CEPRID

El mundo árabe y el arsenal nuclear de Israel

Sábado 2 de mayo de 2009 por CEPRID

Khalid Amayreh

Palestine Think Tank

Traducido para el CEPRID por María Valdés

La ruidosa campaña israelí contra el programa nuclear iraní es, sin duda, un ejemplo clásico de la obscena hipocresía de Israel al respecto. Después de todo, Israel fue quien introdujo las armas nucleares en Oriente Medio hace más de cuatro décadas, con el conocimiento y aquiescencia de las potencias occidentales.

La primera que llegó a la conclusión de que Israel había empezado a producir armas nucleares fue la CIA en 1968, pero pocos detalles salieron a la luz hasta 1986 cuando Mordechai Vanunu, un ex-técnico de las instalaciones nucleares de Dimona, dio al [periódico inglés] Sunday Times unas detalladas descripciones que llevaron a analistas de defensa a calificar al Estado judío de sexta potencia nuclear. Hoy se cree de forma generalizada que Israel posee entre 250 y 300 armas nucleares, junto con sus sistemas de lanzamiento que incluyen los misiles de Yariho (Jericó) y los aviones de guerra de largo alcance F-15 y F-16. Huelga decir que estos misiles nucleares no apuntan a Berlín o Varsovia, sino a capitales árabes como El Cairo, Damasco y Teherán.

Israel ha negado sistemáticamente poseer armas nucleares y durante mucho tiempo ha repetido hasta la náusea el vago abracadabra de que “Israel no será el primer Estado en introducir armas nucleares en la región”.

El 12 de diciembre de 2006 el primer ministro israelí Ehud Olmert dijo al canal alemán SAT.1 que “Irán amenaza abierta, explícita y públicamente con borrar Israel del mapa. ¿Se puede decir que cuando aspiran a tener armas nucleares se trata del mismo nivel que Estados Unidos, Francia, Israel y Rusia?”.

”Los estrategas israelíes afirman que el Estado judío necesita la disuasión nuclear como un “escenario catastrófico” o “un arma de último recurso” para impedir la posible destrucción del “Tercer Templo” [en referencia a Jerusalén].

Sin embargo, esta afirmación parece ser tan hipócrita y mendaz como la mentira de Estado de que Israel no será el primer Estado en introducir armas nucleares en la región. Por lo tanto se puede argumentar con seguridad que el objetivo del arsenal nuclear de Israel no es meramente la “auto-protección” o la “auto-preservación” sino un engrandecimiento estratégico y expandir su supremacía militar por todo Oriente Medio, desde Irán a Marruecos. Cuando esto se traduce a un lenguaje político sencillo, uno llega a la inevitable conclusión de que el objetivo último de Israel es esclavizar a millones de musulmanes y cristianos, desde Teherán hasta Mauritania y desde Estambul hasta Jartum. Esto no es una valoración paranoica de la doctrina y las intenciones estratégicas israelíes. Es más bien una lectura correcta y realista del pensamiento colectivo de Israel.

Del Nilo al Éufrates

Según el difunto Yisrael Shahak, autor de “Historia judía, religión judía: el peso de tres mil años”, algunas autoridades rabínicas ven las fronteras de Israel de la siguiente manera: al sur, todo el Sinaí y partes del norte de Egipto hasta los alrededores de El Cairo; al este, toda Jordania y una gran parte de Arabia Saudí, todo Kuwait y parte de Iraq al sur del Éufrates; en el norte, todo Líbano, toda Siria y ¡¡gran parte de Turquía!! (hasta el lago Van) y al oeste, Chipre.

Según Shahak, este no es, como se podría pensar, un punto de vista anecdótico entre una excéntrica clase rabínica. Al contrario, en Israel se ha publicado, a menudo con subsidios estatales y otras formas de apoyo, un enorme cuerpo de investigación y discusión erudita basado en estas fronteras, plasmado en atlas, libros, artículos y formas de propaganda más populares. Shahak añade que hay influyentes figuras religiosas en Israel que creen que tarde o temprano Israel tendrá que conquistar estos países basándose en que hacerlo es un acto de mandato divino.

Ésta es la razón por la que los musulmanes deberían estar vigilantes y en constante alerta en relación a las verdaderas intenciones de Israel. Los Estados musulmanes deberían también prestar más atención a lo que hace Israel y menos a lo que dice.

En 1979 Israel atacó y destruyó una planta nuclear iraquí en Bagdad y en 1986 Israel bombardeó el cuartel general de la OLP en Túnez. Una década después agentes del Mossad asesinaron a Khalil al Wazir (Abu Jihad), el número dos de Fatah, en su casa, también en Túnez. También se cree que Israel está llevando a cabo varias operaciones encubiertas en varios países árabes e islámicos, más recientemente en Sudán. Además, se cree que agentes israelíes son responsables de la misteriosa desaparición de muchos científicos árabes y más recientemente de iraníes en un denodado esfuerzo por frustrar el desarrollo de cualquier base tecnológica sólida en cualquier país musulmán que pueda plantear una amenaza para la hegemonía y supremacía regional de Israel.

En los últimos años altos funcionarios israelíes han amenazado con exterminar a todos los países musulmanes y árabes de la región. El actual ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, sugirió que Israel debería arrojar una bomba nuclear sobre Gaza durante el reciente ataque genocida contra el bloqueado territorio costero. Este mismo Lieberman ha declarado que Israel debería bombardear la presa de Asuán egipcia y hacer volver a Teherán a la Edad Media. Matan Vilnaai, otro dirigente militar israelí, amenazó con infligir un holocausto a Gaza, una amenaza parcialmente cumplida cuando Israel arrojó muerte sobre Gaza por tierra, mar y aire, y utilizó armas espantosas como el fósforo blanco que incineró a cientos de niños palestinos.

Tales amenazas nunca se deberían tomar a la ligera, especialmente sus víctimas potenciales: árabes, iraníes y turcos, y probablemente también otros pueblos. Éste es un asunto que debe ser tratado con la extrema seriedad que merece. Y, en todo caso, no deberíamos arriesgarnos cuando lo que está en juego es nuestra propia supervivencia, nuestra propia existencia. Eso es lo que hacen todos los países serios, así que, ¿por qué nosotros no?

Repito: debemos prestar atención a lo que hace Israel, no a lo que dice. Y lo que hace y ha estado haciendo Israel demuestra que este Estado con mentalidad criminal supone una amenaza existencial real para cada país árabe y musulmán en Oriente Medio y más allá.

En 2006 Israel hizo llover muerte sobre Líbano al arrojar de 2 a 3 millones de bombas de racimo que mataron y mutilaron (y seguirán matando y mutilando) a civiles, pastores, agricultores y campesinos libaneses, y a familias que hacen picnic al aire libre cerca de sus casas. Y en Gaza recientemente Israel hizo llover muerte sobre una población esencialmente prisionera que, contrariamente a los deseos de Israel, olvidó morirse en silencio y tuvo que ser incinerada y exterminada con fósforo blanco arrojado desde las alturas. Esta obscena carnicería fue observada en todo el mundo y ningún país árabe o musulmán se movió, o siquiera consideró el moverse, para rescatar a los palestinos indefensos que estaban pagando el precio de la debilidad musulmana.

Esto plantea unas últimas pregunta y es ¿cómo deben relacionarse los musulmanes con esta locura, con esta arrogancia de poder, con esta amenaza existencial por parte de un Estado satánico que cree tener derecho a infligir la muerte y destrucción a otros pueblos y a otros países? ¿Vamos a seguir simplemente con la antigua práctica ignominiosa de entregar a nuestros hijos como ofrendas para el sacrificio en el altar judío de insolencia? ¿Vamos a seguir colocando a nuestras mujeres y a nuestros niños muertos en filas con la esperanza de ganarnos la simpatía de un mundo que sólo respeta el poder militar? ¿Vamos a seguir esperando que haya un cambio en el corazón o en el poder de quien llega a la Casa Blanca?

Con toda rotundidad: el arsenal nuclear de Israel no es una amenaza pasajera. No desaparecerá, no será neutralizado haciendo alarde de “más moderación” por parte de las “capitales de la sabiduría” en el mundo árabe (capitales de la impotencia sería una descripción más verídica).

Todos sabemos que Israel y los dirigentes sionistas de todo el mundo interpretan la moderación y la mentalidad a favor de la paz por parte de los dirigentes árabes como una expresión de miedo, de cobardía y de debilidad. No hay más que leer la prensa hebrea para ver cómo ve Israel la moderación y buena voluntad árabes.

De hecho, la amenaza nuclear de Israel se va a hacer más real y más tangible en los próximos años cuando fuerzas judías manifiestamente fascistas tomen el control de los arsenales nucleares de Israel. No es cuestión de “si” ocurre, sino de “cuándo” va a ocurrir. Imagínense cómo será Oriente Medio y el resto del mundo cuando personas del estilo de Lieberman o los gurús del Yichud ha’leiumi o ha’Bayt ha’Yehudi obtengan el control de las entre 250 y 300 armas nucleares.

A nosotros, los musulmanes, no nos faltan recursos para ser poderosos y para disuadir a nuestros enemigos. Lo que nos falta es la voluntad de ser libres, de estar unidos, de ser soberanos y verdaderamente independientes. Entonces , ¿qué estamos esperando? ¿A que Israel ataque La Meca y Medina, una posibilidad que, dada la nefanda naturaleza de la entidad sionista, nunca se debería descartar?

Es más, ¿quién debería disuadir a Israel para que no se embarque en lo inconcebible, para qué hablar de rechazarlo? ¿Egipto? ¿Arabia Saudí? ¿O quizá los hedonistas, analfabetos e ignorantes jeques, emires y reyes que creen que erigir altos edificios es la última muestra de progreso y de civilización?

La respuesta es clara. Y, por desgracia, sólo un país en la región, aparte del agresor Israel, es serio en relación a proteger a su pueblo de un ataque exterior de proporciones genocidas. Este país [Irán] debería ser alabado y elogiado por su digna determinación de ser libre y no castigado por impotentes Estados árabes que siguen cediendo su soberanía a Estados Unidos.


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