ASOCIACIONES DE INMIGRANTES Y EN APOYO A INMIGRANTES

Voy a hacer un pequeño recorrido histórico por la presencia de asociaciones de inmigrantes y de apoyo a inmigrantes en el barrio de San Francisco. ¿Cómo van entrando? ¿Cómo aumenta la información y conciencia de lo que pasa con los inmigrantes en el barrio? Explicaré lo que yo he podido ver desde que soy vecina del barrio, hace nueve años. No lo he visto todo, así que es posible que se queden algunas cosas sin mencionar o valorar. Hablaré desde mi experiencia y mi presencia cercana a algunas asociaciones.

Hace nueve o diez años, la inmigración extranjera en Bizkaia era relativamente reciente y escasa. Bizkaia, que no tenía tantas posibilidades laborales para la inmigración como los cultivos del Mediterráneo, zonas mineras como León o grandes ciudades como Madrid, había sido un lugar de paso. En este contexto, las asociaciones de apoyo a inmigrantes que entonces existían tenían poca experiencia de trabajo con los inmigrantes en Bizkaia, aunque algunas contaban con una experiencia transmitida de otras zonas del Estado.
Las asociaciones mencionadas tenían sus oficinas fuera del barrio. Muy pocas personas de estas asociaciones vivían o trabajaban en el barrio. Algunas pasaban para hacer visitas o supervisar a la gente a quienes se prestaba ayuda material. En general había cierto temor a entrar: primero, porque la gente que colabora en estas asociaciones no es gente del barrio, viene de barrios más asentados, de clases más situadas [[La realidad es esta: el movimiento de apoyo y reivindicación en torno a la situación de la gente inmigrante no ha surgido entre vecinos y vecinas de las zonas donde viven, no surge de la solidaridad en la cercanía. Tratar de explicarnos esto sería motivo de otro artículo.]]; y segundo, porque la prensa que les habla de este barrio lo dibuja como un lugar peligroso, temible.

Los centros sanitarios como Auzolan (Centro de Atención Psicosocial), Comisión Antisida, Centro de ETS (enfermedades de transmisión sexual) y los equipos de intervención socioeducativa (entonces llamados EISEs), que tenían sus sedes en el mismo barrio, eran los que hacían un trabajo más directo, específico y valorable con la población inmigrante; y también, por lo tanto, los que tenían referencias más cercanas de su situación. El resto de asociaciones e instituciones sabían poco de lo que les sucedía. A veces ni el propio movimiento vecinal estaba al tanto (debido, entre otras cosas, a su sobrecarga de trabajo, en un barrio muy marginado por las instituciones oficiales).

Después de estos centros sociosanitarios y equipos educativos, las primeras presencias o intervenciones fueron: un despacho de una trabajadora social de Cáritas, que daba una atención específica a los inmigrantes; y un grupo de clases de castellano y alfabetización de la asociación Bilbo Etxezabal (1995). Begoña recuerda:

Sólo dos de las profesoras vivían en el barrio. Y era difícil encontrar profesoras o profesores voluntarios para trabajar en este grupo, donde las clases eran de noche. Les daba miedo atravesar el barrio de noche.

La presentación del libro “Todo negro no igual. Voces de Emigrantes en el barrio de San Francisco” en 1997 [[Editado por Likiniano Elkartea y VIRUS editorial.]], supuso la primera vez que en un local (un pequeño bar de ambiente marroquí) se juntaban, hablaban y escuchaban gente de asociaciones de vecinos, inmigrantes magrebíes, latinos y africanos, gente del barrio y gente de fuera del barrio. Trini, una de las presentes, recuerda:

Cuando la autora acabó su explicación, propuso que se contaran experiencias propias. Entonces sale un africano y cuenta que ha tenido problemas con la policía. Hay otro detrás esperando, está nervioso por hablar. Sale y cuenta cómo se siente rechazado por la gente… Fue impresionante… ¡todos querían hablar!…

Fue la primera vez que en el barrio algunos inmigrantes tomaban la palabra en público para hablar de lo que les pasaba, de cómo se sentían; y la primera vez que alguna gente les escuchaba. Los testimonios personales del libro lograron acercar esa realidad a mucha gente. Algunas personas del movimiento vecinal empezaron a verlos de otro modo. Jon comentaba:

Desde que leí el libro, ahora veo a los africanos con otros ojos. No sé… ahora están más cerca, me cruzo con ellos por la calle y ya nos son “traficantes”, ahora son personas con sus problemas y sus cosas…

Desde entonces, el acercamiento a los inmigrantes en el barrio ha cambiado mucho, como dice Abdulaziz:

Bueno, es verdad que al principio estábamos más separados. Hace años el barrio era otra cosa. La gente tenía mucho desconocimiento, tenía miedo de acercarse a nosotros, no sabía… Luego, poco a poco, nos hemos ido juntando. Hablas en los bares, explicas…

Hay un detalle aparentemente trivial en este periodo (1997-1998), que supone un cambio cualitativo en el acercamiento a la realidad de los inmigrantes: algunas personas de asociaciones como SOS Racismo viven ya en el barrio [[Esto coincide también con un momento urbanístico muy definido: la feroz especulación sigue bajando el valor del suelo y los precios de los pisos son irrisorios, pero en estas fechas ya se empieza a saber de los planes de rehabilitación previstos por el Ayuntamiento. Esta situación permite que alguna gente con pocos recursos y pocos prejuicios para convivir con una población muy empobrecida y a la vez muy variada culturalmente, se anime a venir aquí, con la espectativa de que en pocos años el barrio será rehabilitado.]]. Viviendo y transitando por el barrio, ven cosas que antes “no existían”, porque nadie las veía. Se implican personalmente en los problemas de la gente y transmiten a sus asociaciones otra visión de esta realidad. Ander reflexionaba entonces:

Nos hemos dado cuenta de que la asociación no teníamos presencia en el barrio. Estábamos en la oficina, y si venía alguien a denunciar le atendíamos. Pero nunca habíamos estado en el barrio de verdad… Estás en el barrio y es diferente, entras en una tienda de africanos y la gente se acerca para comentarte, te cuentan algo que les ha pasado. Ayudo un día a uno, discuto con el policía que le está intentando robar y al final el policía le devuelve el dinero. Y a los pocos días el tío se me acerca, me saluda, me da las gracias… ¡el tío superagradecido!

Coincidiendo con este hecho, varias personas del barrio y de una asociación de apoyo a inmigrantes, que supimos de situaciones de maltrato policial como la que Ander presenció, empezamos a coordinar y a plantear una investigación que desembocaría en la publicación del informe “El Color de la Sospecha; El maltrato policial a personas inmigrantes en el barrio de San Francisco” [[Autoedición. Escrito por Javier Fantova y Beatriz Díaz. Distribuye DDT-Likiniano.]]… Al tiempo, se realizaba una campaña de denuncia de esta situación, con el respaldo de una amplia plataforma de colectivos, asociaciones y sindicatos. De esta experiencia de trabajo en el barrio subrayamos varios aspectos:

Uno, la recogida de testimonios (más de sesenta), fue posible porque cuatro miembros del equipo vivíamos en el barrio; si no, no hubiera sido posible recoger más que unos pocos testimonios.

Dos, la colaboración de oenegés de inmigrantes fue lenta y escasa; algunas no llegaron a colaborar ni en la financiación del informe, otras no hicieron presencia en las reuniones o, teniendo referencias de personas maltratadas, no las ofrecieron.

Tres, la publicación del informe sirvió para que muchas personas de oenegés comprobaran que existía el maltrato policial, y sus dimensiones; tuvo menos impacto en los propios responsables policiales, que lo negaron rotundamente.

Tras varias agresiones policiales a comerciantes senegaleses, éstos se movilizaron y comenzaron a crear la Asociación de Senegaleses, en principio para contratar a un abogado que les defendiera en estas situaciones. Esto no significa que entonces comenzaran a apoyarse: la comunidd de senegaleses constituye una verdadera red de apoyo y acogida por sí misma. También entonces hubo varias reuniones entre marroquíes para intentar crear una asociación, pero no se llegó a unos acuerdos mínimos [[En Enero de 2002 se acaba de crear una asociación de marroquíes en Bizkaia.]]. Poco después (1999) nacería la Asociación de Bereberes en Euskal Herria [[Existen hoy en día muchas más asociaciones de inmigrantes, aparte de los ejemplos mencionados, la mayoría con sede y ámbito de actuación exterior al barrio: la asociación de inmigrantes de Mali, de Guinea Bissau, de angoleños, cameruneses, la Asociación Cultural Islámica, la asociación Euskadi-Zaire, Asociación de Chinos, de ecuatorianos, colombianos, etc.]], y con ella el bar restaurante Berebar, que es también un símbolo en la historia de locales culturales en el barrio. También locales como el de Etorkin Ekin Bat en la calle Conde Mirasol o el de Afrovasca en la calle Bailén, gestionado y acondicionado por las mujeres de la asociación. Marivi recuerda:

…íbamos allí dos o tres tardes a la semana, hacíamos arreglillos, preparábamos talleres… Y lo más importante era que al estar nosotras allí a la vista de todo el que pasaba, había gente que se asomaba, preguntaba, curioseaba… que entraba a pasar el rato. Hoy era una mujer brasileña que cantaba en la calle o una vecina que vivía enfrente y mañana un borrachín o un africano aburrido de vagar por la calle. Claro, ¡eso no podía pasar en el otro local!

También se abren el Aula de Educación de Adultos en el edificio rehabilitado de la Plaza de la Cantera, la Kultur Etxea en la plaza Corazón de María, y el local de Medicos del Mundo, al principio de la calle Bailén. Éste supone un freno a la atención sanitaria pública desde el barrio, precisamente cuando el propio centro de salud (contiguo al local de Médicos del Mundo) estaba dando pasos para atender mejor a la población sin papeles. Fátima explica:

Me voy con el niño al centro de salud, necesito una receta y una inyección. Me dicen que si no tengo la tarjeta tengo que ir a donde los médicos del mundo. Los médicos me dicen que si eso me lo trataban en el centro de salud, me lo tienen que seguir haciendo allí. Y ese llama a la otra, le dice que me tiene que atender, se ponen a discutir: “que no me toca a mí”, “que la mando para allá”… ¡y yo escuchándolo todo! Al final me voy a la farmacia y me busco un practicante… Me ha salió caro…

Se crea la Mesa por la Rehabilitación, con una presencia de asociaciones de o en apoyo a inmigrantes bastante irregular, quizás porque estas asociaciones no tienen todavía el suficiente recorrido y estabilidad para disponer de representantes y voz activa y reflexiva en este tipo de foros. Se constituye la Coordinadora de Oenegés de Inmigrantes en Bizkaia Harresiak Apurtuz, que abre una oficina en el barrio que no ha sido punto de referencia cotidiano para los inmigrantes, como lo son muchos bares y tiendas. Como explicaba Jalid, que trabaja en un bar:

Mis paisanos llegan a Bilbao, preguntan ¿dónde viven los marroquíes? y se presentan en el barrio, en el bar. Siempre les vas a dar una respuesta. Si necesita dónde dormir le vas a dar. Y se queda a comer aquí. Eso una asociación no puede darlo. Si se acaba su horario de oficina, si no está la persona adecuada, no se le va a dar lo que necesita. Nosotros sí. Esa es la realidad.

Hemos visto que el acercamiento a la realidad de los inmigrantes en el barrio está muy directamente relacionado con la presencia de personas de las asociaciones y de oficinas o locales en el propio barrio. De no haber ninguna presencia asociativa, ahora hay algunos centros, y existe cierta representación en la Mesa por la Rehabilitación. Las cosas van a su propio ritmo: esto que ahora sí es posible, no lo era hace diez años. Pero aún el movimiento asociativo tiene poco impacto en la mejora de la situación de los inmigrantes. No siempre hay capacidad para saber lo que vive la gente inmigrante: ¿existe aún algún tipo de maltrato policial? ¿puede esta gente gestionar ayudas sociales en condiciones justas? ¿tienen unos más facilidades que otros para acceder y aprender en los centros de educación de adultos… para obtener la Tarjeta Sanitaria? ¿y para empadronarse? En muchas ocasiones, el motor de mejora de su situación ha sido la decisión personal de las y los inmigrantes de seguir adelante en el día a día, de sortear la multitud de trabas que se les impone, con el apoyo de paisanos y paisanas o de gente que vive situaciones similares.

Beatriz Díaz
Vecina de San Francisco

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