CEPRID

La alianza de la clase dominante en Egipto: un año después del derrocamiento de Mubarak

Jueves 15 de marzo de 2012 por CEPRID

Farooque Chowdhury

CEPRID

Traducido por María Valdés

La colaboración de clase entre la junta militar egipcia y sus aliados neo-políticos, la Hermandad Musulmana, se enfrenta ahora al pueblo llano. Hace un año, la matriz de la colusión entre ambos no era evidente para muchos. Hace un año, los actores en la escena política egipcia tenían ropajes diferentes.

Las protestas masivas durante 18 días en el país árabe más poblado acabó con trajo tres décadas de gobierno autocrático de Mubarak. Era el 11 de febrero de 2011. Para muchos, fue como cuando salta un muelle, una esperanza árabe. Se habló de primavera. Sin embargo, en los países de la región, resultó un invierno frío, reaccionario. Esta alianza de clase desplegó soldados y tanques por todo Egipto ante las protestas generalizadas y las olas de huelgas con que se pretendía obligar a los generales a dejar el poder. Las huelgas anunciadas mostraron la posición de confrontación entre las fuerzas sociales liberales y de izquierda y la alianza de los generales, políticos y líderes religiosos islámicos. Unos las afirmaban para desarrollar y ampliar la democracia, al tiempo que reclamaban mayor justicia social en una economía destrozada. Por el contrario, las autoridades religiosas las rechazaban.

La primera huelga prevista estaba prevista en el aniversario de derrocamiento de Mubarak; se cerrarían las universidades y las fábricas, los trenes y los servicios públicos no funcionarían. Una declaración de 39 grupos de jóvenes, decía: "La huelga es sólo el comienzo para llevar adelante la lucha revolucionaria, para vincular las demandas políticas y democráticas con los sociales y económicos”. La Hermandad Musulmana se negó a respaldar la huelga. Mahmud Hussein, secretario general de la HM, dijo que el llamamiento a la huelga era “muy peligroso [...]". El gran imán Ahmed al-Tayyeb, hizo un llamamiento a no interrumpir el trabajo “ni siquiera una hora”. El patriarca copto ortodoxo, Shenouda III, también dijo lo mismo: “"La desobediencia civil no es aceptada por la religión y el Estado no lo acepta y hay muchos versículos en el Corán que hablan de seguir la ley". La protesta y la violencia regularmente eclipsan Egipto. Las últimas protestas de diciembre enfrentaron a la policía militar con los manifestantes que lanzaban cócteles molotov contra el edificio del parlamento. El Parlamento está actuando como subordinado a los generales. El poder legislativo tiene ahora un pagaré dado por los generales a entregar el poder al pueblo, el empleador de los generales, a finales de junio de 2012, después de la ratificación de una nueva constitución y la elección de un presidente. Pero hay grandes problemas de fondo.

Los grandes problemas

La dura realidad económica, con grandes frustraciones por la pobreza, abruma a todos los aspectos de la vida en el país. La inflación subió a 9% en noviembre, un incremento del 2% respecto al mes anterior. Los precios de los alimentos y bebidas aumentaron aún más. Con los precios de los alimentos básicos en constante aumento el costo de la vida sube y, además, un número creciente de personas tienen dificultades para encontrar trabajo. Las reservas de divisas han caído a alrededor de 18.000 millones de dólares en enero de 36.000 millones. Hay una caída en los ingresos del Estado. La industria del turismo, una de las principales fuentes de generación de ingresos –que supone alrededor del 10% del PIB-, ha tenido un descenso en los ingresos de 2011 hasta los 8.800 millones de dólares. En 2010, fue de 12.500 mil millones. Standard and Poor rebajó la calificación crediticia del país a B +, cuatro niveles por debajo del grado de inversión. Esto aumentará los costos de endeudamiento. (Grupo de Oxford Business, "Egipto: Enfrentando los retos económicos", 30 de enero de 2012)

A un estancamiento del crecimiento económico bajo la sombra de una crisis financiera que prácticamente secó la inversión extranjera se ha unido a una molesta tasa de 12% de desempleo oficial. La tasa de desempleo de los jóvenes es al menos el doble que la cifra oficial. El tipo de cambio de la moneda está muy bajo presión y la acumulación de deudas ha aumentado la carga de forma preocupante. Una devaluación aumentará aún más los precios de los alimentos y a estimular más ardientemente las quejas y el malestar social. El gobierno ha anunciado planes para recortar hasta cerca de 4.000 millones de dólares del déficit de más de 30.000 millones. El FMI va a otorgar un préstamo de 3.200 millones de dólares para la el sector energético.

La gran división -ricos y pobres- está ahí. Intacto está el sistema de distribución ilógico de que se alimenta y engorda sólo a los ricos. Los nuevos amos no se ocuparán de estos problemas. Su interés de clase no les permite moverse se en ese terreno.

El cambio de actitud

La Hermandad Musulmana, después de denunciar el colonialismo occidental durante décadas, ahora es compatible con el libre mercado y fomenta la amistad con el FMI al tiempo que habla de una reforma de los subsidios. También está teniendo un entendimiento con el Imperio, su antiguo archienemigo. Se están garantizando unas alianzas compactas para la implantación furiosa de una política neoliberal. La cuestión de la distribución de la riqueza está siendo ignorada.

Los abanderados de la "democracia" y los generales se han unido en un compromiso sobre un sistema legal islámico parecido al anterior. El compromiso es el de garantizar el poder para los principales grupos de interés internos y externos en Egipto. La HM y los militares negocian las maneras de ayudar a los generales a salir con la inmunidad. En noviembre, la HM aseguraba públicamente que se enfrentaría a los militares sobre su derecho a nombrar primer ministro y el gabinete hasta que la Constitución sea ratificada y se elija un presidente. Semanas más tarde, decía que dejaría que se mantuviese en el poder el gobierno militar hasta el mes de junio y que la Constitución se redactaría según el calendario fijado por los militares, antes de la elección de un presidente. Hasta entonces, los generales mantendrían el control del gobierno. Essam el-Erian, un líder de la HM, dijo que el grupo estaba no estaba interesado en una confrontación con los gobernantes militares y que confía en que los EE.UU. seguirán apoyando económicamente el país. Tienen mayoría en el parlamento, pero están dando señales confusas y contradictorias allí.

Al mismo tiempo, la HM se enfrenta a las personas que piden la destitución de los generales, que no tienen mandato. La HM ha impedido que cientos de manifestantes llegaran el parlamento el 31 de enero. Los manifestantes exigían el fin del régimen militar. Un informe de noticias AFP citó a un miembro de la HM: "Estamos aquí como escudo humano, ya que si los manifestantes siguen adelante, van a chocar con la policía". El informe citó a un manifestante contra el ejército: "Los jóvenes Hermanos Musulmanes bloquean todos los caminos hacia el parlamento, impidiendo a los manifestantes anti-militares llegar". La marcha hacia el parlamento tenía como objetivo reclamar al Parlamento recién elegido poner en práctica los objetivos del levantamiento popular. Los manifestantes acusan a los islamistas en connivencia con los generales. En el primer aniversario de la revuelta anti-Mubarak, se acusó a los activistas políticos de la Hermandad Musulmana de un compromiso profundo con los generales. Por eso cuando algunos portavoces de la HM intentaron unirse a los manifestantes se les rechazó bajo el grito de “ni HM ni oficiales, abajo con el gobierno militar”.

Los militares

Ahora, un año después del levantamiento popular, Egipto está todavía bajo la ley marcial. Los 19 principales generales siguen tomando medidas enérgicas contra los activistas pro democracia. Miles de activistas de la democracia están siendo enviados ante los tribunales militares y encarcelados. Una brutal represión dejó al menos 40 manifestantes muertos en la víspera de la primera ronda de las elecciones parlamentarias.

El Parlamento sigue estando subordinado a los generales. Jimmy Carter, no tiene mucha esperanza [en un cambio en la situación]. Después de discusiones con los generales, incluyendo el mariscal de campo Tantawi, Carter puso en duda que los generales aceptasen plenamente la autoridad de los gobernantes elegidos. Armados con todo el poder, despliegan medidas draconianas para silenciar a los críticos, prohíben las huelgas y están acusados de violaciones de los derechos humanos. Los generales afirman que hay injerencia extranjera detrás de las manifestaciones por la democracia.

Los generales que dependen de Estados Unidos, son parte de las elites gobernantes, llevaba una máscara en su cara. La máscara sonriente, sobria, fabricada bajo el supuesto de no-política sería ayudar a instalar un gobierno democrático. Los nuevos políticos se lo creen: se trata de un escudo secular contra los islamistas. Estos apuestan por los militares para asegurar su dominación. Basándose en la alianza de clase, que es la que cuenta en última instancia, protegen los intereses del imperio en Egipto y en la región, 1.300 millones dólares anuales de ayuda militar a El Cairo desde Washington. Y, de la alianza de las elites depende del sistema mundial del Imperio.

El Imperio

En contra de lo que se pudiese pensar, los EEUU han forjado vínculos con los Hermanos Musulmanes. Es una compleja ecuación geo-estratégica para ellos.

La financiación por EEUU de las ONG para promover su agenda es un viejo cuento. Sin embargo, adoptó un nuevo giro con el movimiento táctico de los generales. A finales de 2011, una investigación sobre el financiamiento externo de una serie de organizaciones no gubernamentales, y las redadas policiales en las oficinas de cuatro organizaciones no gubernamentales como el Instituto Republicano Internacional y el Instituto Democrático Nacional que promueve la agenda de EEUU hizo la escena difícil. A los ciudadanos estadounidenses, Sam Lahood, director local del IRI, y al hijo del secretario de Transporte de EEUU, Ray LaHood, se les prohibió salir de Egipto. Los activistas del IDN y el IRI se refugiaron en la embajada de EEUU. La situación enfureció a varios miembros del Congreso y el Departamento de Estado de EEUU. Pero en realidad, los militares les utilizaron para fortalecer su posición.

No es una derrota

Para algunos, el levantamiento egipcio del año pasado parece una derrota. Pero en el contexto socio-histórico actual es, más bien, parte de un proceso más largo. A pesar de las perspectivas de un error temporal las iniciativas de resistencia se están organizando. La Alianza de los revolucionarios de Egipto exigen que tanto Tantawi, el gobernante de facto, como El-Ganzouri, el primer ministro interino, dimitan. La alianza política y los estudiantes están planeando comenzar la desobediencia civil contra el régimen militar el 11 de febrero, el primer aniversario del derrocamiento de autócrata Mubarak.

Esta Alianza, paraguas con más de 50 grupos políticos, trabajadores y estudiantes, ha realizado siete demandas. La principal es la inmediata entrega del poder de los generales a una administración civil en la Asamblea del Pueblo, la cámara baja del parlamento. Otras demandas incluyen: el desmantelamiento inmediato del gobierno interino en funciones, y el nombramiento de un gobierno de salvación nacional, cuyos miembros sean elegidos por la Asamblea del Pueblo; celebración inmediata de elecciones presidenciales, la formación de un comité de investigación para investigar todos los crímenes y masacres cometidas por las autoridades, el establecimiento de "tribunales revolucionarios" para juzgar todas las figuras del antiguo régimen declaradas culpables de haber participado en los crímenes cometidos después del levantamiento de enero, la destitución inmediata del fiscal general y la purga y reforma del Ministerio del Interior.

Estos y otros actos de protesta de la población en Egipto significa que camino de la democracia puede ser largo, laborioso y complejo, con posibilidades de retrocesos, ya que aún hay una debilidad de las organizaciones de base. Pero en última instancia, se incrementará al ver cómo la alianza de la clase dominante está fallando y no se podrán satisfacer las demandas de las personas que van en contra de los intereses de esa alianza de la lase dominante.

Farooque Chowdhury vive en Dhaka (Bangladesh) y es especialista en temas socioeconómicos.


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