INSUMISIÓN EN LOS CUARTELES

A lo largo de la historia de la insumisión y según las circunstancias del momento ha habido una serie de cambios tácticos como son la reobjeción, la renuncia a la libertad condicional o el plante al tercer grado penitenciario, por poner ejemplos muy significativos. Y es así como debería entenderse la Insumisión en los Cuarteles, como un paso adelante, como un cambio de forma pero no de fondo. En definitiva, como un simple cambio táctico para alcanzar con mayor efectividad si cabe los objetivos perseguidos.

CONCEPTO

La Insumisión en los cuarteles es una nueva forma de desobediencia civil al militarismo y a los ejércitos. Básicamente se trata de acudir al cuartel cuando así se nos requiere para, una vez adquirida la condición de militar, abandonarlo y realizar una presentación colectiva, explicando los motivos de la desobediencia.

MOTIVACIONES

La insumisión es un problema para la estructura militar, ya que cuestiona todos sus planteamientos, desde sus fundamentos éticos (el ser humano es malo por naturaleza, jerarquización, violencia,…) hasta lo más global (irracionales y desorbitados gastos militares, defensa ¿de quién o de qué?, …). Prueba de ello es que en los inicios de la insumisión todo el proceso seguía la vía militar, hasta que los militares, dándose cuenta de la magnitud del problema, decidieron quitárselo de encima, pasandolo todo a jurisdicción civil.

Con la Insumisión en los Cuarteles conseguimos retomar la iniciativa y volver a centrar el debate en torno a la estructura militar, puesto que serán ellos los que se verán obligados a dar una respuesta frente a la Insumisión.
Además, creemos que la nueva situación de la estructura militar (ejército profesional, intervenciones humanitarias,…) requiere que retomemos la iniciativa para avivar el debate sobre esta nueva situación.

LA GALLINA

La mundialización del mercado y el desarrollo tecnológico provocan que los movimientos de capital sean muy rápidos y cambiantes. Las compañías transnacionales pueden realizar tareas de investigación en un país, manufacturar componentes en otro, montarlos en un tercero, venderlos en un cuarto, depositar sus excedentes en un quinto, etc…. Pueden tener filiales que operen en docenas de países. Sus dimensiones, importancia y poder político han aumentado considerablemente en los últimos 30 años. En los años 80, más de dos mil compañías transnacionales tenían filiales en seis o más países, cientos de ellas poseían un 25% o más de “contenido extranjero” y disfrutaban de recursos que superan el total de todas las instituciones monetarias del mundo.

Asistimos al declive del estado tradicional (órgano que hace y deshace en función del interés nacional) ante el inmenso poder que han adquirido las compañías transnacionales. Salvo extrañas excepciones, los estados ejecutan las medidas “recomendadas” por las direcciones de esas compañías.

EL HUEVO

Los ejércitos están sufriendo una profunda transformación, pero sólo en su estructura interna y en la escala de su actuación, ya que en realidad estos cambios son reajustes internos, necesarios para sus nuevas funciones. Lo que se nos trata de ofrecer como un cambio radical en el seno del ejército (de un ejército de reclutamiento y preparado para matar a un ejército profesional y humanitario) no lo es tanto si lo analizamos en profundidad.

El ejército ha sido desde siempre, y sigue siendo, el último y más contundente recurso del poder para resolver los “problemas”. Ante el peligro de invasión del territorio nacional por hordas enemigas se necesitaban asimismo hordas de defensores de la patria. Cuando cambian las necesidades, cuando el poder deja de ser territorial para pasar a estar desperdigado por todo el mundo, lo que se necesita es un ejército que se pueda desplazar exactamente a la zona donde el capital o los beneficios peligren, en un espacio de tiempo casi tan rápido como el de las transacciones monetarias y con una efectividad aplastante. Es necesario un ejército profesional.

Por otro lado, la aureola de institución democrática, obliga a los ejércitos a conseguir un apoyo social que les es imprescindible para funcionar. Esta legitimación se está buscando mediante las tristemente famosas “intervenciones humanitarias”, tan probadamente ineficaces para resolver los conflictos.

En resumen, la estructura militar (por mucho que nos intenten convencer de lo contrario) sigue siendo una de las principales causas y garantías de desigualdad, dominación y opresión a nivel mundial.

EL HUEVO MILITAR DE LA GALLINA SOCIAL

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?. ¿El llamado militarismo social (jerarquización, autoritarismo, machismo,…) ha sido alimentado por los ejércitos o viceversa? No nos vamos a dedicar a divagar en la historia para intentar dar respuesta a una pregunta que tal vez no tenga solución. Sólo queremos poner de manifiesto que cada cual reproduce lo que realmente es a nivel individual en su manera de funcionar y de organizarse.

Lo mismo ocurre a nivel social. Una sociedad como la actual (autoritaria y capitalista) necesita una estructura que comparta sus postulados. Lo realmente irreal sería pensar en otros modelos de defensa para la actual sociedad y más aún, que se podría eliminar la estructura militar manteniendo el tipo de sociedad ( sin que esos cambios fueran meros disfraces formales de la estructura militar).

Las estructuras actuales -bien sean militares, políticas o económicas- no son entes inmateriales e inmanentes al ser humano. Si existen es porque somos nosotr@s mism@s las que las sustentamos, puede que no de forma consciente, pero reproducimos sus mismos esquemas a nuestro propio nivel.
Sólo en el caso de que se produzca un cambio generalizado en la manera de pensar y de actuar de los indivíduos podrá darse un cambio en las estructuras. Sólo en el momento en el que dejemos de actuar de manera autoritaria, de ver a l@s demás como enemig@s potenciales, de pensar en claves de beneficio y rentabilidad, etc… podremos hablar de cambios reales en las macroestructuras de poder. De otro modo, se seguirán produciendo cambios de formatos en las estructuras, pero éstas seguirán siendo de la misma naturaleza de dominio y control. Por ello, no nos podemos conformar con pedir la abolición de los ejércitos, sino que debemos ver más allá. Debemos comprender que una sociedad sin ejército puede ser igual de autoritaria y represora (incluso más) ya que los métodos de control y represión social se pueden sutilizar hasta límites insospechados.

No se trata de cambiar tal o cual ley más o menos injusta. No se trata de derribar tal o cual estructura más o menos opresora. Y no se trata de eso porque, debido a nuestra educación y forma de comprender el mundo, inmediatamente tenderíamos a reproducir esas estructuras recién abolidas, tal vez con otro formato, pero con los mismos esquemas que las anteriores.

De lo que se trata, pues es de derribar de las conciencias esas estructuras, de ser capaces de pensar, actuar y vivir de otra manera. Así, poco a poco seremos cada vez más l@s disidentes del sistema, más “inadaptad@s” a las reglas de su juego.

¿DESOBEDIENCIA O DISIDENCIA?

Es evidente que la lucha social puede adoptar múltiples formas y métodos de acción, pero nosotr@s apostamos por una de ellas: la Desobediencia Civil. Tradicionalmente la desobediencia civil se ha definido como la oposición activa de la sociedad a una norma o ley injusta para conseguir su eliminación, cambio o inaplicabilidad.

Sin embargo, la desobediencia civil es mucho más. La desobediencia civil es una forma de lucha distinta, una herramienta de transformación social. Hay muchas maneras de hacer inaplicable una ley o norma injusta (cambios de la legislación vigentes, intentos de que intervengan partidos políticos que simpatizan con esa idea para que no apliquen la ley, etc…).

Pero ésto , a fin de cuentas no significa nada, porque la desobediencia por sí misma no tiene ideología. No olvidemos que se puede desobedecer a muchas cosas desde puntos de vista diferentes e incluso opuestos (algunos grupos neonazis desobedecen a las elecciones desde un punto de vista totalitario y autoritario).

Y es ahí donde la desobediencia civil revolucionaria entra en juego. No aceptamos las reglas del juego “democrático”: legitimidad antes que legalidad. Somos desobedientes a un sistema global, no sólo a tal o cual ley o estructura: disidencia. No esperamos que nadie tome la iniciativa por nosotr@s y atacamos a la raíz del problema: acción directa. Vamos creando con nuestra forma de actuar el modelo de sociedad que queremos, sin esperar al “día después”, en el que “todo será diferente”: revolución permanente. Tratamos de hacer ver a la gente que hay otras formas de actuar y relacionarse, de organizarse y de vivir que se encuentran al margen de de las institucionales en las que hemos sido educad@s: subvertir conciencias.

En resumen; seamos disidentes del sistema global y desobedientes a sus estructuras concretas.

Un insumiso en los cuarteles
Izar Beltza (Iruñea)

[related_posts_by_tax posts_per_page="4"]

You May Also Like