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LA EXPANSION DEL SUBIMPERIALISMO BRASILEÑO: La política de integración del gobierno Lula en América Latina (I)

Lunes 2 de febrero de 2009 por CEPRID

Mathias Luce

CEPRID/Patria Grande

1. Introducción

Latinoamérica en el alba del siglo XXI experimenta un nuevo período de ascenso del movimiento de masas después del reflujo provocado por la ofensiva neoliberal de la década de los 90. Uno de los elementos que reúne esa polvorosa de movilizaciones y rebeliones a través del continente, haciendo que ellas formen una misma ola de descontentamiento social son las demandas de los pueblos en lucha por el control social de los recursos naturales.

Hoy, cuando se proliferan críticas hacia la política externa del Estado brasileño – en cuestiones como la ocupación militar de Haití, la alianza con el gobierno Bush en el tema del etanol y el apoyo a la exportación de capitales de empresas brasileñas – apropiándose del producto excedente de las naciones vecinas, como Petrobras en Bolivia – es fundamental retomar la tesis de Ruy Mauro Marini sobre el subimperialismo. Esa tarea es necesaria tanto para desvelar la dinámica actual de las relaciones de poder en el sistema regional latino-americano, como para definir una estrategia consecuente para la izquierda socialista en el continente.

2. La Teoría del Subimperialismo

El concepto de subimperialismo es resultado del esfuerzo teórico de Marini en pos de impulsar "la superación del enfoque meramente institucional – y frecuentemente, jurídico - preponderante en los análisis de la política exterior latinoamericana, motivando los estudiosos a investigar sus determinaciones económicas y de clase".

Entre sus escritos de 1965 a los años 90, quizá las definiciones más sintéticas de Marini para el subimperialismo sean las que se encuentran en las citas abajo:

El subimperialismo corresponde a la expresión perversa de la diferenciación sufrida por la economía mundial, como resultado de la internacionalización de la acumulación capitalista, que contrapuso al esquema simple de la división del trabajo – cristalizado en la relación centro-periferia, que preocupaba la Cepal – un sistema de relaciones mucho más complejo. En él, la difusión de la industria manufacturera, elevando a la composición orgánica media nacional del capital, es decir, la relación existente entre medios de producción y fuerza de trabajo, le da lugar a subcentros económicos (y políticos), dotados de relativa autonomía, aunque permanezcan subordinados a la dinámica global impuesta por los grandes centros.

Hemos definido, en otra oportunidad, al subimperialismo como la forma que asume la economía dependiente al llegar a la etapa de lo monopolios y el capital financiero. El subimperialismo implica dos componentes básicos: por un lado, una composición orgánica media en la escala mundial de los aparatos productivos nacionales y, por otro lado, el ejercicio de una política expansionista relativamente autónoma, que no sólo se acompaña de una mayor integración al sistema productivo imperialista sino que se mantiene en el marco de la hegemonía ejercida por el imperialismo a escala internacional.

La génesis del concepto de subimperialismo deriva del análisis de Marini sobre el tormentoso período de la historia brasileña que fueron los quince años acaecidos entre 1950 e 1964, cuando la agudización de la lucha de clases y la crisis del proceso de industrialización generaron tensiones disruptivas en el seno del capitalismo brasileño, desembocando al acontecimiento político-militar de 64 e el comienzo de una nueva fase, el subimperialismo. Es "la polémica sobre la existencia o no de problemas de realización en la economía brasileña y la solución permitida por el golpe de Estado de 64 [que] permite a Marini establecer el concepto de subimperialismo".

La teoría del subimperialismo se apoya en el fundamento de que las relaciones entre el capitalismo dominante y la economía dependiente implican una transferencia de valor de la segunda hacia la primera, llevando a las burguesías de subcentros como Brasil a echar mano de la superexplotación del trabajo y la conquista de una esfera de influencia propia, donde tengan una hegemonía regional como mecanismo de compensación del producto excedente que se les escapa de sus manos.

Identificando una crisis de realización en la economía brasileña de los años 60, Marini observó el rol cumplido por el Estado y el mercado externo como salida para las contradicciones puestas a la reproducción del capital en la economía dependiente. Ambos mecanismos pasaban a cumplir con una función en tanto de factores de realización del capital. La importancia adquirida por el mercado externo en la realización del capital de la industria manufacturera fue observada a través del coeficiente de las exportaciones en el ingreso de determinadas ramas industriales.

Cuanto al papel del Estado en la realización, los indicadores utilizados fueron la participación del Estado en la tasa de inversión y la política de promoción a las exportaciones. Cuando analizó el tema de la realización del capital, Marini examinó las dos maneras de obtención de ganancias extraordinarias – la renta diferencial y la plusvalía extraordinaria. Hoy día, nuevas formas enmarcan estos factores en el ímpetu de los capitalistas para ampliar las sumas de valor acumulado.

En este artículo, argumentamos que la internacionalización de empresas brasileñas corresponde a una retomada del subimperialismo, bajo nuevas formas, a partir de la expansión del capitalismo brasileño bajo comando de sus grandes empresas que apoyadas en el Estado, se apropian de la plusvalía producida en las naciones suramericanas, haciendo del continente esfera de influencia privilegiada para la inserción del capitalismo de la potencial regional sudamericana en la mundialización del capital.

Conforme ha argumentado la literatura incipiente sobre multinacionales brasileñas, el camino de la internacionalización corresponde a una estrategia de sobrevivencia de las compañías frente al doble cambio que ha afectado la economía brasileña y el capitalismo mundial. En el ámbito de la primera, la apertura comercial y financiera expuso la burguesía brasileña a la competencia externa, sin la protección que les suministraban los aranceles. En el terreno internacional, la reestructuración productiva y la configuración financiera de la llamada gobernanza corporativa afianzaron la emergencia de un nuevo patrón de acumulación y reproducción del capital, cuyo cumplimiento exitoso se impuso como imperativo a los capitalistas que deseen realizar la plusvalía apropiada.

El patrón de acumulación emergido de la mundialización del capital exige la conquista de ventajas de escala, el control de redes de comercio y distribución en diferentes mercados, entre otras ventajas competitivas – sin las cuales toda grande empresa tiende a sucumbir en su propio mercado de origen. La historia económica reciente demuestra la cantidad de empresas que han sido absorbidas por corporaciones del capitalismo dominante luego de no haber logrado adaptarse al patrón de competencia vigente. Por otro lado, el diagnóstico de las mayores empresas brasileñas evidencia un elemento fundamental para nuestro debate: aquellas que mantuvieron su posición dominante sin que fueran absorbidas por grupos del capitalismo central son generalmente las mismas que han iniciado una estrategia expansionista para se volcaren multinacionales.

Si la expansión multinacional ha asumido condición de relieve en el patrón vigente de acumulación, ella también representa una dimensión fundamental del proceso de reproducción ampliada del capital que le corresponde. Cumplir con los requisitos que aseguren márgenes de ganancia superiores a las de sus competidores de manera a hacer proseguir el ciclo expansivo sobre nueva magnitud de valor nos conduce al tema de la realización del capital y, por ende, a la cuestión del subimperialismo en la actualidad.

En la fase que hemos adentrado de la mundialización del capital, una realidad novedosa consiste en que los países semiperiféricos se han también transformado en emisores de inversiones directas en el exterior, atingiendo el 10% del monto global en comienzos de los años 2000. La UNCTAD, que ha venido Tendo começado a medir o IED dos "países emergentes"[8], a UNCTAD vem agrupando as 50 maiores multinacionais dessa categoria de países. Entre elas, três multinacionais brasileñas figuraram na lista da organização: a Petrobras, a Vale e a Gerdau. Sin embargo, más importante aún que identificar la posición de las multinacionales brasileñas en el ranking de las firmas semiperiféricas será demostrar el lugar asumido por América del Sur en la estrategia expansionista de estas compañías – especialmente la importancia que tienen los activos incorporados de las economías vecinas de Brasil para la conquista de ventajas competitivas que sirven de sostén para la realización de los capitales de las empresas del capitalismo brasileiro, mientras se subordina las naciones sudamericanas a una división regional desigual del trabajo hegemonizada por el nuevo subimperialismo.

3. A America del Sur: esfera de influencia de las multinacionales brasileñas en el nuevo subimperialismo

A seguir, haremos el examen del expansionismo del capitalismo brasileiro en Sudamérica a través de operaciones de fusión & adquisición y de exportación de inversiones. Se examinarán los casos involucrando las economías de MERCOSUR y los países andinos donde se verifica mayor presencia de intereses de grandes empresas de capital brasileño. Analizaremos además otras prácticas que configuran relaciones subimperialistas en la actualidad y que pueden estar jugando un rol relevante en la preservación de los intereses de la gran burguesía interna agraria e industrial de Brasil.

Uruguay

En años recientes, se ha registrado intensa desnacionalización de la economía uruguaya por medio de la adquisición de tierras y de numerosas plantas frigoríficas por grupos extranjeros. La transferencia de dueños que afecta a la cadena cárnica en Uruguay llevó a que más del 50% de las exportaciones del sector pasaran para manos de capitales extranjeros. En este proceso, grupos brasileños son actores principales.

En el último lustro, seis importantes frigoríficos pasaron para el control de capitalistas brasileños. La operación inaugural en esa ola de adquisiciones fue la compra del 75% del control de PUL S.A. por el empresario Ernesto Correa, en el 2003. En el 2006, el grupo Bertin absorbió el frigorífico Canelones. Sin embargo, el caso más agudo ha sido la expansión de Marfrig en Uruguay. También en el 2006, incorporó los activos de los frigoríficos Tacuarembó y Elbio Pérez Rodríguez por, respectivamente, US$ 35 y 25 millones. El año siguiente compró por US$ 26 millones el frigorífico La Caballada y, finalmente, el Colonia, como parte de una operación estimada en US$ 266,8 millones, de la que formó parte la compra de tres plantas argentinas que, como el Colonia, pertenecían a la empresa Quickfood.

Así, a través de cuatro adquisiciones entre 2006 y 2007, el Marfrig fue alzado al puesto de mayor exportador de carne de Uruguay. Este cambio de dueños llevó a que la empresa brasileña fuese mencionada en el informe del Ministerio de Economía y Finanzas que concluye sobre la formación de cartel en el sector cárnico. Segundo el documento, ¡sólo el Marfrig controla 1/3 de la faena en la agroindustria de Uruguay! Hoy, 85% del territorio del país se destina a la actividad pastoril. La agroindustria, principal actividad económica, conlleva el 60% de las exportaciones totales. De este monto, solamente la pecuaria – fundamentalmente la bovina – genera 25% del valor exportado, ocupando el lugar de mayor relieve en la condición de primera fuente de divisas en la economía nacional.

¿Que nos tienen a enseñar los datos arriba? El hecho de un grupo extranjero como el Marfrig concentrar 1/3 de la faena realizada es indicador de la grandeza de la transferencia de valor hacia el exterior que se acometió sobre la primera actividad productiva de Uruguay. Se debe añadir otro hecho. Además del valor producido en la agroindustria e apropiado por las empresas brasileñas, hay la renta de la tierra extraída por los nuevos propietarios, que han venido comprando a bajo precio numerosas haciendas de los capitalistas locales, que se encuentran en posición de desventaja frente a oligopolios como Marfrig y Bertin.

Desde el punto de vista de la reproducción ampliada el capital de los frigoríficos brasileños – y, por ende, de su realización –, la presencia en el país oriental materializa diferentes objetivos de las estrategias internacionales de las firmas en análisis. Primero, en la lucha por competitividad en el mercado internacional esas empresas persiguen ventajas en escala. Por ello, se vuelve necesario ampliar las reservas de carne a su disposición. En segundo lugar, una vez que Uruguay es reconocido como país libre de fiebre aftosa, tener allí instalada una base exportadora es un hecho imperioso a las empresas que desean acceder a mercados como EEUU. Tercero, las exportaciones de carne saliendo de Uruguay obtienen mayor usufructo de la Cota Hilton de Unión Europea.

El caso de Marfrig en Uruguay en un ejemplo notable de una rama donde la gran burguesía interna agraria e industrial de Brasil logró mantener su posición de oligopolio avanzando sobre la frontera con la retomada del subimperialismo.

Argentina

Comparativamente a Brasil, Argentina sufrió las consecuencias del neoliberalismo de manera mucho más aguda que su vecino regional, pues sus gobiernos fueron mucho más fondo con las políticas privatizadoras y de apertura comercial y financiera, llevando a la economía del país al default del 2001. Históricamente rival de Brasil en la disputa por la hegemonía del Cono Sur, el capitalismo argentino ha pasado del 2001 hasta hoy por numerosas operaciones de fusión y adquisición que cambiaron activos estratégicos de la burguesía argentina para grandes empresas brasileñas.

Si el valor de las operaciones es indicador de la magnitud de los negocios, se debe añadir que estamos hablando de empresas estratégicas en su mayoría. Petrobras asumió el control de Pecom e hizo incorporar parte importante del botín de YPF. La cementera Loma Negra es la mayor industria de la rama en el país, responsable por mitad de la producción nacional. Swift Armour era el mayor frigorífico argentino en operación, en una economía donde el agro representa parcela expresiva del PNB. Aquí cabe además otra consideración. La operación de compra del Swift Armour por el grupo brasileño FRIBOI contó con préstamo de US$80 millones del BNDES de Brasil (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social), inaugurando la línea de apoyo a la internacionalización de empresas brasileñas creada por el gobierno de Lula.

Estas inversiones realizadas por grandes empresas brasileñas en Argentina la están transformando en una importante plataforma para proyectar capitales brasileños. Ese proceso de transferencia de sectores importantes de la economía argentina para el control de empresas brasileñas, aunado a la reversión de loa anteriores saldos comerciales positivos que Argentina obtenía con Brasil en MERCOSUR llevó a que las autoridades de la segunda mayor economía de Cono Sur pasasen a protestar con relación a los reales beneficios generados por el bloque.

Ese contexto reforzó la desconfianza argentina respecto a las pretensiones hegemónicas de Brasil, lo que se materializó en el caso litigioso entre los gobiernos de Argentino y Uruguay por cuenta de la instalación de fábricas de celulosa en la frontera entre los dos países. El reaparecimiento de desconfianzas por parte de las autoridades argentinas es fuente de preocupación de la diplomacia brasileña, como revela la correspondencia diplomática abajo: Nas últimas semanas, com a venda da Loma Negra, uma das maiores e mais tradicionais empresas argentinas, para a Camargo Corrêa, reaqueceu-se o debate em torno do risco da desnacionalização industrial, da ’invasão brasileña’ e das assimetrias bilaterais. (...) Será importante, no tratamento público da questão da crescente presença brasileña na Argentina, valorizar o movimento que existe em sentido contrário, em clara demonstração de que o Mercosul e a aliança estratégica vêm gerando um grande impulso econômico intra-regional, valioso sob todas as luzes.

Paraguay

El choque del expansionismo brasileño con Paraguay tiene orígenes remotos en la Guerra de la Tríplice Alianza, que diezmó la población de la nación guaraní y resultó en la pérdida de dimensiones considerables del territorio del país. En el sentido estricto del concepto de subimperialismo, sin embargo, fue durante la dictadura militar brasileña que la economía industrial de la potencia regional sudamericana, en el afán de asegurarse fuentes de materias primas y energía en el exterior llevó a cabo la penetración subimperialista sobre Paraguay.

Desde aquel período, el Tratado de Itaipú se nos presenta hasta hoy como la principal cuestión del subimperialismo brasileño en Paraguay. Segundo Ricardo Canese, hay cuatro problemas centrales en lo que atañe a Itaipú: (1) la prohibición establecida por el Tratado a que Paraguay venda a otras economías – más allá de Brasil – el excedente energético dentro da parte que le corresponde; (2) el descumplido sistemático a la regla de alternancia en la gestión de la empresa Itaipú binacional, responsable por la operación de la usina; (3) los precios abajo del valor de mercado pagos por Brasil por la energía excedente que Paraguay le destina; (4) la deuda que Paraguay contrajo con Brasil en el momento de la construcción de la represe y la usina de Itaipú – deuda que creció sustantivamente por cuenta de altas tasas de interés practicadas.

Autoridades brasileñas han manipulado el debate sobre las relaciones brutalmente desiguales en la exploración del potencial hídrico paraguayo. Es común que responsabilicen exclusivamente a la dictadura de Stroessner por los términos firmados en el tratado, como si el régimen militar brasileño y los gobiernos que lo sucedieron no fueran co-responsables por esa situación de intercambio desigual y subordinación del pueblo paraguayo a las necesidades energéticas del capitalismo brasileño. Durante la campaña electoral de Lugo, el asesor de Lula para asuntos internacionales, Marco Aurelio García, evidenció ese tipo de pensamiento, por ejemplo cuando declaró: no podemos cambiar así un tratado firmado en 1973. La reivindicación es mal planteada, legal y políticamente [...] es fácil para Paraguay atribuir a Brasil la responsabilidad de los problemas, pero ellos deben pensar en un proyecto de desarrollo.

A la par con el tema relativo a la usina de Itaipú, la cuestión de los terratenientes brasiguayos es el segundo aspecto más candente de las relaciones Brasil-Paraguay. Desde meados del siglo pasado, un número creciente de brasileños se estableció en tierras paraguayas, buscando trabajo en la región de alto Paraná y de Canideyú, en el cultivo de la soja y del algodón. Conocidos como "brasiguayos", este contingente alcanza la cifra de 380 mil habitantes (10% aproximadamente de la población paraguaya). Actualmente ellos poseen 1,2 millones de hectáreas, lo que representa 40% de ambos los departamentos y más de 80% de la soja local. Gracias al buen desempeño de esta producción, se ha creado una clase de finqueros de taja mediana con propiedades rurales cuyo tamaño en media es de 500 hectáreas, aquellos que se volvieron los principales promotores de la modernización agrícola de los departamentos sudorientales.

Estas propiedades poseen peso considerable en el producto interno paraguayo. El mayor latifundista de Paraguay, el brasiguayo Tranquilo Favero, estima que entre 90 y 95% de la soja del país estea en manos de brasileños. Segundo datos de la FAO referentes a 2004, Paraguay fue el tercer mayor productor de soja en América Latina y el sexto en el mundo entero, con 3 millones y 584 mil toneladas. Presentemente, la soja es el ítem principal de las exportaciones y su producción estimada para 2008 era de 7 millones de toneladas. Ese monto, con el precio de la tonelada a US$400, equivaldría a US$ 2 mil millones, o sea, de 60 a 70% de la entrada de divisas de la economía.

Bolivia

Bolivia es el caso más emblemático que traduce el subimperialismo brasileño en su actual fase. A lo largo de 10 años que se han pasado entre le creación de Petrobras Bolivia S.A. y el decreto de nacionalización de los hidrocarburos del gobierno Evo Morales, la compañía brasileña se afirmó en la condición de mayor empresa en actividad en el país. Un factor decisivo ha sido que Petrobras logró conquistar una ventaja sustancial sobre las petroleras competidoras. Gracias a informaciones privilegiadas fornecidas por ex funcionarios de YPFB, reclutados por Petrobras, esta arremató los contratos de exploración de los dos mayores campos de gas del país – San Alberto e San Antonio. Enseguida, en 1999, compró las refinerías bolivianas de Santa Cruz y Cochabamba, en sociedad con la argentina Pecom.

Cuando Evo llegó a la presidencia, Petrobras detenía el 45,9% de las reservas probadas y probables de gas y el 39,5% de las reservas de petróleo, además de controlar etapas de toda la cadena de hidrocarburos (prospección, explotación, refino, distribución y comercialización). En la actividad de refino, la empresa controlaba 100%, como propietaria integral de las dos refinerías, después de haber incorporado a Pecom. Hasta 2006, Petrobras exportó gas boliviano a Brasil a precios bastante inferiores a los de mercado. Los suministros de gas boliviano abastecieron las necesidades energéticas de la burguesía industrial de Sao Pablo, que aumentó sus ganancias reduciendo sus costos de producción con tarifas ampliamente ventajosas, mientras Petrobras pagó royalties bajos en la cifra del 20%.

Durante la crisis interna instalada por ocasión de la Guerra del Gas, un comunicado del embajador brasileño en Bolivia dejo claro como la soberanía de los bolivianos es esgrimida por la codicia de las multinacionales, incluso Petrobras: A dificuldade em transformar em realidade o anseio de grande parte da população boliviana pela industrialização do gás natural reside, justamente, na incompatibilidade entre a execução dos projetos GTL e petroquímicos - que requerem investimentos significativos - e as outras três principais reivindicações dos movimentos populares que derrubaram o Presidente Sánchez de Lozada: evitar a exportação de gás, aumentar a carga impositiva sobre as empresas de hidrocarbonetos e levar a cabo alguma medida de nacionalização dos hidrocarbonetos. A perspectiva da reforma da Lei de Hidrocarbonetos e da realização do referendo vinculante sobre o destino do gás, cujos resultados são imprevisíveis, afastam, no momento, qualquer decisão de investimento.

El alerta sobre la instabilidad en el marco jurídico del país, dirigido a Petrobras, evidencia como la política de integración regional sostenida por el Estado brasileño busca mantener la ley del intercambio desigual, para beneficio de las corporaciones del capitalismo subimperialista. Sin la obtención de ganancias extraordinarias, cesará la disposición para hacer inversiones.

El desenlace resultante de esta historia reciente es conocido. Aunque las medidas tomadas después del decreto de 2006 hayan mejorado la participación del Estado boliviano en la renta proveniente de los hidrocarburos, todavía no ha ocurrido nacionalización efectiva del sector. Petrobras, junto a otras compañías multinacionales, prosigue acumulando altas tasas de ganancia, pagando por el gas un precio aún inferior a lo que sería justo.

Un otro terreno donde se expresan las relaciones hegemónicas del capitalismo brasileño en Bolivia es el proyecto de la hidrovía del Río Madeira. Este río caudaloso, que une aguas brasileñas y bolivianas en la bacía amazónica, figura en plan logístico de IIRSA como alternativa de transporte de los productos industriales de Zona Franca de Manaus e del agro negocio del Centro-Oeste brasileño, proporcionando un acceso facilitado para las autopistas bolivianas que siguen en dirección al Pacífico. El proyecto de la hidrovía depende de la construcción de cuatro usinas hidroeléctricas, que articuladas a exclusas permitirían la navegabilidad del Madeira por grandes embarcaciones de carga.

Sin contar con la aprobación de los bolivianos, el gobierno brasileño concedió la licencia para la construcción de dos usinas en el estado de Rondonia, con graves impactos estimados sobre el ecosistema del río, del cual dependen miles de ribeiinhos en Brasil y en la parte boliviana del Madeira. En consonancia con la presión del movimiento popular en contra de este proyecto, Evo formalizó en el Parlamento Amazónico una moción de rechazo a las usinas del río Madeira.

No podríamos finalizar esa reflexión sobre el subimperialismo en Bolivia sin mencionar sus implicaciones para la cuestión agraria. Es un hecho conocido que existen cerca de 200 mil brasileños en tierras bolivianas (os brasivianos). Sin embargo, de ese contingente, apenas 100 familias de grandes terratenientes brasileños controlan 32% de la producción boliviana de soja y 35% de las exportaciones del mismo producto.

Eses intereses, incrustados principalmente en el departamento de Santa Cruz, respaldan el gobernador de la provincia que lidera la sedición reaccionaria de la Media Luna. Los latifundistas brasileños ya han contado con declaraciones de apoyo de Brasilia, que condicionó un préstamos del BNDES al gobierno boliviano a que permanezcan intocadas las propiedades de aquellos terratenientes cuando se implemente el proyecto de reforma agraria previsto en la nueva constitución.


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