Los BRICS y el desafío de la desdolarización
Jueves 23 de mayo de 2024 por CEPRID
Paulo Nogueira Batista Jr.
Wenhua Zongheng
Como es sabido, la desdolarización ha ganado relevancia desde 2022, cuando Estados Unidos y Europa decidieron bloquear gran parte de las reservas internacionales de Rusia en respuesta a la invasión de Ucrania, según describe Yu Yongding. Tradicionalmente, los funcionarios y expertos occidentales han instado a los países en desarrollo a adoptar políticas de “fomento de la confianza” y a respetar los derechos de propiedad. Sin embargo, en retrospectiva, resulta sorprendente que el congelamiento de los activos rusos y las amenazas de confiscación total sean medidas “destructivas de la confianza”, que afectan significativamente al dólar estadounidense y al euro. Estas acciones han alarmado a países como China, uno de los principales poseedores de bonos estadounidenses en dólares en sus reservas internacionales. Ante situaciones de conflicto con Estados Unidos y Occidente, muchos países han reconocido la necesidad de reducir su dependencia del dólar y del sistema financiero occidental. Esto ha impulsado esfuerzos en todo el mundo para utilizar monedas nacionales en transacciones internacionales, fortalecer sistemas de pago alternativos, confiar más en el renminbi chino e incluso considerar una nueva moneda de referencia de los BRICS. Esto evidencia un golpe autoinfligido por Estados Unidos y Europa. Los académicos chinos han contribuido significativamente al debate sobre estos desafíos en sus ponencias.
A pesar de la popularidad del tema de la desdolarización en diversos círculos y en los medios de comunicación, suele faltar una comprensión adecuada de su complejidad. Existe una expectativa generalizada de que los BRICS desarrollarán pronto una alternativa al dólar estadounidense. Pero, ¿sería esta una expectativa realista? Tal vez no.
La complejidad de este tema es doble: política y técnica. En el aspecto político, podemos identificar dos dificultades principales: a) la evidente resistencia de Estados Unidos a renunciar a lo que los franceses llamaron en los años sesenta el “privilegio exorbitante” de que su moneda nacional, emitida y gestionada según los intereses nacionales de EEUU, sirviera como la principal moneda mundial; y b) la dificultad real de unir verdaderamente a los países BRICS en este esfuerzo.
Permítanme abordar estas dos grandes dificultades, basándome en parte en mi experiencia práctica como director del Fondo Monetario Internacional (FMI), delegado brasileño en el proceso BRICS y, más tarde, vicepresidente del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD).
Es importante tener en cuenta que Estados Unidos probablemente utilizará todos los medios a su disposición para resistir cualquier intento de desplazar al dólar de su posición central en el sistema monetario internacional. Esta ha sido su práctica histórica, desde las negociaciones financieras y monetarias al final de la Segunda Guerra Mundial. Las propuestas de Keynes para una moneda internacional fueron rechazadas rotundamente por los funcionarios estadounidenses. Posteriormente, Estados Unidos mediante su poder de veto bloqueó los intentos en el FMI de elevar los Derechos Especiales de Giro (DEG) a una moneda con estatus internacional, lo que resultó en que los DEG siguieran siendo de importancia secundaria, principalmente dentro del FMI. Estados Unidos mira con profunda desconfianza los debates emergentes sobre la desdolarización entre los países BRICS y es probable que intervenga para bloquear iniciativas y fomentar divisiones entre ellos. Por ejemplo, uno podría preguntarse ¿serán India y Sudáfrica capaces de resistir las presiones de Estados Unidos en este tema? Aunque Brasil, mi país, actualmente sigue una política exterior independiente bajo la presidencia de Lula da Silva, un futuro gobierno podría mostrar reticencia en desafiar a Estados Unidos en un asunto tan crucial.
Esto nos lleva directamente a la segunda dimensión mencionada anteriormente. ¿Están los BRICS suficientemente cohesionados como agrupación para abordar este complejo reto? Basándome en mi experiencia práctica del proceso de los BRICS, advertiría que no debemos ser demasiado optimistas al responder a esta pregunta. Incluso cuando solo había cinco países alrededor de la mesa, la dificultad de llegar a un acuerdo sobre pasos concretos, especialmente en la creación y puesta en marcha del fondo monetario de los BRICS (el Acuerdo de Reservas Contingentes, CRA por sus siglas en inglés) y del banco de desarrollo (el NBD), era realmente sorprendente. En primer lugar, debido a las diferencias de perspectiva e intereses nacionales entre los cinco países. En segundo lugar, lamentablemente, por la falta de talento y competencia técnica de muchos de los funcionarios que representaban a los cinco países en estas negociaciones y en los mecanismos financieros resultantes. (1)
Es una afirmación dura, lo reconozco, pero si nos tomamos en serio la cuestión de la desdolarización y las alternativas a la moneda estadounidense, debemos ser realistas y tener un mínimo de autocrítica.
La expansión de los BRICS, que comenzó en 2024, aumentará aún más los problemas de coordinación y las vulnerabilidades políticas. Con nueve o diez países miembros (dependiendo de si Arabia Saudita acepta unirse), se puede prever un desafío aún mayor para avanzar en cualquier asunto práctico. Muchos observadores, incluso algunos académicos bien informados, no suelen ser conscientes de estas dificultades. Algunos simplemente suman los productos internos brutos (PIB) y las poblaciones de los BRICS o BRICS+ y concluyen apresuradamente que el grupo se ha convertido en una gran fuerza mundial. Algunos países, como China y Rusia, parecen estar interesados en ampliar aún más el grupo. En la retórica periodística, se sugiere que el BRICS ampliado se convertirá en un foro para el Sur Global. Esto puede sonar prometedor, pero cabe preguntarse: ¿un aumento rápido y significativo en el número de miembros del grupo no convertirá al BRICS+ en algo similar a una “ONU del Sur”, posiblemente tan ineficaz como la propia ONU?
No obstante, no deberíamos ser tan negativos. La realidad es que el grupo BRICS incluye a países de gran importancia. Los cuatro miembros originales – Brasil, Rusia, India y China – están entre los gigantes mundiales. China, en particular, ha emergido como la mayor economía, en términos de PIB en paridad de poder adquisitivo, superando a Estados Unidos por un margen considerable. Los países BRICS comparten una larga historia de insatisfacción con la actual arquitectura monetaria y financiera internacional. Esta insatisfacción ha aumentado en las primeras décadas del siglo XXI, ya que la inestabilidad financiera, económica y política se ha agudizado considerablemente. Sin embargo, Occidente no muestra señales de realizar las adaptaciones y concesiones necesarias para acomodar a los BRICS y otras naciones con mercados emergentes. La disfuncionalidad del sistema monetario internacional basado en el dólar, que se originó en la década de 1960, se hace cada vez más evidente.
Por lo tanto, tenemos la responsabilidad de enfrentar estos desafíos. Si no podemos hacerlo como grupo, tal vez China asuma el liderazgo en la desdolarización. Sin embargo, como destaca Gao Bai, no está claro que China tenga los medios necesarios ni esté verdaderamente interesada en reemplazar al dólar estadounidense con su propia moneda. Para una economía que aún no ha madurado completamente en términos financieros y en otros aspectos, el “exorbitante privilegio” bien podría convertirse en una “exorbitante carga”. El profesor Gao ha planteado las preguntas pertinentes. ¿Estaría China dispuesta e interesada en hacer del renminbi una moneda completamente convertible? (Probablemente sea este un requisito para que pueda reemplazar al dólar estadounidense de manera significativa). ¿Estaría China dispuesta a aceptar la apreciación resultante del aumento de la demanda internacional de su moneda? ¿Qué efectos tendría la apreciación del renminbi sobre la competitividad de las exportaciones chinas y la cuenta corriente en la balanza de pagos? ¿No entraría en conflicto un gran aumento del papel de la divisa china con la estrategia del país, ya antigua y exitosa, de proteger cautelosamente su economía y sus sistemas financieros de las turbulencias internacionales? Y, por último, pero no por ello menos importante, ¿está China preparada para soportar el peso de la ira estadounidense contra cualquiera que se esfuerce seriamente por desplazar al dólar? Debido a estas y otras incertidumbres, es bastante difícil esperar que China lidere por sí sola el proceso de desdolarización.
Esto nos lleva de vuelta a los BRICS. Si el grupo puede superar los problemas de coordinación, las vulnerabilidades políticas y la falta de personal especializado, la carga política y técnica podría distribuirse entre los países miembros. De esta manera, se compartiría la responsabilidad entre varios países.
Rusia, en calidad de presidente de los BRICS en 2024, ya ha comenzado a trabajar en una revisión del sistema internacional y en posibles iniciativas del grupo en este ámbito. Se sabe poco sobre el progreso alcanzado por los BRICS bajo el liderazgo ruso este año. En cualquier caso, se espera que Rusia, que hasta ahora ha sido la principal afectada por el dominio del dólar estadounidense y el sistema financiero occidental, haga todo lo posible por promover la agenda. Brasil, que asumirá la presidencia del grupo en 2025, continuará, esperemos, donde lo dejó Rusia.
Nota
(1) En mi libro “Los BRICS y los mecanismos de financiación que crearon: Avances y deficiencias” (2022), analicé con cierto detalle las negociaciones y los primeros cinco años de existencia del NBD y del CRA. Volví sobre el asunto en un breve artículo publicado en 2023, véase Nogueira Batista, “Iniciativas Financieras y Monetarias de los BRICS”, https://valdaiclub.com/a/highlights/brics-financial-and-monetary-initiatives/.