CEPRID

Venezuela: Prioridades de los dólares deben ser nutrición, salud y educación

Domingo 8 de agosto de 2010 por CEPRID

Luis Alberto Matos

CEPRID

“Podemos quemar todas las reservas internacionales y no bajaremos el dólar paralelo.”

Comandante Presidente Hugo Chávez

Desde hace pocas semanas, el llamado “dólar paralelo” suele ser noticia en diarios opositores y espacio obligatorio en medios especializados en economía.

Titulan “medidas draconianas” cuando el Ejecutivo apenas inicia un estudio del asunto, quizás porque saben que sería válida la intervención en esas transacciones legalizadas y legitimadas a juro, pero que no corresponden a una verdadera realidad económica más allá del valor ficticio que las propagandas, reales y subliminales, inducen diariamente en todo aquél quien cree le sobran unos bolívares.

Demanda ilimitada

El precio de la divisa, en el llamado “mercado paralelo”, pudiera seguir subiendo, casi indefinidamente, porque se estimula la adquisición de productos que corresponden a necesidades secundarias e incluso creadas por el mercado a través de sus medios de información. Pareciera que uno pudiera vivir sin leche, medicinas y libros, pero nunca sin ese “adelanto tecnológico electrónico” que estás pensando. Sin embargo, tal objeto es sólo una excusa, porque, si el gobierno aceptara multiplicar por ocho su actual oferta de dólares, la demanda superaría de inmediato esa y cualquier otra cifra. Tenemos cinco siglos de experiencia en tales manejos. Ya no son perlas ni pepitas de oro, pero los traficantes son los mismos.

Como señalara Ricardo Sanguino, presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, en el actual requerimiento de divisas: “Existe un comportamiento muy errático, que no tiene que ver con el funcionamiento normal de una economía”.

Mercado neoliberal

Según E. F. Borisov “Todas las divisas de los países capitalistas son papel moneda. Ello hace que las monedas capitalistas sean inestables y se encuentren sujetas a frecuentes crisis, a la inflación y a la devaluación”. El sistema capitalista crea necesidades para acumular riquezas a través del manejo de las divisas, que pasan a ser hoy una mercancía más. Esa capacidad de adquisición es utilizada, al realizarse transacciones entre países de diferentes sistemas monetarios, para hacer del trueque de billetes otra operación de compra y venta con sus correspondientes ganancias.

Quinientos años después, seguimos entregando riquezas a cambio de espejitos, pero ahora ni siquiera los utilizamos para mirarnos en ellos.

Oferta conveniente

Según algunos números, no necesariamente correctos, el mercado precisa de 80 millones de dólares diarios y el Banco Central oferta apenas diez. Quienes pretenden estimular al BCV a cubrir toda la demanda, parecen suponer que el total de divisas que entran por venta de hidrocarburos permitiría una oferta superior. Recurren también a valores y situaciones diferentes al comparar ya no contra el ingreso de dólares sino contra las reservas. O sea: véndeme lo que tienes guardado y ofértame también tus ingresos.

Pero las ventas de petróleo deben ser para crear infraestructuras e industrias, que algunos, en su afán de enriquecimiento inmediato, no parecen percatarse que incluso a ellos los vá a seguir beneficiando, porque sus activos valdrán más y sus ventas serán mayores. ¿Será acaso temor a posibles y efectivos competidores a mediano plazo?.

Intercambio dudoso

Cuando usted compra un dólar en el mercado paralelo, salvo aquellos casos minoritarios donde alguien realmente le entrega “billetes verdes”, la transacción difícilmente pueda ser catalogada como una adquisición directa de dinero efectivo.

En tales casos, especialmente cuando el requiriente es una empresa que importará bienes por decenas de miles, el “cliente” compra un bono en bolívares y alguien, con una computadora en línea en un mercado internacional, del cual él (si acaso) es un corredor menor (a veces es apenas un transcriptor de operaciones) completa un acuerdo virtual que se convierte en un contrato de intercambio de papeles, donde supuestamente recibe un título en dólares que “vende” (¡de inmediato! magia mercantil del Siglo XXI) en mercados internacionales a cambio de un depósito en dólares en alguna cuenta en el exterior. Usted, a pesar de sus limitados recursos y total ausencia de tales mercados, paga esa diferencia entre 2,60 (ó 4,30) y ocho bolívares cada vez que compra casi cualquier cosa que no esté debidamente regulada. Inflación inducida

El mercado de divisas sufre de especulación financiera. Cualquier dólar será comprado y su inversión recobrada con las máximas ganancias que hemos vivido en nuestra historia. Insinuar que la inflación es causada por oferta limitada de dólares es totalmente falso; casi que suena a chantaje monetario.

Se utilizan para satisfacción de deseos, más que necesidades, inducidos por los medios pagados por el neoliberalismo, cuyo único propósito es desviar las riquezas que a todos pertenecen a las manos de unos pocos, quienes, como hemos leido al reseñar desde el Norte los recientes problemas de su economía, ni siquiera son personas reales sino jurídicas. Y el ciudadano normal, muy especialmente en aquellas latitudes, termina trabajando toda su vida para crear monstruos irreales, disfrazados de torres inmensas y ceros en cuentas bancarias, cuyos papeles encarecen los bienes necesarios para la satisfacción de las verdaderas necesidades. Mi banco tiene una torre de 70 pisos y yo, sin empleo y con una hipoteca impagable, debo seguir cancelando en forma de intereses e impuestos. Nutrición, salud y educación subsidiaron las fortunas ficticias que ya ni siquiera tienen un valor de respaldo real, porque hasta esos grandes inmuebles responden a cifras en balances, más que a un equilibrio, tal como su falsa economía pregona, porque no hay demandas para esos “activos”.

Cuando leo los “problemas de la industria automovilística que no puede mantener el ritmo estimado de ensamblaje de automóviles”, no dejo de preguntarme cuánto tardarán cada día, en llegar a sus sitios de trabajo en Caracas, quienes duerman en Guatire, Valles del Tuy, Altos Mirandinos y La Victoria.

Por supuesto, ellos esperan que con los escasos impuestos que pagan, más aún, con los dólares que entran por el petróleo, el gobierno, en vez de estar “gastando en Misiones”, los utilice en más carreteras, más puentes y más infraestructuras para que ellos puedan seguir vendiendo más automóviles.

Es sólo un ejemplo. En “comodidades electrónicas” hay también “avances tecnológicos que no te puedes perder”, aunque su simple mantenimiento te consuma buena parte de lo que creías te sobraría a fin de mes. Quizás deban analizarse las leyes que tengan alguna relación, directa, indirecta e incluso lejana, con el sistema cambiario venezolano, comparadas con la situación actual del mercado de divisas. Serán “medidas draconianas”, según titula Reporte el viernes 07 de este mes, lo cual quizás indicaría que van por buen camino.

Sólo confiamos en que tal trabajo se realice desde un punto de vista científico económico, no simplemente administrativo, monetario y financiero. Es decir: la satisfacción de las necesidades reales; no simplemente la aplicación de las ya caducas “leyes de oferta y demanda” que algunos se empeñan en mantener donde les conviene, a pesar de haberse comprobado, precisamente en los países donde imprimen esos papeles verdes que parecen ser su razón de vida, que están totalmente desfasadas.

jaquematos@cantv.net


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