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La normalización bajo la ocupación: cómo entiende Israel la Iniciativa de Paz Árabe

Domingo 23 de abril de 2017 por CEPRID

Ramzy Baroud

Palinfo

Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés

Una vez más la Iniciativa de Paz Árabe de 2002 está tomando el centro del escenario. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) Mahmoud Abbas insistió durante su discurso ante la recién concluida Cumbre de la Liga Árabe en Jordania en que la Iniciativa es la única solución sobre la mesa, afirmando que no se cambiará ni tampoco ajustará.

Pero, ¿por qué esta Iniciativa, que fue presentada por Arabia Saudí hace 15 años, reaparece ahora de nuevo en el ya congestionado discurso político de Oriente Medio, a pesar del hecho de que Israel la ha rechazado en repetidas ocasiones y los EE.UU. han mostrado poco interés en hacerla cumplir?

En marzo de 2002 la Iniciativa, hecha de un par de frases, se proclamó en una cumbre de la Liga Árabe en Beirut.

Menos de la mitad de los líderes árabes participaron en la conferencia. Al dirigente de la AP y presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat, no se le permitió asistir. El primer ministro israelí del momento, Ariel Sharon -que había puesto bajo arresto domiciliario a Arafat en Ramallah- dijo al líder palestino que si Israel le permitía salir, no se le permitiría volver. Arafat murió dos años más tarde, en medio de acusaciones de que había sido envenenado.

La propuesta árabe fue en gran medida una reiteración de las resoluciones de las Naciones Unidas 242 y 338. Se prometió completa normalización entre los Estados árabes e Israel si este último se retiraba de la tierra palestina y árabe que ocupó en 1967.

La Iniciativa pareció adoptar una actitud mediocre hacia el Derecho de Retorno de los refugiados palestinos, ya que prometió una solución justa basada en la resolución 194 de la ONU, sin insistir en su aplicación plena y completa.

Se le dio la bienvenida con cautela y rápidamente Washington la pasó por alto en el momento en que Sharon la descartó argumentando que no era un buen "punto de partida".

Israel estaba apenas interesado en iniciativas aparentemente audaces para resolver el conflicto, ya fuesen de los árabes, los estadounidenses o cualquier otra. Sin embargo los líderes israelíes todavía percibían que la Iniciativa era significativa, al menos si se la coloca dentro de un contexto histórico.

Cuando se refrendó la Iniciativa árabe, esta vez por la mayoría de los líderes árabes en la cumbre de la Liga Árabe en Arabia Saudí en 2007, el entonces primer ministro israelí Ehud Olmert dio una respuesta más significativa.

Por un lado se alabó la Iniciativa como un "cambio revolucionario" pero, por otro, se la despojó de su contenido desde cualquier valor práctico.

El retorno de los refugiados palestinos está “fuera de la cuestión”, dijo al ’Jerusalem Post’ en el momento. “Nunca voy a aceptar una solución que se basa en su regreso a Israel, cualquiera sea el número”, dijo.

Sin embargo, en lo que Olmert -al igual que el actual primer ministro Benjamin Netanyahu- estaba muy interesado era en la idea de la normalización incondicional.

Le dijo al periódico diario hebreo “Yediot Ahronot” que veía “una posibilidad real de que en un plazo de cinco años Israel será capaz de llegar a un acuerdo de paz inclusiva con sus enemigos”.

Sortear a los palestinos y firmar acuerdos de paz con los países árabes para romper el aislamiento regional de Israel es de suma importancia en la política exterior israelí desde sus inicios en 1948.

Desde entonces ha firmado un acuerdo de paz con Egipto y Jordania y tiene contactos informales y vínculos con otros gobiernos.

Esto explica en parte la insistencia de Abbas -así como la de su ministro de Asuntos Exteriores, Riyad al Maliki- en la Iniciativa de Paz Árabe, de ponerla en primer lugar antes de, por ejemplo, el desaparecido Acuerdo de Oslo o cualquier otra resolución específica de la ONU.

Es su forma de decir que cualquier normalización entre los árabes e Israel debe pasar por los palestinos y particularmente por su liderazgo en Ramallah.

Por supuesto a Israel no le importa el renovado interés en la Iniciativa simplemente porque podría impulsar los esfuerzos, dirigidos por los estadounidenses, para lograr la normalización con los árabes sin paz primero con los palestinos.

La Iniciativa es ’"revolucionaria" desde el punto de vista de Israel a causa de dicha referencia. Esto se hace más evidente cuando se recuerda la Cumbre Árabe de Jartum, en septiembre de 1967, a raíz de la derrota árabe a manos de Israel, que consiguió la victoria y la financiación de los Estados Unidos.

Aunque entonces la cumbre había sido abandonada o diluida, en gran parte por su lenguaje preguerra -insistir en la unidad geográfica de la Palestina histórica exigiendo sin reserva el derecho de retorno- proclamaba sus famosos "tres noes". No a un reconocimiento diplomático de Israel, no a un acuerdo de paz y no a las negociaciones sin la retirada completa de Israel, completa e incondicional, de las tierras ocupadas por la fuerza.

Aunque los historiadores a menudo intentan pintar la posición árabe como radical no era esa la realidad si se analiza en su contexto histórico. Su posición era compatible con el derecho internacional y la resolución 242 de la ONU en particular. Por otra parte ellos -los árabes- trataron de enviar un mensaje a Israel y los EE.UU., que intentaba utilizar la asombrosa derrota para exigir concesiones e imponer condiciones humillantes a los árabes como resultado de la guerra. También temían inútiles negociaciones prolongadas mientras que Israel se estaba enriqueciendo con la ocupación de la tierra árabe palestina.

La Iniciativa de Paz Árabe le apareció a Israel como una salida completa de esa posición, especialmente porque apareció cuando la Segunda Intifada (levantamiento) palestina estaba en sus etapas más sangrientas. Apenas unos días después de hacerse pública la Iniciativa, Israel sitió el campamento de refugiados de Jenin, en el norte de Cisjordania, atacando con una ferocidad sin precedentes. El número de muertos de la batalla de dos semanas (conocida como la masacre de Jenin) superó las 60 personas, con cerca de 300 heridas, cientos más detenidas, la mayoría del campo arrasado y sus habitantes expulsados.

Lo que Israel había recogido de la Iniciativa es que, mientras que los árabes están proponiendo generosamente la paz, Israel estaba libre para llevar a cabo su ocupación militar como le pareciera.

Dado que la Iniciativa se realizó en 2002 mucha más sangre se ha derramado y los asentamientos han crecido hasta constituir una realidad irreversible; la Jerusalén oriental ocupada ha sido completamente cortada, un denominado muro de separación (conocido por los palestinos como el "Muro del apartheid") tomó más extensiones masivas de tierra palestina, Gaza cayó bajo un estado de sitio permanente y el "’proceso de paz" se convirtió en una cosa del pasado.

Peor aún, la elección de Donald Trump en la Casa Blanca ha contribuido a la desaparición de cualquier perspectiva de una solución justa a la crisis y ha elevado el apoyo de Estados Unidos a Israel a nuevos niveles.

Trump también asignó a su yerno, Jared Kushner, un judío ortodoxo y firme defensor de la derecha de Israel, para negociar la paz entre Israel y los palestinos.

De hecho. hace sólo unos días, Trump designó embajador estadounidense en Israel a David Friedman, que fue aprobado por el Senado de Estados Unidos.

Friedman es objeto de controversia, incluso a los ojos de algunos israelíes, debido a su estrecha relación con los partidos extremistas judíos que trabajan para apoderarse de las propiedades de los palestinos musulmanes y cristianos en la Jerusalén Oriental ocupada.

Bajo la apariencia de paz, Kushner y Friedman son propensos a centrarse en el avance y permanencia de la posición de Israel en la región. Para ellos la cuestión de la normalización está a la cabeza de sus políticas posibles.

Esto explica la insistencia palestina en la Iniciativa de Paz Árabe. No es porque la Iniciativa lleve una fórmula mágica hacia la paz.

La ansiedad radica en el temor de Palestina de que la política de Trump en Oriente Medio se centre en tratar de romper el poco consenso que los países árabes todavía tienen sobre Palestina.

Abbas, que tiene previsto visitar Washington en abril, sabe muy bien que su posición es terriblemente débil. Y sin el respaldo árabe, aunque simbólico, se encontrará acorralado por el régimen beligerante de Donald Trump.

Mientras que el gobierno de Estados Unidos puede reconsiderar su enfoque del conflicto, lo que realmente interesa a Israel y sus partidarios estadounidenses es que está rompiendo el aislamiento de Israel a través de pactos regionales y acuerdos separados de "paz"’, en otras palabras, la normalización bajo la ocupación.

El doctor Ramzy Baroud ha estado escribiendo sobre Oriente Medio durante más de 20 años. Es un columnista internacionalmente reconocido, consultor de medios, autor de varios libros y fundador de Palestine Chronicle.


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