El ajedrez mundial del petróleo: Chindia (y II)
Viernes 22 de mayo de 2009 por CEPRID
Joel Sangronis Padrón
CEPRID
China e India en América Latina
América Latina es, conjuntamente con África, la gran apuesta mundial de los planificadores energéticos tanto chinos como indios, en el juego mundial del petróleo. Venezuela, el gran productor suramericano, es la ficha de mayor valor en esta parte del juego. En febrero de este año el presidente de Venezuela, comandante Hugo Chávez Frías y el vicepresidente chino Xi Jinping, en visita oficial de este último a Caracas, firmaron múltiples acuerdos de cooperación entre los que se destaca uno entre la estatal petrolera venezolana (PDVSA) y Chinaoil para colocar en mercados chinos entre 80.000 y 200.000 nuevos barriles de crudo venezolano.
En abril de este año el presidente venezolano visitó Beijing (sexta visita en 10 años) y firmó acuerdos que elevarán, en el transcurso del próximo año, a un millón de barriles diarios la cantidad de petróleo que Venezuela vende a China. Esa cantidad estaba planificada para ser alcanzada en el año 2013, pero ambos gobiernos decidieron acelerar los plazos.
La noticia de estos acuerdos no puede haber dejado de causar inquietud y preocupación en Washington y es probable que los gestos de acercamiento que el presidente Barak Obama ha tenido para con el presidente Chávez estén relacionados con esa noticia.
Los responsables de la seguridad energética de los EEUU no pueden sino sentirse intranquilos al ver como uno de sus principales y cercanos proveedores (miembro junto con México y Canadá de su primer anillo de seguridad energética) estrecha relaciones con la nación que está llamada a disputarle la supremacía mundial en el siglo XXI. Beijing no desea, por ahora, conflictos directos con el gobierno de los EEUU por esta región, pero maniobra hábilmente desde las esferas de los ámbitos comercial-financiero-energético para aprovechar al máximo las horas bajas que vive los EEUU en Latinoamérica.
A la alta dirigencia china no puede habérsele escapado el hecho de que actualmente en Latinoamérica existe una zona de influencia a ocupar producto del viraje hacia la izquierda y la resistencia a la injerencia estadounidense por parte de la mayoría de los países de la región. Es sintomático que Roger Noriega, secretario de estado para asuntos del hemisferio occidental del gobierno de George W Bush, declarase en su momento que: “China ha venido traduciendo su éxito económico (y su búsqueda de recursos para alimentar su desarrollo económico) en una mayor influencia en América Latina y El Caribe…… EEUU seguirá observando muy de cerca la estrategia china para llegar hasta América Latina, a fin de asegurarse de que esta actividad es compatible con el duramente ganado progreso de la región hacia la democracia representativa”. (4)
Aquí es oportuno señalar que cuando funcionarios de alto nivel de Washington, hablan de su preocupación por las condiciones de la “democracia representativa” o de la “democracia” a secas, en otros países no especialmente sometidos o alineados con sus intereses, utilizan el término en forma “fukuyámica”(5), es decir, lo equiparan o utilizan como sinónimo de los propios EEUU, por lo que la declaración del señor Noriega al ser leída entre líneas lo que expresa es que China intenta infiltrarse o establecerse en una región “duramente ganada” por los EEUU para sus intereses e influencia.
China participa en Venezuela en el desarrollo de los bloques Junín y Carabobo del campo Faja Petrolífera del Orinoco (mayor reservorio de petróleo en el mundo) en el que ya empresas mixtas sino-venezolanas (CNPC-PDVSA) producen más de 100.000 barriles por día en el primero de esos bloques.
Venezuela ha contratado con empresas chinas la construcción de cuatro supertanqueros destinados a transportar hacia esa nación asiática el petróleo que estas empresas produzcan en la faja. Es significativo señalar que para 1999, año de la ascensión al poder del presidente Chávez, el intercambio comercial entre China y Venezuela apenas llegaba a los 200 millones de dólares al año, mientras que en el 2008 superó los 10.000 millones de dólares y para el 2013 se aspira superar los 20.000 millones de dólares al año.
En su visita a Beijing el presidente Chávez logró un acuerdo para elevar los depósitos de un fondo de desarrollo sino-venezolano hasta la cantidad de 12.000 millones de dólares, recursos que serán destinados a promover y financiar negocios y proyectos conjuntos entre las dos naciones.
Los intereses energéticos chinos en Latinoamérica no se agotan en Venezuela; en Brasil, la nueva vedete suramericana del petróleo, la estatal Petrobras ha acordado con Sinopec proveer de 100 a 160.000 barriles diarios de petróleo a las refinerías chinas.
En mayo de este año se hará efectivo un crédito chino a favor de Brasil por 10.000 millones de dólares para el desarrollo de los yacimientos off shore de la nación amazónica y con garantía del petróleo de esos mismos yacimientos, con lo que China avanza en Suramérica con su política de utilizar su inmensa liquidez monetaria para asegurarse la diversificación en sus fuentes de abastecimiento petrolero. Hay que recordar que Brasil integra junto con China, India y Rusia el grupo BRIC, asociación de países que por su tamaño, potencia demográfica y recursos naturales y técnicos, está llamada a influir poderosamente en la historia de la humanidad de los años venideros.
Ecuador firmó este año un contrato con el banco de desarrollo de China para un préstamo por mil millones de dólares, con garantía de petróleo, según declaró en abril de este año el presidente de esa nación Rafael Correa. Este préstamo va a ser utilizado para financiar una central hidroeléctrica (construida por un consorcio chino) lo que permitirá a Ecuador liberar y destinar a la exportación (obviamente hacia China) una buena cantidad de barriles de petróleo que hoy destina a producir electricidad.
En agosto del año 2003, la China National Petroleum Company (CNPC) ganó los derechos de prospección en varios lotes amazónicos en territorio ecuatoriano. En ese mismo año la China National Chemical (Sinochem) compró el 14% de un yacimiento petrolero en la provincia ecuatoriana de Orellana a la empresa Conoco-Phillips por 100 millones de dólares
Para que no queden dudas de su firme voluntad de instalarse en Latinoamérica, China es, desde este año, socio participante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Por su parte India también avanza en la carrera por posicionarse en el acceso a las fuentes energéticas de América Latina y El Caribe. La empresa privada india Reliance Industries Limited invertirá en el Perú 500 millones de dólares en la exploración de hidrocarburos en los próximos 5 años. Ya en el 2008 esta empresa había ingresado en el Perú al adquirir derechos de exploración y explotación en la cuenca Titicaca. (5)
También en la zona andina el ministro de energía y petróleo de India anunció este año que su país pretende adquirir el 50% de la producción boliviana de gas natural. En septiembre del 2008 los gobiernos de India y Colombia firmaron un acuerdo de cooperación en materia de hidrocarburos; y en ese mismo país ONGC Videsh Limited posee tres bloques marinos en el Caribe colombiano.
La ONGC Videsh Limited se ha asociado a la española Repsol YPF y a la noruega NORSK Hydro para explorar y explotar, conjuntamente con la estatal petrolera cubana Petrocuba, los yacimientos off shore que la nación antillana posee en la zona del polígono oriental del hoyo de la dona en aguas del Golfo de México.
En abril del 2008 visitaron Venezuela el ministro indio de petróleo y gas natural Murli Deora, y el presidente de la corporación petrolera estatal de ese país Radhey Shyan Sharma, para firmar el acuerdo por el que se crea una empresa mixta indo-venezolana que explotará una concesión en el bloque San Cristóbal del campo Faja Petrolífera del Orinoco; esta empresa estará conformada por la Corporación Venezolana del petróleo (CVP) con un 60% de las acciones y por la filial internacional de la ONGC, la ONGC Videsh LTD (OVL) con un 40% de las acciones. En esta concesión se estima puedan existir reservas por el orden de los 250 millones de barriles de petróleo y tiene un estimado de inversión directa de 450 millones de dólares.
La Geopolítica Energética de China e India en Asia Central y el Mar Caspio.
Es indudable que la guerra de Afganistán rezuma olor a petróleo y gas por todas partes. Ni siquiera la gastada y aun sostenida campaña mediática que por años han realizado los EEUU y los círculos otancistas a través de sus divisiones informativas (CNN, FOX, AP, REUTERS) ha podido convencer al público mundial consumidor de ese tipo de basura informativa de que en los valles y desfiladeros afganos se esconden los representantes de oscuras y demoníacas fuerzas terroristas que al parecer tienen como única finalidad de existencia el matar inocentes civiles en países occidentales. En realidad donde a diario ocurren matanzas de civiles, incluyendo mujeres y niños es precisamente en Afganistán, pero no son precisamente los talibanes quienes los asesinan sino los muy equipados ejércitos invasores de los EEUU y de algunos países de la OTAN.
La causa de esta invasión y la determinación que han mostrado los gobiernos de EEUU (el anterior y también el actual) de dominar Afganistán a cualquier precio, tiene que ver, como no, con el petróleo y con la posibilidad de que tanto China como India accedan a los recursos petroleros de la zona.
El petróleo y el gas de Asia Central de salir hacia el norte o hacia el oeste caería irremisiblemente bajo el control ruso, más ahora cuando la fallida operación georgiana por controlar los pasos transcaucásicos a través de los cuales podía fluir el petróleo y el gas de Azerbaiyán y demás países de la zona del Mar Caspio hacia Europa, fracasó estrepitosamente. En el caso de fluir esos recursos hacia el este, China tendría el control total sobre ellos, algo inaceptable para ciertos thinks thanks muy poderosos e influyentes dentro de los gobiernos estadounidenses, como lo son algunos personeros de la poderosa Comisión Trilateral y del Council on Foreign Relations, con Zbigniew Brzezinski a la cabeza.
La tesis fundamental de Brzezinski, que a su vez la toma del inglés Sir Halford McKinder, es la de que hay que evitar a toda costa la creación de un poder dentro de la masa continental euroasiática. Si China quedara con el control de los recursos energéticos de Asia Central y el Mar Caspio, o si llegara a aliarse con Rusia e Irán en el marco del Acuerdo Para la Cooperación de Shanghai, para afirmar este control, potenciaría su ya espectacular crecimiento económico, algo en extremo amenazante y atemorizador para los círculos de poder atlantistas. Es por esta razón que muchos analistas, como los profesores Carlos Genatios y Marianela Lafuente señalaron en su momento que la guerra de invasión a Irak contra quien estaba dirigida desde el primer momento era contra una China que estaba labrándose una posición demasiado fuerte con el régimen de Saddan Hussein. (6)
Frente a lo anterior, los recursos petrolíferos y gasíferos de Asia Central y el Caspio solo tienen como salida el sur, a través de Afganistán y Pakistán, con rumbo al mar de Arabia y el Océano Índico. Por ello es tan vital controlar Afganistán. Esta vía también podría pasar por Irán, pero los EEUU y la OTAN no se arriesgaran con un país al cual no han podido someter a pesar de las presiones y agresiones de ya varias décadas. A pesar de un largo período de colaboración muy estrecha con los servicios secretos de Washington y de actuar en la zona como ejecutor de medidas no siempre lícitas en contra de Irán, Afganistán y otros países, Pakistán no parece inspirar toda la confianza de los ideólogos y jerarcas del pentágono. No hay que olvidar que Pakistán ha mantenido, casi desde su independencia, una colaboración sumamente estrecha con China, quien la dotó con tecnología y capacidad nucleares con las que equipararse a India, su tradicional rival de la zona.
China debe estar más interesada en Pakistán como territorio de paso de los oleoductos y gasoductos que vengan de Asia Central y el Caspio que del propio Afganistán, a cuya frontera con China se llega únicamente a través del corredor de Wakhan, pasadizo demasiado estrecho y vulnerable como para ser confiable.
China también ha de resolver el problema que para la seguridad de sus medios de transporte energético desde Asia Central y el Caspio significan los rebeldes Uigures de la provincia turcomana e islámica de Xinjiang. Es altamente probable que estos rebeldes estén recibiendo financiamiento y apoyo logístico de occidente para, independientemente de la justicia de sus reclamos o reivindicaciones frente a Beijing, utilizarlos como elementos desestabilizadores y una amenaza permanente a los intentos de China de traer recursos energéticos del oeste.
Sin embargo, los líderes chinos han asumido este reto fomentando reformas económicas y realizando grandes obras de infraestructura en la región para así elevar la calidad de vida en ésta y otras provincias del interior chino que no han participado del acelerado desarrollo de las provincias y enclaves costeros.
Los chinos antes que ver a la etnia uigur como un elemento disidente y quizás secesionista (tal y como los EEUU, la OTAN y sus medios informativos lo han intentado presentar) intentan utilizar a dicha etnia como instrumento de enlace e influencia sobre otros países turcomanos e islámicos de Asia Central (Turkmenistán, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán).
Los gobernantes indios por su parte apoyan el actual régimen títere en Afganistán porque no se sienten cómodos con la idea de fundamentalistas islámicos en el gobierno de esa nación; sin embargo, India desconfía de depender demasiado de una región sobre la que convergen demasiados intereses y poderes y en la que la mayoría de sus integrantes mantienen estrechos lazos con Pakistán. Incluso, el gasoducto IPI (Irán, Pakistán, India) de 2500 kilómetros de extensión y un costo de 7.000 millones de dólares, que en buena parte vendrá a solucionar sus necesidades en ese rubro, de una u otra forma lo hará rehén de su tradicional enemigo, Pakistán. EEUU ha presionado fuertemente a los gobiernos de Islamabad y Nueva Delhi para que no concreten este acuerdo, pero las necesidades de energía de India y de finanzas de Pakistán parecen haber sido mayores que dichas presiones. Para el año 2003 Turkmenistán, Afganistán y Pakistán firmaron un protocolo para el inicio de la construcción de un gasoducto que traerá gas (100 millones de mts3 diarios) desde Dauletabad, en el sudeste de Turkmenistán, a través del norte de Afganistán, hasta los puertos pakistaníes del mar arábigo. India, al igual que con el gasoducto IPI debe someterse a negociar con Pakistán el acceso a este recurso que tanto necesita.
No es superfluo indicar que quien termine controlando Afganistán no sólo controlará el tablero petrolífero de Asia Central y el Caspio sino que también podrá controlar las aguas del rio Indo, que nace en tierras afganas y comparten aguas abajo Pakistán e India.
Intereses Energéticos Chinos e indios en Asia Suroriental.
Los tradicionales productores de petróleo del Asia suroriental están viendo disminuir su producción en forma acelerada. Países como Indonesia, Malasia y Brunei pronto dejaran de exportar petróleo. Los recientes descubrimientos en Vietnam parecieran otorgarle a esta nación el relevo como productor en esta zona.
Asia suroriental cobra importancia como futuro mercado petrolero y como estratégico lugar de tránsito de los cargamentos de crudo que vienen desde África y el cercano oriente con rumbo hacia China, Corea, Taiwán y Japón.
En Myanmar los gobiernos chino y birmano construyen actualmente un oleoducto que enlazará el puerto de Sittwe, en el Golfo de Bengala, con Kunming, en la provincia china de Yunnan; este oleoducto es parte de la red de transporte alternativo que China desea construir para evitar su dependencia del estrecho de Malaca con respecto al petróleo que adquiere en África y el golfo pérsico.
Utilizando la metáfora de “un collar de perlas”, los chinos han construido una serie de puertos de aguas profundas y bases navales desde el sureste de Pakistán (puerto de Guadar, muy cerca del estrecho de Ormuz), pasando por Sri Lanka, Bangladesh y Myanmar, que le permitirán vigilar, proteger y, en caso necesario, intervenir en defensa de su flota de supertanqueros. Hay que recordar que por el océano Índico navega más del 70% del tráfico mundial de petróleo. China ha firmado un acuerdo de libre comercio con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), lo que le permitirá acceder en forma más directa a los recursos hidrocarburíferos de Indonesia, Brunei y malasia y a la capacidad de refinación de Singapur.
India también firmó el año pasado un acuerdo de libre comercio con la ASEAN, pero su volumen de intercambio con los diez países que integran esta asociación es significativamente menor (8 veces menos) que el de China.
En Myanmar, en el 2005, China logró firmar un acuerdo con el gobierno de ese país para la construcción del gasoducto Myanmar-Bangladesh-China, que frustró los esfuerzos indios por concretar uno Myanmar-Bangladesh-India.
Myanmar, ubicada geográficamente entre India y China (Indochina), posee apreciables reservas de gas natural. Actualmente la mayor parte de las exportaciones de ese rubro las realiza hacia Tailandia a través del gasoducto Yadana.
Al estrechar relaciones con China, Myanmar, al igual que Sudán en África, ha sido etiquetada por los medios occidentales como un gobierno tiránico y genocida, lo que puede ser cierto o no, pero es sospechoso que este tipo de campañas siempre se refieran a países donde confluyen dos características: Primera, que sean países con grandes reservas de hidrocarburos y segunda, que estas reservas no estén bajo el control de grandes corporaciones occidentales o que sus gobiernos no estén alineados con los EEUU.
Myanmar fue, al parecer, el país más democrático y respetuoso de los derechos humanos del mundo (por lo menos para los medios occidentales que jamás se enteraron de si ahí se violaban derechos humanos o no) mientras la Chevron-Texaco y la francesa Total campearon a sus anchas en esa nación.
Es sólo cuando China aparece en el horizonte hidrocarburífero birmano cuando se desata la furiosa campaña mediática sobre los “horrores” de la sanguinaria dictadura que allí detenta el poder.
Según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AEI), China dejará de ser autosuficiente en su consumo de gas natural en los próximos años, puesto que su consumo pasará de 2.6 billones de pies cúbicos de gas (BPC) en el 2010, a 3.4 billones en el 2015 y 6.5 billones en el 2025, mientras que su producción será sensiblemente inferior: 1.6 billones en el 2010, 2.3 en el 2020 y 3.1 billones en el 2025, por lo que la obtención del gas birmano, iraní y de Asia central es de enorme importancia para sus planes y proyectos de desarrollo y crecimiento. Para el año que viene China pasará a ser un importador neto de gas natural
India también ha obtenido concesiones del gobierno birmano para, en sociedad con la Daewoo coreana, explorar territorios de ese país en busca de gas y petróleo.
China ha entrado en litigio con varios países de la región suroriental de Asia por la posesión y soberanía de un grupo de islotes coralinos (Islas Spratlys) sobre los que se ha confirmado la existencia de grandes yacimientos de hidrocarburos bajo su plataforma marina. Aparte de China, también Vietnam, Filipinas, Taiwán, Malasia e inclusive el sultanato de Brunei declaran poseer derechos históricos sobre los islotes. China y Vietnam reclaman el atolón en su totalidad mientras que el resto de países alegan tener derechos parciales sobre ellos. Es altamente probable que China, a pesar de ser el más alejado geográficamente del atolón, termine haciendo prevalecer su fuerza y se quede con la parte del león en esta disputa.
En vista de este tipo de conflictos y de la creciente importancia que las vías marítimas tienen en lo tocante a su seguridad energética, tanto India como China han comenzado a aumentar y modernizar (con portaviones incluidos) sus fuerzas navales. En marzo de este año buques de guerra chinos y estadounidenses mantuvieron “roces” en el mar del sur de China, muy cerca de la gran base naval china de Yulin, en la isla de Hainan. Este tipo de “roces” era impensable hasta hace unos años atrás, cuando la flota de guerra china no pasaba de ser casi un servicio de guardacostas; esto no hace sino demostrar la creciente confianza y seguridad en sí mismas que la armada china, al igual que el resto de sus fuerzas armadas, va tomando.
China, India y Rusia: El Triángulo Superestratégico.
El término triángulo superestratégico fue utilizado por primera vez en 1998, para referirse a una hipotética alianza de Rusia, India y China, por el entonces primer ministro de Rusia Yevgeny Primakov. La alianza de Rusia, India y China es la pesadilla que atormentaba las noches del geoestratega británico Halford McKinder (creador conceptual de la OTAN) y quita el sueño hoy a quienes se consideran sus herederos (Brzezinski, Kissinger).
En materia energética India podría beneficiarse de la considerable energía hidroeléctrica de Siberia, que llegaría a su enome mercado a través de la provincia china de Xinjiang. También China podría abastecerla con este tipo de energía produciéndola en los ríos del Tíbet, estratégicamente cercanos a los mercados industriales del norte de India.
El gas de Rusia y de Asia Central podría llegar a India a través de China, lo que evitaría la conflictiva región de Afganistán. En el 2008 China concretó un préstamo a Rusia por 25.000 millones de dólares a cambio de petróleo por 20 años Todos estos acuerdos deben ser vistos al amparo del Acuerdo de Cooperación de Shanghai, del que Rusia y China son miembros plenos e India tiene carácter de observador. Si el siglo XXI va a ser el siglo de Asia, este acuerdo de carácter defensivo y estratégico será uno de los poderes dominantes en el mundo.
Conclusiones.
La estrategia indochina de tomar posiciones en cada punto del mapa hidrocarburífero mundial los pone en rumbo de colisión, más temprano que tarde, con los intereses del complejo militar-industrial-financiero-energético que gobierna los EEUU y controla a Europa China e India se han lanzado a una especie de guerra de guerrillas petrolera (foquismo petrolero) por todo el mundo, tomando el control de yacimientos y compañías a lo largo y ancho del planeta, pagando en muchos casos, precios por encima de lo que indicaban las condiciones del mercado; esto significa que ambos países se posicionan y preparan para enfrentar escenarios de confrontación por los recursos energéticos, que entienden inevitables.
En términos militares es imposible ganar una guerra al ejército imperial del complejo antes mencionado, por lo que analistas y estrategas chinos parecen haber optado desde hace tiempo por formas no ortodoxas de defensa frente a un hipotético conflicto.
La guerra financiera pareciera ser la opción manejada por los geoestrategas chinos. Las crisis de sobreproducción y recesión son cíclicas y “normales” dentro del sistema capitalista. Es imposible que los economistas e ingenieros financieros chinos, de formación marxista, ignoraran esta realidad. Por ello creo que cuando China se lanzó a acumular dólares y bonos del tesoro usamericano había previsto utilizar estas colosales masas de dinero como armas disuasorias en la hora y punto de una posible agresión futura por parte del ejército usamericano. Otro equilibrio del terror, sólo que esta vez se utilizaran las billonarias cantidades de instrumentos monetarios y financieros guardados en las bóvedas chinas antes que armas termonucleares. China puede destruir la economía mundial en caso de sentirse gravemente amenazada. Como bien señala Joan Prats: “La construcción de un nuevo orden energético mundial está cada vez más en el centro de los conflictos característicos de nuestro tiempo. Vivimos los albores de una transformación radical del modelo energético y todos los actores involucrados en este juego se mueven estratégicamente”.
Notas:
(4) Cardozo, Gustavo. China y América Latina ¿Un Nuevo Frente Ideológico? www.casaasia.com.es pp 12
(5) www.andina.com.pe/espanol/noticia.aspx?id=vy4089moclw=
(6) Genatios Carlos y Lafuente Marianela. Revista Question. Año No 3.Numero 29.Noviembre 2004. Pp 30
Joel Sangronis Padrón es profesor de la Universidad Nacional Experimental Rafael Maria Baralt (UNERMB), Venezuela