1. Pero… ¿Qué es la economía?
La mayoría de los escritos que nos encontramos intentan buscar «soluciones» a la crisis del capitalismo dentro de sus propios parámetros como variantes de reajustes del mismo. Dichos parámetros son aquéllos relacionados con el beneficio, la renta, el producto interior bruto, valor de mercado, productividad, rentabilidad…[[«Debido al traspaso en un grado relevante de estas limitaciones a muchos de los planteamientos políticos anticapitalistas, esos hechos han tenido a su vez su corolario en un empobrecimiento de la crítica y la oposición al capitalismo por impedir conocer sus complejos mecanismos y, sobre todo, por centrar las luchas en aspectos puramente económicos (principalmente la reivindicación de mejoras de la remuneración ya sea en forma de salarios, de prestaciones sociales o de servicios estatales) olvidando la degradación social y cultural que son una de las características más perversas de nuestra sociedad pero que no son aspectos relevantes desde ese tipo de crítica.
Una de las razones por las que se daría esa predominancia de la crítica parcelaria ha sido que la Ciencia Económica y, en general, toda la ideología burguesa, han logrado contagiar a sus enemigos su fe inquebrantable en un progreso indefinido. De hecho, gran parte de esas reivindicaciones económicas se hacen en nombre del progreso, para garantizarlo y hacer partícipes del mismo a un mayor número de personas.», Molero y Ruano (2005: 9).]] Es decir, que si las alternativas que se plantean no afectan a las características sustanciales del capitalismo cabe preguntarse si se pueden considerar como tales «alternativas» (al margen de que «estén bien para ir saliendo del paso» y «luchando en el día a día») o hay que seguir buscando.
Para iniciar esta búsqueda y a efectos del tema a tratar podíamos utilizar como definición de consenso de la economía la de gestión de los recursos para satisfacer necesidades[«Economía (administración de una casa o familia: de -(casa, en el sentido de patrimonio) y (administrar)- es la ciencia que estudia las relaciones sociales que tienen que ver con los procesos de producción, intercambio, distribución y consumo de bienes y servicios, entendidos éstos como medios de satisfacción de necesidades humanas y resultado individual y colectivo de la sociedad. La economía es la aplicación racional de los bienes escasos.» [Wikipedia. «La definición clásica de la orientación subjetivista es de Lionel Robbins, quien afirma: “La economía es la ciencia que se encarga del estudio de la satisfacción de las necesidades humanas mediante bienes que, siendo escasos, tienen usos alternativos entre los cuales hay que optar». Wikipedia.]].
El aforismo «trabajamos para vivir, no vivimos para trabajar» sintetiza bien la idea de que una economía con sentido es aquélla que parte de las necesidades y gestiona los recursos para cubrirlas. Las necesidades serían los fines u objetivos, y los recursos -y cómo se gestionan- los medios. En el capitalismo no se produce lo que se necesita sino sólo aquello que produce beneficio, el máximo beneficio. Por tanto al plantearnos una economía alternativa al capitalismo sería preciso comenzar por llegar a un acuerdo sobre esas necesidades en función de las cuales se construiría toda la nueva estructura económica. «Llegar a un acuerdo» implica plantearse quién decide: ¿l@s empresari@s?, ¿el Estado?, ¿l@s trabajador@s?; y también cómo ¿de manera jerárquica u horizontal?, ¿de manera centralizada o local?; pero también el qué ¿más energía?, ¿más bienes de lujo?, ¿viviendas, coches…?
Reconocemos la enorme dificultad de incidir en la práctica, y más en los momentos actuales, sobre esas claves esenciales del capitalismo (por correlación de fuerzas, nivel de conciencia general, etc.) pero pensamos que sin actuar sobre esas cuestiones sólo estaremos actuando sobre efectos más o menos negativos a corto plazo y no sobre las causas que, al permanecer intactas, seguirán generando nuevos y nuevos efectos y no daremos abasto para contrarrestarlos.
Es cierto que es necesario cambiar la correlación de fuerzas para poder optar por la producción de valores de uso socialmente útiles, pero también es fundamental cuestionarnos qué es «lo socialmente útil» realmente. Para ello creemos que hay que ampliar los factores a tener en cuenta, más allá de cómo obtener más dinero (más parte de la renta) para consumir más.
¿Cuáles podrían ser algunos de esos factores a tener en cuenta para trascender el de un mero reparto más justo de la renta?
2. Ampliando horizontes…
a) la «economía» es más que el salario…
Centrar el discurso sobre la crisis en la distribución de la renta (rentas del trabajo /rentas del capital) supone no tener en cuenta la importancia de multitud de factores incluso dentro de los considerados tradicionalmente como «económicos». Por ejemplo, los relativos al funcionamiento de la economía monetaria[[Relativa a la función del dinero en la Economía.]] que pueden neutralizar cualquier avance conseguido en la distribución de la renta. La «crisis» actual ha evidenciado aún más que la economía se ha convertido ante todo en economía especulativa y ha perdido casi totalmente su correspondencia con la economía real (la de producción y consumo de bienes y servicios con un valor de uso concreto). La creación de dinero por parte de los bancos de forma incontrolada, las especulaciones de los mercados financieros o las intervenciones en política monetaria de los Estados o las instituciones internacionales (FMI, BM) constituyen buenos ejemplos de esta realidad que tiene una incidencia protagonista en nuestra vida económica más allá de los incrementos de renta que con enormes esfuerzos vía conflictos -repercutidos en el salario- podamos conseguir l@s trabajador@s.
b) la reivindicación tiene que ir más allá del salario (ahora más que nunca)
Al menos en el Primer Mundo, no estamos desde hace tiempo en el mismo contexto socio-económico que en el siglo XIX. En ese período las necesidades eran bien diferentes. La inmensa mayoría de la población vivía una vida miserable en la que comer y las condiciones de salubridad de los barrios y viviendas significaban la vida o la muerte en el día a día. El salario, pues, era sinónimo de pan. Ahora las condiciones de vida han cambiado mucho (gracias a la lucha del movimiento obrero) y el salario mayormente equivale a hipoteca, coche, vacaciones… Por tanto parece lógico que hace un siglo una prioridad fuera luchar por la subida salarial porque ésta suponía la propia supervivencia física a corto plazo, sin embargo ahora pensamos que las necesidades son en gran medida creadas por una cultura consumista «teledirigida» en interés de l@s capitalistas y que por tanto engorda más el sistema que nos aplasta. Además, es conocida la costumbre del poder -a nivel de empresa o de la sociedad en general- de dar prebendas a los sectores más combativos y organizados (o de los sectores económicos clave) para calmarlos a costa de quitárselo a otros[[De hecho, aunque en épocas pasadas la reivindicación del salario fuera prioritaria no por ello el movimiento obrero dejaba de ser consciente de que acabar con el capitalismo y construir una nueva sociedad era la tarea fundamental del Sindicato: «El Sindicalismo, por otro lado, sería el medio de acercarse a ese ideal lejano, habría de emancipar a los obreros, instruirlos, hacerlos capaces de organizar la economía socialista» (Seguí, 1916).]]. Existen sectores de la sociedad expulsados permanentemente del trabajo o en situación de permanente precariedad y las conquistas salariales no repercuten en quienes no tienen esos salarios. Es necesario, pues, encontrar colectivamente respuestas a las preguntas que plantea la «definición» de la economía real (quién, cómo y qué) más allá de la mera reivindicación salarial. Una clave es no formular la necesidad con la respuesta que nos da a ella el capitalismo sino mantenernos siempre conscientes de cuál es la necesidad real para que podamos ir generando respuestas alternativas (por ejemplo, en el caso de la vivienda la respuesta capitalista es la hipoteca, nosotros no tenemos que buscar soluciones al pago de la hipoteca -y solucionarle así el problema de cobro a los bancos- sino a la necesidad real que es la casa y esto nos abrirá una diversidad de propuestas para conseguir cubrirla)[[No se trata de renunciar a lo que justamente nos pertenece para que se lo den a otros en vez de que l@s capitalistas lo saquen de otra porción de sus beneficios, pero creemos que no basta con decir “ése no es mi problema, que se lo peleen ell@s sol@s igual que hicimos nosotr@s”. La solidaridad exige que no sólo nos preocupemos de lo nuestro sino de lo de tod@s, que no nos valgan soluciones que arreglen sólo “lo nuestro”.]].
c) una parte de la ecología también es economía…
La renta no es algo que surge de aplicar la fuerza de trabajo sobre la nada. El trabajo humano físico e intelectual se aplica sobre recursos naturales y así se producen los bienes con los que podemos cubrir nuestras necesidades de todo tipo (desde alimentos hasta instrumentos de música). Es ya una evidencia científica que esos recursos no son ilimitados y, por tanto, no es viable continuar con la estrategia de conseguir un incremento de la renta (ni en la de l@s capitalistas ni en la de l@s trabajador@s) que provenga de desarrollar aún más las fuerzas productivas con la sobre-explotación de la naturaleza que ello implica. Esto va más allá de una mera preocupación burguesa por la belleza del paisaje: si queremos comer en el futuro hay que empezar a relacionarse con el medio ambiente de otra manera. El dinero no se come y el agua no va a cambiar de composición porque haya sido contaminada «bajo control obrero». Ahora seguimos en la lógica de que con el dinero podemos conseguir todo (es un fetiche universal) pero en la medida en que nos alejamos de la economía real -que fundamentalmente es la material- poco a poco no corresponderá a ningún valor de uso por mucho valor de cambio que pretenda tener.[[Los diamantes tienen mucho valor de cambio pero poco valor de uso. El aire tiene mucho valor de uso pero nada de valor de cambio. «Las relaciones de intercambio de mercancía (incluida la fuerza de trabajo) por dinero y dinero por mercancía permitían la cuantificación gracias a que en esos intercambios se les asignaban un valor (el precio o valor de cambio) medido en una unidad homogénea: el dinero. Todas las leyes y relaciones entre variables enunciadas iban a poder ser cuantificadas matemáticamente y eso les daba un halo de supuestas exactitud y cientificidad cuya falsedad iba a ser muy difícil hacer ver» (Molero y Ruano: 2005).]]
José Angel López López y Qoliya[Direcciones de contacto: [qoliya(A)hotmail.com , jall18m(A)hotmail.com.]]
Referencias:
– Molero, Ricardo, y Adrián Ruano (2005): “La Ciencia económica y las limitaciones de la lucha anticapitalista”, cnt¸ 317, noviembre, p. 9. En Internet: http://www.periodicocnt.org/ 317nov2005/09/
– Seguí, Salvador (1916): Artículo en Solidaridad Obrera de 30 de diciembre.