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Ejércitos fantasma: la guerra invisible, pero real de Estados Unidos en África

Lunes 5 de febrero de 2018 por CEPRID

Ramzy Baroud

CounterPunch

Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés

Se está librando una guerra real, pero en gran medida oculta, en todo el continente africano. Involucra a Estados Unidos, a una Rusia fortalecida y a una China en ascenso. Y es probable que su desenlace defina el futuro del continente y sus perspectivas globales.

Es fácil echarle la culpa al presidente de EEUU, Donald Trump, a su errática agenda política y sus impulsivas declaraciones. Pero la verdad es que la actual expansión militar de EEUU en África es tan sólo otro paso más en el sentido equivocado. Es parte de una estrategia que fue implementada hace una década, durante el gobierno del ex presidente George W. Bush, y activamente continuada por Barack Obama.

En 2007, con el pretexto de la “guerra contra el terror”, EEUU consolidó sus diversas operaciones militares en África para establecer el Comando Estadounidense de África (AFRICOM). Con un presupuesto inicial de 500 millones de dólares, AFRICOM fue lanzado supuestamente para comprometerse con los países africanos a través de la diplomacia y la ayuda económica. Pero en los últimos diez años se ha transformado en un comando central para incursiones y acciones militares.

Durante el primer año de presidencia de Trump ese cometido violento se agravó. De hecho, en África se desarrolla una guerra estadounidense oculta en nombre del “antiterrorismo”.

Según una investigación especial de VICE News, tropas estadounidenses están llevando a cabo 3.500 operaciones militares por año en toda África, un promedio de diez por día. Los medios dominantes en EEUU rara vez mencionan esta guerra, dejándoles así un amplio margen a las fuerzas armadas para desestabilizar a su antojo cualquiera de los 54 países del continente. “El actual número de 3.500 operaciones representa un asombroso aumento del 1.900 % desde que fue activado el comando, hace menos de una década, e indica que ha habido una gran expansión de las actividades militares de EEUU en el continente africano”, informó VICE.

Tras la muerte de cuatro soldados de las fuerzas especiales estadounidenses en Níger, el 4 de octubre, el Secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, hizo una ominosa declaración a una comisión del Senado: es probable que estas cifras aumenten a medida que EEUU amplíe sus actividades militares en África.

Mattis, al igual que otros funcionarios del Departamento de Defensa de los anteriores dos gobiernos, justifica las transgresiones militares de EEUU como parte de esfuerzos “antiterroristas”. Pero esta alusión críptica ya le ha servido de pretexto a EEUU para intervenir y explotar esta enorme región con gran potencial económico.

El antiguo y colonial “reparto de África” está siendo reinventado por potencias globales que aprecian cabalmente las dimensiones de la tremenda riqueza sin explotar del continente. Mientras que China, India y Rusia desarrollan cada una su propia manera de atraer a África, EEUU ha optado principalmente por la opción militar, que necesariamente causará un daño incalculable y desestabilizará a muchas naciones.

El golpe de 2012 en Mali, llevado a cabo por el capitán del ejército Amadou Haya Sanogo, entrenado por EEUU, es tan sólo un ejemplo.

En un discurso en 2013, la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, advirtió contra un “nuevo colonialismo en África (por el que es) fácil llegar, extraer recursos naturales, pagar a los líderes y marcharse”. Aunque desde luego Clinton tiene razón, su comentario poco honesto lo hizo en referencia a China, no a su propio país.

La creciente influencia de China en África es obvia, y las prácticas de Beijing pueden ser injustas. Sin embargo, la política china desplegada en ese continente es mucho más civil y está basada en el comercio, mientras que la estadounidense se centra en lo militar.

El crecimiento de las cifras comerciales de China y África va, según un informe de la ONU en 2013, a un “ritmo impresionante”: aumentó de alrededor de 10.500 millones de dólares por año en 2000 a 166.000 millones en 2011. Desde entonces ha seguido al mismo “ritmo impresionante”. Pero ese crecimiento ha estado acompañado de muchas iniciativas que implicaron muchos miles de millones de dólares de créditos chinos a países africanos para proyectos de desarrollo de infraestructura que tanto se necesitaba. Más dinero aun fue destinado a financiar el Programa de Talentos Africanos, mediante el cual 30.000 profesionales africanos son formados en varios sectores.

No debería sorprender, entonces, que China haya superado en 2009 a EEUU como el mayor socio comercial de África.

Sin embargo, el verdadero colonialismo –ese al que se refería Clinton en su discurso– se manifiesta en las acciones y en la percepción que tiene EEUU respecto del continente africano. Esto no es una hipérbole, sino una declaración que se hace eco de las palabras de Trump.

Durante un almuerzo con nueve líderes africanos en la ONU, en setiembre pasado, Trump habló con el tipo de mentalidad que durante siglos el enfoque colonial de los líderes occidentales sobre África.

Después de inventar el inexistente país de “Nambia”, se jactó de sus “muchos amigos (que) van a sus países (africanos) tratando de hacerse ricos”. “Los felicito”, dijo, “están gastando mucho dinero.”

Al mes siguiente Trump agregó a Chad, su leal socio en la lucha “antiterrorista”, a su lista de países cuyos ciudadanos tienen prohibido ingresar a Estados Unidos.

Teniendo en cuenta que África cuenta con 22 países de mayoría musulmana, EEUU está renunciando a toda visión diplomática a largo plazo en ese continente y, en lugar de ello, está cada vez más inmerso en la vía militar.

Este impulso militar de EEUU tampoco parece ser parte de una política integral. Es tan alarmante como errático, lo que refleja la dependencia constante de EEUU de las soluciones militares para todo tipo de problemas, incluyendo las rivalidades comerciales y políticas. Compare esto con el enfoque estratégico de Rusia con respecto a África. Reavivando la vieja camaradería con el continente africano, Rusia está siguiendo la estrategia de compromiso de China (en su caso, reanudación) a través del desarrollo y las condiciones comerciales favorables.

Pero, a diferencia de China, Rusia tiene una agenda muy amplia que incluye la exportación de armas, que están remplazando el armamento estadounidense en varias partes del continente. Para Moscú, África también es un socio político con un tremendo potencial desaprovechado que puede reforzar la posición de Rusia en la ONU.

Conscientes de esta evidente competencia global, algunos líderes africanos están trabajando para encontrar nuevos aliados fuera del marco occidental tradicional, que hace décadas ha dominado gran parte de África desde el fin del colonialismo tradicional.

Un claro ejemplo fue la visita a Rusia a finales de noviembre pasado del presidente de Sudán, Omar al-Bashir, y su reunión con el presidente Vladimir Putin. “Hemos soñado con esta visita durante mucho tiempo”, le dijo Al-Bashir a Putin: “necesitamos protección contra las acciones agresivas de EEUU”.

La codiciada “protección” es la promesa rusa de contribuir a la modernización del ejército sudanés.

Preocupado por el alcance ruso en África, EEUU responde militarmente y con poca diplomacia. La actual mini guerra de EEUU en el continente empujará aún más al continente hacia un abismo de violencia y corrupción, que puede ser muy conveniente para Washington, pero que generará una miseria indecible para millones de personas.

No hay duda de que África ya no es un “terreno” exclusivo que Occidente pueda explotar a su voluntad. Pero pasarán muchos años antes de que África y sus 54 naciones sean verdaderamente libres de la obstinada mentalidad neocolonial que se basa en el racismo, la explotación económica y las intervenciones militares.

El Dr. Ramzy Baroud ha estado escribiendo sobre el Medio Oriente por más de 20 años. Es un columnista sindicado internacionalmente, un consultor de medios, autor de varios libros y el fundador de PalestineChronicle.com. Su último libro es Mi padre fue un luchador por la libertad: la historia no contada de Gaza (Pluto Press, Londres). Su sitio web es: ramzybaroud.net


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