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Utilizar el hambre como arma de guerra es una táctica occidental

Martes 5 de julio de 2022 por CEPRID

Misión Verdad

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Una grave crisis alimentaria se avecina, especialmente en el Sur Global. Esta es la advertencia que desde distintos organismos y foros internacionales se ha hecho en los últimos meses. Asimismo lo han dicho los líderes de la Unión Europea y Estados Unidos.

La vez más reciente que se habló de tal situación fue en la Conferencia Ministerial «Unidos por la Seguridad Alimentaria Global», llevada a cabo el 24 de junio en Berlín, Alemania. Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (ONU), la cantidad de personas en el mundo que experimentan inseguridad alimentaria aguda se ha más que duplicado a 276 millones de personas. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo en su mensaje de video a los participantes de la conferencia que «existe un riesgo real de que en 2022 se declare una hambruna en muchos lugares. Y 2023 podría ser aún peor».

Aunque en principio la preocupación parezca legítima, al indagar en lo que se señala como causa de la crisis, aparecen los motivos de tanto interés por abordar el tema: Occidente quiere dejar a Rusia como el culpable de la crisis alimentaria global. Así lo hicieron los ministros de Relaciones Exteriores occidentales durante la conferencia en Berlín.

• La ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, dijo en su discurso de apertura que el lanzamiento de una operación militar especial de Rusia en Ucrania ha afectado negativamente la situación alimentaria en el mundo. «Rusia está utilizando el hambre como arma y está utilizando deliberadamente el hambre como arma de guerra y está convirtiendo al mundo entero en rehén», dijo Baerbock.

• La canciller francesa, Catherine Colonna, añadió que el problema también radica en que Rusia destruyó la infraestructura de almacenamiento y suministro de granos durante el conflicto, y «debido al bloqueo de puertos, se esperan nuevos daños».

• El Secretario de Estado de EE.UU., Anthony Blinken, dijo que era la «guerra de Rusia contra Ucrania», no las medidas coercitivas unilaterales, la que añadirá otras 40 ó 50 millones de personas más a las filas del hambre en el mundo. «No hay otra razón que el bloqueo de Rusia a Ucrania y la negativa de Rusia en muchos casos a exportar su propio grano por razones políticas”, dijo Blinken.

Rusia se ha encargado de desmentir las acusaciones en varias oportunidades. El Gobierno del país sostiene que la crisis alimentaria en el mundo ocurrió mucho antes del inicio de la operación militar especial en Ucrania, y entre los factores que han exacerbado el problema están las «sanciones» occidentales, que han interrumpido el suministro de alimentos.

El enfoque ruso sobre la situación de hambre en el mundo coincide con lo que la investigadora Clara Sánchez ha venido diciendo en sus trabajos de investigación y que hemos publicado aquí. Ella también destaca el factor de la crisis energética, otro desencadenante del alza en los precios internacionales de los alimentos.

Por ejemplo, en 2021 el precio del petróleo tuvo un incremento del 68 %, esto se tradujo en el aumento de costos de combustibles, fertilizantes y otros insumos que son necesarios para la producción agrícola mundial, que está basada en un modelo altamente dependiente de los hidrocarburos.

Hace poco Sánchez escribió un artículo en el que demuestra que se está utilizando la crisis alimentaria como un instrumento de presión en contra de Rusia, para dar mayor libertad a las acciones de la OTAN en el marco de los acontecimientos en Ucrania y la región del Dombás.

LAS SANCIONES SÍ AFECTAN

Un dato importante que señala Clara Sánchez al principio de su investigación es que el 75% de las medidas coercitivas de Estados Unidos contra Rusia fueron impuestas luego de que inició la operación militar en Ucrania.

El relato occidental niega que bloquear a Moscú en el ámbito económico, comercial y financiero influya en el agravamiento de la crisis alimentaria. Sánchez cita a Josep Borrell, representante diplomático de la Unión Europea, quien dice que las medidas tomadas por los países europeos «no prohíben la exportación de alimentos y fertilizantes», por lo tanto, no concibe que «millones de toneladas de trigo sigan bloqueadas en Ucrania mientras en el resto del mundo la gente pasa hambre. Un verdadero crimen de guerra».

Las declaraciones de Borrell contrastan con las del secretario general de la ONU, quien advierte que «no habrá solución efectiva sin reintegrar la producción de Ucrania así como, los alimentos y fertilizantes de Rusia». ¿Por qué menciona a Rusia, si supuestamente las «sanciones» no afectan al sector alimentario? La respuesta, escribe Sánchez, la revela Linda Thomas-Greenfield, embajadora de EE.UU. ante la ONU. Dice que aunque los granos y fertilizantes no estén bajo las sanciones de Estados Unidos, las empresas se sienten «un poco nerviosas» ante las posibles represalias por exportar los insumos rusos, así que el gobierno estadounidense está elaborando «cartas de seguridad» para alentarlas a seguir comerciando.

«En otras palabras, se reconoce que las ‘sanciones’ están afectando la exportación de alimentos y fertilizantes desde Rusia, impactando en varios países», escribe Sánchez.

IMPORTANCIA DE RUSIA EN LA SEGURIDAD ALIMENTARIA GLOBAL

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Rusia es el mayor exportador de trigo del mundo, mientras que Ucrania ocupa el quinto lugar. En conjunto, representan el 14% del suministro mundial de trigo en el mundo y aportan una producción significativa en otros cereales, como la cebada y el maíz. También destaca que Kiev sea el principal exportador de aceite de girasol y Rusia de fertilizantes.

Estos hechos funcionan muy bien para alimentar el relato que responsabiliza exclusivamente a Moscú de la crisis de los alimentos, en el marco del conflicto bélico. Clara Sánchez explica que, para poder desarmar las falsedades que acompañan la narrativa occidental, es preciso examinar por separado los datos sobre producciones de los países y también ver hacia dónde se dirigen las exportaciones.

La primera diferenciación que hace Clara Sánchez es respecto a tierras cultivadas. «Rusia cultiva cada año más de 121 millones de hectáreas, un setenta por ciento más que Ucrania, donde se siembran 32 millones de hectáreas anuales», dice y añade que el principal rubro de Rusia es el trigo. El 68% de la producción de este alimento es destinado para el consumo humano, lo que evidencia su importancia en la seguridad alimentaria en el mundo.Como se mencionó anteriormente, Moscú y Ucrania producen juntos el 14% del trigo en el mundo, pero la participación del primero (10%) es mucho más que el doble que la del segundo (4%).

Otros datos atestiguan el peso de Rusia sobre Ucrania en lo concerniente al trigo:

• Rusia ocupa el tercer lugar en producción mundial de trigo, detrás de China e India, pero es el primero en volúmenes de exportación.

• En 2021 se exportaron 192 millones de toneladas métricas de trigo, de las cuales 33 millones eran de producción rusa. Por su parte, Ucrania produjo en total 32 millones de toneladas de trigo y solo exportó la mitad.

• La FAO dice que el 27% del comercio de trigo proviene de Rusia y Ucrania, pero alrededor del 18% corresponde solo a Rusia.

Con respecto a otros cereales que producen ambos países, destaca el cultivo de maíz. Ucrania produce 53 millones de toneladas métricas de cereales, que incluye la cebada, el sorgo, la avena, el mijo y el centeno, pero el maíz ocupa el 78% de la producción. Por su parte, Rusia produce 40 millones de toneladas de cereales y el 37% corresponde al maíz.

El aporte en conjunto de los dos países es menor que el de trigo. Ambos suponen el 5% de la producción total de maíz en el mundo, sin embargo, Ucrania destina mucha más cantidad de su producción a la exportación que Rusia. Kiev exporta la mitad de su producción y Rusia solo el 2%.

El asunto aquí es que, a diferencia del trigo, el maíz no es un alimento que se produzca principalmente para el consumo humano, aunque suene paradójico. Solo el 15% de la producción de este rubro tiene la finalidad de alimentar a las personas. El resto se divide en forraje animal (58%) y usos industriales (27%), como la elaboración de biocombustibles.

Si bien el maíz que alimenta a animales se traduce en proteína para la gente, no toda la población mundial tiene acceso a la carne, mucho menos los estratos en situación de pobreza. China, con la mayor concentración de población, demanda el 26% del consumo total de carne, Estados Unidos y la Unión Europea ocupan el segundo y tercer lugar, y juntos demandan el 22%, Brasil ocupa el cuarto lugar con el 6% de la demanda y le sigue Rusia con el 3%. Ninguno de los países con situaciones alimentarias críticas (Afganistán, Yemen, Haití, Irak, Siria, etc) aparecen en los primeros puestos de la lista.

Con respecto a los biocombustibles, Sánchez dice que Estados Unidos produce el 48% del etanol a nivel global y lo hace en su mayoría en base al procesamiento del maíz, mientras que la Unión Europea es el primer importador de etanol en el mundo, con el 16% seguido por Canadá (14%) y Estados Unidos (13%). Los países de la Unión Europea también lideran la producción de biodiésel, combustible que se elabora a partir de aceites vegetales. Las materias primas que se utilizan para este fin, la semilla de girasol y colza, son suministradas en su mayoría por Ucrania. Así que mientras ocurre una escasez y racionamiento de aceite comestible, millones de toneladas se queman en los vehículos.

En base a los datos expuestos, Sánchez indica que «Rusia y Ucrania sí son importantes productores y exportadores de alimentos, más no está en puerta la crisis alimentaria más grave del mundo solo porque falte la producción de Ucrania».

Caso contrario es el embargo contra Rusia, pues ademas de cultivar un alimento fundamental para el consumo humano en muchos de los países del Sur Global, produce el «11% del amoníaco del mundo, el 7% de la roca fosfática y el 20% del potasio mundial», escribe Sánchez. Así que Rusia también es, junto a la sancionada Bielorrusia, responsable de la elaboración de la mayoría de los fertilizantes que son necesarios para la producción vegetal de consumo humano.

PREOCUPACIÓN POR EL NEGOCIO DE LOS GRANOS UCRANIANOS

En Ucrania confluyen muchos actores corporativos relacionados al mercado de granos y ninguno de ellos tiene interés en la seguridad alimentaria del planeta, como señala Clara Sánchez.

Kernel, con sede en Kiev, es la compañía que domina las exportaciones de granos ucranianos. En el primer trimestre de la temporada de 2021-2022, controló el 16% del total del maíz exportado en el país. También controla el 21% de la producción total de aceite de girasol y es dueño del banco de tierras más grande del país, con 514 mil hectáreas.

Cuenta con el apoyo de poderosos accionistas de Estados Unidos, entre ellos, Cascade Investment LLC de Bill Gates y The Vanguard Group Inc, «el segundo proveedor de fondos cotizados del mundo después de BlackRock», señala Sánchez.

Otras grandes corporaciones con presencia en el comercio de granos ucranianos son: «Cargill (EEUU), Louis Dreyfus Company-LDC (Francia), Archer Daniels Midland Company-ADM (EEUU) y Bunge (cuya sede actual es Estados Unidos) que además, es el segundo procesador y exportador de girasol más grande de Ucrania». Los cuatro conforman el conglomerado ABCD, que controla la mayor parte del comercio internacional de cereales y granos, y tiene una influencia importante sobre la determinación de los precios internacionales de los alimentos.

Esas grandes comercializadoras de granos se unieron rápidamente a las acciones de bloqueo en contra de Rusia, reduciendo o suspendiendo sus actividades en el país.

Sánchez también menciona a Nibulón, compañía latifundista que se diferencia del resto por ser la única que cuenta con su propia flota fluvial en Ucrania, la más grande y moderna, con 80 buques. En 2021, su año más exitoso, Nibulon envío 6 millones de toneladas de granos a 38 países. El 67% de todas sus exportaciones se hicieron desde el Puerto Comercial Marítimo de Mikolaiv.

Mikolaiv es una ciudad portuaria de Ucrania que se encuentra en el paso hacia Odesa, el puerto más grande del país. En la primera operan Nibulón y Bunge, y en la segunda lo hacen Kernel Cargill y LDC. Otro instrumento de propaganda más utilizados en a retórica del bloqupuertos de Ucrania, en el contexto de una gran crisis alimentaria mundial, un instrumento de guerra para contener el avance ruso en estas regiones.

Cuando el presidente Zelenski regresó de su visita a la región del Mar Negro, donde están las ciudades, dijo: «No regalaremos el sur a nadie, devolveremos todo lo que es nuestro y el mar será ucraniano y seguro». El «mar ucraniano» del que habla privilegia la actividad económica de corporaciones agroindustriales que no aportan ninguna ayuda a las poblaciones que padecen de hambre.

Hay que recalcarlo, puesto que uno de los recursos de propaganda para justificar las acusaciones contra Rusia por la crisis alimentaria es el bloqueo de los puertos marítimos en Ucrania, del cual tampoco tiene la culpa Rusia; los puertos del Mar Negro fueron minados por los propios ucranianos. Solo hay que despejar las aguas y reanudar las exportaciones de grano.  «No vamos a aprovechar la situación del desminado para, digamos, realizar algún tipo de ataque desde el mar», dijo en una ocasión el presidente Vladímir Putin.

RUSIA NO ES RESPONSABLE DE LA CRISIS ALIMENTARIA

Como hemos constatado con los datos compartidos por Clara Sánchez, los granos que Ucrania deja de entregar debido a las hostilidades no son determinantes para el mercado mundial, por lo que el retraso en las exportaciones difícilmente puede calificarse de «catastrófico» para la seguridad alimentaria, mucho menos cuando una buena parte se destina a otros fines que no son el del consumo humano.

Moscú no impide la exportación de cereales de Ucrania y, por el contrario, está intentando contribuir a la seguridad alimentaria en los territorios ucranianos ocupados por las tropas rusas, al igual que lo hace en la región del Dombás. Por ejemplo, se están proporcionando ayudas a los agricultores, se está restaurando la infraestructura y se están suministrando semillas.

¿De qué manera sí está involucrada Rusia en la crisis alimentaria? Por las sanciones indirectas contra el sector agrícola ruso. Las instituciones bancarias, de seguros y comerciales occidentales, intimidadas por las restricciones, se niegan a cooperar con el país euroasiáticos y esto repercute en países vulnerables que dependen de la exportación de alimentos y fertilizantes producidos en Rusia.

Occidente, y su modelo agroindustrial, es el gran culpable de que la situación alimentaria en el mundo pueda agravarse, y lo único que está haciendo es evadir su responsabilidad culpando a Rusia.


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