MILONGA DEL INTERNET

Los apóstoles del capital, la democracia y el mundo libre -trinidad indisoluble- han comenzado a cantar al unísono (¡bombazo en los 40 principales!) las maravillas de su último engendro: el internet.

Desde EL PAIS, atalaya de la estricta ortodoxia, Pedro Schwartz, uno de los más integristas sumos sacerdotes, libre ya de la amenaza de la dictadura del telón de acero, «la más poderosa de todos los siglos», exulta de gozo ante «el encuentro en el ciberespacio del capitalismo y la democracia» -la formal, por supuesto, porque la participativa y la económica lejos de objetivos a alcanzar son enemigos a combatir- y lo mejor de todo: «sin que ninguna autoridad pueda vigilar»; ¡viva la desregularización!

Sus monaguillos de este país nuestro también entonan el canto: Joseba Arregi resalta las relaciones horizontales e interactivas que expandirá el engendro; todas recordamos su paso por la Consejería de Cultura como un incansable ejercicio de «horizontalidad».

Suele ser más que saludable analizar los fenómenos en su contexto; puesto que la dimensión y proyección del internet es planetaria debemos contextualizarlo en el planeta. Hoy -datos del B. M.- un 20% de sus habitantes rapiñan el 84% de sus recursos; el resto, el 80% «los nadies» [[Cuando hace 500 años los «descubrieron» eran salvajes a los que había que civilizar y cristianizar; luego, subdesarrollados a los que había que llevar al desarrollo; ahora que ya no hacen falta para que los ricos puedan seguir atesorando «más riqueza de la que la codicia podría imaginar» son sencillamente muchos y deben dejar de reproducirse como conejos. G7, FMI, ONU y otros filántropos de tal pelaje no escatimarán esfuerzos para ello.]], a los que con tanta precisión y ternura define y da voz Galeano, han de conformarse con «todo a cien»: veinte duros al día para sobrevivir (los ricos aún no han encontrado la forma de evitar que caigan migajas de su mesa). En 1960, en cambio, ese 20% sólo disfrutaba del 70% de los recursos; es decir: en estos últimos 30 años paralelamente a los «mayores y más espectaculares avances de la ciencia y de la técnica» (léase el entrecomillado con entonación de anuncio de Telefónica) los ricos son más ricos y «los nadies», más nadies.

Y no podía ser de otra forma porque «el desarrollo tecnológico actual hace que las naciones ricas sean aún más ricas y las pobres se empobrezcan aún más (…) siendo muy raro que la lógica de la innovación tecnológica tenga un carácter solidario y humanista». La cita corresponde al nada sospechoso de veleidades heterodoxas responsable del programa FAST de la CE de ciencia y tecnología.

En este contexto resulta bastante evidente qué es y a quién va destinado, al igual que el resto de las nuevas tecnología, el internet: un nuevo instrumento de acumulación y poder para el 20% y un nuevo paso en la exclusión y empobrecimiento del resto. La oda triunfal resulta ser una ópera bufa.

AUTOPISTA DE LA INFORMACIÓN

El término que más repiten para vendérnoslo es el de autopista de la información; el contexto vuelve a ser esclarecedor. En la década de los 70, cuando «los nadies» eran un poco más alguien y hacían oír su voz, la UNESCO propuso y exigió una serie de medidas concretas para garantizar una distribución más justa y democrática; los EE.UU. abandonaron la UNESCO y el resto del club de ricos la boicoteó con su pasividad militante. En los 80, cuando las aguas volvieron a su «natural» cauce, al impuesto nuevo presidente de esa organización, el socialista-obrero-español Mayor Zaragoza, le faltó tiempo para marcar las directrices que «permitieran» volver al patrón. Hoy, felizmente, el 80% de la información que se mueve en el mundo a diario pertenece a 4 agencias (los beneficios que generan también, por supuesto); todo un récord de pluralidad y horizontalismo.
Sentarnos ante el paradigma de la «información de masas» y difusión de la «Aldea Global» también nos ayuda a abrir los ojos; la televisión, medio unidireccional y unívoco, nos toma una a una y nos convierte en receptáculos de propaganda y apología de lo que hay, lo mejor y único posible; nos uniformiza y aborrega, nos vacuna contra la realidad a base de ficcionarla, nos convierte en espectadores y consumidoras inmunes al dolor y al sufrimiento [[¿Quién es capaz de comprender y sentir qué son un millón de muertos en Ruanda?]] -siempre fortuitos, sin causas ni responsables [[El tribalismo, el fundamentalismo y otros males de la in-civilización son últimamente explicaciones convincentes que, de paso, nos recuerdan qué suerte tenemos de vivir en la «civilizada» Europa. Y para «civilizar» a «los nadie» nada mejor que alguna que otra intervención militar -humanitaria, claro- tipo Somalia o Ruanda.]]- del 80%, aunque una parte de él viva en nuestras calles y nos roce a diario.

La «autopista de la información» profundizará esas tendencias. Nos lo presentan como la panacea del «medio interactivo» cuando cada día estamos más aislados de quienes nos rodean y nos es más difícil la comunicación con quienes están a nuestro lado. Si la pantalla de mi ordenador me ofrece una simulación casi perfecta de la realidad, ¿para qué salir a la realidad, que es una mala simulación de lo que ofrece la pantalla? Si puedo «conectarme» a través del ordenador y cortar cuando quiera, ¿para qué comprometerme en la comunicación real y directa, cara a cara, con todos los riesgos que ello comporta? Si, como dice el «prospecto», algún día podré llegar a hacer el amor por fibra óptica y con satisfacción total garantizada, ¿para qué sudar y mancharme en un cuerpo a cuerpo y piel a piel que no me da ni siquiera «una vez» de garantía? ¡Bienvenida sea la profilaxis total!

LIBRE CIRCULACIÓN DE IDEAS

Lo de la «libre circulación de todas las ideas» es otra gran patraña. Las formas de pensamiento y de conocimiento no racionalistas-discursivas -no científicas-, que son en diversas y ricas formas las del 80%, no pasan por el cable óptico ni caben en la pantalla del ordenador; éstos no están hechos ni sus inventores tienen el menor interés en comprender ni dar cabida a esas otras formas de conocimiento y sus lenguajes. Que ellos no comprendan nuestro universo prueba su «retraso»; que nosotros ignoremos y despreciemos el suyo confirma nuestro «adelanto». Ello no es, sin embargo, óbice para que la industria farmacológica, agro-genética e incluso las terapias de nueva era utilicen los conocimientos que con métodos no-científicos «los nadies» han acumulado con paciente trabajo (la tecnología, al igual que el capitalismo, está hecha para no tener que esperar) durante siglos e incluso milenios y obtengan a través de ellos, una vez debidamente «cientifizados» y protegidos por patentes, miles de millones de dólares de ganancias. Ni el 0.001% revierte en sus anónimos y anónimas descubridoras; solamente el conocimiento de los ricos merece ser protegido; el de los pobres está para ser expoliado.

Por lo demás, la canción del internet y del resto de las nuevas tecnologías de telecomunicación es un insulto a la cara de la mayoría. Lo de «poder trabajar sin salir de casa», cuando las condiciones de trabajo de la mayoría de los pocos que aún lo tienen se precarizan hasta extremos inimaginados, es una burla descarada. Lo de los «diagnósticos por teléfono», cuando en el Sur la gente nace, vive y muere sin haber recibido ninguna atención médica y en el Norte nos imponen el modelo USA (quien quiera sanidad que se la pague), es hiriente sarcasmo. Lo de «hacer las compras, sacar dinero y entradas para el teatro sin salir de casa…», cuando los pobres son [[Podríamos perfectamente decir somos.]] cada vez más y lo son cada vez más, y tienen menos recursos y están más excluidas y excluidos de los canales de consumo y cultura (oficial, claro), es ofensiva ostentación de inalcanzable status. Lo del «mundo sin fronteras», cuando los ricos alzan cada vez más gruesos muros en torno a sus islas privadas de riqueza (ya hay planificadores que recomiendan en sus estudios disuadir a «los nadies» hundiendo los barcos en que pretendan llegar al Norte en futuras-próximas migraciones masivas), es ofensivo cinismo. Y así hasta llenar enciclopedias.

La milonga del internet es la milonga de la ciencia y la tecnología: instrumentos al servicio del desarrollo capitalista y su lógica del mayor beneficio en el menor plazo; instrumentos de la colonización cultural y de las conciencias. «Avances para la humanidad» que sólo avanzan al 20% que merece llamarse humano; para el resto «daños colaterales» [[Los técnicos y el propio director del B. M. recomiendan exportar industrias y residuos tóxicos al Sur, pues, a parte de estar «infracontaminado», allí la gente, de cualquier forma, morirá antes.]] o aportación desinteresada al «progreso» como cobayas [[Desde hace tiempo científicos USA está vivamente interesados en entrar a Vietnam para estudiar los efectos a largo plazo de los venenos de las armas químicas con que los masacraron.]]. Investigaciones, para satisfacción de los Schwartz, fuera de cualquier control o información social dirigidas únicamente a generar nuevos espacios de acumulación. Engendros cuya finalidad o ética es absolutamente accesoria [[El caso de la investigación militar -la «racionalidad» al servicio del terror y la barbarie- es el más claro, aunque no el único ejemplo.]]. Investigaciones, es decir, gastos, generosamente subvencionadas con dinero público para pasar automáticamente a ser 100% privatizados los resultados [[Como ahora en EE.UU. está sucediendo en el caso de la industria de la manipulación de genes humanos, el sector que próximamente «revolucionará» nuestras vidas.]]; la ley de oro del capitalismo, socializar costes, privatizar beneficios, se cumple con «científica» precisión. Métodos inconfesados por inconfesables (Falopio descubrió las trompas que llevan su nombre hurgando en dos condenadas a muerte que llegaron muertas al cadalso). Legión de mercenarios bien pagados [[La pomposa «comunidad científica» es además implacable con sus disidentes. El hermético ostracismo al que está sometido el «Grupo para la Reevaluación Científica de la Hipótesis Vírica», incluso los últimos trabajos de Luc Montagnier, descubridor del -supuesto- virus del SIDA, es un buen ejemplo. La feroz campaña contra el ex-médico Hammer -del que todas la informaciones ocultan que es oncólogo, que padeció cáncer y lo curó con su método, al igual que luego a más enfermos-, es otro magnífico y actual ejemplo. Un muerto de Hammer es crimen de lesa humanidad; 15 de un acelerador lineal, como mucho, mala suerte, pero nadie le quita el carnet médico; de los de la quimio y demás oficial-terapias nadie lleva la cuenta. Sólo la ciencia médica oficial tiene «licencia para matar».]] que juegan a neutrales aunque saben perfectamente quién y para qué les pagan. Y así llenar tres o cuatro discos duros.

La proclamación de la neutralidad de la ciencia, verdad axiomática, dogma de fe «universal» a la que nadie osa mostrar su ateísmo, es un ejercicio más de hipocresía y cara dura de los que mandan. Creérselo es una ingenuidad; obviar que la ciencia es un producto del capitalismo y un instrumento imprescindible para su desarrollo, concebido sólo para ese fin, es algo que la izquierda se empecina en hacer, acaso aún atada a su cientifismo social de «mejores» épocas.
«La ciencia es una estrategia, es una forma de atar la verdad». Es ya urgente hora de comenzar a desenmascarar y denunciar a la ciencia y la tecnología, de enfrentarnos a su totalitarismo, (ciencia o caos), de dejar de babear boquiabiertas ante sus engendros. Apostatar de la ciencia no es, de ningún modo, volver al oscurantismo, como todos y todas estamos acostumbrados a pensar por pura inercia [[La mentira mil veces repetida (y más aún si lo hacen señores encorbatados en televisión) se convierte en irrefutable verdad.]], sino abrirnos y buscar otros modos de conocimiento más horizontales, exigentes y precisos, asumiendo con humildad, frente a la arrogancia científica, que jamás llegaremos a conocer ni explicar el porqué de cada cosa, y mucho menos a encerrar la vida en una probeta o en un microchip.
Es imperioso desmitificar la cultura de «los expertos», que aliena la «ignorancia» [[Las clases dominantes siempre han intentado, con gran éxito, que «los nadies» -«que no hablan idiomas sino dialectos, que no profesan religiones sino supersticiones, que no hacen arte sino artesanía, que no practican cultura sino folklore»- tengan una percepción negativa e incluso desprecien sus conocimientos y formas de vida.]] (siempre ajena) y fomenta la cultura de dependencia y sometimiento a sus designios y su «sabiduría». Y denunciar las condiciones tecnocráticas: con más tecnología, construyendo computadoras más grandes, no solucionaremos los problemas; no hace falta ser «experta» para saber que no es tomando mayores dosis del veneno que nos mata como sanaremos.

Y frente a las «autopistas de la información» -y a las otras-, potenciemos los caminos vecinales y comunitarios de toda la vida. Iremos más despacio, por supuesto, pero además de disfrutar del paisaje llegaremos a donde decidamos ir, en vez de ser conducidas a toda velocidad a donde quieran llevarnos.

Uxue Cabaredaz
(Gasteiz)

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