de este objetivo.
En cuanto a la proyección exterior, Arabia Saudita no es solamente el poder dominante, política y militarmente en la península arábiga, con una gran importancia geográfica (ya que bordea las dos vías marítimas más estratégicas del mundo, el mar Rojo y el Golfo Pérsico), sino que se ha convertido en una potencia influyente también en el resto del mundo árabe e islámico.
Durante las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo, los objetivos de la política exterior de Ryad estaban orientados hacia la expansión de una visión islámica ortodoxa como alternativa ante el avance de otras plataformas ideológicas dentro de Medio Oriente. Una década después, el boom petrolero permitiría reforzar su legitimidad islámica, invirtiendo en proyectos de instrucción religiosa y militar. (13) Los años 90 vieron el surgimiento de la alianza militar con Washington en el contexto de la guerra del Golfo; no obstante, este acercamiento estratégico ha estado matizado por momentos de tensión en las relaciones entre ambos países ateniéndose al acomodo de las agendas nacionales para los temas conflictuales de la región.
Las aspiraciones de liderazgo regional de la monarquía saudita la obligan a aceptar el compromiso interárabe de apoyo a los derechos palestinos. Así el Rey Abdullah, quien realmente ha estado en el poder de facto desde 1995, se ha mostrado más favorable hacia la defensa de la causa palestina, criticando los excesos de Israel. Cercano a 2003 se negó a que desde su territorio se emprendieran acciones militares contra Iraq. Se ha mostrado a favor de la búsqueda de una solución negociada para el diferendo nuclear entre Irán y Estados Unidos. En cuanto a este último país, su discurso va dirigido a ajustar las estrechas relaciones con Washington, como dijera el investigador cubano Luis Mesa: “mostrarse menos automáticamente incondicional, pero conservando un alto nivel de concertación bilateral”. (14)
Al mismo tiempo, la monarquía árabe emerge como una potencia en las relaciones económicas y financieras internacionales por el peso específico de su riqueza petrolera dentro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y la significación de sus exportaciones para varias economías occidentales y asiáticas.
Las modificaciones que tuvieron lugar al interior del gobierno saudita no se distancian de las necesidades e intereses a los que responden la política económica nacional y el diseño de la política exterior, de hecho forman parte de la nueva etapa de desarrollo que experimenta el reino desde 1992.
Referencias:
(1) Brooks, I y J. Maleta: “La Iniciativa del Medio Oriente Ampliado y Norte de África: ¿Nuevo reparto colonial de la zona?”, CEAMOnitor, Vol 2, Nº 16, agosto 2005.
(2) Lyon, A.: “Saudi King Sidelines Clerics to Promote Reform”, www.arab-reform.net.
(3) Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación: “Reino de Arabia Saudí”, www.maec.es, mayo 2008.
(4) Arab News, “La inflación más elevada en el Reino en 30 años”, www.arabnews.com.
(5) “Gulf States Prepare to Weather Economic Storm After Drop in Oil Prices”, Forex World Trading Times Review, www.forexworldreview.com.
(6) Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación: “Reino de Arabia Saudí”, www.maec.es, mayo 2008.
(7) Cordesman, A.H.: “Saudi National Security and the Saudi-US Strategic Partnership”, www.csis.org.
(8) Musalem, D.: “Arabia Saudita: petróleo y modernidad”, Grandes Tendencias Políticas Contemporáneas, México, 1986, p. 22.
(9) Cordesman, A. H., art. cit.
(10) Musalem, D., art- cit., p. 14.
(11) Ibid, p. 17.
(12) Mesa, L.: “Arabia Saudita: reformas, ortodoxia y participación política”, Revista de África y Medio Oriente, Vol 10, Nº 1-2, 1993, p. 53-72.
(13) Mesa, L. y R. Isasi: “Las tensiones en las relaciones Washington-Riyadh tras el 11-S y el nuevo plan de paz saudí”, www.nodo50.org.
(14) Ibid.
Yulianela Pérez es investigadora del Centro de Estudios sobre África y Medio Oriente de La Habana (Cuba).
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