Una vida y un lugar en el mundo

Entrevista con Iñaki, uno de los impulsores de este referencial espacio libertario de Barcelona

El objetivo de esta entrevista con Iñaki, veterano militante del colectivo El Lokal es tratar de unir la historia de un espacio referencial en la realidad libertaria y alternativa de Barcelona en las últimas décadas, con la experiencia política del que es uno de los fundadores de este proyecto. Hemos obviado realizar algunas preguntas o solicitar informaciones que ya aparecen en el muy recomendable libro El Lokal, desde 1987, un rincón libertario en Barcelona, disponible de forma gratuita en castellano y catalá en la seccion de descargas de su página web.

EZ: Como hemos indicado en la presentación, El Lokal es un referente fundamental de espacio cultural y político libertario en Barcelona ¿cómo ves su evolución a lo largo de estos más de 35 años?

Iñaki: Gracias por vuestro interés y vamos a ver si conseguimos sugerir, aprender y reflexionar sobre nuestra experiencia. La evolución del proyecto ha sido muy larga y ha cumplido diferentes etapas siempre con una misma filosofía, adaptándose a los tiempos y a la gente que le ha dado vida. Gentes diferentes, tiempos diferentes.

Desde la apertura de El Lokal en octubre de 1987 quisimos construir un espacio autogestionario, que no recibiera subvenciones y se financiara con los ingresos generados por su propia actividad. Quisimos igualmente que fuera un lugar de creación, difusión, venta y distribución de materiales libertarios y antiautoritarios; y también de intercambio con otras distris, colectivos y espacios similares. Que fuera útil además para las luchas del barrio, de la ciudad y del mundo. Así fueron naciendo en su interior proyectos que, con el tiempo, se fueron haciendo mayores y cogieron su propio camino al margen de El Lokal, como fue el caso de la editorial Virus.

Otros colectivos dieron vida igualmente a El Lokal y a los movimientos y luchas sociales de cada momento, como fueron los casos del CAMPI (Colectivo Antimilitarista pro-Insumisión), la Assemblea d’Insubmissos o el CSRZ (Col·lectiu de Solidaritat amb la Rebel·lió Zapatista), que se disolvió en el 2009. El CSRZ lo creamos en enero de 1994 en el contexto de la insurrección zapatista y por influencia de Guiomar Rovira, que por entonces estaba en Chiapas escribiendo crónicas. Ella nos animó a emprender esta iniciativa, pues le pareció que era algo novedoso y muy relevante. Así lo hicimos, publicando inicialmente el libro Zapata Vive, además de participar en las redes internacionales de apoyo a la rebelión zapatista, intentando con ello hacer solidaridad directa a la vez que luchar en nuestro lugar. El conocimiento de las comunidades zapatistas nos ayudó a aprender sobre su lucha a la vez que compartíamos nuestra experiencia. De esta forma, y durante unos cuantos años, nos convertimos en una referencia para otros colectivos y luchas. Personalmente la relación con México y las comunidades ha sido algo muy importante en mi vida. Finalmente se acabó y nos disolvimos. El cierre de esta experiencia fue muy difícil para mí y para el resto de personas que estuvimos implicadas, pero entendimos que ya había cumplido su ciclo.

Siempre el espacio físico en el mismo lugar, siempre abierto todo el día. Siempre dispuesto a informar, conectar con las luchas y los movimientos. Siempre ahí.

EZ: ¿Cuál es la realidad actual de El Lokal? ¿Cuáles son sus principales actividades y cómo valoras su influencia?

I: Para valorar la realidad actual debemos remontarnos hasta hace unos años, quizás desde el 15M y la creación posterior de l’Assemblea del Raval, y a hechos como el asesinato a golpes de Juan Andrés Benítez en 2013, llevado a cabo por un grupo de mossos d’esquadra. La grabación de los hechos que realizó una vecina con un móvil posibilitó la denuncia penal y provocó una movilización muy importante en el barrio. Participamos activamente y conseguimos impulsar la movilización social para que los agentes fueran juzgados. En el primer aniversario de este suceso se decidió ocupar el Ágora, un solar vacío que había delante de la que fue su casa y al lado de donde lo mataron. Se ocupó ese espacio en su memoria y para salvarlo de la especulación inmobiliaria. Desde entonces continúa socializado y activo.

La problemática de los desahucios hizo que nos centráramos aún más en las luchas del barrio. Siempre habían estado presentes en nuestra dinámica, pero no de esa manera. Creamos, por ejemplo, el colectivo Stop Desahucios Raval y la gente venía a El Lokal a informarse y se convocaban movilizaciones para intentar pararlos. Después se creó el Sindicat d’habitatge de El Raval y Raval Rebel, que se fueron desarrollando con éxito y eficacia. Además, participamos junto con otros colectivos y personas en la organización de Les Festes Alternatives y en la compra y gestión de materiales e infraestructuras solidarias: paelleras, fuegos, equipo de sonido, generador, megáfonos…

Siempre suele ocurrir lo mismo: se crean proyectos que después se independizan de El Lokal y que a su vez van creando redes, contactos y posibilidades. Resulta cansado, intenso y no necesariamente amplía la organización interna. En este sentido El Lokal siempre ha apoyado a otros colectivos y no pone condiciones. Yo lo encuentro positivo. Lo que sucede es que, si un colectivo que ha estado en el local o una lucha que ha empezado aquí se marcha, normalmente la relación se pierde bastante. Yo tengo la impresión de que es un coste que hay que asumir, que es así. Intentar que sea de otra manera parece muy difícil, El Lokal se convierte por un lado en un servicio para todo el mundo, que además funciona bien y tiene experiencia; y por otro lado, se desarrolla esa propia autoorganización a partir de los propios colectivos o luchas fuera de El Lokal. Creo que esto es una cosa que ocurre a menudo, y no lo veo mal, lo que ocurre es que cuando El Lokal está flojo supone una sobrecarga. Y en mi caso, que por edad y experiencia sabes más, exige mucho esfuerzo. Yo siempre me he sentido orgulloso de que el proyecto fuera así. Supongo que de lo que se trataría es de buscar fórmulas para mantener un equilibro y saber reforzar lo suficiente el colectivo para que tenga una cierta estabilidad.

EZ: Teniendo en cuenta que esta es una de la principales tareas de El Lokal ¿Cómo valoras la situación actual de la distribución alternativa, su proyección a futuro y el mantenimiento de la filosofía con la que nació?

I: En la actualidad quedan pocas distribuidoras alternativas con las que hacer intercambio de materiales. Las que permanecen se han profesionalizado para poder sobrevivir. Los proyectos alternativos se mantienen con mucho esfuerzo. El mercado y el estado han marcado las reglas y cada vez es más difícil quedarse al margen. Aún así hay resistencias, quizás más pequeñas y dispersas, aunque funcionan.

En sus inicios todo formaba parte de un proyecto común, un espacio que reunía la distribución, la contrainformación, la producción de materiales, etc. No hay que olvidar, por ejemplo, que gran parte de las editoriales y distribuidoras alternativas grandes, partieron de este tipo de iniciativas, tanto en lo que se refiere a los libros como a la música. De todas formas, observo que todavía hay colectivos que continúan editando y distribuyendo libros, fanzines y música, aunque ahora el espacio virtual es mayor que el físico.

En definitiva, es un mundo que ha cambiado mucho y nos hemos tenido que ir adaptando a las circunstancias, viendo desaparecer proyectos y creando otros nuevos.

EZ: En una militancia tan larga como la tuya, ¿qué fases se van transitando a nivel personal y cómo se mantiene la ilusión y la energía necesarias para tirar adelante con un proyecto de estas características, sujeto a múltiples vaivenes?

I: De hecho, del grupo inicial de 8 personas, soy el único que continúa en El Lokal después de todos estos años y mantengo la ilusión viva. No sé muy bien cómo ha sido, siempre he estado ahí, no todo el tiempo con el mismo compromiso ni dedicación, pero siempre ahí. El Lokal es un proyecto que cambia y se enriquece constantemente. En lo personal me ha permitido hacer cosas diferentes, conocer personas todo el tiempo y aprender mucho. La gente que pasa por el proyecto va cambiando y en general comparte esa ilusión, aunque se van notando las diferencias generacionales y culturales. Siempre he intentado que la relación interna fuera bajo el criterio: «a cada uno según sus necesidades, de cada cual según sus capacidades» y confiar, pero a veces la confianza no funciona.

No ha sido fácil mantener El Lokal con una gestión asamblearia por parte de los colectivos y personas que lo han integrado. Se ha remunerado una parte del trabajo cuando ha sido necesario, pero sin profesionalizarse o generar una burocratización que condicione el espacio, ya que éste no es el objetivo del proyecto y porque, a largo plazo, resultaría inviable sin que se fomentase la precariedad. Hemos ido haciendo. Por momentos -cuando el espacio está integrado por más colectivos y una variedad de gentes y de planteamientos- el trabajo resultaba más satisfactorio y otras veces -ante la falta de gente y de apoyo- se volvía más complicado.

Al estar siempre ahí, yo iba tomando un papel especial, debido a mis conocimientos y no era fácil la participación de otras personas al mismo nivel. Me he ido moviendo en esa tensión pensando en ocasiones si no había fracasado el modelo y si había que replantearlo de otra manera. Siempre me he resistido a que se convirtiera más en un trabajo que en voluntariedad y activismo. No son fronteras inseparables, pero si condicionan la relación con la gente. Lo grave es considerar que es imposible realizar los proyectos mediante un trabajo colectivo. Cuando se convierte en simple trabajo, inevitablemente se privatiza, se burocratiza y se pierde interés por colaborar. Por el contrario, forzar la situación cuando falta trabajo colectivo y se hace de manera personal cada vez más precaria, es insostenible e injusto. Las tendencias son cada vez más a privatizar, burocratizar y profesionalizar aunque siempre hay quien resiste y consigue mantener abierta la posibilidad. Con el tiempo uno se va cansando más, sobre todo por tener que llevar casi siempre la iniciativa. Imagino que también mi presencia puede cerrar en parte el paso a otra gente. No hay receta, se trata de ir haciendo. Hasta ahora me ha compensado, pero en este momento me pesa más.

EZ: El relevo generacional o la entrada de nuevas personas en los proyectos, a menudo presenta una ambivalencia: por un lado, se puede producir una renovación y una aportación «energética», y, por otro, un proceso de acomodación -que puede ser conflictivo- entre diferentes perspectivas políticas o personales ¿Cómo han sido estos procesos de renovación que se han dado dentro de El Lokal?

I:Funcionan y a la vez son conflictivos. Cuando la cosa funciona es algo muy creativo y cuando no funciona bloquea el funcionamiento colectivo. Por ello te mueves en un espacio delicado y contradictorio.

La entrada de gente ha sido constante, la dinámica propia de El Lokal hace que esa renovación y el trabajo colectivo sean imprescindibles. Si hay un colectivo y una asamblea vivas se consigue avanzar. Sin embargo, desde hace un tiempo supone una responsabilidad mayormente personal, que cada vez pesa más y ello hace que el proyecto funcione peor. Las crisis económicas y la pandemia han afectado mucho y hay menos colectivos sociales, menos alegría política y más trabajo administrativo. Todo es más difícil, pero no hay otra que continuar, aunque siempre hay que barajar también la posibilidad de que el proyecto se pueda terminar, que no dé más de sí y que sea necesario que surjan otros.

EZ: Al margen de los condicionamientos políticos, represivos, etc., las relaciones personales y el «factor humano» son fundamentales dentro de los colectivos ¿Cuál es tu vivencia personal y tu experiencia o análisis de estas cuestiones?

I:En mi recorrido militante hay de todo, son más las experiencias satisfactorias, pero también ha habido rupturas y malestares. Hacemos muchos discursos sobre los cuidados y el compañerismo, pero no sabemos bien cómo resolver los conflictos y abusamos de la gente que tenemos al lado. Seguro que he sido demasiado exigente; al darlo todo nos permitimos exigirlo y eso no está bien. En general, creo que la gente ha sido libre de hacer lo que ha decidido, quedarse o marcharse, y el espacio y el colectivo han seguido vivos. Mi vivencia personal es como la vida, conflictiva y contradictoria, muy enriquecedora en lo personal, pero también con la sensación de haber entregado buena parte de mi vida en ello.

EZ: En gran parte de estos proyectos hay personas referenciales, que sirven de alguna manera de motor (a veces de salvavidas) y de hilo conductor a través del tiempo, pero a la vez acaparan buena parte del saber y de la responsabilidad colectivas, con los riesgos que ello entraña. ¿Cómo crees que se establece o se concreta la tensión entre ese papel individual determinante y la necesidad de desarrollar un proyecto que se pretende grupal?

I: Hay que tratar de evitar valerse de los privilegios, de creérselo demasiado, porque si te haces imprescindible, acumulas muchos saberes, relaciones y a la gente que quiere sumarse le resulta complicado sentirse partícipe. La asamblea y el colectivo ayudan a diluir ese papel, han de funcionar, pues si no la tendencia es a acumular responsabilidades y eso hace daño tanto a la persona como al proyecto.

Espero haberlo hecho lo mejor posible, pero no soy la persona más adecuada para valorarlo. El paso del tiempo, los acontecimientos que se suceden y un barrio como El Raval te dan a menudo un baño de la realidad. Hay que intentar ser humilde y no sentirse depositario de responsabilidades históricas, sino ir haciendo.

EZ: ¿Te planteas la cuestión de una posible «jubilación militante»?

I:Sí, ahora sí, de hecho hace un tiempo elaboré un escrito para autoconvencerme y hacerlo público, pero no es una decisión fácil. Por un lado, por las inercias de la vida de uno y, por el otro, por las dificultades que una decisión así puede crear. Ya está llegando el momento y no está siendo sencillo. No quiero que se produzca el cambio de manera traumática, sino a su ritmo, pero vamos a ver. No sé si seremos capaces de hacerlo bien, pero es la única manera que veo de apostar por mantener el proyecto con los cambios que necesite.

EZ: ¿Cómo percibes el actual momento social desde tu perspectiva vital y política? ¿Crees que lo libertario mantiene su referencialidad o de alguna manera es también víctima de estos tiempos de crisis y de las nuevas formas sociales, políticas y organizativas? ¿Qué retos ves al respecto?

I: Hay una regresión sistémica, más explotación, un retroceso y un afianzamiento caótico del capitalismo que sabe de los cambios y pretende rentabilizarlos al precio que sea. No sé qué será de lo libertario, tiene todas las dificultades, pero a la vez muestra sus opciones. Entiendo que tiene mucho que decir y que hacer si es capaz de organizarse mínimamente y de intervenir en mejorar la vida de la gente.

El tiempo dirá, están abiertas todas las posibilidades. Creo que la gente joven ahora está más alejada y necesita ser protagonista. La crisis de las formas de organización culturales darán paso a alternativas, o más libertarias o más reaccionarias. Quiero confiar que será de la primera forma, pero a veces puede el desánimo.

Nota:

1. Comunicado de disolución del CSRZ: https://ellokal.org/?s=carta+de+disoluci%C3%B3n

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