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Cuba: La función de la adversidad y los fracasos exitosos

Lunes 16 de agosto de 2021 por CEPRID

Ricardo J. Machado

Segunda Cita

Para salir de la escasez y la miseria, lo que necesitamos es cultura, honestidad y capacidad de razonar.

V.I.Lenin

La singularidad del escenario actual y un fatum de la historia la nación que regresa como cumpliendo un ciclo

La acción simultánea sobre la sociedad cubana de factores sin precedente –Covid y máxima presión del bloqueo– ha desencadenado hechos sin precedentes en la historia de la revolución: fuertes disturbios en decenas de lugares del país. Ambos factores hicieron sinergia con la lentitud y vacilaciones de nuestra dirección en la implantación de reformas anunciadas. Reitero lo que todo el mundo sabe:

A- El punto mas alto y de máxima presión del bloqueo norteamericano.

B- La Covid, que actúa como freno universal al funcionamiento regular de la economía y la sociedad, tanto a nivel internacional como en Cuba. Ha globalizado la ingobernabilidad con efectos particularmente intensos en el país. Se trata de un cambio disruptivo global comparable a una guerra de casi dimensión mundial.

C- La inevitable tarea ordenamiento que ha roto el equilibrio del estado del sistema colocando al país en una zona intermedia entre el caos y el orden.

D- Las vacilaciones y aplazamiento continuo en la implementación de las reformas ya acordadas por la dirección cubana, hace ya casi una década.

Nos hemos demorado mucho en encontrar las verdaderas causas internas de nuestras derrotas económicas y llevar a la práctica las decisiones aprobadas con antelación. El avance de un país depende en gran medida de su capacidad para desentrañar los factores claves de su desarrollo y no tenerle miedo a las verdades desagradables.

Nunca tuvieron tanta validez las palabras de Cintio Vitier –uno de los pensadores mas lúcidos de nuestras realidades– citadas por Raúl Castro en abril de 2011 en la clausura del 6to. Congreso del PCC: “Estamos en el momento más difícil de nuestra historia… Cuba está obligada a batirse con la insensatez del mundo, al que fatalmente pertenece, amenazada siempre por las secuelas de oscuras lacras seculares, implacablemente hostilizada por la nación mas poderosa del planeta, víctima también de torpezas importadas o autóctonas que nunca en la historia se cometen impunemente…”

La meditación sobre esta perspicaz observación de Cintio me induce a una esquemática interpretación de algunos momentos significativos de la historia del país, a cuyo estudio le dedicado no poco tiempo.

Redefiniendo el concepto de fracaso

Antes de desarrollar el contenido de este epígrafe debo exponer las ideas que adopto con relación al concepto de fracaso. Son válidas tanto para las personas como para los países. Aclarar ante todo que, aunque alguien experimente una sucesión de fracasos, no significa en modo alguno que sea un fracasado. Son cosas distintas.

Con mucha frecuencia en las historias personales como en la de los grandes colectivos humanos el fracaso puede liberar un potencial escondido que sea capaz de proveer la energía necesaria para superar un desafío. Pero para ello los protagonistas deben cambiar sus estructuras de pensamiento y reprogramar su mente. Me adhiero también a la idea que para ganar una batalla primero hay que hacerlo ganando un combate dentro de la cabeza.

El fracaso no es malo en sí mismo. Lo que es en verdad perjudicial es el concepto equivocado del mismo. Algunos, cuando enfrentan momentos en que comprueban que los objetivos anhelados no se cumplen, lo asumen como un fracaso, ignorando el hecho de que sin el riesgo y los reveses transitorios es imposible realizar un destino buscado. Se trata de considerar la adversidad como escuela y el sufrimiento como maestro. Y asimilar la experiencia, lo que no siempre sucede a una persona o un país. Ello es, principalmente, la interpretación adecuada de qué nos sucede y la consecuente aplicación de sus lecciones a la práctica.

Esa fue la actitud de la mayoría de los “derrotados” asaltantes del Moncada, evento que tomaré como punto de partida para asumirlo, considerándolo como una metáfora. Lo peor que les pasó –torturas y cárcel– fue quizás lo mejor que les pudo haber sucedido. La vanguardia templó el carácter y ganó cohesión durante el duro período de la cárcel, el exilio y la guerra en las montañas. Vieron la desgracia como oportunidad y una alternativa para el crecimiento.

Entendiendo el Moncada como expresión de situaciones límites en que la nación, o una gran parte de su población, han asumido riesgos para su vida, períodos a veces prolongados de dolor y sufrimiento. Eventos que no han concluido de una manera feliz, sin lograr los objetivos propuestos, como el asalto al cuartel de Santiago de Cuba. Frustración y esperanza como dos caras de una misma moneda. Semilleros de héroes y mártires.

La historia de Cuba muestra una singular interacción entre lo económico y lo político. Lo que se comprueba con la lectura de dos textos icónicos de la ciencia social cubana. Me refiero a un libro bonito y casi novelesco como el de Moreno Fraginal El complejo cubano del azúcar. El otro es el contundente y sólido texto Historia económica de Cuba de Julio L’Riverend sin cuya lectura es casi imposible descifrar los enigmas de la singular historia de nuestro país.

En este último el autor describe, por ejemplo, con precisión la situación una vez concluida la guerra de los 10 años en 1878. La debacle alcanzó todos los estratos de la población. Ruina económica y moral. Pero esa experiencia fue la fuente utilizada para Martí para elaborar estrategias mas refinadas para desencadenar la próxima guerra. Podemos considerarla como el primer “periodo especial” en nuestra historia. La situación se repite al final de la mal llamada guerra de la independencia en 1895 en que de nuevo Cuba queda aún en peores condiciones a causa de la reconcentración masiva de los habitantes de las zonas rurales en los centros urbanos. Una devastación casi total.

En la obra clásica del historiador Martínez Ortiz (Cuba, primeros años de independencia) el autor incluye numerosas fotos tomadas en La Habana entre 1894 y 95 donde aparecen numerosas familias deambulando famélicas por las calles de La Habana. Muriendo de hambre en plena vía pública. Las imágenes son muy parecidas a las fotos tomadas de los prisioneros recién liberados de los campos de concentración nazis. Algunos investigadores han señalado que esta política de Weyler fue un antecedente directo de los campos de exterminio hitlerianos.

El segundo “período especial”. Algunos historiadores aseguran en que desde el inicio de la gran guerra 1868-78 hasta el 95 se sucedieron mas de 30,000 combates. (Bolívar liberó a un puñado de pueblos en menos de 15 años .Cuba necesito casi 60 para librarse de España y de inmediato caer en la manos del naciente imperialismo norteamericano. Frustración como esta no experimentó ningún pueblo del continente; la enmienda Platt. La nación mas humillada de la región: dos intervenciones y el estrecho sometimiento del país a un poder extranjero.

Una ilusión que murió en las orillas de una fatal confluencia de factores económicos e históricos; el surgimiento del imperialismo como etapa superior del capitalismo estadounidense se produjo aquí. Sin embargo, se derrotó al ejército español, que fue un logro importante, aunque no se obtuvo la independencia. Pero la existencia de una masa de combatientes con experiencia de guerra y su capacidad para someter al poder español sobre la isla hizo meditar a los invasores que no se atrevieron a aplicar la formula de colonialismo duro que aplicaron a Puerto Rico y Filipinas.

Volviendo a L´Riverend. Lo curioso de su texto es que muestra como Cuba se recupera desde el punto de vista económico relativamente en poco tiempo en ambos casos. Un fracaso relativo –a manera del Moncada- seguido de cierto florecimiento. El tercer “periodo especial” lo encontramos en la crisis económica de los años 30 cuya diferencia con los dos anteriores no está ocasionada por un conflicto bélico, sino que obedece a causas externas por la gran crisis del 29. Este “periodo especial” estuvo acompañado de crisis en el aspecto político por la llamada Revolución del 30 que según Raúl Roa “se fue a bolina”. De nuevo frustración y desencanto. Sangre, sudor y lágrimas impuesta por una feroz dictadura. Otro fracaso para las aspiraciones de los que buscaban un cambio. Otro Moncada. Nunca se logra el objetivo. Ligera recuperación económica. Pero deja un legado de pensadores de izquierda –Roa, Pablo de la Torriente, Mella- que se convirtió en una masa critica o reservorio de ideas que nutrirían el acervo de cultura política de generaciones posteriores.

La crisis de los 50 que desemboca en el Moncada legítimo tiene una naturaleza mas compleja .El modelo de país concebido por una mediocre clase dominante inicia su desintegración .Se profundiza la descomposición moral y política. De nuevo otra dictadura que deja 20.000 víctimas .Tortura y desaparecidos. El país experimenta un “período especial” sin saberlo. Es decir, solo unos pocos se dieron cuenta. Se agrupaban principalmente en la Juventud Ortodoxa donde un joven poco conocido organiza una respuesta Se asalta el cuartel santiaguero y también se falla. Triunfo de la Revolución que deviene en poco tiempo en proyecto que intenta–empujado por la tiránica influencia de la circunstancias- asumir un modelo socialista, pero de importación, diseñado en otra parte. Existen dos fracasos intermedios que deben mencionarse. La muerte del Che en Bolivia que dejó claro que esa ya no era la vía. La derrota del proyecto económico; la imposibilidad de realizar una zafra de los 10 millones.

1990; solo tres décadas mas tarde el prototipo de modelo “socialista” que sirvió de patrón se desvanece en solo unos meses. Cuarto ¨periodo especial¨ Otra vez muros de un cuartel que hay que tomar. De nuevo frente al sufrimiento y el dolor. Ajustes y relativa recuperación, pero en lo fundamental sin obtención de las metas ansiadas. No se encuentra aún el camino exitoso hacia un despliegue sostenido de la visión de nación que no llega todavía a manifestarse de manera definitiva y concluyente. Importantes logros sectoriales en la salud educación, seguridad pública entre otros. Pero se producen en la superestructura. La indispensable base económica no se consolida y esos aportes flaquean. Es un campo de derrotas relativamente continuas. Es un marxismo vuelto al revés: primero la superestructura sin base económica que la sostenga.

Se construye no obstante un modelo teórico que ofrece por primera vez una base conceptual y una acertada visión de nación, pero aún debemos considerarlo como un borrador.

2020, el fatídico ciclo se repite. Una inesperada pandemia genera en solo semanas un proceso global de desintegración. Naciones fuertes y organizadas se tambalean. Un escenario muy difícil de abarcar, por tanto, de comprender y gestionar. Se desplazan por debajo de la realidad variables ocultas, intangibles, imposibles de visibilizar. Se rompe a escala planetaria la relativa armonía del sistema mundo existente. Se inician medidas correctivas, pero sus efectos son muy débiles y lentos.

Cuba no podía escapar a esta debacle universal. Nos ha colocado en una situación de maniobras sucesivas de sobrevivencia. El imperio aprovecha y le da otras vueltas a la tuerca. Podría aspirar a un premio Guinness de vileza y crueldad. El país se encuentra de nuevo en una situación limite. Pero extrema y sin precedentes. Quinto “período especial”.

Creo que nunca antes la voluntad y el talento del pueblo cubano habían enfrentado un desafío de tal magnitud. Es un reto diverso y multifactorial. Actúan simultáneamente sobre el mismo plano variables económicas sociales, éticas e ideológicas con mucha intensidad. La relativa e histórica homogeneidad de la sociedad cubana se diluye de manera gradual. La estructura social avanza aceleradamente hacia lo heterogéneo. Se hacen mas nítidos los límites entre escenarios político-ideológicos con mayor pluralidad. Se hace imperiosamente necesario que una cantidad importante de los miembros de la dirección política aprendan a comunicarse con los que piensan diferente. Crear escenarios apropiados para el dialogo, el intercambio y la polémica. En fin; la gestión de la diversidad.

Ni las personas ni las naciones pueden crecer si no asumen los retos. Repetimos que ello implica fracasos relativos, frustraciones y sufrimientos sin los cuales no es posible entender y asimilar las cuestiones esenciales de la existencia humana. Implica también superar el miedo. Afortunadamente el núcleo central del llamado sentimiento negro en el pueblo cubano es débil. Pienso que esta es la causa principal de nuestra resistencia ante las embestidas salvajes del enemigo . Ahí reside la singular grandeza de nuestra nación. Grandeza que yace dormida en todos los pueblos. pero que sin la aparición de poderosas individualidades que creen los espacios necesarios ella no puede emerger. A Cuba le ha tocado solo uno en cada siglo.

Ahora mediante las posibilidades de las redes sociales aparecen muchos empecinados en negar la grandeza del pueblo cubano. Unos simples empleados del imperio, otros fanáticos que niegan los efectos del bloqueo sin reconocer el significado de que una pequeña nación resista las embestidas de la mayor potencia del planeta durante 60 años También aparecieron en las calles nuestros indignados hijos legítimos de nuestros errores

No perdonan y les duele que un pequeño país sea capaz de hacer que esa potencia haga el ridículo en el foro mundial de Naciones Unidas cuando una aplastante mayoría la deja en total aislamiento, un hecho sin precedente en la diplomacia mundial.

Casi 10 generaciones de cubanos, apenas sin pausa han tenido que enfrentar enormes desafíos que aparecían como obstáculos insalvables. En el seno de esas generaciones surgieron minorías activas que supieron desencadenar enormes fuerzas potenciales y ocultas en el seno de un ya mencionado proceso sostenido de humillación, frustración, y sufrimiento como el que ha acumulado Cuba en su historia. Ahí reside la capacidad de resistencia. Esa es la función de la adversidad.

Cada sociedad debe aceptar que debe convivir con sus luces y sus sombras. No pocas de las sombras no podrían superarse sino en ciclos muy largos de tiempo. Cuba y la mayoría de las naciones deben reconocer que no queda otra alternativa que adaptarse a vivir en la incertidumbre.

En vísperas de la preparación del asalto. Identificando al enemigo interno

El núcleo central de la dirección cubana concentrado en un partido único se ve compelido como nunca antes para responder con una estrategia que sea capaz de gestionar una complejidad diversa ante un horizonte temporal de márgenes estrechos. Y demostrar de una vez y por todas que es el partido de la nación. Lo demostrará solo si esta vez supera el desafío y logra la victoria. Enormes muros de una fortaleza se interponen de nuevo ante el destino del pueblo cubano. Un combate en que la victoria o la derrota determinará o no el estallido irreversible de un sueño de millones de compatriotas. Muchos mas millones en el mundo renunciaran también a ese sueño si Cuba es derrotada.

En su paradigmática definición de Revolución Fidel nos dejó una alerta que no hemos aclarado del todo. Eusebio Leal afirmó que tenía un carácter enigmático; el comandante dijo que la Revolución debía enfrentar también “poderosas fuerzas internas”.

En la mañana del ataque muy temprano en reunión del grupo de combatientes Fidel les reveló lo que hasta entonces era un secreto. Un grupo de ellos flaqueó y desertaron. Se estaba depurando la fuerza interna. Separando el acero de la escoria.

Esta vez esas fuerzas internas que amenazan la sobrevivencia del sueño cubano se dividen en dos

1- la disidencia interna envalentonada por el impulso del gobierno estadounidense

2- la insensible y despolitizada burocracia de la cual tengo la impresión que no se tiene clara percepción de que se trata de un enemigo letal que se ubica dentro de nuestras filas.

Lo digo en el sentido de que no se manifiesta un enfrentamiento a fondo y vigoroso contra ella. A pesar de que el mismo enemigo así lo reconoce. En uno de sus libros, el fundador de la CIA Allen Dulles, sin duda un destacado estratega en la lucha contra el socialismo afirma: “Sembraremos el caos y la confusión en la dirección del estado. Facilitaremos imperceptiblemente, pero de manera activa y constante el despotismo de los funcionarios y la ausencia de principios. El burocratismo y el papeleo serán erigidos como una virtud. La honradez y el orden serán puestos en ridículo y nadie los añorará al convertirse en reminiscencia del pasado. La grosería y el descaro, la mentira y el engaño el miedo salvaje de unos contra otros… Solo unos pocos, sencillamente muy pocos, adivinarán o comprenderán lo que sucede. A tales gentes las pondremos en una posición de impotencia y los convertiremos en el hazmerreir de todos. Encontraremos los medios de calumniarlos…” (citado por el Tte coronel Leonel Gorrín Merida en su indispensable texto ¿ERRORES O TRAICIÓN? El desplome de un modelo de socialismo. Edit. Ciencias Sociales 2018 pag. 29)

Este Moncada parece ser el decisivo. Solo la integración entre el capital moral y el intelectual podría darnos la victoria. Esta vez no se puede fallar. Nuestra esperanza radica en que se trata de un pueblo que ha aprendido que la dignidad plena del ser humano se encuentra mas allá del territorio del miedo.


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