El rol clave de China como nueva potencia mundial
Miércoles 31 de mayo de 2023 por CEPRID
José Miguel Amiune
Economía y Política
Estimado lector, es posible que el título y subtítulo de este artículo lo sorprendan, lo alarmen o le cueste encontrar la relación entre la guerra, la declinación del dólar y el papel de China como nueva potencia internacional. Ello me obliga a contarles una historia que pocos conocen y permanece oculta para la mayoría de la opinión pública mundial. Se las contaré, tan resumida, como pueda. Una historia que jamás le contaron: «dólar y petroleo»
En 1974, el presidente Richard Nixon enfrentaba una crisis petrolera, inflación descontrolada, recesión y el desplome del mercado bursátil. Esto, en cierta medida, era resultado de la decisión que el propio Nixon había tomado en 1971 cuando resolvió abandonar definitivamente el patrón oro y liberar la emisión de dólares con independencia de las reservas de oro depositadas, como garantía de la moneda, en Fort Knox. A partir de entonces, la cantidad de dólares emitidos y en circulación, no guarda ninguna relación, ni proporción alguna, con las reservas de oro que posee la Secretaría del Tesoro de los Estados Unidos. En otras palabras, el dólar carece de respaldo en oro y, por lo tanto, la mayor parte de los dólares en circulación no tienen respaldo alguno. Es lo que en la jerga vulgar se llama «papel pintado» y los economistas denominan «dinero fiduciario». Se calcula que, actualmente, las reservas auríferas en Fort Knox (valuadas a precio de mercado) equivalen a unos 270 billones de dólares (en la denominación estadounidense), mientras que los dólares en circulación más los depósitos bancarios en cuentas corrientes y cajas de ahorro (M2) ascienden a 21 trillones de dólares de la misma denominación. Estos datos han sido tomados del Tesoro de EEUU en 2023. Lo que nos permite calcular que, por cada dólar con respaldo en oro, circulan en el mundo 77 dólares sin respaldo o «fiduciarios».
Aquí empieza la historia que quiero contarles. Consciente de la necesidad de darle un nuevo respaldo al dólar, el presidente Nixon envió, en Julio de 1974, a su Secretario de Estado Henry Kissinger y al Subsecretario William Simon a Arabia Saudita, que lideraba la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), creada en 1960 en Bagdad.
¿Cuál era la misión de Kissinger y Simon? El Sha Reza Palevi de Irán era, por entonces, el aliado estratégico de EEUU en la zona del Golfo y todo el Medio Oriente, contaba con el apoyo y la protección militar de EEUU. El Sha que era persa y chiíta, miraba con recelo el creciente papel de la Casa Real Saudí, que eran árabes y sunnitas, por su participación creciente en la producción y comercialización de petróleo. A su vez el Monarca Saudí temía a la superioridad militar del Sha de Irán, que amenazaba la integridad territorial de su país y la seguridad de los miembros de la Casa Real Saudí.
La diferencia entre ambos reinos era que Reza Palevi comenzaba a ser hostigado por los clérigos por la rápida «occidentalización» que había impuesto a la sociedad iraní, mientras el monarca saudí, controlaba férreamente a su sociedad y aumentaba crecientemente su influencia entre los países del Golfo de mayoría sunnita. Uno iba declinando y el otro emergiendo.
Por tanto, la misión de Kissinger, sugerida por él mismo, era ofrecerle un acuerdo estratégico al Monarca Saudí, por el cuál las fuerzas armadas de EEUU defendieran a la familia real y al propio reino, en su integridad territorial, de toda amenaza regional o extrarregional. La contrapartida que exigía EEUU era que Arabia Saudita en su condición de presidente de la OPEP, determinara que todos los países miembros se obligaran a fijar el precio internacional del petróleo en dólares estadounidenses, impidiendo que toda transacción en materia de petróleo, gas y otros combustibles se denominara en otra moneda que no fuera el dólar.
El Acuerdo de Jeddah, firmado en julio de 1974, estableció una alianza estratégica de largo plazo entre EEUU y Arabia Saudita, que ha perdurado hasta la actualidad. Esta alianza consagrada en el Acuerdo conocido como Petrodólar, salvó a las finanzas de Estados Unidos. Como todo el mundo necesitaba petróleo, todo el mundo necesitaba dólares para comprarlo. La enorme demanda de petrodólares que siguió al Acuerdo de Jeddah, se convirtió en el respaldo del dólar, sustituyendo el «oro metalífero por el oro negro, el petróleo».
El respaldo a los nuevos dólares emitidos ya no era el oro, sino la demanda generada por la obligación de denominar los contratos de compra y venta de petróleo y gas en dólares americanos a escala mundial. El mundo se cubrió de petrodólares que, por la magia del poder del capital financiero, se convirtieron en deuda externa de los países en vías de desarrollo y emergentes. A través de la banca comercial estadounidense y europea, esos dólares, que los países petroleros depositaban en el sistema financiero, se reciclaban y se convirtieron en la deuda externa, cuyo peso sobre el mundo periférico no tardaría en estallar.
En América Latina, el problema de la deuda detonó, encabezado por México en 1982. Entre 1989 y 1996 el Plan Brady, en los países que adhirieron al mismo, restructuró la deuda transfiriéndola de los bancos a millares de bonistas privados. Sin embargo, no se pudo evitar que en los 90 las crisis se repitieran en México, el Sudeste Asiático, Rusia, Brasil, Turquía y la Argentina. Esa situación, agravada por la globalización financiera, persiste en la mayoría de esos países, con sus sucesivas renegociaciones y ampliaciones.
Ese fue, también el origen del emisionismo desmedido de los EEUU, que se ha constituido en el mayor deudor del mundo, alimentando un déficit externo acumulado que supera su PBI, pero le ha permitido mantener artificialmente el señoreaje del dólar frente a todas las demás divisas. La guerra de Ucrania y la declinación del dólar
Apenas transcurridas cuatro semanas del conflicto bélico en Ucrania, el dueño de Blackrock, Larry Fink, formuló dos pronósticos que hicieron temblar a los mercados internacionales. Afirmó: «La invasión rusa a Ucrania ha puesto fin a la globalización que hemos experimentado durante las últimas tres décadas» y, antes que los periodistas recuperaran el aliento, remató: «Un sistema global de pagos digitales, cuidadosamente diseñado, puede mejorar la liquidación de las transacciones internacionales, (supliendo al dólar como patrón de cambios del comercio internacional) reduciendo al mismo tiempo el riesgo de blanqueo de dinero y la corrupción».
Las opiniones de Larry Fink nunca pasan desapercibidas ya que gestiona el fondo de inversión más grande del mundo y maneja una cartera de activos de más de 10 billones de dólares, es decir, equivalente a más del 10% del PBI mundial. Una lectura profunda de sus declaraciones dejaba entrever una advertencia de los cambios estructurales que aceleraría la guerra europea. Estaba adelantando la declinación del uso del dólar como moneda hegemónica y la necesaria transformación del sistema de pagos global.
El señoreaje monetario del dólar en el comercio internacional y como reserva de valor, posiblemente no termine en el corto plazo, pero comienza a discutirse su falta de respaldo y el privilegio de Estados Unidos para emitir la moneda de cambio universal. El propio Wall Street Journal ofrecía una prueba concreta de ese giro al publicar, a través de sus corresponsales en Riad y Dubai, la capital y el centro de negocios de Arabia Saudita, que se aceleraron las negociaciones para que la potencia petrolera comience a venderle barriles de crudo a China, recibiendo yuanes en lugar de dólares. Esta sería la plataforma de proyección, en gran escala, del «petro-yuan» digital en transferencias crossborder, es decir en los pagos que se realizan entre distintas fronteras.
Lo que anunciaba The Wall Street Journal ya ocurrió. Las cifras de este intercambio no son pequeñas. Arabia Saudita realiza exportaciones de petróleo por alrededor de 150 mil millones de dólares anuales y China compra la tercera parte de ese total. El segundo país al que más le vende es a India, un país que también tiene interés en desarrollar un sistema de moneda digital propia, que podría tener liquidación en tiempo real y compatibilidad con la red del yuan digital. Esto era absolutamente previsible, la economía china explica cerca del 20% del PBI mundial, pero su moneda se usa en menos del 3% de los intercambios de comercio a nivel global. Si el crecimiento de la economía y el comercio de China siguen creciendo aceleradamente, en palabras de Ray Dalio, director de uno de los fondos de cobertura más grande del mundo: «El yuan ocupará un rol cada vez más importante como reserva de valor y de cambio internacional. Es algo natural».
Irán, Arabia Saudita y China: triangulo de distensión
El 10 de marzo de 2023, apenas cumplido un año del conflicto ruso-ucraniano, la República Islámica de Irán y el Reino de Arabia Saudita, rivales (aparentemente irreconciliables) por la hegemonía en la región del Golfo Pérsico, restablecieron relaciones diplomáticas. Los pasos dados en favor de la distensión comenzaron en 2021, cuando las partes acordaron avanzar en conversaciones secretas, a fin de resolver diferencias enraizadas en aspectos políticos, económicos y religiosos. Pero lo más asombroso del sorpresivo anuncio es, que el acuerdo entre Teherán y Riad fue alcanzado, a partir de los esfuerzos diplomáticos de la ascendente diplomacia de la República Popular China.
La pregunta obligada es: ¿qué provocó este cambio en la geopolítica de esa región? Hay varias causas concurrentes, que permitieron la exitosa resolución del proceso de paz:
Se destaca el «rol de mediación» de China, que responde a varios factores. a) En primer lugar, ambos países mantienen intensas relaciones comerciales con China, particularmente en el campo energético-petrolero; b) A partir de 2017 China se convirtió en el primer importador mundial de petróleo superando a Estados Unidos, por lo tanto, el crudo proveniente del Oriente Medio y los países del Golfo es un insumo crítico para sostener sus industrias, producción y consumo. c) Un dato determinante, Arabia Saudí es el primer exportador de crudo a China, la sigue Rusia, tercero Irán, luego Irak, Omán, Angola y séptimo los Emiratos Árabes Unidos.
La activa diplomacia pública y no pública desarrollada por China en la región, desde mediados de la década pasada ha dado frutos. Dirigida a garantizar la adecuada provisión de crudo, a ocupar espacios de influencia cedidos por EEUU y asegurar las rutas de abastecimiento a través del Golfo Pérsico, Estrecho de Ormuz y Golfo de Adén. En este sentido, Irán oficialmente se ha unido al proyecto chino de Ruta de la Seda (OBOR/BRI). A su vez, China es el primer socio comercial de Arabia Saudí y las inversiones chinas son valoradas en el marco de la denominada «Visión 2030 del Reino», consistente en alcanzar sus objetivos de desarrollo. La distensión bilateral sirve asimismo para afianzar expectativas de una más profunda vinculación con China, por parte de los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo. Arabia Saudí también espera unirse al proyecto de la Ruta de la Seda en la región de Jizan, con el fin de atraer inversiones extranjeras.
Por el lado de Irán, las conversaciones con las potencias occidentales para reactivar el pacto nuclear de 2015 (que firmara el presidente Obama) están congeladas y las sanciones económicas impuesta por aquellos han hecho que las relaciones se hayan vuelto más tensas. Por otra parte, Rusia, el principal aliado internacional de Irán, está en guerra con Ucrania, lo cual le otorga a China un papel mayor como mediador, actor diplomático y estratégico en la región del Golfo.
En concreto, por el Nuevo Acuerdo, los compromisos asumidos por las partes reafirman el mutuo respeto a la soberanía, al principio de no injerencia y la reactivación de un acuerdo de cooperación en materia de seguridad firmado en abril de 2001. Asimismo, acuerdan en cooperar en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y el lavado de dinero, así como reactivar un acuerdo comercial y tecnológico firmado en 1998.
Muchos observadores consideran importante analizar el rol que ha jugado en este acuerdo el príncipe heredero Mohammed bin Salman, gobernante de hecho del reino saudí, habida cuenta de la edad avanzada de su padre, el rey Salman bin Abdulaziz de 87 años. Según un observador, mientras la administración Biden ha destratado a sus aliados del Golfo, amenazando a los saudíes con convertirlos en «parias del sistema» y frenando la provisión de armas, Bin Salman habría encontrado más pragmatismo en la ascendente diplomacia china.
Conforme a esta interpretación, el anuncio sobre la reanudación de relaciones diplomáticas entre Riad y Teherán no debió haber sorprendido a la Casa Blanca, en tanto ha sido el resultado inevitable de las limitaciones diplomáticas estadounidenses, la declinación relativa de su liderazgo, la guerra ruso-ucraniana y la búsqueda de China por expandir su influencia como un poder global.
Finalmente, la nota más destacada del acuerdo saudí-iraní es que el mediador fue Beijing, un rol tradicionalmente ejercido por Washington. El Financial Times advirtió hasta qué punto quedaron expuestas las renovadas aspiraciones geopolíticas chinas. Señaló que, durante años, Beijing había limitado su atención en Medio Oriente a las cuestiones económicas y comerciales, sin incursionar en el plano de la política y la seguridad. Los acontecimientos, verdaderos amos de la historia, parecen confirmar la tendencia estructural de la época. Al punto que, en el plano estratégico, en geografías distantes como Ucrania y el Golfo Pérsico, Beijing está demostrando una vocación diplomática de mediación y protección global, acorde a su estatus de superpotencia económica mundial.
La desdolarización como tendencia
Uno de los efectos globales de la Guerra en Ucrania ha sido el aumento generalizado de los alimentos y combustibles, lo que ha provocado índices de inflación muy altos en la mayoría de las economías y, también en EEUU. En este país, la declinación del dólar y el crecimiento de su deuda son dos caras de la misma moneda. El dólar estadounidense ha perdido el 96% de su valor desde que se creó la Reserva Federal en 1913, mientras que el endeudamiento público se ha disparado hasta constituir más del 120% de su PBI. Es por este motivo que el mundo se está «desdolarizando». Muchos países están reduciendo la incidencia del dólar en sus reservas, optando por las reservas metalíferas: el oro, en menor medida, la plata y otros activos denominados en diferentes monedas.
A esas causas económicas, preexistentes a la guerra, se agregan las sanciones a Rusia que la excluyen del SWIFT como sistema de pagos internacionales, impidiendo la fluidez de sus transacciones con los países europeos, lo que la obliga a redireccionar su comercio hacia el Asia, África y América Latina. Idéntica tendencia se verifica en China que, como hemos visto, redirecciona su comercio a los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo, al Medio Oriente, a los países ASEAN, del África y de América Latina, espacios en los que el yuan intenta desplazar sigilosamente al dólar.
Una reciente reunión de ministros de Finanzas y directores de Bancos Centrales del ASEAN, realizada el 28 de marzo de 2023 en Indonesia, tuvo como tema central reducir la dependencia del dólar, el euro, el yen y la libra inglesa de sus transacciones nacionales y entre países de la región, sustituyéndolos por sus monedas nacionales. Esto significa que el sistema digital de pagos cross-border, profundizaría su expansión y permitirá a los países del ASEAN el uso de sus monedas para el comercio intra y extrarregional. Un acuerdo de cooperación de este tipo ya había sido alcanzado entre Indonesia, Malasia, Singapur, las Filipinas y Tailandia en noviembre de 2022. Además, el Banco Central de Indonesia tiene preparado su propio sistema nacional de pagos como parte de esta tendencia, según lo declaró el 27 de marzo de 2023.
El presidente de Indonesia Joko Widodo, en esa misma reunión, urgió a las administraciones regionales a establecer el uso de tarjetas de crédito emitidas por bancos locales y, gradualmente, cancelar tarjetas internacionales como Visa y Mastercard y otros medios de pago vinculados al sistema de pagos de Occidente. Argumentó que Indonesia necesita blindar su sistema financiero de las disrupciones geopolíticas, citando como ejemplo las sanciones que se impusieron a Rusia por parte de EEUU, la UE y sus aliados, a raíz del conflicto con Ucrania. Salir del sistema occidental de pagos resulta necesario para proteger sus transacciones «de posibles consecuencias geopolíticas», dijo Widodo. En Asia solo Singapur se sumó a las sanciones a Rusia, los demás países continúan comerciando con ese país.
En África la presencia de China es notoria en la mayoría de los países del continente, a través del financiamiento y construcción de obras de infraestructura de transportes, energía y telecomunicaciones. La mayoría de estas obras son financiadas a través de swaps, que generan como contrapartidas corrientes de comercio y provisión de commodities en yuanes como petróleo, gas, cobre, minerales y metales preciosos: oro y diamantes. En dos décadas de 2000 a 2020, China invirtió en África 160 mil millones de dólares, construyó 61 puertos y 10 mil kms. de vías férreas, (equivalente a la distancia Buenos Aires-Madrid). El tipo de inversión es el Modelo Angola, gran exportador de petróleo, país en el que invirtió 42.600 millones de dólares. China siente una predilección por África (el continente olvidado), que preocupa a las antiguas metrópolis coloniales de Europa. Ya Mao en los 70 había financiado la construcción del ferrocarril entre Zambia y Tanzania.
El avance de China en el comercio internacional tiende a cambiar el viejo modelo de intercambio entre países. También en Latinoamérica donde, la casi totalidad de los estados, tienen a China como primer o, en algunos casos, segundo socio comercial. El reciente acuerdo entre el país líder de la región Brasil con China establece que: el yuan y el real serán las monedas de cambio del comercio bilateral. Ello significa que 150 mil millones de dólares dejan de comercializarse en dólares, pasando a yuanes y reales. Este importante Acuerdo se formalizará durante la próxima visita de Lula a Xi Jinping, en Beijing.
Brasil había adoptado idéntica solución para su intercambio comercial con Argentina en el marco del Mercosur. Vale mencionar que el Grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), está avanzando hacia una nueva moneda que pueda sustituir al dólar estadounidense, comenzando por el uso de sus monedas locales.
En suma, el crecimiento exponencial del comercio chino a nivel mundial está dejando con menos margen de maniobra a la divisa estadounidense, que fue el árbitro de los intercambios comerciales, desde 1944 (Bretton Woods), hasta nuestros días.
Exordio
Querido y paciente lector, espero haber cumplido mi promesa de vincular la actual guerra en Ucrania, con cambios en el sistema monetario y de pagos internacionales que tienden a acentuar la declinación del dólar en el comercio internacional y el rol clave de China como nueva potencia mundial comercial, tecnológica y política. Si lo hubiese logrado el objetivo de esta nota estaría cumplido.
Pero si Ud. ahorra o tiene activos en dólares estadounidenses me sentiría con culpa por agregarle una preocupación más a las que, seguramente, ya tiene. Déjeme decirle algo: Nunca hay que pensar el futuro desde la perspectiva del miedo. En primer lugar, no hay que tomarse a pecho lo que afirma el Global Times cuando afirma: «La gran historia nos dice que el declive de la hegemonía comienza por su moneda y la desdolarización es inevitable». Ni cuando agrega: «Si se deterioran dos ejes de la hegemonía de EEUU. Uno la ausencia del monopolio sobre el armamento nuclear y su superioridad militar, y el segundo, la caída acelerada en la posición del dólar como reserva de valor y de cambio, la hegemonía se acaba». Este, en todo caso, es un proceso muy lento y azaroso, que el Reino Unido transitó con su condición hegemónica y su moneda, la libra esterlina, desde 1919 en la Conferencia de Versalles hasta 1944 con los Acuerdos de Bretton Woods. Sí es verdad que, como decía Buda, las cosas de este mundo son «impermanentes» y lo que no pasa en un siglo, puede ocurrir en tres décadas.
También es cierto que ya ha comenzado la «peregrinación europea hacia Beijing». Primero, el presidente del gobierno español Pedro Sánchez a fin de apoyar la propuesta de paz de 12 puntos para negociar la distensión entre Rusia y Ucrania; luego la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, para hacerle conocer a Xi Jinping la nueva «Doctrina Europea» sobre China y, más tarde, el presidente Emmanuel Macron de Francia, para proclamar a los cuatro vientos la consigna de Charles De Gaulle: «Europa tiene que tener una política exterior autónoma y un sistema colectivo de defensa diferenciado de la OTAN, para no ser un satélite de EEUU». Para no ser menos, Latinoamérica, a través de la visita del presidente Lula da Silva, le expondrá la vocación integradora de la región su adhesión a la multipolaridad mundial y su plan de paz entre Rusia y Ucrania. Todo eso es verdad, pero queda un interrogante por responder: ¿Qué va a hacer EUA, para conservar su posición hegemónica política, económica y monetaria? Eso, como diría Rudyard Kipling, es motivo de otro cuento. O de otro artículo. En el próximo se lo cuento.
José Miguel Amiune. Doctor en ciencias jurídicas y sociales por la Universidad Nacional del Litoral, Argentina. Estudios de posgrado en las universidades de Harvard y Tufts. Máster en relaciones internacionales por The Fletcher School of Law and Diplomacy. Exembajador y Secretario de obras y servicios públicos de la República Argentina.