Hace poco más de un mes asistí a unas jornadas llamadas La red del mundo. Generando alternativas al poder transnacional. El título prometía y más todavía, la segunda jornada: ‘Alternativas de vida sostenibles con el planeta.’ Allí reunidas había personas de Colombia, Alemania, Haití, Euskal Herria, República Dominicana, Escocia, etc. Todas ellas con orígenes e idiosincrasias diferentes, pero todas unidas en intentar generar un análisis válido de cómo hacer frente a las corporaciones multinacionales y su efecto devastador sobre el territorio. Un poco antes de comer se abrió el debate al público y una chica alemana comentó que deberíamos intentar ser consecuentes. Duchas más cortas, consumir productos de kilómetro 0 y agroecológicos, ir a todos los sitios en bici y si no se podía, transporte público. Nada nuevo, claro, pero estaba bien recordarlo. Además, alejaba del foco a las multinacionales y los poderes político-económicos como malvados responsables de la actual situación del planeta y lo acercaba un poco al nivel de responsabilidad personal y colectiva que todes deberíamos asumir.
Apenas terminada su intervención, no hubo tiempo para mucho más y salimos rápidamente a comer. El parón, antes de las presentaciones de la tarde, era breve. Un grupo importante de les asistentes nos dirigimos, siguiendo a un tipo local, a un pequeño restaurante donde tenían platos combinados, con productos, la mayoría, del mercado del pueblo, nos dijeron. Supongo que por las prisas y por el hambre acumulada durante una larga e intensa mañana, casi todo el mundo pidió una hamburguesa con patatas. Yo negocié una pasta con tomate, pero sin queso. ‘¿te sienta mal?’ me preguntaron. ‘No, soy vegano.’ -sí, ya sé, siempre lo tenemos que decir…- ‘Ah’, dijeron. ‘Muy bien’. ‘Qué interesante’. Y claro, ‘Yo lo respeto mucho’. Y era verdad, era gente encantadora que no quería ni hacerme sentir incómodo ni entrar en aquel eterno debate sobre salud y dieta. El tema es que yo sí quise hacerles sentir incomodes. Y pregunté ‘¿Cómo es posible salvar el planeta, parar la huella ecológica, reducir la huella hídrica, mientras nos comemos siete hamburguesas con patatas y dos filetes? No tiene sentido.’
Silencio.
El sector ganadero genera más gases de efecto invernadero, un 18% más de CO2, que el sector del transporte.1 También es una de las principales causas del calentamiento del planeta, la degradación de las tierras, la contaminación atmosférica y del agua, y la pérdida de biodiversidad.
Más silencio.
«El ganado es uno de los principales responsables de los graves problemas medioambientales de hoy en día. Se requiere una acción urgente para hacer frente a esta situación»2, el resultado es que el sector ganadero es responsable del 9% del CO2 procedente de las actividades humanas, pero produce un porcentaje mucho más elevado de los gases de efecto invernadero más perjudiciales. Genera el 65% del óxido nitroso de origen humano, que tiene 296 veces más Potencial de Calentamiento Global que el CO2. La mayor parte de este gas procede del estiércol. Y también es responsable del 37% de todo el metano producido por la actividad humana (23 veces más perjudicial que el CO2), que se origina en su mayor parte en el sistema digestivo de los rumiantes, y del 64% del amoniaco, que contribuye de forma significativa a la lluvia ácida.3
Si hablamos en términos económicos, en la actividad ganadera intervienen, directamente, 1,3 millones de personas. Es mucha gente y es normal que nadie quiera generar discurso o políticas que afecten negativamente a millones de humanos. Pero, ¿Cuáles son las consecuencias? Esta actividad ocupa alrededor del 40% de la superficie terrestre del planeta. La mayoría de este suelo es cultivable y casi el 20% está destrozado por sobrepastoreo. Otros datos importantes: El 91% de la deforestación de la Amazonía fue por la agricultura ganadera. 4047 metros cuadrados de selva desaparecen cada segundo por pastos y siembra de cereales -para alimentar al ganado-. Si el aceite de palma es responsable de la deforestación de más de 105 mil millones de metros cuadrados de bosque y selva, la industria ganadera ha deforestado 550 mil millones de metros cuadrados. A día de hoy, se crían más de 70.000 millones de animales no humanos en el mundo. Los desechos de una explotación de 2.500 vacas equivalen a los producidos por una ciudad de 411.000 humanos. Para contextualizar, más o menos, algo entre Bilbao y Murcia. En EEUU, los animales que se crían para comérnoslos, producen, cada minuto 3,2 millones de kilogramos de excremento.4 Todo eso va a ríos y mares. No es difícil imaginar lo que ocurre en el estado español y sus gigantescas granjas porcinas, donde en zonas como Lleida o Vic, la contaminación de los ríos y la destrucción de diferentes ecosistemas está totalmente ligada a la cría de cerdos.5 Esta industria contribuye 10 veces más a la contaminación del agua en comparación con la contaminación del ser humano y 3 veces más que la contaminación de la industria del aceite, carbón, acero y manufacturas combinada. El sobrepastoreo afecta al ciclo del agua, e impide que se renueven los recursos hídricos tanto de superficie como subterráneos. Los principales agentes contaminantes son los desechos animales, los antibióticos y las hormonas, los productos químicos utilizados para teñir las pieles, los fertilizantes y pesticidas que se usan para fumigar los cultivos forrajeros.6
El ganado constituye un 20% del total de la biomasa animal terrestre, y la superficie que ocupa hoy en día, antes era hábitat de especies silvestres. A su vez, 23 de las 35 «zonas mundiales de gran concentración de la biodiversidad» de la lista de Conservation International -caracterizadas por una grave pérdida de hábitats- resienten los efectos de la producción ganadera. Se calcula que alrededor de 110 especies de insectos y animales desaparecen cada día por la deforestación de bosques tropicales y selvas. 7
‘Hacer una hamburguesa como las que tenemos en la mesa’, dije, ‘cuesta unos 2.300 litros de agua’. Por cierto, el estado español es el segundo país europeo -detrás de Portugal- con mayor huella hídrica. Unos 6700 litros por persona y día. Miré a mis compañeros comensales y les dije ‘Hagamos un juego, vemos cual es la huella hídrica que deja esta hamburguesa que tenemos aquí.’ Saqué el móvil, opción calculadora.
La huella hídrica de la carne8 es de 15.400 litros/kg, por lo que para la carne de una hamburguesa de 150 gr se necesitarán una media de 2.310 litros de agua. La huella hídrica promedio mundial de leche entera de vaca es de unos 940 litros /kg. Un kilogramo de leche entera da unos 95 gramos de queso, de modo que la huella de agua del queso es 5.060 litros/kg. Por tanto, para una loncha se requieren de media 17,4 litros de agua.
Por tanto, una hamburguesa de unos 350 gr requiere de media global: 2.392,12 litros de agua repartidos del siguiente modo:
150 gramos de ternera: 2.310 litros
28 gramos de lechuga: 6,72 litros
75 gramos de tomate: 15 litros
1 sobrecito de Ketchup: 7 litros
60 gramos de pan: 36 litros
1 loncha de queso: 17,4 litros
Me había venido arriba, lo sé. Alguien hizo gestos de sorpresa, otros de incredulidad. Otro hizo un comentario gracioso para rebajar la tensión y reconducir la sobremesa. Volvieron a atacar sus platos, esta vez más despacio. Decidí dar una tregua a esta buena gente, compañeres, en suma. Necesitaban procesar tantos datos y tanta realidad. Así que cambié de tema.
¿Y el mar?
Cada año, 80,4 millones de toneladas métricas de pescado son sacadas del mar. A los peces, ni siquiera se les recuenta como individuos. Por cada kilo de peces que atrapamos en la red, también atrapamos otros 5 kilos de especies marinas que no queremos consumir. Éstas, se vuelven a tirar al mar como víctimas colaterales. Al menos, ese día, nadie había pedido pescado. Sin tiempo para el postre, volvimos deprisa al pequeño teatro donde se realizaban las jornadas. Las presentaciones y aportaciones fueron cogiendo ritmo. Nadie se salió de su guión. Al finalizar, hubo aplausos y, poco después, me volví para casa.
Debemos aceptar que comer animales es la causa principal, y muy por encima de cualquier otra causa, de la extinción de diferentes especies, de la desertización, del vaciado de los mares, de la polución del agua y la destrucción del territorio. Lo sabemos desde años. Organizaciones gubernamentales poco sospechosas de extremismo han publicado cientos de informes. También sabemos que la ONU nunca incluye este tema en la agenda del medio ambiente y la huella ecológica. Nunca se contempla en las cumbres sobre el clima. Por eso, el ecologismo y los movimientos sociales, deben ponerlo en la agenda. Sabemos que es difícil, implica un cambio de paradigma personal, un cambio de paradigma colectivo y un cambio de paradigma socio-político. Incluso para aquellas personas a las que encerrar, torturar y asesinar animales no humanos, no les suponga un grave dilema ético, no hay muchas más salidas. Estamos en un planeta finito, nuestros cuerpos son limitados y el tiempo corre en nuestra contra. Dejemos de obviar el tema. Comer animales es la razón principal y primordial de la destrucción de nuestro planeta.
Nuestro planeta y el de elles. El de les otres animales con los que lo compartimos.
NOTAS:
1. Informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),
2. Henning Steinfeld, Jefe de la Subdirección de Información Ganadera y de Análisis y Política del Sector de la FAO.
3. La sombra alargada de la ganadería-aspectos medioambientales y alternativas (FAO, 2006)
4. Cowspiracy. https://www.youtube.com/watch?v=WWP2qW6oMGo
5. El gobierno aragonés aprobó, aduciendo a los futuros puestos de futuros trabajos creados, la creación de un macromatadero propiedad del grupo italiano Pini en la población oscense de Binéfar. El matadero más grande de Europa donde se asesinan 30.000 cerdos cada día.
6. Informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),
7. www.herohealthroom.com
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