ANARQUISTAS EN EUSKAL HERRIAK

Hace ya algún tiempo que ha vuelto a surgir la necesidad que ha llevado a que diferentes personas de sensibilidad libertaria en Euskal Herria se reúnan para hablar y poner en común diferentes cuestiones. A ello se suman iniciativas como la de la I Acampada libertaria celebrada a principios de septiembre de 2011 en Otxandio (Bizkaia), sin olvidar por supuesto otras prácticas, luchas o debates que se han ido desarrollando desde hace tiempo, así como los importantes cambios que se avecinan en el panorama político y social vasco. Esta es la razón que nos ha llevado a tratar de realizar un pequeño acercamiento a la realidad libertaria en Euskal Herria través de la opinión de diferentes personas o colectivos. El medio para hacerlo ha sido el pequeño cuestionario que sigue a continuación.

1) Cuál crees que es el panorama actual de las ideas y prácticas libertarias en Euskal Herria, ante qué retos se enfrenta y qué papel consideras que puede o debe jugar en los próximos tiempos?

2) Con qué principales problemas y/o contradicciones se enfrenta la práctica libertaria y qué críticas o autocríticas se pueden realizar sobre su devenir histórico y su realidad actual en Euskal Herria.

Asel Luzarraga

1. Seguramente no soy la persona más indicada para responder a la primera parte de la pregunta, ya que no ha sido hasta estos últimos tiempos que he empezado a ver lo que hay. Siempre he vivido muy desconectado. Por eso, a menudo he creído que existía poca cosa en nuestro entorno, y este último año he podido comprobar que las cosas son bien distintas, afortunadamente. De todos modos, y aunque el ver que no estás aislado cuando te juntas con otras personas parecidas a ti da un puntito de euforia, tengo claro que en Euskal Herriak, como en casi todas partes, lxs anarquistas somos minoría y estamos muy dispersxs. Pero no es motivo para caer en la inacción por desconsuelo; al contrario, opino que, por un lado, quienes hacemos nuestro en un nivel u otro el sentir libertario somos más de lo que se visualiza, y por otro, que esa dispersión nos da la oportunidad de influir en numerosos espacios, aunque sea de forma invisible e difícil de detectar. En estos tiempos en los que la sensación de fracaso de los grandes modelos que han pretendido dirigir, encaminar y controlar la sociedad es cada vez más extensa, mucha gente busca sendas fuera de los habituales engaños, y ahí lxs anarquistas tenemos mucho que decir, si somos capaces de hacer una lectura de las preocupaciones y necesidades de quienes nos rodean y de mostrar, lejos de dogmatismos y complejos de superioridad, con humildad, que la respuesta puede estar dentro de cada cual, en la auto-organización y el apoyo mutuo. Si esperamos las respuestas desde afuera, desde arriba, desde el Estado, un partido o una vanguardia, siempre estaremos a la espera, y pienso que cada vez más gente ha empezado a verlo así. Una lectura en ese sentido cabe hacer de movimientos como el M15M, Auzolan, Decrecimiento, Ciudades en transición y similares, con sus matices.

Aunque me considero anarquista, sin complejos, no me interesan tanto las banderas, nombres, etiquetas, teorías o símbolos. Creo que quienes nos identificamos con el anarquismo no lo hacemos , por decirlo de algún modo, para embellecer y «engordar» una idea, un concepto, sino porque sentimos que en esa palabra se encierran prácticas, relaciones humanas, una ética, una organización… que consideramos adecuadas. De modo que, más allá de nombres, esa práctica, esas relaciones humanas, esa ética, esa organización… son lo más importante. Y aunque lxs anarquistas parezcamos desaparecidos de las páginas de la historia oficial de Euskal Herriak, hoy en día están totalmente socializados conceptos que nos pertenecen, incluso entre gente que se mueve en otras corrientes ideológicas, y hay prácticas absolutamente arraigadas en la tradición vasca que engarzan completamente con los modelos que preconizamos lxs anarquistas.

La autogestión, el batzarre y el auzolan son tres claros ejemplos de lo dicho. La autogestión es una práctica totalmente anarquista y hace tiempo que está ampliamente integrada en movimientos sociales no anarquistas. El batzarre y el auzolan, por otro lado, pertenecen a la tradición vasca, están muy arraigados en el pueblo, y entran de lleno en los modelos que lxs anarquistas proponemos. Los tres niegan la intervención estatal, los tres nacen de un pacto libre y horizontal entre ciudadanxs, y entran dentro del concepto de acción directa: para encarar nuestros problemas, para encauzar las aficiones o necesidades que compartimos, sólo necesitamos de nuestra propia organización, apoyo mutuo e iniciativa, sin esperar órdenes o soluciones de intermediarios o emanada desde arriba.

De modo que, el reto principal, sería juntarnos, organizarnos y hacer ver y sentir todo ello a las individualidades reales que nos rodean, a la sociedad. Se que no es una respuesta muy precisa. Otro, quizá el más difícil, sería esbozar una propuesta clara y abierta para Euskal Herriak, creada desde nuestra realidad y conectada a las otras realidades del mundo, de forma que la gente pudiera comprenderla, hacerla suya y complementarla.

2. Siempre han existido muchos problemas y contradicciones. Mencionaré algunos, según me vienen a la cabeza. Uno de ellos, es la conexión entre teoría y práctica. Como se dice, el papel lo aguanta todo. Las complicaciones surgen cuando queremos insertar nuestras ideas en la realidad que nos rodea. Ser anarquista es remar permanentemente contra corriente, con todas las armas en manos del enemigo. Por un lado, ensalzamos al individuo y su libertad, por otro, la sociedad y la igualdad, pero cuando nos encontramos tanto con el individuo de nuestro entorno, como con la sociedad en que estamos inmersos, encontramos poco espacio para llevar a la práctica nuestras ideas, ya que tanto ese entorno como la educación de todxs nosotrxs están configurados para volver nuestras prácticas imposibles. Por otro lado, una de las fuerzas del anarquismo es también una de sus debilidades: la pluralidad. Es fuerza, porque el anarquismo es una idea muy genérica que susceptible siempre de ser renovada y enriquecida, que de por sí debiera incorporar la vacuna contra todo dogmatismo, pero por desgracia, ningunx estamos vacunadxs, y a menudo nos peleamos con más saña con lxs de casa que con el enemigo exterior, tomando a lxs primerxs por enemigo. Si añadimos a eso la imagen distorsionada que los medios oficiales (el sistema educativo, los medios de comunicación, los partidos…) dan del anarquismo, no es extraño que la gente tenga un conocimiento tan reducido y tan erróneo sobre nuestras propuestas. Existe un interés para que sea así y con frecuencia hacemos el trabajo demasiado fácil al enemigo.

Unido a lo anterior, un pensamiento que debiera ser flexible, ha tenido en muchas ocasiones una evolución muy rígida, y con frecuencia los principios anarquistas se han amoldado mejor a la cambiante realidad fuera de los movimientos propiamente anarquistas, que en su seno. La sociedad ve con muy buenos ojos muchos movimientos en la medida en que no percibe en ellos relación con el anarquismo, y los propios movimientos, a menudo, han tenido una influencia mayor mientras no han tomado en mano la bandera negra o roji-negra, aún estando sus comportamientos y reivindicaciones, en profundidad, totalmente vinculados a principios libertarios.

Igualmente, cabe mencionar la carga ligada al obrerismo y a la industrialización, tomada del socialismo tradicional. Afortunadamente, las líneas contrarias a la industrialización y al trabajo asalariado y defensoras de un modo de vida natural también han estado muy interiorizadas desde los comienzos del anarquismo. La discusión sobre la utilización de la violencia la dejaremos para otra ocasión.

En Euskal Herriak, el conflicto ligado a la nación ha condicionado muchas veces el comportamiento de algunxs anarquistas. No entraré en ese tema en profundidad, pero por cierto miedo a aparecer de la mano del nacionalismo vasco, en ocasiones se han alineado junto al nacionalismo español no pocxs anarquistas, quizá inconscientemente. Así suele suceder cuando los conceptos se toman dogmáticamente. El dogmatismo impide analizar y debatir los problemas con honestidad y profundidad. Cuando se toma un concepto cerrado de nación, pongamos que identificándola con el Estado, cerramos las puertas a la percepción del espacio que ese concepto ocupa en la sociedad en que vivimos. Un movimiento que debiera combatir toda opresión, a menudo, toma por bandera ciertas opresiones colectivas, por ejemplo, la sufrida por el proletariado, y niega rotundamente otras, como las ligadas a la lengua y la cultura, por ejemplo, argumentando ante ellas que todas las colectividades son artificiales y que sólo existen los individuos. En cuanto al conflicto vasco, no todxs lxs anarquistas se han comportado de esa manera y, por suerte, creo que el anarquismo, como movimiento, ha comenzado a organizarse con la mirada puesta en el lugar que le corresponde en este pueblo. En un momento adecuado, en mi opinión, puesto que nos encontramos en un momento histórico muy importante, y porque el anarquismo debiera tener mucho que decir a la hora de proponer un modelo social, económico y político en Euskal Herriak, más aún en estos tiempos en los que cada vez se ve más clara la necesidad de volver a la realidad cercana, a la auto-producción y el auto-consumo y a los modelos agrarios.
Sin apostar por otro Estado tan artificial como todos los existentes, creo que conformar una red libre y sin Estado entre pueblos es, no solo factible, sino la ocasión de crear algo más real, natural y justo.

Sorginkale (Nafarroa)

¿Cuál crees que es el panorama actual de las ideas y prácticas libertarias en Euskal Herria, ante qué retos se enfrenta y qué papel consideras que puede o debe jugar en los próximos tiempos?

Nos encontramos en una época de cambios en la cual el sistema neoliberal se ha quitado finalmente su careta y nos muestra con crudeza sus planes de dominación. Este ataque debe tener su réplica social y es palpable cómo poco a poco la población va desperezándose y tomando conciencia de la necesidad de organizar una respuesta. Es en este aspecto donde la práctica libertaria debe trabajar, incidiendo en la lucha, rompiendo los guetos y sumándose a los nuevos movimientos que vallan gestándose, para dejar en ellos su sello organizativo y orientarlos a formas organizativas lo más horizontales y autogestionarias posibles. En otras palabras, hay aprovechar el actual influjo antiparlamentario y anticapitalista para darle un enfoque libertario que muestre, a su vez, una capacidad real de incidir en la realidad social actual.

Para llegar a este punto, en primer lugar, hay que buscar los medios que permitan superar la atomización y lograr la unión de las diferentes tendencias en proyectos y objetivos sólidos de cambio social. Existe un número considerable de individualidades libertarias en Euskal Herria, pero al estar dispersas y desorganizadas necesitan ser activadas mediante proyectos comunes, y esto se consigue creando redes de colaboración y organizaciones que, dentro de la heterogeneidad, sirvan para unir y consolidar. Estas redes deben valer también para ser trasladadas a los diferentes ámbitos del movimiento, creando proyectos comunes en los que se compartan recursos y que estén supeditados a una organización mayor (véase coordinadoras de grupos de música, distribuidoras alternativas, radios libres, asambleas anti-desarrollistas, etc. englobadas a su vez en un movimiento libertario cohesionado).

Respecto a ello, en los últimos meses se han producido iniciativas y experiencias que consideramos muy positivas, destacando la coordinadora libertaria de los pueblos vascos (EHKL), con sus correspondientes asambleas regionales, que ha evidenciado la posibilidad de mostrarnos como una alternativa creíble de cara al pueblo.

Por otro lado, también es importante que el movimiento libertario reivindique sus raíces identitarias sin complejos, identificando sus valores y métodos organizativos con aspectos de nuestra cultura ancestral como el Batzarre o el Auzolan, tratando de crear en el imaginario colectivo la idea de una Euskal Herria autogestionaria y anti-estatal.

¿Con qué principales problemas y/o contradicciones se enfrenta la práctica libertaria y qué críticas o autocríticas se pueden realizar sobre su devenir histórico y su realidad actual en Euskal Herria?

Sin duda, uno de los grandes escollos con los que nos encontramos hoy en día, dejando de lado la histórica desacreditación que sufren las ideas libertarias a nivel social, es la apuesta y enormes expectativas generadas por las vías parlamentarias en un gran sector de la sociedad y en los movimientos sociales vascos de izquierdas e independentistas. Este hecho contribuye a una enorme desmovilización a pie de calle y a la delegación en terceros de las responsabilidades políticas que nos corresponden como seres humanos.

Por otra parte, aunque el camino emprendido para crear organizaciones que unifiquen las diferentes tendencias libertarias es positivo, deberíamos haber previsto la situación actual y, con una mayor visión periférica, haber comenzado antes este proceso, lo cual nos hubiera llevado a gozar actualmente de una herramienta con la que dar respuesta a las diferentes problemáticas sociales de una manera más eficaz.
La práctica libertaria no había sido hasta ahora capaz de concebir el potencial de implantación al que puede aspirar, ligando su discurso a la raíz identitaria y cultural, puesto que hemos estado durante mucho tiempo encerrados en nuestras propias doctrinas, ajenos a una realidad social que pasaba por delante de nosotros sin que fuéramos conscientes de ello.

Armiarma

Hemos intentado concentrar ambas preguntas en una sola respuesta puesto que entendíamos que forman parte de un todo:

Para empezar, nos parece que el panorama de la práctica anarquista no está disociado del estado del resto de las cosas: alienación, estrechez de miras, cerrazón, consumismo capitalista y alternativo, falta de compromiso real, estética-espectáculo, y un sinfín de situaciones ya descritas, analizadas y, en principio, pasadas por la autocrítica desde hace ya algún tiempo. En este sentido, ha habido intentos por el camino de mejora de las relaciones entre grupos afines o en las propias luchas, aunque sin obviar que estos lastres se sigan dando en nuestros entornos. En este panorama desolador que nos deja de margen el capital siguen existiendo pequeños brotes de rebeldía con una proyectualidad de futuro, con conciencia y en un intento de constante avance, pero no dejan de ser pequeñas cosas valorables en su justa medida: ni más ni menos.

Se podría decir con esto que en el panorama social las cosas han sufrido una transformación y esto también se ha traducido a la práctica política e inevitablemente al papel del anarquismo en ella. Hay aspectos bastante visibles como un descenso de la conflictividad social, una imposición a mayor escala del régimen totalitario de la democracia, una mayor extensión del consumismo y el aburguesamiento a la mayoría de las personas (clases sociales más difusas), un retroceso de la calle como un espacio de encuentro y de sus posibilidades para visibilizar los conflictos, etcétera. En medio de este batiburrillo surgen con cierta frecuencia luchas o movimientos estériles que generan escepticismo entre los/as anarquistas y que hacen que nos olvidemos de nuestros propios errores, incapacidades y dinámicas viciadas que no nos llevan a ninguna parte. A menudo, esto nos hace ser más críticos con los demás grupos o ideologías que con nosotras mismas.

Por lo tanto, los retos a los que se enfrenta el anarquismo tienen mucho que ver con la superación de este estado catatónico en el que nos encontramos, desde la humildad y el compromiso, así como la búsqueda de herramientas para su adaptación a los tiempos que corren en cada momento histórico. En esto entra también la definición de unos objetivos propios para no caer en planteamientos desfasados o fuera de lugar.

De todos modos, tampoco tenemos que olvidar que tan importante es esa superación como la confrontación con el enemigo, por lo que para ello habría que diseñar estrategias comunes de lucha y comunicación. De esta manera, podemos intentar crecer colectivamente de forma saludable y sin infantilismo para así constituirnos en personas fuertes y determinadas que sean capaces de enfrentarse a las diferentes problemáticas que muchas veces nos superan a nivel personal y colectivo (político).

En cuanto al anarquismo vasco en concreto, se puede decir que se han dado dos posturas señalables: por un lado, los defensores por así decirlo de un anarquismo más españolista y, a la contra, los anarquistas que -en un intento de separarse de ese españolismo- han caído en un seguidismo a la izquierda abertzale, con un carácter más autónomo pero también difuso. A los/as primeros podría reprochárseles una gran falta de sensibilidad con la realidad política y cultural vasca.
Generalmente asociados a esta tendencia se dan los problemas de no adaptar una práctica política a una realidad territorial concreta y a su idiosincrasia característica, y, a su vez, pasar por alto la complejidad y peculiaridad cultural de un territorio y sus gentes. Esto lleva a decantárse por una identidad nacional centrípeta y discriminatoria, la de España, que se funda en lo que se funda aunque algunos no lo quieran ver . Respecto a los/as segundos, como decíamos, ese seguidismo, ir a la zaga de un movimiento que tiene mayor visibilidad y fuerza en Euskal Herria, puede hacer perder una perspectiva anarquista propia al sustituirla por la simpatía hacia ese movimiento. Siempre será necesario ser críticos/as con el proceso político vasco, y manejar de manera responsable ideas como nación, independencia, pueblo y otros, si no queremos llenarnos la boca con cosas a medio reflexionar y que nos hagan ir a la deriva por falta de planteamientos propios. Por último, comentar que también existe un margen entre una postura y otra, pero en menor magnitud.

Como parte de esto que hablamos, nos topamos con el hecho de que la mayor parte de las lecturas, de los textos o reflexiones clave en la lucha se han producido fuera del espectro euskaldún y fuera de Euskal Herria la mayor parte de veces. Esto ha supuesto acoger esas ideas y aplicarlas a la ligera en un contexto totalmente ajeno a esas reflexiones, muchas veces identificándose con un anarquismo más global y postmoderno que con una identidad real vinculada al lugar de donde se es. Por eso, pensamos que ese ha podido ser uno de los problemas que le ha impedido al anarquismo vasco superarse a sí mismo, adquirir identidad propia y voz propia. Y a su vez, como decíamos, el propio contexto político vasco también ha dificultado seriamente el avance hacia una lucha anarquista más sólida al verse como la hermana pequeña -o inexistente- de una lucha mucho más grande y con más fuerza como es y ha sido la del MLNV.

Pensamos que en la actualidad los anarquistas de Euskal Herria deberíamos intentar constituirnos estratégicamente en una fuerza coherente, especialmente en este momento en que está diluyéndose lo que quedaba de enfrentamiento en la izquierda abertzale contra el Estado. Tenemos una responsabilidad de cara al fututo: tener visibilidad, que los jóvenes puedan encontrarnos, leernos, etc. Entender este proceso político como una oportunidad para nosotros/as, no sólo para nuestras ideas sino sobre todo para nuestras prácticas: autoorganización, no jerárquica y antiautoritaria, fuera de partidos y sindicatos. En Euskal Herria hay potencial para lograrlo, el caso es encontrar el modo adecuado de ponerlo en marcha.

EKINTZA ZUZENA

1) Actualmente la presencia libertaria en Euskal Herria se plasma en diferentes experiencias y formas organizativas. No se puede hablar de un movimiento estructurado como tal, sino más bien de personas y grupos con diferente grado de interconexión y presencia social. Ello no quita para que existan iniciativas contemporáneas, como la de la Euskal Herrietako Koodinakunde Libertarioa (EHKL), que trata de ser un punto de referencia para los libertarios vascos, aunque la valoración de su plasmación y recorrido necesita de cierta perspectiva temporal. Partiendo de esta base, hay que decir, que no es fácil delimitar una mapa de las prácticas e ideas libertarias en la actualidad, y que, por su propia idiosincrasia, el movimiento libertario es plural, dinámico y –por qué no decirlo- contradictorio en su interior. Hay colectivos estables en diferentes sectores (sindicalismo, debate, distribución alternativa, contrainformación, etc.) y otras muchas experiencias que surgen y desaparecen de forma más o menos fugaz y continuada, además de las personas que, sintiéndose libertarias, participan a título individual en diferentes luchas sociales. Por otro lado, la valoración de lo libertario no se puede restringir a lo que se autodenomina formalmente como tal, ya que existen experiencias organizativas y espacios más o menos afines -algunos de ellos de larga tradición- que están abiertos al desarrollo de prácticas de autogestión, acción directa, apoyo mutuo, etc., planteamientos todos ellos profundamente ligados a la filosofía libertaria.

Respecto a los retos con los que se enfrentan las ideas y prácticas libertarias en Euskal Herria son en primer lugar saber entender y profundizar en los diferentes aspectos de la realidad en la que le toca desenvolverse. Esto implica un notable esfuerzo tanto individual como colectivo de análisis político, como también de audacia y de clarificación y constancia y desarrollo ideológico más allá de los dogmatismos y lugares comunes tan extendidos en los ambientes libertarios. A ello se suma la necesidad de ser capaces de incidir socialmente, de ilusionar, ofreciéndose humildemente como un referente tanto ético como organizativo y generador de experiencias concretas. El esfuerzo ético es muy importante, tanto para desarrollar esa parte fundamental de la política como es el ejemplo, tanto como para tratar no caer en muchos de los males y vicios (manipulación, autoritarismo, utilitarismo, relativismo, populismo, demagogia, doble moral, etc.) que arrastra eso que se denomina izquierda.

2) Históricamente la práctica libertaria en general y la vasca –con sus particularidades- ha sido portadora de una voluntad de transformación sincera y radical de las estructuras y relaciones sociales. En su devenir hay logros importantes y momentos sublimes, pero también derrotas, miserias y contradicciones. Es importante remarcar la heterogeneidad de prácticas y tendencias que se dan dentro de la etiqueta libertaria, y que se resiste a un análisis único o unificador. Este aspecto parece, en cierto modo, formar parte del ADN del anarquismo. Ello no quita para poner en valor los diversos y tan necesarios esfuerzos por organizarse y por dotar de contenidos y realidad a la práctica libertaria, así como la valentía de tratar de encarar y desarrollar diversas iniciativas en circunstancias a menudo desfavorables. Sin embargo, también es necesario mencionar algunos problemas presentes en el espacio libertario que merecen ser tenidos en cuenta:
– La fetichización ideológica que convierte a veces a lo libertario en un estandarte propagandístico o incluso en una mercancía a la que se dota de un contenido práctico más bien escaso y superficial.
– Un voluntarismo bienintencionado, pero aquejado a menudo falta de seriedad y responsabilidad, como sustitutivo de la voluntad en tanto que fuerza viva y profunda, organizada y comprometida.
– La espontaneidad y la afinidad son dos componentes importantes, que dotan de vitalidad a las prácticas libertarias, aunque su contrapartida es menudo la falta de continuidad y una precariedad o debilidad organizativa estructural, muchas veces ligada a los ritmos o circunstancias personales.
– A la presencia de una cierta nostalgia paralizante hacia un pasado idealizado, se suma una cierta falta de debate y profundización ideológicos, que son sustituidos en no pocas ocasiones por el activismo repetitivo y más o menos desorientado, los llamamientos a una unidad abstracta, la autocomplacencia, la soberbia o el dogmatismo.
– El miedo “al vacío” que supone enfrentarse a las propias carencias, contradicciones y miserias frente a una realidad compleja y confusa, a menudo inabarcable, cuyo abordaje implica, de principio un esfuerzo de honestidad y autosinceramiento.
– La débil transmisión de experiencias militantes y de contacto intergeneracional directo (más allá de las lecturas o de las mediaciones de los estudiosos), que sin hurtar la necesaria experimentación, otorgue referencias vitales y críticas respecto a prácticas pasadas. Esta carencia lastra un devenir en el que los referentes son escasos y a veces un tanto limitados, repetitivos o fosilizados, y el componente humano suele restringirse a un tramo vital concreto (el de una juventud más o menos dilatada en el tiempo) y a una estética más o menos compartida.
– El izquierdismo o la imitación de fórmulas organizativas o de intervención empleadas por otros sectores ideológicos con objeto de tener una mayor visibilidad o presencia social, incidiendo en el pragmatismo por encima otro tipo de cuestiones ideológicas o éticas.
En lo que respecta a la espacio específico vasco hay una serie críticas habituales sobre una cierta falta de comprensión de la complejidad político-cultural de Euskal Herria y una actitud refractaria hacia el nacionalismo estatista y autoritario -si bien lógica y necesaria- a veces no demasiado argumentada o precisa a la hora de establecer un discurso y una práctica alternativos asentados en la realidad local. En cualquier caso, varios de estos aspectos se han ido superando y corrigiendo con el tiempo y algunas cuestiones de base (como la idiomática) parecen haberse naturalizado de manera más generalizada con la incorporación de nuevas hornadas militantes.

CNT Gipuzkoa

1. Como militante de la CNT en el SOV de Gipuzkoa puedo decir que el anarquismo y el anarcosindicalismo está presente en Euskal Herria, quizá no todo lo que nos gustaría pero desde 1998 que es el año en que yo me afilié a esta organización, se han pegado infinidad de carteles, se ha salido todos los 1ºde Mayo a las calles, se han mantenido varios conflictos laborales, valga como ejemplo el mantenido con la empresa Ikusi del cual se salió satisfactoriamente, se han realizado multitud de acciones de solidaridad contra empresas explotadoras como ASISPA, Supermercados DIA y PLUS, Telepizza, Ferrovial… Se han realizado infinidad de concentraciones como la llevada a cabo frente a la sede de OSALAN contra los accidentes laborales, frente a la Banca en Donostia, en solidaridad con los compañeros detenidos de la AIT, en apoyo a Amadeu Casellas se realizó un concierto, se ha salido en todas las últimas huelgas generales en piquetes muy combativos e incluso el pasado 29 de septiembre se convocó una jornada de lucha junto con otras organizaciones del movimiento libertario y así multitud de charlas y debates con el colofón de actos organizados en el País Vasco con motivo del Centenario de la CNT.

CNT tiene sindicatos abiertos actualmente en Donostia, Gasteiz, Bilbo, Barakaldo, Basauri, Durango e Iruñea. CGT tiene también varios sindicatos en Euskal Herria (Bilbo, Gasteiz, Errenteria e Iruñea). Hay una red de gaztetxes por toda Euskal Herria que aún sin considerarse proyectos anarquistas, se organizan de forma asamblearia y autogestionaria. Muchas de las luchas llevadas a cabo en Euskal Herria, como la llevada a cabo por la Asamblea contra el TAV tiene mucho que ver desde mi punto de vista con las formas organizativas del anarquismo. Hay multitud de grupos musicales en Euskal Herria proclamando soflamas anarquistas, multitud de fanzines, revistas y libros editados del movimiento libertario (Ej. Likiniano Elkartea), entre ellas esta misma publicación que ya lleva un puñado de años dando guerra.

Con todo esto lo que quiero decir es que el anarquismo en Euskal Herria está vivo y coleando.

El fenómeno 15-M en gran parte bebe de las formas asamblearias del anarquismo. Quizá no haya cuajado demasiado en El País Vasco al verse desde el prisma nacionalista como algo externo y español. Sin embargo, la última convocatoria del 15 de octubre a nivel mundial y las multitudinarias manifestaciones como la de Bilbao, quizá hayan hecho recapacitar a mucha gente de ese sector nacionalista al ver que la cosa es global y que no es una cuestión de colores sino de clase social. Aunque yo soy bastante crítico con este movimiento ya que pienso que al ser tan abierto acabara siendo manipulado por alguna oscura mano negra, creo que es ilusionante y, sobre todo, para nosotros los libertarios ver a miles de personas gritar contra los bancos y las políticas plegadas al capital; es lo que llevábamos esperando desde hace mucho tiempo, ¿Cuántas veces nos hemos preguntado, porque la gente no se movía ante tanta injusticia?

Pero lo más ilusionante yo creo para el panorama anarquista en Euskal Herria es la creación de «Euskal Herrietako Libertarioak», una organización asamblearia, autogestionada, federalista, antiautoritaria y que propone la acción directa y el apoyo mutuo como forma de lucha, una organización surgida del sentimiento y la necesidad de organizar a los perdidos libertarios de Euskal Herria, una organización con un tremendo futuro y cuyo acto de presentación como fue la acampada llevada a cabo en Otxandio es solo el comienzo del devenir del anarquismo vasco como tal.

2. En primer lugar, el aquí presente os quiere hacer saber que soy un amante del País Vasco, nacido en Donostia, conocedor de su lengua, el euskara, participante de las fiestas reivindicativas del mismo como son el Kilometroak, Ibilaldia…. e incluso hace ya unos cuantos años portador del testigo de la emocionante «Korrika», he participado en muchas manifestaciones por el acercamiento de los presos políticos vascos a Euskal Herria e incluso en conciertos solidarios en los tiempos en que yo era bajista de una banda Punk. Digo todo esto para que se vean las perspectivas y ópticas del que habla.

Empezaré por el final de la pregunta, yo creo que la reciente organización creada Euskal Herrietako Libertarioak, es fruto de una necesidad que desde hace tiempo se palpaba en los ambientes libertarios, la necesidad de organizarse sin ningún complejo en su propia realidad territorial y cultural que es Euskal Herria, la acampada realizada en Otxandio es solo el principio de un nuevo rumbo en la perspectiva del anarquismo en Euskal Herria, un rumbo en el que muchos anarquistas se han sacudido el complejo que durante mucho tiempo llevaban arrastrando: el ser Vascos y Anarquistas. En esta acampada participaron gentes de todos los prismas libertarios, gente de colectivos, anarcosindicalistas, escritores libertarios, individualidades, gentes del 15-M, colectivos Pro-Presos, etc. Lo cual es muy enriquecedor, y las conclusiones sacadas de la acampada son las de continuar y organizarse mejor para hacer del anarquismo una corriente de pensamiento y acción en Euskal Herria.

De todas maneras, en la actualidad ya actúan en Euskal Herria sindicatos anarcosindicalistas y multitud de colectivos y luchas llevadas a cabo desde modos organizativos libertarios. Todo esto junto con la nueva organización creada EHKL podría teñir el mapa vasco de negro libertad.

Euskal Herria siempre ha sido bastante reacia a las ideas anarquistas, la antigua reivindicación con orígenes burgueses de la independencia, ha hecho que la lucha del pueblo vasco allá sido dirigida mayoritariamente hacia esta causa. El tremendo adoctrinamiento católico del País Vasco desde tiempos inmemoriales ha hecho de los vascos un pueblo tremendamente conservador y en algunos casos con tremendos ramalazos xenófobo-racistas. El anarquismo siempre ha sido visto en el País Vasco como una idea externa a la idiosincrasia vasca. La CNT que ha sido la organización más importante del anarquismo en el Estado español, tanto por ser la más mayoritaria en afiliación, como por ser de las más combativas durante la Guerra Civil española, siempre ha sido tapada por los nacionalistas para que no se viera la realidad en los diferentes frentes de guerra vascos, donde los anarquistas eran la vanguardia contra el fascismo. Se puede ser vasco y anarquista, no hay ningún problema, los sentimientos humanos de amor hacia una tierra, una lengua o una cultura, no quitan para que uno pueda ser anarquista o no. El nacionalismo burgués del PNV durante los años treinta siempre tachó a los anarquistas de maquetos españoles, devoradores del clero. Quizá algunos ejemplos como Chiapuso, Likiniano, Kasilda o el aun vivo Lucio Urtubia deberían hacerles recapacitar.

Yo siempre pongo el siguiente ejemplo como militante de CNT y euskaldun:
Cuando tachan a la CNT de española, yo digo que si que es una organización española por que está luchando contra el Estado español, como la FAU lucha contra el Estado alemán, la FORA contra el Estado argentino, la USI contra el italiano etc. El día en que exista el Estado Vasco con su propia policía represiva, su propio parlamento… otra nueva organización surgiría para luchar contra este nuevo estado. Los trabajadores y las trabajadoras no tienen banderas ni fronteras, son los estados las que se las imponen.

En cuanto a las contradicciones, estarán presentes a cada paso que demos los trabajadores y trabajadoras en nuestra lucha por la emancipación, vivimos en una sociedad cambiante, el capitalismo salvaje está haciendo abrir los ojos a muchas personas y los anarquistas debemos estar ahí siempre en la brecha de la lucha con o sin contradicciones, porque el problema no es alcanzar las estrellas sino no tener ninguna estrella que alcanzar.

Osasuna eta Anarkia

R. López
(Secretario de prensa y comunicación CNT, SOV Gipuzkoa)

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