CEPRID

China toma posiciones en el Golfo de México

Miércoles 22 de febrero de 2017 por CEPRID

Jacinto Gómez Sántiz, Juan Ignacio Domínguez, Theresa Richter

Contralínea

Pekín pagará regalías extraordinarias en la Provincia de Plegado Perdido por dos poco prometedores campos petroleros en aguas mexicanas. ¿Mal negocio? En realidad lo que obtuvo fue una cabeza de playa a las puertas de Estados Unidos. Si Washington cree que puede cumplir sus amenazas en el Mar de China, Pekín responde tomando posiciones en su frontera marítimo-energética.

El pasado 5 de diciembre será recordado en los anales patrios de la infamia entreguista como una fecha parteaguas en el apurado tránsito de una hegemonía geopolítica monopolar Norte-Sur, que ha regido sobre el país durante los últimos 200 años, hacia otra “diversificada” Este-Oeste, conformada por dos nuevos acreedores con planes propios sobre el territorio nacional concedido, distantes ambos de nuestra historia política e ideológica dominantes: la no romanizada Alemania y la impredecible (e inesperada) China.

Así es. Mientras en Cancún, en el marco de la de la Cumbre Mundial de Biodiversidad (la COP 13 del CDB), el presidente Enrique Peña firmaba el decreto de creación de 4 nuevas áreas naturales protegidas gestionadas por la “generosa cooperación” alemana, a las que (aprovechando los bajos precios y su bajo potencial) se agregaría una veda petrolera, en la ciudad de México funcionarios de la Comisión Nacional de Hidrocarburos tutoriados por el secretario de Energía presidían el acto de apertura de las propuestas y asignación de contratos para adquirir licencias –hasta por 50 años– para la explotación de la llamada joya de la corona de la reforma energética: los campos de aceite en aguas profundas del Golfo de México. Para sorpresa de todos y preocupación de algunos, se coló, en solitario, un gigante inesperado.

Entre la duda y el asombro transcurrieron los reportes y análisis suscitados con motivo de la incursión de China en el mercado petrolero mexicano en aguas profundas. Algunos resaltaron las extraordinarias regalías ofrecidas por la empresa China Offshore Oil Corporation participante, ganadora de la sensible área contractual 1 y también de la lejana 4. Pero fue en medios internacionales donde este hecho, unido al de colindancia (del lote 1) con el territorio estadounidense lo que abrió la sospecha de consideraciones distintas a las comerciales detrás de esta puja y triunfo.

La licitación

A las 12:40 del 5 de diciembre pasado, con la presencia del conspicuo priísta secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, el director general de Licitaciones de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), Martín Alvarez Magaña, quien preside la mesa de subasta de los 10 bloques en aguas profundas (cuarta licitación de la Ronda Uno), abre el sobre que contiene la propuesta para el primer bloque (área contractual 1 en la provincia Cinturón Plegado Perdido, frontera marítima con Estados Unidos) presentada por el licitante en el séptimo turno. Se trata de Pemex Exploración y Producción y de la primera oferta económica para este bloque. Álvarez Magaña la grita: “valor de la regalía adicional 6,65%.”

Acto seguido abre el sobre del siguiente concursante: la petrolera China Offshore Oil Corporation. Como buscando confirmar lo que leía, el funcionario tarda en revisar la propuesta más tiempo que en la anterior, mientras traga saliva y mal disimula una mueca de tensión. Finalmente anuncia el valor de la regalía adicional ofrecida: 17,01%. La elevada cifra provoca exclamaciones y susurros entre el público acreditado.

Para cada uno de los 3 bloques restantes en esta provincia geológica sólo se presentará un postor, aunque distinto en cada caso, y el cuarto bloque se lo llevará también la empresa china, que ofreció por él una sorprendente regalía adicional del 15,01%. Las ofrecidas por los postores para el segundo y tercer bloques fueron, respectivamente, 5% (consorcio Total y Exxon Mobil) y 7,44% (consorcio liderado por Chevron, más Petróleos Mexicanos –Pemex– y la japonesa Inpex).

En la licitación farm out del campo Trion (asignado ex officio a Pemex en la Ronda Cero) con la que abrió la jornada de subasta, la empresa BHP Billiton, ganadora frente a British Petroleum del contrato de asociación con la paraestatal mexicana, ofreció una regalía adicional de 4%.

Una hipótesis “petrolera”

Una semana después, apurando conclusiones, el diario mexicano 24-Horas ató un cabo, basado en una “segunda adquisición”, para redireccionar la explicación acerca de la llegada de China a la zona estableciendo que la riqueza petrolera del Golfo de México fue el oscuro objeto del deseo que la atrajo –“China da otro golpe petrolero en el Golfo”. La fuente para acreditar esta “segunda adquisición” es un despacho publicado días después de la subasta en México, el 9 de diciembre, en el portal de la petrolera cubana CUPET, en el cual se informaba acerca de un proyecto de sísmica en la Zona Económica Exclusiva de Cuba en el Golfo de México a cargo de otra paraestatal China, la geofísica BGP, subsidiaria del conglomerado China National Petroleum Corp. Sin embargo el hecho ya se conocía. Semanas atrás (el 17 de noviembre) y en flyer incluso 2 meses antes (el 6 de septiembre) el portal de BGP Multi-Client, unidad operativa de la prospectora China, ya lo había dado a conocer. Y así lo informó: “Después de firmar el acuerdo con CUPET, BGP Marina anuncia el inicio de una encuesta [colecta de datos geofísicos] en 25 000 kilómetros de líneas sísmicas que apunta hacia áreas en la Zona Económica [Exclusiva] del Golfo de México. Se espera concluirla para el cuarto trimestre del 2017, hecho lo cual se dará inicio a la ronda de subastas.”

Un matiz obligado sobre tres datos de soporte de la hipótesis petrolífera expuesta por el diario mexicano importan, no para descartarla sino para situarla en su dimensión real: el petróleo de la zona es para China un recurso instrumental. De la ponderación de los datos y sucesos presentados en la licitación, en el contexto de amenazas provenientes de Estados Unidos que enfrenta ese país, concluimos que el petróleo que China fue a buscar al Golfo de México no es para provisión sino una carta energética y espacial de primera importancia geoestratégica.

Primero. 24-Horas afirma que en Cuba, como pasó en nuestro país, China se habría hecho también con un formidable contrato de exploración: “Con sólo unos días de diferencia, China se hizo de dos posiciones estratégicas en el Golfo de México.” No es así. El proyecto de Cuba no es un contrato de exploración para un área con potencial productivo sino para una fase previa: que la empresa china delimite precisamente ese potencial, alrededor –por cierto– de toda la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Cuba. Esto se consigue mediante trabajos de prospección básica, cuyos resultados son insuficientes para iniciar el desarrollo directo de los posibles campos, como el propio comunicado de la estatal CUPET aludido deja entrever: “El proyecto [con BGP] permitirá identificar y evaluar zonas con potencial para la [posterior] exploración [ya de carácter comercial] de hidrocarburos en el mar.”

La nota de la prospectora China es también clara al respecto cuando señala que con posterioridad a estos trabajos se dará inicio a la ronda de subastas (cuyos ganadores necesariamente deberán realizar una fase exploratoria focal previa de mayor precisión y dimensión, antes de acometer el desarrollo de los lotes asignados).

Segundo. Esas subastas serán de convocatoria abierta, con base en los datos allegados por los trabajos de BGP, como lo precisa CUPET en su comunicado: “En estos proyectos no exclusivos [los de asignación ya para exploración y producción comercial] las compañías interesadas pueden adquirir la información obtenida [sísmica y otra] para posteriormente evaluar su posible participación en proyectos de exploración [prospección] petrolera en el mar.”

Malicia aparte, hay que decir que las corporaciones chinas (y rusas), además de estar en callada posibilidad de conocer con anticipación esa información (incluso alguna más exhaustiva a la carta), serán de las primeras en presentarse. Pero, una vez más, no porque su interés en el Golfo de México sea aprovisionarse o constituir reservas de crudo, más allá del que Cuba desde luego demande.

Tercero. El diario reporta que “Cuba ha hecho estudios geológicos que calculan la existencia de reservas petroleras equivalentes a 20 000 millones de barriles [en] aguas ultraprofundas de su ZEE.”

Se trata de un dato para la zona occidental colindante con Estados Unidos, vaticinado por la petrolera cubana hace tiempo, basado en que se trataría de la misma provincia geológica donde México y Estados Unidos mantienen sus mayores yacimientos. Pero estimaciones del servicio de encuestas geológicas estadounidense (USGS 2010) cifran en apenas 4,600 millones de barriles de crudo equivalente el potencial probable, y trabajos de perforación en la zona iniciados esta década han concluido hasta ahora en pozos secos.

Sin embargo, a pesar de estos matices, la contratación de BGP por el gobierno de Cuba tampoco se advierte sólo como una excusa productiva para acuñar los preparativos geoestratégicos de un vasto plan defensivo de su aliado frente a un enemigo común. La creciente demanda energética de Cuba y el desaprovisionamiento de crudo de la venezolana PDVSA que ha conducido a apagones, son reales, como también lo son las amenazas de Trump contra la isla y su plan de autonomía energética que presionará los recursos de la zona. Remontar las hasta ahora fallidas estimaciones de CUPET, con el propósito de presentar una licitación internacional soportada, ahora sí, en prospecciones fiables que arrojen potenciales creíbles, y asignar la zona a empresas de matriz multipolar (y no sólo de países aliados), es una prioridad dual, energética y de cobertura geopolítica, para una Cuba colocada una vez más en la mira de su vecino. La apurada convocatoria a una Cumbre Mundial petrolera en La Habana, en febrero próximo, da cuenta de esta otra necesidad local.

¿Realmente busca China petróleo en el Golfo de México?

Con la mayor aglomeración global de empresas del sector en alta mar, y en las inmediaciones del territorio continental del primer consumidor mundial además de su enemigo declarado (¿o tal vez por eso?), la “riqueza petrolera” del Golfo de México, menor por cierto a la que yace bajo el subsuelo de otras regiones, le queda a China del otro lado del mundo.

Los mayores costos de su traslado hacia sus costas elevarían enormemente los precios que actualmente paga a sus proveedores de Oriente Medio o a su vecina Rusia con quienes mantiene de buenas a excelentes relaciones (que no tiene con México).

Justificadas por el crecimiento de sus inversiones en el continente, sus necesidades de provisión regional podrían explicar esta coincidente llegada a la colindancia territorial de los Estados Unidos si no fuera porque Venezuela, en el Mar Caribe y al lado del canal de Panamá, le ofrece (y provee desde hace años) este mismo recurso a costos menores, en cantidades ingentes, en territorio amigo y desde la porción subcontinental que concentra el foco de sus inversiones en este hemisferio. Y tampoco se olvide, como dato para este análisis, que las dos grandes apuestas de inversión de China en México fueron canceladas por el actual gobierno.

La tardía reforma energética de México y la negativa del Congreso estadounidense a conceder a China opciones de compra o de operación en el sector de la energía tampoco explican esta llegada porque al oriente de la misma provincia geológico-petrolera Cuba abrió desde 1999 a la inversión extranjera sus yacimientos, consiguiendo que varias empresas, entre ellas algunas de las grandes (pero ninguna china), iniciaran trabajos de exploración. Además: si el petróleo hubiera sido el foco de su llegada, el 5 de diciembre habría competido por el farm out Trion ya en operación (que envuelve el lote 1 aún por explorar) o por los de mayor potencial (los lotes 2 y 3). Pero no, China compitió por los lotes menos atractivos… comercialmente, aunque territorialmente más interesantes.

Revisemos una última posibilidad, ahora desde un foco más amplio.

A partir de 2014 China sale de compras; 2 años después desplaza a Estados Unidos del primer lugar mundial en inversión extranjera directa. ¿Ahí se encuentra la respuesta? Tampoco. Porque esta salida no se da para adquirir territorios o recursos naturales sino empresas tecnológicas de gama alta: Syngenta, Volvo, la unidad de servidores de IBM, diversas alemanas, entre otras. Un objetivo marcado en su plan quinquenal 2016-2020: conseguir una participación central en la economía de la innovación (high-tech) cuyo peso es cada vez mayor en el valor total del comercio mundial. Productos de la industria 4.0 y biotecnológica, con procesos de réplica pirata más costosos, se han incorporado en los nuevos acuerdos comerciales, como el antichino ATP/TPP o el recién firmado entre Canadá y la Unión Europea, obteniendo certificados y privilegios de propiedad intelectual excepcionales.

La otra lectura. La llegada de China al Golfo de México con dos tiradas coincidentes en el tiempo y trasiego, se da en un contexto de amagos de la administración estadounidense saliente recargados por la entrante. Sería ingenuo afirmar que su llegada a la zona busca disputar los hidrocarburos locales que, a la fecha, suma los dos campos con el menor potencial, que sin embargo conforman un espacio de maniobra estratégica formidable en la vital frontera marítima de su agresor. El gobierno mexicano, de la evasión a la negación

Diversos medios, extranjeros la mayoría, resaltaron la inesperada y contundente participación de China en la subasta insinuando, algunos, motivos geopolíticos detrás, otro (Russia Today) catalizando en propositivo ese motivo, y el Diario del Pueblo (órgano oficial del Partido Comunista de China), describiendo los resultados y destacando como única mención directa el saludo brindado a la petrolera china por el secretario de Energía Pedro Joaquín Coldwell.

Repasemos estos dichos y respuestas.

Al concluir el evento de licitación las autoridades del sector, más el subsecretario de Ingresos de Hacienda, ofrecieron una conferencia de prensa. Por algún entendido de la mesa, el posicionamiento pedido por dos reporteras para explicar la presencia de China, lo monopolizó el secretario Coldwell, un prominente y antiguo miembro del partido en el poder, sin que el resto de los funcionarios se atreviera a decir palabra.

Elizabeth Malkin. del New York Times, después de felicitar a la mesa por la subasta, comenta: “fue una sorpresa el interés por parte de la empresa China Offshore.”

Coldwell: “Uno de los objetivos que nos trazamos en México con la reforma energética fue dar vida a un sistema industrial privado altamente diversificado que coexista con nuestra empresa nacional Pemex. Diversificado significa de distintos tamaños como fue en el caso de la licitación recién concluida (1,4 en aguas profundas) diseñada para las megapetroleras, pero también que sea de distintas nacionalidades (…). Damos una muy cálida bienvenida a México a la empresa china que se llevó dos bloques, como [también] a las demás empresas participantes.”

Jude Webber, del Financial Times, tras alabar también el proceso, pregunta: “Quisiera volver sobre China. ¿Creen que esto abre un nuevo capítulo entre las relaciones entre México y China?, porque hace 2 años pues no eran tan amigos, con lo del tren.”

Coldwell: “Saludamos que la empresa china haya venido a competir y a ganar. Si esto contribuye a abrir un nuevo capítulo en las relaciones entre México y China, pues será una aportación más que hará la reforma energética. Queda muy claro que México es un país muy competitivo y que atrae inversión de todas partes. Eso es lo que está diciendo no el gobierno mexicano sino la realidad económica y las reglas que rigen este tipo de subastas y la geología mexicana.”

Al final de la conferencia, cuando el funcionario a cargo cerraba ya el acto, el secretario de Energía lo interrumpe para agregar una verdad a medias: “Y les doy un dato inédito (…). Nunca antes Pemex había ganado un área petrolera por la vía de la licitación, siempre había sido por asignaciones del Estado, lo que acredita que Pemex puede salir a competir, eh, asociada.”

Horas después, en entrevista con el diario El Economista (publicada al día siguiente), George Baker, director de la consultora petrolera Mexico Energy Intelligence con sede en Houston, expresó: “Fue una sorpresa para todos que llegaran ahí los chinos (…); no se esperaba que estuvieran tan cerca, a la entrada de Estados Unidos, casi como diciendo: ‘trick or treat’. La presencia de la empresa china puede ser interpretada con motivos geopolíticos, la contraprestación ofrecida es tan grande e importante que hace pensar en la existencia de otros motivos.”

El 29 de diciembre, en la frontera de la ilusión, el portal RT (Russia Today), encabeza así su reporte sobre la llegada de China al Golfo de México: “Unidos por el crudo: México estrecha lazos energéticos con China”. La foto muestra a las parejas presidenciales de ambos países confluyendo manos sobre un globo. La nota inicia con una alusión a lo evidente: el pasado tormentoso entre ambos países pero, como en una telenovela, pronostica un final de abrazo: “Tras años de relaciones frías y diplomáticamente difíciles, México y China podrían poner en marcha un acercamiento para la explotación conjunta del yacimiento de hidrocarburos llamado Cinturón Plegado Perdido.”

Difícil. Por cierto, Cinturón Plegado Perdido es una provincia geológica que contiene varios yacimientos, no uno. Y hablando de asociaciones, éstas se dieron, pero en sentido lógico, del gobierno de México con una petrolera estadounidense y una japonesa, para adjudicarse el lote 3, mientras que China se presentó en solitario. De haber querido forzar el vínculo, China pudo haber competido por el campo Trion que, además de ser vecino del fronterizo lote 1, le daría el 60% de la participación, pero no lo hizo porque, para el objetivo buscado, una asociación sólo podía llevarse adelante con aliados políticos. Pero aun en el caso de que el gobierno mexicano decidiera acercarse, tendría que consultar antes con sus asociadas en Trion y en el lote 3. Para concluir, el portal de RT insiste y augura que se trata de “Un contrato con dimensión geopolítica”, y explica por qué: “El acuerdo abre un interesante espacio geopolítico, un vínculo cooperativo entre ambas naciones (…) en un entorno marcado por la nueva gestión de Donald Trump (…) tanto China como México fueron elementos importantes de la campaña de Donald Trump, y no precisamente de manera positiva (…); estos dos países podrían formar ahora un frente común frente a esas mismas dificultades.”

El reporte de la prensa china

Al día siguiente de la subasta, el Diario del Pueblo de China destaca 4 notas sobre México enviadas por su agencia de noticias (Xinhua): 1) en el marco de la Cumbre Mundial de Biodiversidad celebrada en Cancún (la COP 13 del CDB) la declaratoria presidencial de 4 nuevas áreas naturales protegidas y 2) un acuerdo entre la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) para evitar que las actividades agropecuarias afecten los bosques y la biodiversidad, 3) la firma de un protocolo fitosanitario para la exportación de mora azul fresca a China y vísceras de cerdo, y, 4) la adjudicación de 2 lotes en aguas profundas de México a una petrolera China (sic). Esta última nota destaca la (única) mención en positivo y sin jiribilla expresada en la conferencia de prensa para China, dispensada (sin emoción) por el secretario de Energía Coldwell.

Dos días después, como botón de muestra de “la nueva era bilateral” que semanas después anunciará el portal de RT, la Secretaría de Economía de México publica en el Diario Oficial de la Federación (junto a los decretos presidenciales de las 4 nuevas áreas naturales protegidas y su veda petrolera) la declaratoria de inicio de la investigación antidumping sobre las importaciones de tubería de acero originarias de China. El inicio de este procedimiento para sancionar al “nuevo socio” no será nota en el Diario del Pueblo de China pero sí, cálculo de viejo guerrero, otras optimistas para nuestro país relacionadas con su crecimiento industrial y el futuro promisorio en los indicadores de empleo.

Citemos ahora otros datos de la licitación y del contexto global en los cuales China, de visión ancestral y dirigida por el Partido Comunista (la identidad es crucial para entender este lance), llega a la zona. Datos omitidos en las respuestas oficiales (del perdedor y del ganador), y no tomados en cuenta por la prensa, una desconsideración que conducirá a los únicos análisis que se atrevieron a atar cabos a derrapar en una forzada hipótesis petrolera o a elucubrar la fantástica conformación de un frente anti-Trump (que, en el frenesí de su proyección, olvidó incluir a Cuba).

Regalías plus para potenciales menores

Como lo reconoció el propio secretario de Energía mexicano a insinuación de la corresponsal del Financial Times, las relaciones México-China no eran (ni son) las mejores, luego de la cancelación a principios del 2015 de los proyectos Dragon Mart en Cancún y del Tren de alta velocidad México-Querétaro. ¿Por qué entonces China ofreció a un país que la ha despechado un porcentaje de regalías que más que duplica el de sus competidores, mayor incluso al que usualmente ofrece a países amigos? Una oferta desconcertante para los estándares de las petroleras chinas en los mercados petroleros en que participan. La pregunta a despejar es ineludible: ¿qué razón orilla a un país de prácticas mercantiles agresivas a más que duplicar la regalía que sus competidores ofrecen por un producto que, además, ese país obtiene a manos llenas, a menores precios y en rutas menos expuestas?

Los bajos potenciales, el sinsentido que completa la sospecha. El potencial prospectivo medio en millones de barriles de petróleo crudo equivalente (MBPCE) registrado en las bases de licitación para las áreas contractuales 1 y 4 es de 625,9 MBPCE y 540,5 MBPCE, respectivamente. Para el área 2 asciende a 1 439 7 MBPCE y para la 3 a 1 304 MBPCE. Es decir, que aun sumadas las 2 áreas adquiridas por China, sus potenciales petroleros no alcanzan al potencial siquiera de uno sólo de las otras dos.

La puja que nadie reportó. De los 4 lotes licitados en Plegado Perdido sólo para el 1 se presentaron 2 propuestas. De los 11 licitados en aguas profundas, éste será el único en el que Pemex Exploración y Producción (es decir, el Estado mexicano) se presentará en solitario y perderá. No hubo quien quisiera acompañar a la paraestatal nacional porque de la zona, ese bloque era comercialmente poco atractivo. La regalía adicional que PEMEX ofreció –6,65%– tampoco fue baja pues equivale (y no por nada) al promedio de las esperadas y ofrecidas por los consorcios ganadores de los lotes 2 y 3, es decir, era una regalía comercialmente competitiva. Pero, ¿por qué ir por un lote poco atractivo y en solitario cuando, además, lo que el Estado mexicano busca con la reforma energética es poner este recurso en manos privadas? “Una industria privada”, declaró al término del evento el secretario Coldwell. ¿No resultaba una temeridad fiscal además de un despropósito neoliberal (y una descortesía) que, por una parte, la paraestatal buscara un socio para un campo ya asignado (Trion) y por la otra, para el que lo envolvía, pujara en solitario, como Estado? Ninguna contradicción superaba las consecuencias de no tomar medidas frente a los fundados temores geopolíticos de la llegada de China. Los planes de privatización consideraban la pérdida del control de la frontera marítima norte a manos “amigas” pero no de una potencia no amiga, de ideología proscrita y, además, enemiga del poderoso vecino. Justificar el posible triunfo no sería problema: se trataría del lote colindante al sur y al norte con un campo asignado previamente a Pemex por el Estado (Trion) y por el que probablemente nadie se habría interesado. La sujeción de Pemex a las reglas de mercado, asegurada por una oferta de regalía adicional en línea con “el mercado”, conjuraría igualmente posibles señalamientos de dumping o de mantener aún resabios estatistas.

Pero tal vez fue este último aspecto, que autoamarró las manos del Estado mexicano, el que llevó no a Pemex sino al grupo político-ideológico en el poder a perder este lote. Acorralado en su propio laberinto neoliberal sólo le restó apostarle a que la austera paraestatal china presentara una tirada en corto, esperando que sus consideraciones comerciales tuvieran autonomía frente a las geopolíticas (debe estarse realmente desesperado para pensar así de China).

La pieza que falta, el lote 4 de Plegado Perdido. Con su adquisición China cierra magistralmente una tirada de conjunto y acuña el contracerco. La regalía adicional pagada por este lote (el menos atractivo de los cuatro), es casi un 10% más baja que la ofrecida por el súper estratégico lote 1, y se mantuvo en los rangos de valorización para el objetivo buscado. Su cálculo fue simple. A partir de una línea base que ponderó el promedio más alto de las ofertas económicas esperadas (para ambos bloques), el gobierno chino sólo duplicó el monto. Siendo los concursantes todas empresas de negocios y Pemex un fardo a cargo de un gestor comercial, la obtención de los dos lotes era sólo cuestión de tiempo y discreción. El lote 4 posee una cualidad determinante para la visión de conjunto del área que los estrategas chinos tuvieron en cuenta para ir no por el petróleo de los bloques sino por el perímetro que los delimita. Situado en el vértice más lejano al bloque 1, su ubicación resultaba crucial a un vasto accionar de contracerco marítimo al potenciar al máximo la radialidad de maniobra en la zona.

El contexto, para China

La llegada del hoy ex presidente Barak Obama a la Casa Blanca en 2009 es central en esta historia. Para 2009, China, gobernada por el Partido Comunista, ha consolidado la expansión de su poderío económico-industrial y amenaza la prevalencia mundial estadounidense. En Rusia, Vladimir Putin ha revitalizado al ejército y su factura la paga el consumo europeo de gas y aceite rusos. La relación de Estados Unidos con China y Rusia, estabilizada la una a partir de la visita a Pekín, en 1971, del ex coordinador de seguridad nacional estadounidense y estudioso de los equilibrios de la diplomacia europea del siglo XIX Henry Kissinger y la otra bajo la administración del ex presidente Clinton, es replanteada por otra de cerco y contención.

Soportada en la teoría del pivote geográfico de Mackinder (que sitúa a Asia central como el eje de intervención y control global), Obama concentra fuerzas navales en la principal ruta marítimo-comercial de China, y a partir del 2014 abre un frente explícito contra Rusia (porque el soterrado llegaría antes por el norte de Irak). El patrocinio a ISIS (Daesh), las sanciones económicas euro-estadounidenses y la caída en los precios del petróleo para desestabilizar al Kremlin, y el acuerdo transpacífico de libre comercio (ATP/TPP), las maniobras en aguas internacionales del Mar del Sur de China (escalados por Trump) y el auspiciado rearme de Japón (“a causa del crecimiento de China como potencia mundial”, justificó el pasado mes de septiembre su primer ministro Abe), son parte del paquete enderezado en contra de las dos potencias asiáticas que, al final, cosechó su reverso: la construcción de un inédito vínculo histórico entre ambas al que se sumarán otros países en un inmenso cartel geocultural y geopolítico continental que hoy va de Ankara hasta Manila. La continuidad representada por Hillary y las amenazas de Trump completarán el cuadro. El intervalo sucesorio estadounidense será el punto ciego en el que transcurrirá la llegada de China a la zona, al Este y al Oeste, para sembrar los preparativos de su plan de contracerco.

Este conflicto, que alinea a unos y a otros a lo largo y ancho del planeta no será, desde luego, ajeno al régimen político mexicano el cual, a pesar del maltrato, tomó servil partido por su vecino hegemónico. Un ejemplo se halla en la licitación del pasado 5 de diciembre realizada bajo la alineada matriz ideológico-hemisférica del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la Guerra Fría. Las palabras del general Alfonso Corona del Rosal un mes después de la masacre estudiantil de 1968, dirigidas a los cadetes del Colegio Militar (19 de noviembre de ese año), serán el telón de fondo implícito en esa subasta que alineará a México del lado esperado pero resultarán ineficaces ante a la nueva realidad global: “Ellos –los que combaten a la Revolución Mexicana– lo que buscan es la transformación de nuestras instituciones en un régimen comunista; y no es que nos asuste a nosotros la palara comunismo, pero es que a un país no se le debe conducir a situaciones peligrosas. No debemos olvidar la geopolítica de nuestra patria, no podemos olvidar la situación en la que estamos, como no puede olvidar Polonia la suya, ni Checoslovaquia ni otros países; nosotros vivimos en 1968 en la América del Norte y en un país de grandes carencias con el que no ha sido generosa la naturaleza, con una industria que se está formando.”

Apoyándose en esta doctrina Pemex se unirá a Chevron y a la japonesa Inpex para competir por el bloque 3 en Plegado Perdido, colindante al sur con el 4 asignado a China Offshore Oil, una proximidad que podría generar tensiones, y no por nada. Dos meses atrás, el gobierno liberal de Japón reconoció que buscaba ampliar su base militar en Djibouti, construida al lado de la estadounidense, para contrarrestar la llegada de China a la región (las tres apuntando al estrecho de Bab el Mandeb, en la confluencia entre el Golfo de Adén y el Mar Rojo). Esto vale no más para poner en contexto global a actores globales, cuyas tensiones podrían trasladarse a la ZEE de México en aguas del Golfo sino, sobre todo, para abrirle los ojos a quienes aún crean que la llegada de China a la zona se da o podría conformar un frente anti-Trump, como planteó el portal de RT. Una más agresiva competencia por los mercados (que resten al proteccionismo de Trump) sí que será un signo de las relaciones entre México y China. En esa línea se inscribe el anuncio que hace poco hizo la Secretaría de Economía acerca de un mayor abaratamiento fiscal de las Zonas Económicas Especiales, precisamente para contrarrestar a China.

China no es un actor pasivo ni occidentalmente predecible. Ante las amenazas, en lugar de replegarse ha recogido el guante. El pasado mes de noviembre el diario chino Global Times, advirtió que de materializarse cualquiera de ellas, su país respondería ojo por ojo. Al dicho de Trump de revisar la política de una sola China, Pekín respondió que, de hacerlo, el uso de la fuerza estaría justificado. El pasado viernes 13 de enero el gobierno de China previno a Trump de una confrontación militar devastadora si la flota estadounidense bloqueaba, como anunció el día anterior su futuro secretario de Estado Rex Tillerson, el paso de China a las islas artificiales que ha construido en el Mar del Sur (la mitad del comercio mundial por vía marítima pasa por esa ruta). Una escalada no vista desde la guerra de Corea. Pero lectora estratégica de los tiempos, China se prepara a restablecer el equilibrio. Para ello, en el “otro mar”, selló en noviembre un acuerdo prospectivo en todo el perímetro de la ZEE de Cuba y poco después adquirió, por el occidente, dos lotes que le proporcionan un gran margen de maniobra hacia la frontera marítima de Estados Unidos, a pesar de los intentos del gobierno mexicano por atajar su llegada. El verdadero potencial buscado y conseguido

La naturaleza jurídica y operacional del territorio marítimo adjudicado es de primera importancia para entender la amplia autonomía y alcance estratégico de esta “inesperada” pero vaticinante llegada de China a mar de su oponente: las aguas del Golfo de México, el “otro mar”.

Considerando el marco legal que rige los derechos territoriales del país anfitrión, para China (cuya meta es un acomodo geoestratégico) no es lo mismo obtener una posición en tierra que obtenerla en el mar; la extensión y regulación jurídica en un caso no se corresponden a la del otro.

A finales de 2015 la Comisión Nacional de Hidrocarburos abrió a licitación yacimientos gaseros y petroleros en tres zonas geográficas del país (Ronda 1.3). En el norte se subastó, entre otras, el área contractual 20 (Ricos) situada a menos de 5 kilómetros de la frontera estadounidense y con escasos 24 kilómetros cuadrados. Fue asignada a una empresa mexicana mediana y a su postura no se presentó ninguna petrolera china (y tampoco ninguna de las grandes). El 12 de julio de este año se licitarán 9 áreas contractuales en la Cuenca de Burgos: zona terrestre, licitación 2 y 3 de la Ronda 2, áreas 5B y 7 y 02, respectivamente (suman 164 kilómetros cuadrados) próximas también a la frontera estadounidense. Pero tampoco es de esperar la llegada de ninguna petrolera china, aun cuando se trate de la frontera del país “objetivo”.

El mar en cambio ofrece otras condiciones, especialmente en la ZEE situada más allá de las aguas territoriales. Ese espacio mantiene una regulación jurídica internacional con restricciones de soberanía para el Estado ribereño y el área asignada en una licitación petrolera proporciona una superficie suficiente para maniobras de envergadura. Para estirarla sólo hay que ubicar en el mapa el área en licitación más alejada pero próxima a la distancia buscada, ganarla, y ya está.

La Convención del Mar de 1982, que regula la ZEE, forma parte de la legislación internacional vigente en México. La navegación en sus aguas y el sobrevuelo en su espacio aéreo, son de acceso libre. Además, el país no conserva en la ZEE soberanía sino sólo sobre sus recursos naturales pero, en este caso, el 5 de diciembre pasado, este país los concesionó ya y por 50 años.

¿Qué facultades restan aún a la autoridad nacional en los bloques licenciados? Básicamente 2. 1) Supervisar que el desarrollo de los campos se haga en el tiempo y forma pactados, nada difícil de cumplir para una empresa especializada en esa actividad, y, 2) que las leyes ambientales para la conservación de los recursos de la zona se cumplan, lo que China exigirá se aplique ex aequo a los contratistas políticamente correctos de los campos 2 y 3 vecinos.

Jurídicamente, ningún Estado puede oponerse al paso de naves militares que crucen o estacionen en su ZEE. En el caso de México la autoridad tampoco podría hacerlo en el área contractual asignada si el operador a cargo de su desarrollo no reclama o, incluso, reivindicara su presencia. China ha padecido por años esta navegación y sobrevuelo provocativos en su ZEE por parte de Estados Unidos y Japón, algo que, dicho sea de paso, estudió para cuando llegara la hora y esa hora ya llegó. Es un uso internacional que los países notifiquen a los Estados ribereños sobre el paso de sus naves o aeronaves de guerra. Pero escalado el conflicto esas cortesías podrían esperar, como ha venido sucediendo en los últimos 5 años en el Pacífico asiático.

En tierra, China no tendría ninguna oportunidad frente al Estado mexicano, pero en el mar, bajo la legislación internacional vigente y con dos contratos de explotación exclusiva para una superficie de 3 500 kilómetros cuadrados hasta por 50 años y en un perímetro de 400 kilómetros por lado hoy puede, desde las aguas del Golfo de México y en la línea de frontera, responderle a Estados Unidos con la misma moneda con que él la trata, y manejar varias opciones a la hora de plantarle cara. El posible despliegue de unidades tácticas en aguas de la ZEE de Cuba (un país también amenazado por Trump), a donde China llegó el pasado mes de noviembre para labores de prospección geofísica, y la activación de las rusas con presencia histórica en la isla, es un escenario realmente posible por el flanco Este. Nicaragua y Venezuela tampoco se encuentran lejos. Como es sabido, la disuasión más efectiva se basa en una paradoja: el equilibrio de poder estratégico entre fuerzas contrarias, y hoy para Pekín y para Moscú, el Golfo de México es lo más cercano a la némesis del Mar del Sur de China o del Mar Negro, donde navíos estadounidenses patrullan intimidantes. Y si los recursos fósiles de la zona, vitales a los planes de autonomía energética del norte, han de ser la excusa para desplegar fuerzas con multipropósito o la carta de negociación para replegarlas (como en la crisis de los misiles de octubre del 62), ya está, a discreción al este en Cuba y al oeste en México hasta por 50 años. Hay tiempo y China es versátil. La identidad y visión del postor

Un componente cualitativo de cualquier proyección estratégica es el marco lógico desde el cual los actores políticos hacen la lectura de los contextos. Factores de tradicionalidad, aprendizaje histórico y de opción instrumental nutren los fundamentos de su complejo encuadre. La distancia entre cosmogonías puede resultar fatal para quien subestime o se equivoque con la del otro.

China se alzó como nación en el siglo III A.C. Las barreras geográficas inhibieron su expansión pero edificaron su poderosa identidad colectiva. En punto de quiebre hace un siglo, cribó las claves del mundo que la acechaba, recuperó el control, se abrió paso y salió a disputar un sitio en la cumbre. China no compró el paradigma democrático de Occidente. Bajo la directriz de un inmenso aparato político popular y una férrea disciplina social, se hizo con una posición global primus inter pares que afianzó bajo modos propios, pero a costa del repliegue (económico y político) de Occidente.

La visión multidimensional y de basamento ancestral de los estrategas chinos, tan difícil de percibir (ya no se diga comprender) por la “universal” cosmogonía occidental y peor aún por la colonizada de nuestros gobernantes, ha constituido sin duda el factor de mayor peso en el sostenido avance de China hacia afuera sin haber disparado, hasta ahora, un solo tiro.

Ese tiempo parece haber terminado y China lo sabe. Una era de forcejeo a punto de confrontación ha sustituido a la asociativa que a principios de los años 1970 buscó desestabilizar a la entonces Unión Soviética. La advertencia de bloqueo naval en aguas del sur de China lanzada por el secretario de Estado Rex Tillerson el pasado 12 de enero sólo vino a confirmar para los estrategas chinos la lectura que ya habían hecho de la propuesta de quiebre y endurecimiento de la política exterior y comercial de Estados Unidos esbozada hace un año por su hoy nuevo presidente.

La reacción preventiva china sólo podía darse desde su propio modo de ver y actuar. Hasta donde una identidad que nos es ajena permite encontrar aristas con patrones de confluencia, creemos ver al menos 3 que llevan su marca en esta tirada espejo que decidió hacerse, en México, con dos áreas, una al lado de la frontera estadounidense y la otra situada en el vértice opuesto y, al oriente de la misma zona, acometer un vasto proyecto de prospección marina, también en la vital frontera energética y comercial de su inminente oponente.

La primera tiene que ver con el tiempo. La superficie lograda en aguas del Golfo de México, al lado de la frontera estadounidense y al otro lado del mundo, no se obtuvo para llevar adelante un despliegue inmediato de operaciones, una blitz krieg al estilo chino. Pekín conoce su capacidad frente a Estados Unidos. Por eso antes de colocar el dedo en el gatillo, va a maniobrar políticamente, a ganar aliados o a neutralizar potenciales oponentes. Aunque de hecho, y como era de esperar, ya lo está haciendo. El Diario del Pueblo, 2 días después de la declaración de Tillerson, informó que el gobierno chino se hallaba en pláticas con Vietnam, aliado de Estados Unidos y principal Estado colindante en el Mar del Sur con reclamos. A esta vía aún le aguarda un largo tramo de actividad global y posibilidades de muy distinto calibre geopolítico y geoeconómico. Mientras tanto, China acelerará la construcción de la capacidad material en una magnitud que le permita llevar adelante, de la mano de un calculado golpe de sanda, un contracerco polivalente en el Golfo de México, apoyado en los derechos adquiridos en Plegado Perdido y en el contrato geoprospectivo celebrado con Cuba y abastecido con la inteligencia recabada los últimos años de los movimientos estadounidenses en el Mar del Sur (cuyo sorprendente parecido con el Golfo de México le proporciona una importante ventaja operativa). Los largos plazos del pensamiento estratégico chino velan armas sobre el plano de este “otro mar”. Su momento se ajustará al objetivo de la estrategia global defensiva fijado para este lance: presionar la restauración del equilibrio bajo su propia visión del orden mundial. China no buscará la paz sino consolidar las bases de un nuevo orden.

La segunda tiene que ver con el Wei qui o go (“vamos”), un prolongado juego tradicional chino sobre un tablero con muchos casilleros cuyo objetivo es el cerco, no una acción de jaque que elimine al otro. La idea detrás es que el equilibrio final no se consigue mediante una victoria militar total que arrase al otro sino restableciendo el balance perdido sobre la base del Datong o la Gran Armonía de un mundo que no es aislado sino que pertenece al todo, según prescribe el confucionismo; un objetivo subrayado por cierto en varios planes quinquenales recientes del gobierno chino. Derivado de lo anterior, creemos que China buscará el amague, no el enfrentamiento directo, neutralizar a su oponente antes que batirlo, para negociar un equilibrio. “La mejor batalla es aquella en la que no hay víctimas”, según dice el estricto general Sun Tzu en El Arte de la Guerra.

En el marco de este pensamiento y sus plazos se explica la “insensata” regalía que China ofreció para adquirir los campos con menor potencial pero con la mejor ubicación para una maniobra estratégica de contra cerco, bloqueos “recíprocos”, y otras opciones de desgaste a desarrollar en un prolongado y polivalente “juego” de go. La posibilidad de valorizaciones “estratégicas” o “culturales” sobre activos pilares del mercado sólo cabe en la visión liberal cuando se trata de un plan de guerra económica, para derrumbarlos no para elevarlos. La manipulación del renmimbi practicada por China constituye un ejemplo análogo (despreciado por los neoliberales think tanks mexicanos) de las opciones multidimensionales de un país oriental organizado bajo un pensamiento político complejo y ancestral. Y la incompetitividad geopolítica de Pemex, hay que decirlo, y no la mala suerte, es lo que llevó a la paraestatal mexicana a perder el bloque 1, aspecto que el secretario Coldwell olvidó mencionar en la conferencia de prensa dada al término de la subasta, cuando pidió reconocer el triunfo obtenido por Pemex (en asociación) al adjudicarse el lote 3, obviando el descalabro sufrido frente a la petrolera china en la puja por el fronterizo.

La tercera arista se encuentra en el sorprendente parecido entre el Mar del Sur de China y la disposición geográfica, dimensiones territoriales y ambiente bioclimático del Golfo de México, además de la importancia económica y comercial de primer orden que ambos espacios representan para sus respectivos Estados. El mejor territorio para llevar adelante la política de ojo por ojo anunciada por el diario chino Global Times en noviembre es aquel propio del oponente que posee cualidades equivalentes al que sus fuerzas le han puesto cerco. Conclusión

Un huracán geopolítico de categoría 5 se cierne sobre las aguas del Golfo de México donde China acaba de sembrar un contrapivote geográfico. Su contención no depende ya de la autoridad mexicana (esencialmente por la baja competitividad de la clase política para entender el mundo actual), sino de las potencias que en este territorio y en el Mar del Sur de China se líen. Además, en aguas profundas no será fácil para la marina de guerra mexicana atajar movimientos estratégicos de China, aun con el Montes Azules. Un eventual bloqueo del canal de Yucatán o del de Florida por fuerzas “locales” para prevenir el paso de naves “hostiles” estaría entre las opciones.

La diversificación de las inversiones petroleras alegada por el secretario Coldwell al término de la subasta del 5 de diciembre para excusar la llegada de China a la frontera marítima estadounidense es, en el mundo real, no sólo la consumación de la fractura de la soberanía energética del país sino la pérdida del territorio y del control geopolítico del espacio.

Cabe esperar que en la región Cuba, directamente, y Venezuela y Nicaragua, también en la mira del nuevo presidente estadounidense, se unan. Pero a 25 años del fin de la Guerra Fría, el fiel de la balanza de este conflicto crepitando en las aguas del Golfo será, paradojas de la historia, Rusia. Sin duda el mayor desafío geopolítico y moral para el Kremlin después de los acuerdos de Yalta, con una economía hundida por las sanciones y ahora que una nueva administración en Estados Unidos le venía a ofrecer lo que a China le ofreció hace 46 años (incluida la infidencia).

Con pocos amigos para secundarlo en este lance (salvo Japón y Taiwán) y con una sociedad que no busca más costosos conflictos externos, al gobierno de Estados Unidos sólo le resta confiar en su capacidad tecnológico-militar sobre la aún rezagada de China. A cambio, China reúne 3 poderosas armas políticas de las que carece su oponente con las que la historia, en tramo largo, ha dado cuenta invariablemente en favor de quien las posee. Contar con más aliados resueltos (para obtener un área global mayor de contracerco polivalente), su vasta y propia visión ancestral y nunca haber perdido la confianza en sí misma.

La carta geoestratégica del Golfo de México no será para China la primera tirada de fuerza, sin duda, pero será una carta. La zona intensificará su actividad extractiva, el proteccionismo de la primera república liberal no durará para siempre y China se alimenta de tiempo.


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