CEPRID

Viendo el panorama general: la cooperación económica entre Rusia y China, la OCS y el cambio climático global

Martes 4 de diciembre de 2018 por CEPRID

Martin Sieff

Fundación de la Cultura Estratégica

Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés

El Foro Económico Oriental de este año en Vladivostok contó con la habitual cobertura desdeñosa, si es que existió, de los principales medios de comunicación estadounidenses y británicos. Visto a través de las burbujas especulativas, no reguladas y febriles que han definido lo que pasa en las finanzas globales del siglo XXI tanto en Nueva York como Londres, el lento pero constante y enorme desplazamiento hacia la consolidación y la cooperación industrial y de recursos entre Beijing y Moscú está ocurriendo a un paso demasiado lento para captar la imaginación occidental que sufre del síndrome de déficit de atención. Este hecho de no comprender la escala de lo que está pasando es como la fábula de Esopo sobre la tortuga y la liebre. Mientras los dirigentes políticos occidentales, estrategas y financieros piensan en los horarios de los programas de noticias los presidentes Vladimir Putin de Rusia y Xi Jinping de China están pensando en términos de décadas y generaciones.

Dirigentes políticos y comentaristas occidentales creen que la cooperación económica entre ruso-china ya ha fracasado y que nunca podrá tener éxito porque avanza lentamente. No logran entender que se está moviendo de manera consistente y constante en la misma dirección. Lo que Rusia y China están haciendo es integrar la dimensión de la seguridad estratégica de la altamente exitosa y ahora bien establecida Organización de Cooperación de Shanghai con la dimensión de las inversiones económicas de la Iniciativa de un Cinturón, una Carretera china.

Esto se podría comparar con el muy promocionado éxito de las iniciativas combinadas del Plan Marshall y la Alianza de la OTAN creadas por EEUU a fines de la década de 1940 para integrar a toda la Europa occidental bajo la dirección y el control de EEUU.

Sin embargo, las iniciativas de la OCS y la cooperación económica Rusia-China están en una escala mucho mayor y no exigen una estrecha integración de las naciones con el corazón de Eurasia como en rígida fila india micro administrada. Esa es la parte más atractiva del esquema. Una de las acciones donde la OCS ha tenido éxito durante los últimos 17 años es haber garantizado la paz y la seguridad para todos los estados miembros que se extienden a través de Eurasia. El contraste con las interminables guerras que EEUU está librando –e incluso provocando—a través del Sur de Asia, del Medio Oriente y Norte de África en la periferia de la isla mundo euroasiático no puede ser más evidente.

La OCS dio este año otro gigantesco paso hacia el mantenimiento de la paz en Asia cuando la India y Paquistán se convirtieron en miembros del organismo al mismo tiempo. Este movimiento va a generar enormes y altamente positivas inversiones y ramificaciones económicas junto a la seguridad.

Incluso el cambio climático global está ahora desempeñando un papel de rápido crecimiento e impulsa grandemente las comunicaciones y la consolidación industrial de las principales naciones de Eurasia. El cambio climático está desbloqueando los recursos de Siberia y de la Cuenca del Ártico en formas inconcebibles hace una década. Moscú y Beijing son obviamente los socios indicados para desarrollar las nuevas oportunidades que se ofrecen.

Enfocarse en el desarrollo económico de Asia Central y Kazajtán, tal como lo hacen tantísimos estudios, es pasar por alto el enfoque a largo plazo o el "schwerpunkt" de la cooperación económica entre Rusia y China que se encuentramás hacia el oriente y más allá hacia el norte a través de Siberia y el Ártico y a lo largo de las fronteras comunes más largas del mundo.

China tiene un creciente apetito por el petróleo suso, que no está sujeto a las fluctuaciones de precios internacionales de precios y, sobre todo, a las interrupciones debido a guerras y desestabilizaciones generadas por las impredecibles políticas de EEUU.

También para Rusia, enfrascarse en acuerdos energéticos ampliados y a largo plazo con Beijing sería un muy bienvenido amortiguador de nuevas y salvajes fluctuaciones en los precios mundiales de la energía aunque pareciera muy probable que la inestabilidad en los precios globales del petróleo será fomentada por dos naciones que sufrirían desastrosamente a raíz de esto, EEUU y Arabia Saudita.

Las enormes distancias, la falta de infraestructuras y las duras condiciones climáticas en el norte de Eurasia oriental durante gran parte del año, siempre han sido los principales factores que impidieron el rápido desarrollo económico de Rusia y China. No obstante, el comercio bilateral ha crecido de manera constante y substancial desde un relativamente modesto nivel de 15.800 millones de dólares en el año 2003 a 95.300 millones en 2014.

En todo caso, esta cifra es bastante menor que los 500.000 millones de dólares al año del volumen comercial total con la Unión Europea durante el año 2014 –pero se trata de una UE crecientemente inestable— una vez más a consecuencia de las insensatas políticas de EEUU y del Reino Unido, lo que probablemente supondrá una menor cantidad de importaciones por parte de China dentro de unos pocos años.

Por el contrario, Rusia ha aplicado una cautelosa y responsable política fiscal durante lo que va del siglo bajo el presidente Putin y actualmente está buscando expandir y diversificar su propia manufactura y base industrial. Como resultado, el mercado ruso posiblemente se vea capaz de generar una inesperada y altamente positiva elasticidad en la demanda de empresas e inversiones chinas en la próxima década.

Las economías de Rusia y China son más complementarias de lo que se supone en Occidente. Una mayor cantidad de inversiones en ambos lados se necesitaría para sacar apropiada ventaja de ese potencial. Pero los recursos y la voluntad política para aplicarlos claramente existen.

El proceso de cambio climático ya está abriendo perspectivas comerciales y de comunicaciones sin precedentes junto a una confiable y segura tarifa a través de la vasta línea costera ártica de Rusia. Los cambios ambientales están haciendo que el desarrollo de los casi ilimitados recursos de Siberia sean muchísimo más accesibles e inminentes de lo que jamás se hubiera imaginado.

Este es el verdadero "panorama general” tras el lento pero constante esfuerzo por expandir el comercio y las inversiones bilaterales entre Rusia y China. Los legisladores norteamericanos y analistas de Wall Street siguen siendo ciegos ante esto. Pero no hay razón para que los demás lo sean.


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