Lidiando con nuestra propia mierda

Lidiando con nuestra propia mierda. Procesos de responsabilización y mediación en nuestra comunidad

  • La justicia transformativa enfatiza que el actual sistema de justicia penal, separa a la superviviente de la agresión de la persona que ha perpetrado esa violencia, generando una re-victimización de la víctima y transformando al agresor en una víctima del estado.
  • La justicia transformativa está en contra de la violencia y el castigo.
  • La justicia transformativa valora el conflicto como una oportunidad para crecer, progresar y para conseguir la justicia social.
  • La justicia transformativa trae de vuelta cuestiones como la identidad al terreno de la justicia, abordando injusticias socio-políticas hacia las mujeres, personas racializadas, gays, lesbianas, trans y queers, personas pobres, personas migrantes, gente con diversidad funcional y otros grupos marginalizados y oprimidos.
  • La justicia transformativa cree que ‘el crimen’ esta contextualizado por el estado y no por la comunidad.
  • La justicia transformativa se basa en el abolicionismo carcelario.
  • La justicia transformativa busca conseguir la liberación total y el fin de todos los sistemas de dominación.

¿Cómo nos enfrentamos a las agresiones, el abuso sexual y los conflictos tóxicos dentro de nuestras comunidades?

Hace mucho tiempo que se nos cayo la venda de los ojos -o nos la quitaron- y sabemos que nuestros espacios de militancia, nuestros centros sociales, las okupas y los grupos de afinidad no son, necesariamente, lugares seguros. La misma mierda que contamina la sociedad, contamina nuestros espacios y nuestras relaciones. Durante mucho tiempo lo hemos obviado y durante bastante más tiempo aún, lo hemos negado. La continua y permanente llegada de comunicados sobre algunes agresores en el mundo libertario, el veto a une compañere1 en un centro social o señalamientos públicos de gente que ronda la escena… Todo esto, no es más que la respuesta a años de mirar hacia otro lado, desacreditar a la persona que se quejaba públicamente o, simplemente, ceder ante la versión de la persona con más prestigio social en esa específica militancia. Como bien lo explican les compas de crimethInc desde su propia experiencia y escena; “Los primeros intentos estructurales que se generaron para responder a la violencia sexual en el entorno, fueron producir y difundir textos y fanzines, desafiar la presencia de machirulos en la escena punk y organizar charlas. También se empezaron a gestar grupos de mujeres2 para la autodefensa y para acciones confrontacionales organizadas. El problema es que, en muchos de estos casos, estos esfuerzos, eran aislados. En realidad, durante mucho tiempo el tratar la violación dentro de la escena anarquista como mito o leyenda urbana persistía entre les compañeres (mayormente hombres) y les supervivientes que intentaron denunciarlo fueron ignorades, rechazades, o sus historias desestimadas porque robaban la atención de luchas importantes o, como no, acusadas de generar división en el movimiento.” 3

Como respuesta, mujeres militantes se lo curraron para promover que la escena anarquista se tomara las agresiones sexuales y el abuso en serio, promoviendo, también, una cultura del consentimiento. En esa época, en Estados unidos, grupos de hombres empezaron a organizarse contra la violencia sexual en la «escena radical». Uno de los primeros fue ‘Dealing with our on shit’ (lidiando con nuestra propia mierda) en 2002. 4

Y ahí estamos ahora. Una situación algo mejor y con algunas herramientas (individuales y colectivas) para generar espacios más seguros. Aun así, todo esto, no es más que el comienzo, una marca de salida para poder generar una nueva cultura de espacios realmente liberados. Sin embargo, en este avanzar nos encontramos con otros problemas. A día de hoy, la situación es complicada; continuamente alguien es vetado de un espacio, del entorno, incluso de una ciudad, siguiendo un protocolo básico que es ‘creer siempre a la víctima’. Nadie duda de que esta situación, por bastantes polémicas que genere, mejora en mucho la formula anterior que consistía en obviar las cosas que estaban pasando dentro de nuestro entorno. Pero, ¿es esta mejora una solución? ¿y es la solución definitiva? Cada vez que nos llega un comunicado, expulsamos a alguien de nuestra comunidad y nos volvemos a sentir tranquiles. Cómodamente situades en nuestra altura moral. Hasta el siguiente comunicado. Y otra vez. Y otra vez.

Estamos generando lo que Angela Davis llama ‘el enfoque comida rápida’: ‘Hay un conflicto, alguien ha generado un problema. Nos deshacemos de ese alguien. Nos olvidamos del problema.’ De esta manera, continuamos la lógica del estado; señalando a alguien, no solo visibilizamos esa violencia, sino que también, supuestamente, la solucionamos. Pero sabemos que esto no es así porque el problema se repite una y otra vez. Sabemos que las agresiones y el abuso son problemas estructurales, sistémicos y no los vamos a solucionar copiando formulas del poder. ¿Y qué ocurre cuando las cosas se ponen realmente difíciles? Violadores, parejas cercanas a nosotres donde nos enteramos que une de elles es un maltratador, abuso infantil5… Seamos honestes, no estamos preparades para gestionar escenarios como estos. Lo hemos obviado tanto tiempo que no sabemos que hacer, en todo caso dejamos a Papá Estado que regule lo que está ocurriendo. Lo que sí sabemos es que la lógica judeocristiana del castigo no puede ser la única alternativa en nuestra comunidad.

Por eso, hace ya casi dos décadas, en Estados Unidos, colectivos racializados y colectivos LGTB+ comenzaron a generar grupos de trabajo en torno a estos problemas. Evidentemente, una nueva propuesta de justicia debía nacer en colectivos donde llamar a la policía no suele ser una buena opción. El peso histórico de la opresión y criminalización sufrida por estos grupos les hacía no confiar ni en la intervención policial ni en el sistema jurídico penal.

El cómico David Chappelle, en uno de sus recientes monólogos, lo expone de manera intuitiva y basándose en la experiencia -personal, colectiva e histórica-. «Notareis que no muchos negros han sido afectados por el #metoo… Toco madera… Pero, ¿sabéis por qué? Obviamente, las mujeres negras tienen los mismos problemas, ¿no? La razón es que las mujeres negras, desde la esclavitud, no nos delatarían. Porque saben que no importa cuán malos sean los tipos negros, los tipos blancos son muy crueles. Tienen miedo de vernos castigados.» Por tipos blancos, Chappele se refiere claramente, y metiendo el dedo en la llaga, al poder inmemorial que genera una violencia sistemática y sistémica. Y que siempre castiga más a aquellos que estén más abajo en la estructura social.

No nos olvidamos del conflicto de clase. Otra razón por la que no deberíamos pasar de temas como la criminalidad y el sistema penal es porque estos temas afectan siempre mucho más a las comunidades económicamente más pobres. «Los crímenes violentos, y en concreto, las agresiones y el abuso sexual, golpean mucho más duro a las clases más pobres. Y no solo eso, también genera una excusa para hacer una limpieza social en la cual, todes aquelles que no estén listes para incorporarse al sistema capitalista como trabajadores dóciles y consumidores, acabarán tirades dentro del continuamente creciente sistema carcelario»6. Este castigo añadido, no sólo queda patente en la reacción del estado si no también en el espacio concedido en medio y redes sociales, y la importancia que le demos según quien alce la voz. Revisemos el nivel de espacio mediático otorgado a las denuncias por parte de actrices de Hollywood en medios del estado español y, por otra parte, la atención concedida a las 12 denuncias de continuo acoso por parte de recolectoras marroquíes en Huelva7. Historia que sólo vio la luz gracias a una periodista alemana y a una italiana y que, al principio, sólo apareció en periódicos alemanes.

Incite! Es un grupo que se define como una red de feministas racializadas radicales organizadas para acabar con la violencia del estado y la violencia en nuestros hogares y comunidades. Y fue, precisamente, Incite! el primer grupo en proponer, hace años, la intersección crítica entre violencia estatal y violencia de género. Una propuesta militante que ha generado, desde entonces, un montón de grupos trabajando en esta dupla represiva. En su famoso primer texto, comenzaron escribiendo esto: “Nos dicen que llamemos a la policía y que confiemos en el sistema jurídico penal para solucionar la violencia de nuestras comunidades. Sin embargo, si la policía y las prisiones facilitan o perpetúan la violencia contra nosotras en vez de mejorar nuestra seguridad, ¿Cómo creamos estrategias para enfocar las agresiones dentro de nuestro entorno, incluyendo, violencia dentro de la pareja, violencia sexual y abuso infantil, que no dependan de la policía o de las prisiones?”8

Utilizando otros referentes, estos nuevos procesos en la comunidad están basados en procesos de mediación de la cultura mongol, maorí y en las comunidades indígenas de lo que nosotres llamamos USA y México. Culturas, todas ellas, alejadas de los referentes denominados ‘occidentales’ y, por tanto, alejadas de la cultura religiosa del castigo. De hecho, fue Incite! quien generó el concepto ‘procesos de responsabilización y de rendir cuentas’ y otro grupo imprescindible de la época, Generation Five, quien propuso el término ‘justicia transformativa’9. Y, de estos dos conceptos clave, por fin, va este artículo.

Procesos de responsabilización y de rendir cuentas.

Nos referimos a esfuerzos colectivos para abordar el daño causado- generalmente, agresiones y abuso sexual-. Un esfuerzo que se aleja del castigo o la justicia “legal” y se enfoca en mantener a nuestra gente segura. En un sentido amplio, esto puede ser desde unes colegues uniéndose por alguien que ha sido atacado; preguntarle que necesita e intentar negociar esas necesidades con la persona que le dañó y también con el grupo o entorno donde militan. Otros procesos necesitarán de un grupo que medie entre un individuo y la persona que lo ha hecho público. O grupos separados apoyando a cada persona y facilitado la comunicación entre elles. Por lo general, estos procesos implican una serie de condiciones o demandas para la persona que ha sido señalada, como modo de restaurar cierta seguridad o confianza y prevenir que ocurra más daño, de nuevo. Van acompañadas, también, de algún tipo de método para asegurase que estas demandas o condiciones se están cumpliendo. Todos estos enfoques comparten la intención de abordar estos problemas sin necesidad de recurrir al estado.

«Los procesos de responsabilización y rendición de cuentas son interesantes para les anarquistas como alternativa crítica y como ruptura de la idea del esquema mental acusatorio. De acuerdo con el marco legal, se supone que dos partes en conflicto tienen intereses opuestos: el estado se considera a sí mismo la parte agraviada y también actúa como mediador; y ‘Justicia’ significa decidir que persona tiene razón y que persona sufre las consecuencias -que son determinadas por el estado y por lo general si ninguna relación con el daño causado o con la raíz del conflicto-. En cambio, los procesos de responsabilización se enfocan en la superviviente y también en la persona que ha causado el daño, en vez de intentar satisfacer los conceptos abstractos de la ley o conseguir el castigo exacto. Las personas que han sufrido la violencia, juegan un rol activo en resolver la disputa, mientras que aquellos que han agredido son animadas a asumir la responsabilidad de sus acciones y reparar el daño que hayan causado. Está basado en una teoría de justicia que ve el ‘delito’ como una mala conducta, como una ofensa contra los individuos o su entorno, en vez de contra el estado».10

Estos procesos son respuesta desde la base y desde el dialogo contra los abusos de poder, procesos basados en los principios de la Justicia Transformativa.

¿Y qué es la justicia transformativa?

Mejor lo dejamos en manos de Generation Five, pues elles fueron quienes crearon y definieron la propuesta. La justicia transformativa es una manera liberadora de trabajar las agresiones… busca generar seguridad y también asumir las responsabilidades de nuestros actos sin depender del aislamiento, el castigo, el estado o la violencia sistémica, como la acción policial y el encarcelamiento.

3 creencias fundamentales desde donde se sustenta la Justicia Transformativa:

  • La justicia individual y la liberación colectiva son igual de importantes, se apoyan la una en la otra, y están esencialmente entrelazadas. La consecución de una es imposible sin la consecución de la otra. Las condiciones y el contexto que permiten que las agresiones ocurran deben ser transformadas para poder lograr justicia en esas ocasiones individuales de violencia. Por lo tanto, la justicia transformativa es una política liberadora y, a su vez, es una manera de asegurarnos justicia.
  • El estado y las respuestas del sistema a las agresiones (incluyendo el sistema legal penal y los servicios sociales) no solo fracasan en promover justicia individual y colectiva, sino que también justifican y perpetúan los ciclos de violencia.
  • La justicia transformativa busca conseguir para la gente que experimenta abusos y agresiones, una seguridad inmediata, reparación y curación a largo plazo mientras hace responsable de sus actos a aquelles que han cometido el daño, y les hace responsables dentro de sus comunidades y a través de sus comunidades.

Este hacerse cargo de sus propios actos incluye parar inmediatamente cualquier tipo de abuso, un compromiso de no volver a generar futuros abusos y ofrecer reparación por abusos anteriores. Este hacerse responsable de sus actos dentro de la comunidad requiere apoyo continuo y sanación transformativa para aquellas personas que abusan sexualmente11.

Sabemos que propuestas como ésta son complicadas. Si recordamos las reacciones a la sentencia del grupo autodenominado ‘La manada’, nos vendrá a la cabeza un montón de indignación, de mujeres uniéndose y saliendo a las calles y un claro desenmascaramiento del poder judicial como valedor del sistema cis heteropatriarcal. Pero también, otro montón de mujeres y una buena parte del feminismo pidiendo más mano dura y más años de condena. A este posicionamiento se le denomina feminismo carcelario y aunque podamos comprender la frustración, ira e indignación de estas personas, desde el movimiento libertario debemos ser capaces de generar un discurso alternativo al punitivismo de las prisiones y reflexionar otras alternativas. La compañera Victoria Law nos recuerda que “Feminismo carcelario es el término utilizado para describir la confianza en una mayor actividad policial, criminalización y encarcelamiento como la solución principal para la violencia de género. Por lo general, el feminismo carcelario ve soluciones a través de su lente de clase media. Una lente que ignora como identidades interseccionadas tales como etnia, clase, género y tener papeles o no, deja a ciertas mujeres mucho más vulnerables a cierto tipo de violencia y como una mayor criminalización, a menudo, coloca a esas mismas mujeres en mayor riesgo de sufrir violencia por parte del estado.»12 Incluso, dándole un enfoque más pragmático, Angela Davis dice «40 años de tolerancia cero y nuevas legislaciones sobre violencia sexual no han hecho ni una marca, ni una simple mella en cuatro décadas, en las cifras y estadísticas de abusos y violaciones, no se ha alterado nada».

Sin abogar por la turba incontrolada, o como me dijo una vez un compañero: «a veces la justicia popular puede hacer echar de menos a la justicia burguesa» sabemos que hay sujetos conflictivos que hacen difícil tanto la puesta en marcha de procesos, como la convivencia en comunidad. Esto no quiere decir que, porque se estén buscando otras formas de justicia, reparación y responsabilización en nuestro entorno, no entendamos que puedan darse otras fórmulas de autodefensa organizada. «Sin embargo, un vigilantismo liderado por une superviviente puede ser una respuesta válida frente a una agresión sexual, independientemente de que existan alternativas. Une no necesita sentirse impotente, sentir que las otras opciones son inútiles, para poder emprender acciones físicas decisivas contra la persona que le ha agredido. Este enfoque ofrece algunas ventajas. Por ejemplo, a diferencia de muchos procesos de responsabilización y rendir cuentas, fija objetivos realistas y tiene éxito con ellos. Puede hacernos sentir más empoderades y realizades que un largo y complicado proceso abstracto que, a menudo, nos hace revivir emociones difíciles. Además, las mujeres pueden utilizar estas acciones para construir un empoderamiento colectivo y generar otras acciones anti-patriarcales coordinadas. La confrontación física envía un mensaje claro de que las agresiones son inaceptables.»13

La justicia transformativa no tiene soluciones exprés; muchos procesos no son exitosos o no llegan hasta la última parte del proceso y también es cierto que, en muchos lugares donde estos procesos están asentados, generan una dependencia de la mediación que hace que mucha gente termine cansada de pasarse años lidiando con problemas internos. Apenas con tiempo para participar en la lucha militante que le atrajo en un primer momento. Lo sabemos. Pensamos que cada grupo, autonomamente, debería saber qué nivel de importancia e implicación se le debería dar a cada conflicto para no generar dinámicas frustrantes en ningún sentido.

Pero eso no implica restar importancia a estas propuestas. De hecho, es vitalmente importante comenzar a trabajar. Las agresiones y los abusos rompen nuestros grupos y comunidades. No sólo arruinan vidas individuales sino también proyectos y organizaciones. Generan contradicciones entre nuestros ideales y nuestras prácticas. Estas agresiones no son problemas individuales que alguien hace a alguien, son problemas estructurales que debemos combatir. «Llamamos a los movimientos sociales para que desarrollen estrategias y análisis que aborden TANTO la violencia interpersonal COMO la violencia estatal. Particularmente, contra las mujeres. Actualmente, activistas y movimientos que trabajan la violencia del estado (tales como el anti-represivo o el abolicionismo) a menudo trabajan sin ninguna conexión con activistas y movimientos que abordan la violencia de género y las agresiones sexuales.» Esto fue escrito por Incite! En 2001 y 18 años más tarde sigue siendo tan valido como entonces. Necesitamos empezar a repensarnos y repensar nuestros espacios y nuestra comunidad. Pelear nuestras propias contradicciones y generar alternativas a la lógica del estado. En definitiva, y ya va siendo hora, necesitamos empezar a lidiar con nuestra propia mierda.

NOTAS:

1. Para no caer en binarismos, aunque en este tema la marca de género esté muy presente, hemos decidido utilizar el neutro e, como genérico.

2. Es un tema complicado, a algunas personas que podamos percibir como hombres o mujeres, no se sentirán identificadas de esa manera. Incluso algunas no se identificarán dentro de esas dos categorías. Cuando nos refiramos a hombres o mujeres, nos referiremos a sujetos que se perciben así. Sean cisgénero o transgénero.

3. CrimethInc: ‘Acccounting for ourselves’ https://es.crimethinc.com/library

4. Efectivamente, avispade lectore, de aquí viene el nombre del artículo.

5. «En el estado español, una de cada 4 niñas y uno de cada 6 niños ha sufrido algún tipo de abuso antes de cumplir los 17 años.» (Félix López y Amaia del Campo, Universidad de Salamanca.) Y en nuestro entorno ya se ha dado al menos un caso público de pedofilia con un militante.

6. CrimethInc: ‘What is security culture?’ https://es.crimethinc.com/

7. Unas 18.000 mujeres marroquíes trabajan en la recolección de fresa y frutos rojos en los campos de Huelva. Mujeres migrantes, contratadas en origen, que no hablan castellano y que, aparentemente, no acuden a pedir ayuda en caso de sufrir abusos ni a las administraciones públicas, ni a los grandes sindicatos, ni a las ONG que trabajan en la zona. https://www.publico.es/

8. Incite! ‘Law enforcement violence against women of color and trans women of color. A critical intersection of gender violence and state violence.’ https://incite-national.org/

9. ‘Acounttability process’ y ‘Transformative Justice’ en inglés. Términos aceptados y utilizados globalmente.

10. CrimethInc: ‘Acccounting for ourselves’ https://es.crimethinc.com/library

11. En muchos casos hemos traducido violencia por agresiones. Sabemos que no abarca la totalidad del concepto, pero ocurre que, en el Estado español, el concepto ‘violencia’ está totalmente contaminado porque ha sido utilizado por el relato oficial del poder como sustituto de ‘lucha armada’ y ‘acción directa’. http://www.generationfive.org/

12. Victoria Law: How can we reconcile prison abolition with #MeToo? https://victorialaw.net/

13. Dysophia: ‘What about the rapist?’ Anarchist approaches to crime and justice.

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