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El show de Herrero: Habló el burro de orejas

Martes 3 de marzo de 2009 por CEPRID

Vicent Boix

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Parecía superada la dantesca actuación de Luis Herrero. Pero aún durante estos días, me ha sorprendido ver como algún medio sigue criticando a las instituciones venezolanas por haber expulsado a un provocador, que para más tristeza, ostenta un cargo político en Europa. Que preciosa la imagen y el talante que “nuestros” representantes van diseminando por el mundo.

Indudablemente la opereta estaba finamente orquestada. Herrero -que fue a Venezuela como observador internacional invitado por la oposición- sabía de sobra que su comportamiento le podía acarrear la expulsión. En el fondo era lo que buscaba e hizo todo lo posible para lograrla. Quebrantó el “Manual para las Misiones de Observación Electoral de la Unión Europea”,i que indica entre otras cosas que:

 Los observadores mantendrán una estricta imparcialidad en la ejecución de su cometido y en ningún momento manifestarán sus inclinaciones o preferencias respecto de las autoridades, partidos o candidatos nacionales o de cualquier cuestión debatida en el proceso electoral.

 Los observadores desempeñarán su cometido con discreción y no perturbarán el proceso electoral.

 Los observadores se abstendrán de hacer comentarios personales o prematuros, basados en sus propias observaciones, a los medios de comunicación o a cualquier persona interesada.

 Durante todo el tiempo que dure la misión, incluido el tiempo transcurrido fuera del trabajo, los observadores de las elecciones deberán comportarse de manera irreprochable, emitir juicios sensatos y guardar la mayor discreción personal posible.

Mencionar que algunas de estas normas de conducta que Herrero se saltó, también están contenidas de forma muy parecida en la “Declaración de Principios para la Observación Internacional de Elecciones” y en el “Código de Conducta para Observadores Internacionales”.ii Ambos documentos fueron aprobados por Naciones Unidas y refrendados por la Comisión Europea y la Asamblea Parlamentaria – Consejo de Europa.

Herrero, que como eurodiputado debería ser el primero en respetar y asumir esta serie de compromisos, dio una magistral y bonita lección a la ciudadanía. Si un representante político puede defecar en este tipo de directrices que emanan de la Unión Europea y de Naciones Unidas, el resto ¿por qué no?

El Consejo Nacional Electoral de Venezuela también ha venido dictando en diferentes citas electorales, una serie de normas sobre el régimen de observación electoral, que redundan en los principios de respeto a la soberanía, neutralidad, imparcialidad, transparencia, etc. Por lo tanto Herrero no sólo incumplió las declaraciones internacionales mencionadas anteriormente, sino también desobedeció las reglas del juego autóctonas.

Y es que la injerencia estridente y descarada de un extranjero no es una manía de Chávez, sino que muchos estados lo dejan bien claro incluso en sus propias constituciones. En México, el artículo 33 de su constitución, en su segundo párrafo, indica claramente que “Los extranjeros no podrán, de ninguna manera, inmiscuirse en los asuntos políticos del país.”. En Costa Rica, el artículo 19 revela sobre los extranjeros que “No pueden intervenir en los asuntos políticos del país….”. En Ecuador, el artículo 14 relata que “Los extranjeros están excluidos del ejercicio de los derechos políticos.”. El segundo párrafo del artículo 97 de la constitución salvadoreña afirma que “Los extranjeros que directa o indirectamente participen en la política interna del país pierden el derecho a residir en él.”. En Honduras, el artículo 32 expone que “Los extranjeros no podrán desarrollar en el país actividades políticas de carácter nacional ni internacional, bajo pena de ser sancionados de conformidad con la Ley.”. En su artículo 4, la constitución brasileña enseña que “La República Federativa de Brasil se rige en sus relaciones internacionales por los siguientes principios” y entre los puntos indicados, destaca el I que dice “independencia nacional” y el IV que dice simplemente: “no intervención”, entendiéndose que se alude a cualquier persona física o jurídica extranjera. Por último, el artículo primero de la constitución nicaragüense dice que “Toda injerencia extranjera en los asuntos internos de Nicaragua o cualquier intento de menoscabar esos derechos, atentan contra la vida del pueblo...”.

Los escándalos del PP y las elecciones en Euskadi y Galicia.

Por si a esta comedia le faltaba algo de cinismo y humor, a Luís Herrero, hijo de ministro franquista, no se le ocurrió otra cosa que calificar a Chávez de “dictador”. Se fue a platicar de democracia un tertuliano de la incendiaria Cadena COPE. Será que como en su país nadie puede criticar al jefe de estado, él va a desfogarse a otros lugares.

Teniendo en cuenta las diferentes normativas que se vulneraron en materia de observación electoral y teniendo en cuenta los dicharachos e incoherencias del tal Herrero, sería interesante preguntarse qué había detrás de este show. Evidentemente, por una parte, se pretendía dar un pequeño empujón a la dividida oposición venezolana. Sin embargo, el motivo principal del desatino habría que buscarlo en el propio estado español. El Partido Popular al cual pertenece Herrero, atraviesa en los últimos tiempos una etapa bastante complicada y su imagen se ha deteriorado bastante a raíz de dos recientes y sonados casos -uno de corrupción y otro de espionaje- que podrían afectar a gente del partido. Ambos tienen como epicentro dos comunidades autónomas que son auténticos baluartes del PP (Madrid y País Valenciano).

En medio de este terremoto político, se avecinan para el primero de marzo dos elecciones autonómicas de vital importancia, en las que según los sondeos, el PP podría cosechar un buen varapalo. En Euskadi las encuestas le dan entre 11 y 12 escaños en el parlamento vasco, frente a los 15 que tiene actualmente. En Galicia, socialistas y nacionalistas revalidarían su pacto para gobernar e incluso podrían sacarle más diferencia al PP.iii

A contrarreloj, la derecha quiere apagar el fuego y echar balones fuera para regresar cuanto antes a la normalidad e intentar revertir los presagios en Euskadi y Galicia. Los que van a Venezuela a dar lecciones de democracia, en España critican con dureza al juez que investiga el caso de corrupción y recurren a mil filigranas con tal de desviar la atención mediática. En esta coyuntura, lógicamente, se vislumbra con más nitidez a qué fue Herrero a Venezuela. Y ciertamente logró su objetivo, aunque eso sí, la próxima vez que quieran armar bulla, por favor, que recurran a alguien menos soez y altanero.


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