CEPRID

¿NUEVAS RELACIONES DEL IMPERIO CON AMÉRICA LATINA?

Lunes 22 de junio de 2009 por CEPRID

COMITÉ BICENTENARIO SEGÚNDA INDEPENDENCIA

CEPRID

Los espejismos creados por Barack Obama son tentadores y políticos, gobernantes, politólogos y analistas desean entrar en ellos y olvidarse del pasado depredador y criminal del imperio. Muchas son las expectativas creadas por el Presidente de Estados Unidos respecto de las relaciones con América Latina, históricamente, considerada el patio trasero del imperio con el que, tal vez con sinceridad, desearía reencausarlas o rediseñarlas después de la desconfianza y descalabro generado por George W. Bush, uno de los peores administradores de la Casa Blanca que sólo quería una Latinoamérica sumisa que sirviera a sus planes guerreristas y, en particular, a sus luchas globales contra el terrorismo internacional, los narcoterroristas y el narcotráfico.

Ciertamente que se han producido cambios como la reparación histórica a la infame exclusión de Cuba de la Organización de Estados Americanos -OEA- conocida como el Ministerio de las Colonias porque siempre ha obedecido el mandato imperial. Esta Organización fue fundada en 1948 para consolidar las doctrinas de dominación pergeñados desde el siglo XVIII como el “sistema interamericano” y las “alianzas hemisféricas” que originaron el “destino manifiesto” según el cual Estados Unidos estarían destinados por Dios para gobernar a nuestros pueblos. El iniciador de estas doctrinas expansionistas fue Alexander Hamilton, uno de los fundadores de Estados Unidos, que en 1788 anunciaba la “creación de un Gran Sistema Americano, superior a todas las fuerzas”, pensamiento con el que se iniciaron todos los mitos de superioridad y todas las realidades de las agresiones. De ese germen nació la tristemente célebre “Doctrina Monroe” que en 1823 pregonaba “América para los Americanos” con la que se desató una oleada de intervencionismos. Desde 1845 está vigente el “destino manifiesto” en el que se afirma que “gracias a la Providencia, los estadounidenses fueron designados a extender sus hegemonía sobre todo el continente para desarrollar el gran experimento de libertad y autogobierno”.

Concluida II Guerra Mundial, Estados Unidos logró imponer su tan anhelado “sistema interamericano” con la suscripción en 1947 del Tratado de Asistencia Recíproca –TIAR- y con la creación de la OEA en1948 sobre la base del experimento desarrollado en 1942 que creó la Junta Interamericana de Defensa. Ni la OEA ni la JID ni el TIAR sirvieron para nada a América Latina durante la agresión de Gran Bretaña a la Argentina, por la cuestión de las Islas Malvinas.

El tan suculento “sistema americano” incluye la dominación política, económica, militar, social y cultural a nuestros pueblos. Es la ideología imperial la que se impone y domina con el beneplácito de las clases dirigentes y gobernantes de nuestras patrias.

La famosa OEA responde a los intereses geopolíticos y a las doctrinas de dominación establecidas por Estados Unidos. Esta OEA, en su Asamblea 39, por consenso, anuló la resolución VI de 1962, que expulsó a Cuba de ese cónclave. Con OEA o sin OEA Cuba defiende con dignidad su derecho a la autodeterminación, a su soberanía, independencia y a su revolución.

Los líderes de la Revolución cubana han reiterado que “jamás ingresaremos a la OEA y respetamos el criterio de los gobiernos de los hermanos países de América Latina y el Caribe que piensen de otra forma, pero no deseamos formar parte de esa institución”. Sin embargo, la decisión de la OEA forjada pacientemente por los gobiernos de Venezuela, Brasil, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, debe entenderse como la reparación a una injusticia histórica impuesta por Estados Unidos que, hasta hoy con Obama, no acepta que Cuba haya salido del redil de su rebaño, razón por la que mantiene otra aberración: el absurdo del embargo genocida.

Quizá Obama quiera superar ese bochorno imperial, pero pensará primero en las consecuencias políticas que podrían provenir del conservadurismo cerril, anacrónico y cavernario de republicanos y demócratas disfrazados de liberales y de las mafias cubano-americanas asentadas en Miami.

La OEA tiene una triste hoja de vida por su servidumbre al interés estadounidense. Ha callado frente a las dictaduras criminales impuestas por Washington y hasta ha participado en las guerras de agresión a Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Granada, República Dominicana, Panamá, Bolivia y Colombia con su Plan Patriota.

Nunca la OEA quiso aceptar la democracia participativa y jamás ha tenido la intención de independencia del imperio, razón suficiente para que surja, impetuosa, la propuesta de una Organización de Estados Latinoamericanos y del Caribe sin Estados Unidos, ni Canadá.

Claro que Obama parece predispuesto a cambiar las relaciones USA- América Latina, al menos en lo que a discursos se refiere. El Presidente estadounidense ha dicho: “No podemos permitir ser prisioneros de desacuerdos del pasado…Yo no vine a discutir sobre el pasado, sino para pensar en el futuro…Como vecinos tenemos la responsabilidad de confiar en nosotros”. Muy bien que se piense en el aquí y ahora y en el futuro, pero siempre se debe recordar que los pueblos que no conocen la historia están condenados a repetirla.

En la 39 Conferencia del Consejo de las Américas, realizada en Washington el pasado 13 de mayo, Hillary Clinton, la Secretaria del Departamento de Estado que reemplazó a la Condollezza Rice, sostenía: “Como el presidente Obama dejó bien sentado, aguardamos el día en que todos los países de las Américas, inclusive Cuba, puedan participar en nuestras alianzas hemisféricas de manera compatible con los principios de la Carta Democrática Interamericana” No podían faltar los condicionamientos “de manera compatible” a los intereses de Estados Unidos y a sus concepciones de democracia representativa, pues el imperio no admite una democracia participativa y menos aún a una democracia popular y revolucionaria.

La realidad histórica no puede ser olvidada. Los pueblos latinoamericanos y del Caribe no pueden olvidar jamás 200 años de agresiones, de saqueos de nuestros recursos naturales y humanos, de invasiones militares, de dictaduras crueles y corruptas. No pueden nuestras patrias declararse amnésicas y esperar a la “nueva voluntad” política, militar y económica de Obama para recomponer las relaciones con el vecino del Norte. Mas bien deberían preguntarse los gobernantes latinoamericanos si ha cambiado el sistema político de Estados Unidos, si la IV Flota ha regresado a sus cuarteles o bases navales, si la lucha contra el narcotráfico se inició en su territorio, si el FMI y BM han cambiado sus políticas de explotación económica, si Estados Unidos acabó con el bloqueo genocida a Cuba y no impone condiciones para iniciar diálogos respetuosos dentro del derecho a la autodeterminación de los pueblos, respeto a la soberanía e independencia, si la tétrica CIA se ha convertido en un mal recuerdo, si la Casa Blanca ya no conspira por si misma o por mano ajena contra los gobiernos de Cuba, Nicaragua, Guatemala, Honduras, El Salvador, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Paraguay.

Obama debería saber que América Latina ha madurado y ha cambiado profundamente. Estados Unidos de Obama, hasta ahora propone cambios cosméticos porque mantiene una geopolítica hegemónica en defensa de sus intereses lo que se demuestra con el discurso de Hillary Clinton explicado por Carlos A. Pereyra Mele en CEPRID, cuando afirma que “destacó que la falta de políticas de Estados Unidos para Latinoamérica perjudicó su posición y permitió que muchos países del sur de México, establecieran relaciones profundas con China y en menor escala con Rusia, que reemplazaron a las tradicionales relaciones con USA, pero recordemos este tema ya lo había alertado el Comando Sur de Estados Unidos cuando hace dos años en su informe anual al senado de Estados Unidos, sobre la situación de la región, exhibió su preocupación por la fuerte presencia en todos los ámbitos de esas dos naciones y que ello hacía peligrar el futuro de la influencia de Estados Unidos desde la economía hasta las relaciones militares de los países de América Latina”.

Es claro que a Estados Unidos le preocupa fundamentalmente alcanzar estadios superiores de influencia en América Latina, lo que significa recuperar, restablecer y elevar la influencia perdida en la era Bush. La preocupación de Washington es rescatar la “cooperación” económica, política y militar en todas las áreas e impedir que se consolide la presencia de China, Rusia, Irán y en general de los árabes en su patio trasero. Recordemos que “Estados Unidos no tiene amigos, sólo intereses”. Obama no es la excepción imperial y en medio de la crisis del capitalismo mundial, es de dudar que la actual administración del imperio tenga la intencionalidad de elaborar nuevos programas de “cooperación” basados en el respeto a la soberanía e independencia de nuestras patrias, según el dorado discurso del nuevo emperador.

¿Qué puede esperar América Latina de Obama? Sin exagerar sólo más de lo mismo. En el plano de las relaciones diplomáticas la reconstrucción de esas relaciones tan deterioradas con Bush puede convertirse en un objetivo importante, pero no necesariamente vital. Bush tuvo la “gentileza” de casi olvidarse del patio trasero y priorizar el apoyo al guerrerista Plan Colombia, al intervencionismo en la “triple frontera”, a la reactivación inútil pero peligrosa de la IV Flota y a otros disparates como la Iniciativa Regional Andina. La “política Bush” para América Latina logró, para bien de nuestros pueblos, reactivar un poderoso antiimperialismo.

En materia económica, los demócratas y naturalmente su líder actual Obama, se han opuesto a los tratados de libre comercio (TLC) con Colombia porque a Uribe le acusan de irrespetar los derechos de los trabajadores y los derechos humanos en general, pero esa postura no implica que no piensen en nuevos tratados comerciales con aparente respeto a nuestros países pero con iguales o peores resultados de dominación.

Con Obama posiblemente se flexibilice la política migratoria, pero la xenofobia y el racismo recrudecidos con la crisis no serán superados. Hasta ahora, las deportaciones no cesan y las remesas disminuyen dramáticamente al quedar millares de latinos en el desempleo y en la mayor de las desesperanzas y frustraciones.

¿Cambiarán los métodos de penetración imperial y descarada injerencia? ¿Cambiarán los métodos de la CIA? Los productos de la Revolución científico-técnica podrían transformar los métodos imperiales para convertirlos en más sofisticados, pero la CIA, a más de tecnologías de punta seguirá en el uso de los más aberrantes métodos de torturas, tratos crueles y denigrantes, desaparición forzada de personas, magnicidios, asesinatos, genocidios. Todas las violaciones de los derechos humanos no son desconocidas por los agentes de la tétrica organización de espionaje del imperio: la Agencia Central de Inteligencia -CIA-

¿Podrán nuestros gobernantes y nuestros pueblos olvidar los crímenes de la CIA y sólo pensar en el futuro como propone Obama?

Imposible olvidar lo que Estados Unidos y la CIA hicieron en Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, República Dominicana, Haití, Cuba, Granada, Panamá, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia. No hay territorio latinoamericano y del Caribe que no haya soportado los crueles embates del imperio y su brazo clandestino, la CIA. Tanto los papeles del Pentágono como los documentos desclasificados de la CIA revelan las infames intervenciones del imperio en nuestras patrias.

La Casa Blanca y la CIA planificaron y ejecutaron el complot contra el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende. Ellos mataron a Allende y sumieron al pueblo chileno en la peor de las dictaduras. George Tenet, Director de la CIA, obligado a desclasificar documentos de la Agencia, en una Carta enviada al Congreso yanqui explicaba, refiriéndose al caso chileno “estos materiales en su conjunto, muestran un patrón de actividad, cuyo efecto puede revelar los métodos de inteligencia que han sido empleados en todo el mundo”. Paladinamente confesaba que la CIA tiene un “patrón de actividad” que no ha renunciado y que lo sigue actualizando y usando en todo el mundo.

Dentro de ese “patrón de actividad” la CIA continúa con el uso de varios “tracks” que en castellano significa camino, vía, carril, entre otras acepciones. Para los planes de desestabilización, subversión y derrocamiento de gobiernos extranjeros, es usual que Estados Unidos utilice varios “tracks”. “El uso de esta práctica responde a objetivos de encubrimiento, compartimentación, secretismo, que permiten a la Casa Blanca y directamente al Presidente de Estados Unidos mantener una imagen “respetable” al no ser vinculado con los métodos criminales y sucios que se estén ejecutando por sus propias órdenes, contra el gobierno, persona o país en cuestión”, sostiene Juan Miguel Díaz Ferrer. Es necesario conocer que la CIA recibe órdenes del presidente de turno de Estados Unidos que la utiliza con el manido pretexto de salvaguardar los intereses de la seguridad nacional. Así, se engañan hasta los propios órganos de inteligencia, al Departamento de Estado, al Pentágono o cualquier embajador, cuando el cerebro es la Casa Blanca y la CIA, su brazo ejecutor, advierte Díaz Ferrer.

Washington y la CIA son expertos en operaciones encubiertas, clandestinas, secretas. Al concebir y ejecutar un Plan desestabilizador en Venezuela, Ecuador, Nicaragua o Bolivia, usan a transnacionales y empresarios locales para organizar actos subversivos, marchas, protestas, exigencias autonomistas, secesionistas, separatistas y finalmente propiciar golpes de Estado tendientes a detener la agitación social creada por la misma CIA y en “defensa de la democracia, libertades y derechos humanos”, según la doble moral de la Casa Blanca. Las transnacionales participan gustosamente en los planes elaborados por la CIA y mucho más cuando desarrolla actividades en contra de gobiernos potencialmente peligrosos para los intereses de Estados Unidos y de sus transnacionales. Entonces, participan de acciones de carácter clandestino, encubierto y de total ocultamiento, de tal manera que jamás aparezca el gobierno de Estados Unidos vinculado con las actividades desestabilizadoras. Pero Estados Unidos se traiciona a sí mismo porque es el primer país que reconoce a un gobierno surgido de las garras de la CIA.

En América Latina, Estados Unidos y la CIA suelen utilizar expertos en planificar y ejecutar golpes de Estado, práctica que se inició en Guatemala en 1954, contra el gobierno de Jacobo Arbenz, pero lo más trágico para nuestros pueblos es que la Casa Blanca ha utilizado a gobiernos títeres de nuestras patrias en contra de nuestras patrias y nuestros pueblos.

La CIA tiene mucha experiencia y una larga tradición en la planificación de estrategias desestabilizadoras en nuestra América Latina. El poder de penetración de los agentes de la CIA es de extraordinaria eficacia:

Dividen a las fuerzas revolucionarias: Partidos políticos de izquierda, centrales sindicales y obreras son penetrados por la CIA. Son agentes provocadores que aparecen como revolucionarios radicales al adoptar discursos y posiciones de ultraizquierda. Son expertos en manipular y usar a elementos militares y en especial a altos jefes o comandantes a los que considera posibles dictadores. Disponen de millones de dólares para apoyar a partidos políticos opositores.

Penetran y usan a los medios de comunicación nacionales y extranjeros para desarrollar la guerra mediática y difundir la “propaganda negra”. Desarrolla acciones políticas para dividir y debilitar coaliciones o alianzas gubernamentales de izquierda. Ha logrado dividir a partidos comunistas y ha enfrentado a comunistas y socialistas.

Son expertos en el momento de sobornar o chantajear a jefes militares. Ofrecen viajes a los paraísos imperiales y becas para estudiar en sus fuertes militares. De la Escuela de las Américas han salido la mayoría de dictadores neofascistas y allí y en otros fuertes se ha especializado a militares y policías en el “arte de torturar”. Son especialistas en organizar operaciones de descrédito y son capaces de desprestigiar totalmente a líderes sindicales, periodistas progresistas y democráticos, líderes políticos populares y de izquierda. Expertos en propaganda negra y guerra sicológica participan en campañas electorales. Riegan millones de dólares en apoyos a partidos y movimientos de las derechas oligárquicas, feudales. Son altamente sofisticados en el momento de utilizar el miedo y el engaño. Esparcen rumores a través de medios de comunicación nacionales, de agencias de prensa internacionales y medios de comunicación extranjeros. Montan videos, manipulan videos, tergiversan realidades, distorsionan hechos y acontecimientos. Son expertos en organizar actos terroristas, sabotajes, sembrar minas, colocar explosivos. No vacilan en utilizar el narcotráfico en busca de alcanzar sus criminales objetivos. Son expertos en organizar secuestros, desaparecer personas y en ejecuciones extrajudiciales. Son altamente especializados en “educar” a policías y militares en sofisticadas técnicas de represión.

Recientemente la prensa internacional informó de agrias disputas entre la Presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi y la CIA respecto a las “duras técnicas de la CIA” en el desarrollo de interrogatorios a millares de hombres y mujeres sospechosos de ser parte del “terrorismo internacional”, durante el gobierno de Bush.

La CIA se actualiza en métodos criminales de tortura, tratos crueles y denigrantes prohibidos por el Derecho Internacional. Ha desarrollado un nuevo TMI (Técnicas mejoradas de interrogación) y entre ellas se destacan: Dejarlos desnudos a los islamistas para denigrarlos y ofenderlos en su dignidad, utilizar perros amaestrados para morderlos y violarlos, instalar potentes equipos de sonido para impedir que duerman los detenidos, simular ahogamientos en tanques de aguas servidas y putrefactas, encapuchar a los secuestrados y simular ejecuciones. En fin nada de lo cruel le es ajeno a la CIA.

Respecto del “waterboarding” o simulacro de ahogamiento, el 6 de febrero de este año, el portavoz de la Casa Blanca Tony Fratto declaraba que la aplicación de ese método de interrogatorio “dependerá de las circunstancias, la creencia de que un ataque podría ser inminente, eso podría ser una circunstancia que uno definitivamente querría considerar”. A confesión de parte relevo de prueba, suelen decir los abogados.

Néstor García Iturbe informa que “la historia de la utilización de métodos de tortura por parte de la CIA en los interrogatorios que realiza no es nueva. El documento “Kurbark, Interrogatorio de Contrainteligencia” es un manual editado por la CIA en el cual se exponen métodos que pueden ser efectivos para obtener información de personas que resisten a hacerlo. Estas técnicas de tortura se han desarrollado sobre bases científicas para ser aplicadas en lugares neurálgicos del cuerpo durante la conducción de interrogatorios”.

¿Qué barbaridades habrá hecho la CIA durante el secuestro de personas y en las intensas y largas horas de los vuelos secretos para encerrar a sus secuestrados en cárceles clandestinas? ¿A qué crueles torturas calladas hasta ahora, habrá sometido a sus secuestrados encerrados en cárceles secretas? Si métodos físicos fallan, los agentes de la CIA recurren a preparados químicos.

Se ha denunciado que el Jefe de la CIA en Argelia, Warren, ha utilizado una serie de preparados químicos de características especiales que, al ser aplicados en mujeres, pierden su voluntad y quedan a merced del sujeto que las violaba y abusaba sexualmente de ellas en todas las formas posibles. Degenerados de esta naturaleza forman parte de los servicios especiales de Estados Unidos y abundan en las filas de la CIA. En nuestra América Latina, muchas mujeres han denunciado los abusos sexuales a los que fueron sometidas por parte de los agentes de la CIA nacionales y extranjeros.

¿Mirará América Latina al futuro, como sostiene Obama o serán capaces los gobiernos de nuestras patrias de exigir castigo para tanto criminal que anda suelto y que goza de perpetua impunidad y protección, como Posada Carriles, por ejemplo?

Suele decirse que el gobierno de Barack Obama está decidido a rectificar rumbos en la política exterior de Estados Unidos y en especial con América Latina y el Caribe. Su objetivo es restablecer la influencia del imperio en la región.

Luis Gutiérrez Esparza, Presidente del Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAE) afirma que las consecuencias de este golpe de timón (del Presidente Obama) pueden ser favorables para los países latinoamericanos en cierta medida, pero también son previsibles algunos resultados negativos”. Los expertos del CLAE sostienen que inevitablemente, los poderes fácticos estadounidenses presionarán al gobierno de Obama para que interfiera en los procesos latinoamericanos de integración, mediante una estrategia que provoque la agudización de las diferencias entre las naciones de la región y el debilitamiento de los vínculos regionales con sus socios y aliados en otras regiones del mundo. Estados Unidos resiente principalmente la creciente presencia de Rusia y China en América Latina y el Caribe.

La conclusión es muy realista: “A corto y mediano plazos, América Latina y el Caribe estarán, en los hechos, fuera de las prioridades de Obama”.

Correo electrónico: tribunalpazecuador@yahoo.com


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