POR UNA MATERNIDAD ANTIPATRIARCAL

En una sociedad como la nuestra totalmente imbuida del poder del hombre sobre la mujer, podemos fácilmente intuir que todos los actos, que a esta se refieren estarán contaminados por esa ideología dominante que tiene por origen un modelo tribal y social nacido a finales del neolítico (hace unos 5.000 años) y llamado patriarcado. Recordemos que la palabra familia desvía de «famulus» que significa esclavos. El término Antipatriarcal no apunta hacia el hombre pero si hacia el poder institucionalizado del hombre sobre la mujer y sobre los hijos, o sea el patriarcado.

Considerando la maternidad como periodo que abarca el embarazo , el parto y la crianza del bebé hasta el destete (normalmente hasta los 3 o 4 años), no cabe duda que no solamente se trata de reproducir la especie pero también reproducir una sociedad a través del niñ*. Los valores que sustentan a una sociedad a través de la estructuración de las neuronas que dictarán unos automatismos (por definición inconscientes) de comportamiento no esperan la escolarización sino que empiezan nada más nacer. ¿No será que la sociedad patriarcal se caracteriza por un conocimiento empírico de como perturbar la maternidad para crear los patrones de comportamiento que la sustentan? Siempre se ha tratado y se trata de generar carencias y sufrimientos tanto para la madre como para el bebé y cuanto más pronto mejor. Como seres vivos, al conocer estos procedimientos bárbaros, no podemos más que indignarnos.

No quisiéramos que se nos malinterprete, como si una maternidad antipatriarcal se realizara a propósito para luchar contra el patriarcado.

Si la dejaran en paz se contentaría con ser y punto. Desgraciadamente hemos perdido las referencias de una maternidad «normal» que fluye por si misma. Siendo la maternidad una función intrínseca de la especie humana, rechazamos los valores del patriarcado, rechazamos las carencias y los sufrimientos por lo cual hablaremos de una maternidad a-patriarcal siendo la «a» de negación, como en las palabras apátrida, ateo, acracia, etc. Cuando negamos, fluye la vida, y como en toda función biológica, la vida se guía por el placer y hablamos entonces de una maternidad recobrada: la maternidad entrañable. Siendo esa maternidad una función social no cabe la menor duda que el hombre, el padre tienen un papel determinante. ¿Cuál es ese papel? queda por definir porque contrariamente al de la madre no nos quedan muchas pistas.

DESEOS DE «TENER HIJOS» Y DESEOS DE DAR VIDA

Es difícil cuando deseamos procrear (suponiendo que lo deseemos) saber si se trata de «tener un hijo» siguiendo el mandato que nos viene de arriba, o sea patriarcal, o si se trata de alcanzar un bien social, o bien al contrario si se trata de dar vida, de algo que surge de abajo, o sea de nuestra condición de ser vivo y genuinamente social.
Claro que a menudo se trata de una mezcla de estos dos propósitos. Pero recordamos que una de las características del patriarcado es el «procrearás para darme una descendencia, un linaje, para perpetuarme, realizar mis sueños en mis hijos y mis patrimonios».

En cuanto a los deseos que surgen de abajo hemos de reconocer que la gran mayoría de nosotros hemos sufrido los efectos de una maternidad no entrañable por todas esas interferencias impuestas por nuestra cultura (parto doloroso, chupete, carrito, falta de contacto de piel a piel, etc…) y al tener pocos vínculos con ese periodo de gran afectividad y erotismo tenemos por consiguiente pocos deseos de reproducirlo. A eso se añade el que en nuestra civilización urbana escaseen los roces con la vida. No obstante el deseo de dar vida es probablemente mayor, más físico en la mujer, porque está más vinculada a la naturaleza por su anatomía, fisiología, biología, (véase la formación del nido uterino dentro del ciclo lunar).

No cabe pues la menor duda que ser consciente de estos fenómenos nos ayudará a optar, o no, por una maternidad deseada. Una maternidad consciente y deseada desde abajo con todo el impulso libidinal es el primer paso hacia una maternidad entrañable. Una madre entrañable es una madre que deja de ser insensible al sufrimiento del bebé.

LA MATERNIDAD ENTRAÑABLE

Definición. Se considera desde el embarazo hasta el destete, o sea durante todo el periodo de relación libidinal de los niñ*s con la madre.

Una maternidad no patriarcal no pretende excluir al hombre de esta relación; lo que pretende excluir son los valores patriarcales asumidos tanto por el hombre como por la mujer. Son estos quienes impiden esa relación entrañable aun sin presencia física del hombre por que están interiorizados por ambos géneros. (…)

Pero lo que sucede generalmente en el matrimonio es que se impide que se constituya la pareja madre-bebé nacida con el impulso libidinal generado por el parto. La pareja hombre-mujer tendría entonces que pasar a un segundo plano y el hombre respetar el acoplamiento de flujos eróticos nacidos con el parto, o sea, el periodo llamado «imprinting» y el amamantamiento hasta el destete. En realidad esa pareja ya se había ido constituyendo poco a poco dentro de la barriga de la madre por el simple hecho de que el embarazo constituye una especie de injerto en el propio cuerpo de la futura madre. Entre ambos se constituye una estrecha vinculación a través de la placenta, órgano comunicativo por excelencia que permite una relación tanto en el sentido madre-bebé como bebé-madre el intercambio hormonal que trasmite todos los estados de ánimo de la madre. A medida que se desarrolla el embarazo, el bebé está cada vez más expuesto a la influencia del exterior por sus órganos sensitivos propios (oído, piel, etc. ) (…)

LA APUESTA POR LO ENTRAÑABLE ES TAMBIÉN UNA APUESTA SOCIAL

Para entender la maternidad entrañable y todo lo que puede acabar con ella tenemos que considerar todas las etapas de la maternidad desde la concepción hasta el destete pasando por el embarazo y amamantamiento dentro de «un continuum» común a todos los mamíferos con unas características añadidas especificamente humanas. Cortar ese «continuum» significa poner un término a esa maternidad entrañable. La maternidad se vería desposeída de gran parte de su carga erótica al cortar el impulso de la fuerza del instinto.

Este es el fundamento y el propósito de una maternidad patriarcal. (…). Una mujer a quien se le quita su bebé para ponerle en una incubadora no lo aborrecerá pero si que te costará conectar con él de forma intima y más aún intuitiva, entrañable (…). Esto lo entendemos mejor si consideramos que la maternidad forma parte de la sexualidad femenina. Pero como ser consciente y social, la hembra humana necesita , además de ser apoyada con mucho cariño, que se de valor a la importancia social de la maternidad entrañable. En efecto, todo nos lleva a pensar que la maternidad (…) es determinante en cuanto al tipo de sociedad que se reproduce a través del bebé y más tarde del niñ*. Por eso necesitamos tod*s hombres, mujeres y niños un nuevo simbolismo social que recoja toda la «magia» de la maternidad y de la reproducción social para que se vuelva acto «natural». Siendo a su vez el entorno social la mayor garantía para la realización y el éxito de una maternidad entrañable. De lo contrario nos encontraremos con una maternidad inhibida y sabemos de sobras que la inhibición de la acción, por miedo a la transgresión de los tabúes, puede acarrear malestares e incluso enfermedades, véanse las llamadas depresiones post-parto. Por lo cual debe quedar bien claro por lo menos en su entorno inmediato, que la protagonista del parto tiene que ser la propia mujer la cual adoptara con toda confianza la postura que a ella le convenga mejor (cuclillas, sola o sostenida, gateando, etc.) olvidándose de todos los prejuicios culturales para dejarse llevar por la ola de fondo del instinto materno. Con una buena preparación física pero sobre todo psicológica raras serán las veces que se tenga que recurrir al aparato tecnológico de la obstetricia (¿Viene de obstruir?) que en ciertos casos puede representar un mal menor de última necesidad. Es ese mismo instinto materno quien llevará a la madre a querer sentir nada más nacer, a su bebe contra su piel y a este ultimo a buscar el olor, el pezón y la mirada de su madre. Este instante mágico es el «imprinting» anteriormente nombrado en el que se acoplan los flujos amorosos y empieza el amamantamiento.

¿Cómo se puede concebir en este caso que el hombre, como está de moda en ciertos medios progres, quiera reemplazar a la madre durante la maternidad? Esta concepción paterna de la maternidad, no respeta para nada, ni los profundos deseos de la madre ni del bebé. Este concepto bajo cobertura igualitaria no hace más que seguir un mandamiento del patriarcado: impedir el acoplamiento de los flujos amorosos y la constitución de la nueva pareja entrañable madre-bebé. Esto significa inhibición, frustraciones y carencias. Tenemos que reflexionar sobre la hipótesis según la cual el bebé humano es una especie de prematuro que en comparación con los demás mamíferos, nace mucho antes de su término. Todo ello debido al volumen de su cerebro neocórtex (por la adopción de la postura vertical, utilización de las manos, fabricación de herramientas,…) y por consiguiente de su cabeza. De nacer más tarde el volumen y rigidez de su cráneo no permitirían el paso por el cuello del útero, pero sobre todo por los huesos de la pelvis. Por eso se considera y nombra el periodo de 9 meses que sigue al parto, «la extero-gestación». (…)

Claro que al considerar la maternidad y la crianza desde esta óptica se nos caen todos los esquemas del psicoanálisis y demás discursos sobre la supuesta naturaleza humana. ¿Cómo encaja en una maternidad entrañable el narcisismo primario, la perversidad innata del bebé, el mito de Edipo y la pulsión de muerte? Cuando todo es ternura, la tendencia innata hacia el placer compartido y el apoyo mutuo. ¿No será la sociedad patriarcal quien busca por todos los medios supuestamente científicos escondernos la verdad y justificar por esas mentiras el trueque de la felicidad humana del tu a tu, por la carencia, la falta de confianza y por consiguiente el aprendizaje de la propiedad la competitividad y las jerarquías, en una palabra: la guerra.? (…)

Contrariamente a una maternidad patriarcal donde el «padre» brilla por su ausencia y la madre vuelca sus angustias sobre l*s niñ*s, el hombre, los hombres tienen que responder a las necesidades afectivas del niño o de la niña nada más nacer, conforme lo pidan est*s últimos, y no cuando lo decidan los adultos. Veremos así como ést*s, naturalmente, por si solos y poco a poco se despegan de la madre y buscan la afectividad masculina, como también necesita agrandar su circulo relacional cada vez mas variopinto.

¿No es esta una razón suplementaria para apostar y obrar por otro tipo de valores, otro tipo de relaciones y un tipo de estructuras que permitan la eclosión de dichos valores y relaciones, o sea otro tipo de sociedad?

LA MATERNIDAD A-PATRIARCAL Y SU PUESTA EN PRACTICA. LA NORMA. LA ESTRUCTURA HOSPITALARIA

Una cosa son las leyes o normas como las de O.M.S. respecto al parto y otra cosa su aplicación dentro de las estructuras hospitalarias (…). Una cosa son los deseos de los legisladores y otra las posibilidades o imposibilidades de esos mastodónticos centros de reproducción que son los hospitales, debido a sus propias estructuras centralizadas, jerarquizadas, con escaso personal, etc. A esto se añaden los intereses económicos de las industrias multinacionales farmacéuticas , o incluso de la comida (NESTLE) (…). Y es que la medicina en general apunta más hacia la enfermedad que hacia la salud. Es una ciencia de la enfermedad y así se considera el parto. Representa además una institucionalización del nerviosismo alrededor de la mujer que pare. El resultado de este ambiente donde reinan las prisas , el desconocimiento, la rutina dentro de una banalización del parto es quitarle el protagonismo a la madre y dárselo al obstetra. Con lo cual aumentan los riesgos al perturbar una intimidad que garantice el éxito del parto (desactivación hormonal, entrega de su propia capacidad, abandono, etc.) y al adoptar la parturienta unas posturas antifisiológicas (tumbada dorsal) que sólo favorecen el trabajo del obstetra. Puede entonces justificarse la medicalización del parto con la inyección de oxitocina (aceleración de las contracciones) insensibilización del parto (anestesia), cesáreas innecesarias, etc. Todo ello conlleva, además de todo el sufrimiento emocional tanto por parte de la madre, quien dejará de sentir esa atracción entrañable hacia su bebé, pero también por parte de éste quien se sentirá abandonado, desconectado del mundo. Este es el caso más flagrante y sin embargo más corriente de no respeto de una etapa decisiva: «el imprinting». Esta constatación justifica plenamente que le demos la espalda a este tipo de maternidad y hagamos todo lo posible para evitar los hospitales. Solo acudiremos en caso de emergencia debido a un problema «mecánico» (necesidad de cesárea) o por otro problema grave. Casos ellos muy escasos si se respetan las pautas dictadas por el propio cuerpo. En caso de ingreso en un hospital intentar, las leyes por delante, que se respete al máximo la voluntad de la madre y firmar el alta para salir cuanto antes. Para ello siempre será mejor prevenir escogiendo durante el embarazo el hospital que ofrezca las máximas garantías.

CONDICIONES PREVIAS A UNA MATERNIDAD ENTRAÑABLE AQUÍ Y AHORA

1- Ser conscientes de las dificultades.
La falta de conocimiento tanto teórico como empírico, la soledad, el aislamiento y la insolidaridad, características todas ellas de la sociedad en que vivimos, pero que también viven en nosotros mismos, constituyen los mayores obstáculos para la realización de una maternidad entrañable (…). Nuestro tiempo afectivo es cada vez más reducido (pareja) y más corto (televisión, ordenador) y la exclusión de los niñ*s de nuestro tiempo y espacio, cada vez más patente como también lo es la falta de roce con la vida misma, plantas, animales, etc.

2.- Darle otro sentido a la vida.
Para escapar a la miserable mecanización por no decir militarización de nuestras vidas no nos queda otra opción que la de comprender, reflexionar, actuar y viceversa para cambiar, (…) aunque debido a nuestra estructuración psíquica heredada de la cultura judeocristiana, pretender abolir así, de golpe una de las pocas estructuras relacionales de tipo afectivo todavía existentes, o sea la familia, sería acatar un poco más a un sistema suicida que nos induce a una cada vez mayor atomización de los individuos. Así como un salto en el vacío. Tod*s opinamos, sin embargo, que la familia el lugar ambiguo por excelencia donde cohabitan autoridad y afectividad, sirviendo esta ultima de chantaje para que se perpetúe la anterior (…). El propósito sería de organizarnos horizontalmente a partir de los núcleos existentes pero de forma que con el tiempo dejen de ser básicos, de manera que se permita la ampliación y el traslado de la confianza hacia un grupo más amplio. Se trata de crear unas estructuras que permitan el posible desparramamiento de la afectividad, por la relativización y dilución de la autoridad en los distintos núcleos, la complicidad de los subgrupos tradicionalmente sometidos (niñ*s, mujeres,… ) y los intercambios de todo tipo. Todo ello asentado sobre unas bases económicas igualitarias, o sea sin propiedad privada, sin herencia y unas decisiones colectivas tomadas en asamblea. Esto es, envolviendo y elevando lo poco que tenemos a un nivel superior de apoyo mútuo y confianza, a otro nivel de organización multirelacional: El grupo, llámese éste pueblo, comuna o colectividad. Este tipo de agrupación humana puede ser una alternativa donde no se organice todo en función de los adultos, donde la relación íntima con los niños se realice como si fueran «tus niñ*s» gracias al roce de todos los días. Eso no quiere decir que la colectividad sea una panacea. (…).

3- El Parto.
Una vez creado el entorno social y afectivo favorable y ser conscientes de los factores que apoyen a esa maternidad no patriarcal bien valorizada, intentaremos crear las condiciones personales para parir con placer:
– Recuperando, con una alimentación sana, respiraciones, ejercicios una salud física óptima.
– Recuperando gracias a esa salud física óptima y el entorno favorable una salud mental positiva.
– Recuperando gracias a ejercicios físicos (relajaciones) y mentales nuestra capacidad de desconectar con el intelecto favoreciendo en su momento el abandono total a las sensaciones, al instinto, sabiendo que las fases del parto ya no significan nada.
– Recuperando la fuerza muscular de todos los músculos de la pelvis y con apoyo de la visualización, la sensibilidad uterina. No olvidemos que el consciente trabaja sobre el inconsciente.

Todo esto nos llevara a estar imbuidas de una mentalidad que implica que en el momento del parto te das cuenta de la estrechez del sentimiento de propiedad, de que la vida y la naturaleza es más que razón… En el momento del parto es necesario que todo esté listo para que la mujer no este preocupada por cosas materiales en su lugar y entorno afectivos: buena temperatura, luz filtrada, cobijo mínimo, agua templada, tranquilidad, clínica avisada y el coche preparado por si acaso, etc., etc. También deberá haber unas mínimas personas alrededor, aceptadas y preparadas, que permanezcan con mucha discreción y no intervengan salvo decisión de la mujer: intimidad.

4- Post-parto
Nada más nacido, se ayudaría si es preciso a la madre a colocar al bebé sobre su vientre y dejar que se alargue el instante mágico: el descubrimiento mútuo de los cuerpos y atracciones. Se cortara el cordón umbilical una vez que haya dejado de latir, después de haberlo atado con un cordelillo de algodón en los futuros extremos. El amamantamiento nada más nacer favorecerá la expulsión de la placenta que se realizará después del parto. Habrá que seguir cuidando la temperatura y dejar a la nueva pareja tranquila, simplemente estando al servicio de sus necesidades.

5- Una nueva vida: para el bebé y para la madre.
Para la madre una nueva vida empezó con un fuerte enamoramiento con su bebé con quien deseará dormir lo más cerca posible pero también llevarlo a cuestas cuanto más mejor. Algo perfectamente compartido con los deseos del bebé. Es un auténtico acoplamiento. Así es como sus sueños mismos se acoplan de manera que «deseo» pase por delante de «necesidad». Un bebé feliz no llora, recibirá la leche y el afecto antes de llorar. Un ejemplo: durante el sueño existen dos fases: el sueño profundo y el sueño paradógico y, entre estas fases sueños de transición. El sueño paradógico se caracteriza por un sueño leve necesario para el bebé por que forma parte del proceso de maduración de su cerebro. Este cuenta con 80% de su sueño paradógico y el 20% de sueño profundo invirtiéndose estas cifras a medida que va creciendo hasta llegar al adulto donde el 80% de su sueño es profundo y el 20% paradógico. Cuando la madre amamanta a su bebé sin restricción, día y noche, su tasa de prolactina (hormonal) en la sangre, acopla sus ciclos de su sueño a los del bebé. Así, antes incluso de que el bebe se despierte ésta ya se ha despertado con una subida de leche.

Claro que para que esto se realice y se pueda desarrollar hasta el destete tiene que estar la madre exenta de preocupaciones económicas y de la presión del «padre» por recuperar «su pareja perdida». Y la madre ha de estar constantemente valorizada y apoyada. Esto no significa que se queda fuera de las actividades. Bien al contrario, una madre entrañable no es una invalida y tiene que incorporarse en cualquier actividad que le guste.

El bebé: a medida que va creciendo, va creciendo también su círculo de relaciones hacia el compañero de la madre y hacia sus hermanitos y demás niños, pero también los demás adultos. Hasta el destete, aparte de las demás personas, intervienen también muchos factores nuevos a medida que va creciendo el/la niñ*. Pero siempre se trata de confiar en sus capacidades y de satisfacer sus necesidades, creando espacios adecuados sin olvidar que la evolución del bebé hacia el adulto pasando por el niño o niña es toda la historia de la evolución de la humanidad que se repite (gateo, aprender a andar, aprendizaje de la cultura, etc.). Pero este es otro capitulo por tratar en otro encuentro, conscientes de que queda todavía mucho por decir y debatir sobre lo anteriormente expuesto.

I Encuentro Sobre Maternidad Antipatriarcal
Alozaina (Málaga)
Diciembre de 1995


NOTA: Sobre el tema de la maternidad antipatriarcal ha sido recientememte editado el interesante libro «La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente», de Casilda Rodrígañez y Ana Cachafeiro, editado por Madre Tierra y Nossa y Jara.

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