En 2014 dos gasteiztarras mostraron públicamente su negativa a participar como miembros de mesas electorales para los comicios europeos ese año. Partiendo del aprendizaje generado por prácticas como la insumisión al servicio militar, esta iniciativa de desobediencia civil surgía de un rechazo al actual sistema político, así como a una determinada concepción de la democracia y de la participación popular que nos reduce al mero papel de votantes. Era también una llamada a potenciar formas de asamblearismo y autogestión social. En el mes de septiembre de 2016 nos reunimos con estos compañeros para que nos trasladaran su experiencia, así como la valoración de algunas iniciativas que se han ido desarrollando en este tiempo en el tema del descenso electoral. Posteriormente a la entrevista, otra persona del grupo de Des-censo electoral de Gasteiz fue llamada a la mesa en las elecciones autonómicas del 25-S, y también practicó la insumisión electoral. Otro caso significativo fue el de la mujer gallega cuya negativa a participar se topó con la sorpresa de que la Junta Electoral admitió su alegación y la eximió por ello de acudir a la mesa.
La convocatoria para formar parte de una mesa electoral
A: En un principio, mi planteamiento fue tratar de evitar formar parte de la mesa electoral, pero sin hacerlo público. Enseguida me enteré de que le había tocado a otro compañero. Nos miramos y pensamos: «Hay que intentar impulsar alguna iniciativa al respecto» y a partir de ahí empezamos a buscar referencias anteriores y a tirar de nuestros contactos. Es decir, fue algo que surgió de repente, aunque nosotros partíamos con ventaja de contar con experiencias anteriores en común en el terreno antimilitarista y a lo que se añadía nuestra relación personal. Esto nos facilitó conseguir información y apoyos.
B: Todo fue bastante rápido y espontaneo, y con plazos de tiempo muy limitados. Fuimos dándole forma y contenido a la iniciativa y convocamos a la prensa. Nos sorprendió bastante, ya que la noticia apareció en los medios de comunicación más de lo que esperábamos, no sé si porque éramos conocidos por nuestra militancia o por la novedad del tema.
Los paralelismos con la insumisión al servicio militar
A: Un elemento significativo, que al principio surgió a modo de prueba y que luego seguimos manteniendo, fue el de establecer una relación entre la insumisión a la mili y la insumisión electoral. En este sentido, creíamos que, aunque a nivel individual mantuviésemos un posicionamiento radical, era importante que la iniciativa estuviera abierta a gente con distinto bagaje ideológico, como forma de que pudiera hacerse más masiva y salir de unos determinados límites, porque si la desobediencia la llevan adelante 2, 4, 12 o 20 personas, puedes abrir un cierto debate social, pero no consigues generar un movimiento de oposición real.
Así que desde el principio establecimos este paralelismo, tanto en el blog que creamos (https://descensoelectoral.wordpress.com/) como en el material que editamos. Así, por ejemplo, el título del panfleto inicial era «Si te mandan una carta…», en el que jugábamos con la canción de Kojón Prieto y los Huajolotes. Planteábamos que, al igual que sucedió con el servicio militar, en este tema hay una imposición, una conscripción, que en este caso es electoral. Como en el tiempo de la mili el planteamiento era que, en la medida en que aparezca gente dispuesta a asumir las consecuencias de su desobediencia y tirar para adelante hay posibilidad de cuestionar el sistema electoral, incluso con más ventaja que con la insumisión, ya que ésta no se reduce a un grupo de población joven y masculina, sino que potencialmente abarca un sector social mucho más amplio.
En un principio, partíamos de cierto desconocimiento del tema. Hicimos una labor de documentación y de búsqueda de datos y descubrimos que cada vez que hay una convocatoria electoral se llama a unas 500.000 personas. Haciendo cálculos concluimos que, tirando por lo bajo, entre los 3 titulares más los 6 suplentes, hay un 10% de personas que no acuden a las mesas electorales,. Eso quiere decir que hay unas 50.000 que no se presentan. Es mucha gente y, claro está, a las autoridades no les interesa que esta información se difunda.
Cuando nos pusimos en marcha todavía no había llegado el «efecto Podemos» y el queme de la gente con la clase política era muy grande. Pensábamos que una iniciativa de este tipo podría tener una cierta repercusión social. De esta forma, nos planteamos la pregunta: ¿Qué herramientas podemos aportar? Así, en base a nuestra anterior experiencia antimilitarista decidimos crear un grupo de apoyo al estilo clásico, conseguimos un abogado dispuesto a echar una mano para los trámites y consultas legales, elaboramos materiales escritos y creamos un blog con información útil.
B: Buscamos una serie de útiles que pensábamos que nos podrían venir bien en caso de procesamiento. Enseguida constatamos que, por diversos motivos, no iba a haber juicio. Por otro lado, veíamos que el apoyo de la gente que habíamos movilizado para constituir el grupo de apoyo daba para emprender algo más ambicioso. Pretendíamos establecer las bases para lo que más nos interesaba de esta historia, que no era tanto nuestra insumisión personal, como que se pudiese dar un poco más de continuidad a lo que habíamos hecho nosotros y lo que sabíamos que se había hecho anteriormente.
Las elecciones de 2014
A: En las elecciones de 2014 nos sorprendió descubrir que solo a través de contactos electrónicos tuvimos noticia de que otras doce personas habían realizado también la insumisión electoral, lo cual nos hizo pensar que era una veta de la que podía salir algo interesante. Esas doce personas eran gente muy distinta y que no tenía coordinación entre si. Partiendo de aquí consideramos que había que abrir el abanico de esta iniciativa y retomamos nuestra referencia de la estrategia de la insumisión. Pensábamos que seguramente la gente que en un principio daría el paso tendría un alto nivel de compromiso. Por ello difundimos inicialmente el discurso más radical para que esa gente se sintiera atraída. Pero, al mismo tiempo, considerábamos que con este tipo de discurso quizás no íbamos a conseguir que se sumase gente que, por ejemplo, solo está dispuesta a no participar el día de la votación. Haciendo el paralelismo con la insumisión, podríamos hablar de quienes se declaran antimilitaristas o simplemente insumisos a la mili. Nuestra labor fue tratar de vincular ambos discursos.
B: A partir de ahí, sí que es cierto que nuestra propuesta ha enganchado a menos gente de la que esperábamos en las sucesivas elecciones, en las que pensábamos que esta iniciativa podía haber ido a mas. Y en nuestro entorno cercano hemos visto que, incluso gente que podía tener planteamientos cercanos a los nuestros, cuando ha sido convocada para participar en una mesa electoral no ha dado el paso de negarse por distintos motivos. En esto si que hemos tenido un pequeño baño de realidad.
A: En nuestro caso, creo que nos hubiese venido bien un juicio, porque teníamos capacidad de respuesta. Quizás por eso mismo nuestra acción de desobediencia no ha tenido mayor trascendencia penal. De hecho la Junta Electoral, sin tener en cuenta que presentamos declaraciones individuales, nos respondió a los dos conjuntamente para decirnos simplemente que no admitía unas alegaciones que en realidad no lo eran, ya que simplemente notificábamos que no íbamos a acudir a la mesa electoral, dábamos unas mínimas explicaciones sobre el asunto y pedíamos que se lo comunicasen a los suplentes.
La represión
A: La represión está siendo mínima (la ha sufrido más o menos una sexta parte de la gente) y los juicios se han resuelto en general con sentencias muy leves, básicamente multas, lo que parece indicar una voluntad política de no remover mucho el tema. Aun así, hemos sido muy estrictos tratando de no engañar a nadie. Dijimos claramente que, ateniéndonos a la ley, puedes llegar a sufrir pena de cárcel o incluso la pérdida de tu puesto de trabajo si eres empleado público. No es algo que esté pasando, pero esta posibilidad existe y ha llevado quizás a que un tanto por ciento de gente se busque otras vías menos arriesgadas para mostrar su negativa. En cualquier caso, nos parece muy importante el hecho de que quien dé el paso no se sienta solo y, en este sentido, una de nuestras mayores insistencias desde el principio ha sido crear grupos de apoyo que otorgasen cierta seguridad y tranquilidad. En general, esto ha sucedido en la mayoría de los casos en los que ha habido represión, aunque no ha derivado en la creación de estructuras más grandes.
La coordinación
A: Casi desde el principio vimos que no podíamos limitarnos a la comodidad del ámbito local y que si queríamos que la iniciativa se extendiera, era necesario relacionarse con otras gentes. En consecuencia decidimos crear el blog en internet, que ha sido algo muy importante, ya que ha agilizado la difusión de la información y la coordinación entre los distintos puntos del estado donde han ido surgiendo iniciativas similares. Por otro lado, pensamos que era necesario trascender el momento de los sorteos electorales e impulsar la figura del descenso electoral, que suponía una fórmula de cuestionamiento más general, que no se limita al momento puntual de las elecciones. Tomamos como referencia la experiencia del descenso electoral que se hizo en los años 90 en Nafarroa y Bizkaia, y entablamos contacto con gente que lo estaba promoviendo en la actualidad, como el colectivo antimilitarista Tortuga, de Elche. Estuvimos valorando durante un tiempo si intentar impulsar una minicoordinación a nivel estatal, editar un manifiesto común, etc. pero vimos que no era el momento adecuado, ya que no había la capacidad ni la energía necesarias.
Decidimos entonces mantener unos mínimos organizativos y, en la medida en que fueran surgiendo personas interesadas, hacer una red de coordinación, de apoyo y como una referencia a la que acudir en caso necesario.
De cualquier forma, consideramos que nuestro caso concreto debe pasar a un segundo lugar, y que los posicionamientos individuales pierden cierto sentido si no tienen una continuación a nivel organizativo y de coordinación. Así, nos encontramos en un cierto impasse ante la necesidad que vemos de generar esta estructura de coordinación que –al margen de las coyunturas– permita impulsar esta iniciativa.
El «efecto Podemos», las críticas y las discusiones
A: Nosotros arrancamos con un discurso de deslegitimación del sistema en un momento en el que la mierda bullía en todo el Estado (ej. casos Bárcenas, Urdangarin, Juan Carlos de Borbón, etc.) Veíamos necesario contextualizar nuestra insumisión dentro de una crítica al sistema parlamentario representativo, a los partidos políticos, etc. Pero al poco irrumpió Podemos con un discurso relegitimador de la participación en el sistema, a lo que se sumó en el ámbito vasco la apuesta de la Izquierda Abertzale (IA) por conseguir mayorías parlamentarias. Personas de la IA nos planteaban que, tras llevar varios años sin poderse presentar, ahora que podían hacerlo no iban a darle ningún tipo de cobertura a una campaña que pensaban que les podía quitar votos, e incluso nuestro acto personal lo sentían como una agresión.
Por lo demás, no ha habido posibilidad ni prácticamente interés dentro del movimiento popular por establecer un mínimo debate sobre el tema. No se ha entendido que se difunda un discurso en el que se cuestione el poder de las instituciones, pero no como una cuestión táctica, sino desde otra forma de entender la política. En ese sentido, hemos visto cómo se reproducía la típica visión que se puede tener desde la IA sobre el mundo autónomo-libertario. Nos han preguntado «¿pero bueno, esto no es una marcianada?» A lo que hemos respondido que se trata de una postura coherente con lo que llevamos haciendo toda la vida en el barrio, pasando de las instituciones, del ayuntamiento y dedicándonos a crear desde abajo.
B: Yo pienso que se puede trasladar la siguiente reflexión a mucha gente que está participando en lo social: «¿no te das cuenta de que en temas como los desahucios o los refugiados hasta que la gente no lo ha denunciado y se ha movilizado ninguna institución ha hecho nada?» Las estructuras institucionales son las que en teoría otorgan tranquilidad a la sociedad, pero ante determinadas cuestiones que pueden generar mayor sensibilidad mucha gente se da cuenta de que la iniciativa inicial no ha surgido por esta vía. Creo que en eso es donde hay que incidir.
A: En otros ámbitos no tan politizados hemos visto que, por ejemplo, se daba un fenómeno similar al de los tiempos de la mili: la mayoría de la gente con la que hablas no entiende que participar en el proceso electoral deba ser obligatorio, pero te plantea que sea algo voluntario, que lo haga gente en paro, etc. Por otro lado, y a diferencia de la época de la insumisión, que suponía un año entero de tu vida y correr diversos riesgos, la participación en las mesas electorales implica solo unas horas. Para muchas personas por tan poco «no merece la pena meterse en jaleos». Nos hemos encontrado sobre todo con gente que nos ha comentado los mil trucos que tienen para escaquearse si le toca. Lo que no se ve en general es arriesgarse a entrar en la vía penal.
B: Aunque no ha habido mucho debate social, en mi entorno cercano sí que se han generado debates y conversaciones sobre democracia, participación, formas de organizarse, etc. Y estas son las cuestiones que interesaría plantear en distintos ámbitos, partiendo de lo local y teniendo en cuenta la escala de participación, ya que hay gente que te dice que los partidos políticos no funcionan de igual manera según los ámbitos en los que se desenvuelvan.
Algunas valoraciones
B: Yo valoro positivamente una experiencia que nos ha permitido recoger el testigo de iniciativas anteriores y poner el tema de nuevo sobre la mesa. Por otro lado, ha sido un aprendizaje muy enriquecedor y también un baño de realidad.
A: Yo lo que he vivido con una cierta frustración es ver lo viejas que se han hecho las referencias que teníamos del movimiento. Ha habido un momento en el que, al retomar contactos tanto a nivel local como estatal, parecía que te situaras de nuevo como hace 25 años. Inicialmente yo veía bastantes posibilidades de crear rápidamente una red. Luego valoras que no es posible, que la gente, aunque tenga predisposición para ayudar, tiene sus realidades cotidianas, su familia, sus responsabilidades profesionales, ha envejecido…
También me genera cierta frustración pensar que esta es una campaña que lo tendría muy fácil. Creo que a las autoridades les puede doler incluso más que lo de la mili, ya que estás generando un importante debate de fondo al cuestionar la sacrosanta ceremonia electoral, bien realizando actividades de desobediencia concreta, o difundiendo los datos de quienes optan por ausentarse en la jornada electoral, ya que la juntas electorales están obligadas a abrir un expediente sancionador. Pero claro, incoar 50.000 expedientes… Solo en casos concretos lo hacen, cuando ven que en algún sitio la situación se les va un poco de las manos. Eso se combina con una política de admitir alegaciones que antes no aceptaban o hacer la vista gorda en determinados casos para quitarse potenciales problemas.
Por otra parte, algo que me ha llamado mucho la atención en plan positivo es que mucha de la gente, en su mayoría joven, se ha acercado a esta historia sin estar directamente militando. Unas personas que, aun sin rodaje previo, se han atrevido a dar el paso, teniendo además las ideas muy claras. Una de nuestras insistencias era que hiciesen un escrito propio con el que se quedasen a gusto. Te sorprendes de qué forma tan natural les sale un discurso que es común. Y eso sí que ha sido bonito, ver lo fácilmente que te ponías de acuerdo y cómo surgía la complicidad.
Lo cierto es que en nuestro arranque hacíamos un análisis demasiado optimista. Decíamos «esta campaña va a durar menos que lo de la mili» y pensábamos que el miedo a que se cuestionase una historia tan fundamental como es la participación electoral podría llevar a plantear las alternativas que tienen en su mano: meter a gente parada, perceptores de la renta básica… Así nos quitarían de en medio. Además sería fácilmente entendible para el común de la gente que diría «mira qué bien, ya no me va a tocar» y así conseguirían de alguna manera darle la vuelta al asunto.
B: Para mí la clave es el cuestionamiento del sistema, ver cómo está montado, porque la forma de tratar de desactivar nuestra iniciativa a nivel micro ha sido no encausarnos, al valorar que va a ser mejor no juzgarnos que generar un escándalo. Y en un momento dado, como ya pasó con la insumisión, admiten otro sistema y lo camuflan, como fue la mili profesional, en este caso empleando a gente voluntaria, a los superdemócratas o dando unos beneficios. Al margen de ello, yo creo que lo importante de este proceso es verlo como un logro en sí mismo.
SOBRAN LOS MOTIVOS PARA DECLARARSE OBJETOR ELECTORAL
– El parlamentarismo y la democracia son incompatibles. En una democracia las personas participan en la toma de decisión de los asuntos que les afectan, mientras que en un sistema parlamentario una pequeña élite de profesionales decide por el resto. Aunque desde el mismo parlamento se pudieran adoptar medidas favorables para el pueblo, creemos que es este último, organizado en una red de asambleas libres, el que debe tomar las riendas de su destino. La asamblea fomenta el debate y la convivencia y, por lo tanto, el desarrollo de las cualidades humanas; el parlamentarismo evita que la persona sea responsable y, por consiguiente, libre. Para ello es necesaria la desaparición del estado.
– La democracia también es incompatible con el capitalismo. La propiedad privada empresarial genera fuertes desigualdades sociales que impiden que se pueda producir el diálogo entre iguales. Además, somete en lo económico a unas personas a otras.
– El actual sistema impide el desarrollo de una conciencia libre. Para tal fin, fomenta valores competitivos, consumistas y conformistas, y evita que entren en confrontación con otros distintos. Entre la inexistencia del debate, la invisibilidad de la disidencia y la sobrecarga de información insustancial se evita que las personas desarrollemos nuestra capacidad crítica.
– El poder también se sostiene por la fuerza. La policía y el ejército son cuerpos represivos que defienden al sistema de cualquier amenaza cuando es necesario. No hay que pensar que esto ocurre solamente dentro de nuestras fronteras: el ejército saquea de forma asesina los recursos de países del Tercer Mundo.
– El estado coacciona con penas de multa o cárcel para participar en la formación de las mesas electorales. Esto supone un claro ataque a la libertad del ser humano.
Por todo ello te animamos a que sigas lo que te diga tu conciencia, te abstengas de votar, te declares objetor de conciencia ante la orden de formar parte de una mesa electoral y te sumes a esta lucha. Aunque seamos personas con nuestras contradicciones y limitaciones, uniendo nuestro esfuerzo podremos cambiar las cosas.
Francisco José Cuevas Noa, objetor de conciencia en las elecciones municipales de 2007
Adrián Manuel Vaíllo Garri, objetor de conciencia en las elecciones generales de 2011
Extraído del texto «Manifiesto por la objeción de conciencia electoral»
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