CEPRID

Gaza: El fracaso moral de Ban Ki-Moon

Lunes 11 de mayo de 2009 por CEPRID

Hasan Abu Nimah

The Electronic Intifada

Traducido para el CEPRID por María Valdés

A finales de la semana pasada [se refiere a la última semana de abril, la fecha de publicación de este artículo fue el 6 de mayo], según el sitio en Internet de noticias en árabe de la BBC, el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, recibió un informe sobre la escala de la destrucción que Israel infligió a instalaciones de la ONU en Gaza. También fue mencionado en un boletín de noticias de la BBC el 1 de mayo, pero no pude encontrar datos de esta historia en ningún otro sitio.

La breve noticia indicaba que el informe de la ONU contenía información secreta suministrada por Israel sobre un incidente en el más de 40 civiles palestinos fueron masacrados cuando obuses israelíes cayeron “fuera” de una escuela de la ONU en la que estaban refugiados. La nota dice que el secretario general estudia qué parte de la información puede publicar sin desvelar la información suministrada por Israel, agregando que el informe de la ONU llegó a la conclusión de que no había combatientes de Hamás dentro de los edificios de la ONU sino que estaban cerca de ellos.

Al comentar el informe la BBC dijo que fue informada por una fuente diplomática [en el sentido] que EE.UU. ha informado a la oficina de Ban que el informe no debería ser publicado en su totalidad por el daño que podría causar a las conversaciones de paz sobre Oriente Próximo; en otras palabras (de hecho, las mías) a Israel.

El punto no es que se circule una opinión prematura sobre un informe no publicado – a pesar de las evidentes incongruencias sobre el bombardeo “fuera” de una instalación de la ONU que de alguna manera fue gravemente dañada – ni que se pronostique qué parte del informe el secretario general, finalmente, decida publicar.

(Cuando escribía este artículo los detalles de la investigación de la ONU se hicieron públicos. La investigación, dirigida por Ian Martin, ex director de Amnistía Internacional, acusó a Israel de no proteger instalaciones de la ONU y a civiles, desestimó como “falso” lo que dijo Israel sobre que combatientes de Hamás habían estado disparando desde instalaciones de la ONU, responsabilizó a Israel por todas las muertes y heridos en seis de nueve incidentes, y pidió más investigación de posibles crímenes de guerra. Ban ha rechazado las llamadas a continuar la investigación, pero instó a Israel a pagar 11 millones de dólares en reparaciones por los daños causados a la ONU.)

Pero tampoco podemos olvidar lo que acaba de pasar cuando Israel estaba masacrando a la gente inocente de Gaza y el mundo se quedó de brazos cruzados, incluso culpó a Hamás – que había observado escrupulosamente un cese al fuego negociado hasta que Israel lo rompió – por causar el Apocalipsis.

Cuando el polvo de los bombardeados israelíes comenzó a asentarse, Ban decidió visitar Gaza. Había esperanzas de que la ONU finalmente estuviera determinada a actuar con valentía y responsabilidad. Gaza era territorio fuera de límites para personalidades internacionales supuestamente porque una organización terrorista y políticamente contagiosa había tomado control del territorio y se presumía que nadie debía arriesgarse a contactar con ella, incluso si lo requerían consideraciones humanitarias urgentes.

Bueno, el secretario general decidió el 20 de enero que desafiar la norma e ir a Gaza. Sin embargo su valor sólo llegó hasta ese punto. Su muy protegido convoy lo llevó al todavía humeante complejo de la agencia de la ONU para refugiados palestinos (UNRWA), cuyos almacenes de alimentos y combustible fueron destruidos por ataques israelíes junto con su contenido. Debe haber tomado nota que la masiva destrucción no pudo ser causada por un “bombardeo fuera” de la instalación. “Me siento simplemente espantado, todos siguen oliendo este bombardeo. Sigue ardiendo. Se trata de un ataque ultrajante y totalmente inaceptable contra Naciones Unidas”, dijo. Su estallido de enojo se limitó, sin embargo, sólo a instalaciones de la ONU. Habló como si el resto de Gaza – donde más de 7.000 personas fueron muertas o heridas, y miles de viviendas, escuelas, mezquitas, universidades, estaciones de policía y edificios gubernamentales fueron destruidos – no existiera, o no fuese una preocupación para la ONU.

Llevado rápidamente en su convoy, no se molestó por detenerse y hablar con alguna de las víctimas de Israel – las familias que acababan de desenterrar de los escombros los restos de sus seres queridos, y los que estaban con horribles heridas en los hospitales abarrotados de Gaza. Son las personas, los refugiados palestinos, a las que la ONU debe ayudar en Gaza, pero parece que no hubo tiempo para ellos. Ban dijo, sin embargo, que había “condenado desde el estallido de este conflicto el excesivo uso de fuerza por las fuerzas israelíes en Gaza,” y agregó: “veo los ataques con cohetes contra Israel como totalmente inaceptables”. También dijo que enviaría un equipo de evaluación de las necesidades humanitarias, dirigido por un coordinador especial de la ONU.

Lo que decía en realidad es que consideraba que el ataque de Israel contra Gaza era perfectamente aceptable, pero que sólo estaba en desacuerdo con el tonelaje de explosivos que debían lanzar los aviones israelíes. Es más, debía haber especificado exactamente cuántos niños muertos, cuántas casas demolidas, cuántas víctimas de quemaduras, cuántas mezquitas destruidas toleraría como no “excesivos”. ¿Tal vez un tercio [de víctimas] hubiese sido razonablemente no-excesivo y la mitad del daño infligido? Sería útil que ambas partes lo supiesen para que los israelíes limiten sus matanzas a la cuota especificada por la ONU, y para que los gazatíes sepan cuántos de su comunidad deben ser sacrificados en la sagrada matanza aprobada por la ONU. Para Ban, entonces, el bombardeo israelí es bueno, aunque le gustaría que tal vez fuera un poco menor. Pero, en sintonía con sus amos políticos, considera que los palestinos no tienen derecho a ninguna forma de autodefensa contra la ocupación israelí, su constante agresión, y el mortífero sitio israelí (apoyado internacionalmente) por cualesquiera medios tengan a su disposición.

A fin de mantener la falsa sensación de equilibrio entre agresor y víctima, Ban visitó el asentamiento israelí de Sderot. Al inspeccionar pacientemente los restos dejados por cohetes de Hamas que mataron un total de tres israelíes, declaró: “Los proyectiles son armas indiscriminadas, y los ataques de Hamás son violaciones del derecho humanitario básico”. Este es el mismo Ban que no invocó ni una sola vez el derecho en relación con las continuas violaciones masivas del derecho por parte de Israel.

También es evidente que los cohetes disparados por facciones de la resistencia palestina no son tanto “indiscriminados” como “no guiados”. No hay motivo para creer que si los palestinos tuvieran acceso a los sistemas de guía suministrados por los americanos [EEUU] que tiene Israel dejarían de atacar bases militares israelíes (de hecho trataron de hacerlo, aunque la censura militar israelí no permite informar sobre ataques contra sus instalaciones militares). Los bombardeos de Israel, por otra parte, y Ban no lo dijo, son muy discriminados – atacan deliberadamente casas e instalaciones civiles.

En Sderot, Ban también instó a Israel a terminar su agobiante bloqueo de Gaza, pero no porque el bloqueo constituya una violación flagrante del derecho internacional, las convenciones de Ginebra, sea inhumano y malo. Le preocupó sólo que el bloqueo pudiese fortalecer a Hamás; si no fuera por eso, una dosis moderada de bombardeo estaría perfectamente bien.

Ban debería haber inspeccionado la destrucción en Gaza, visitado y pasado algún tiempo con las víctimas palestinas de Israel antes de poner un pie en cualquier instalación de la ONU. Pero parece que en realidad lo evitó intencionalmente para dar una señal de que no mostraba simpatía con “terroristas” o con gente acusada de albergarlos, a fin de inocularse a sí mismo contra críticas de Israel y su coro de apogetas. Ciertamente vio el ejemplo del relator especial de la ONU para los derechos humanos, el profesor emérito de Princeton y experto en derecho internacional, Richard Falk, quien fue expulsado y vilipendiado por Israel y el gobierno de EE.UU. por cumplir fielmente y con la verdad su mandato.

Esta no es más que una de las muchas historias tristes que muestran cómo la máxima dirigencia de la ONU ha traicionado y fracasado en su misión. La ONU no existe sólo para proteger a su personal y sus instalaciones. La bandera de la ONU debería por sí sola garantizar una protección real, una inmunidad que ningún Estado se atreva a violar sin sentir temor a las consecuencias. Pero Israel ha atacado repetidamente instalaciones de la ONU, escuelas, fuerzas de mantenedores de la paz y personal en Palestina y en el Líbano sabiendo que goza de inmunidad para sus acciones. La próxima vez que Israel ataque una instalación de la ONU, parte de la responsabilidad será de los que esta vez no actuaron correctamente.

Hasan Abu Nimah es el ex representante permanente de Jordania ante las Naciones Unidas.


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