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Perspectivas en las relaciones Rusia-EEUU. Una evaluación seria requiere de un enfoque realista

Lunes 16 de enero de 2017 por CEPRID

Andrei Akulov

Fondo de la Cultura Estratégica

Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés

Hay una muy fuerte creencia que Donald Trump va a mejorar las relaciones de EEUU con Rusia. Algunas personas son demasiado optimistas y no dudan que el presidente tendrá éxito. DE hecho, Trump ha demostrado ser una persona de mentalidad muy independiente, astuto y capaz de un pensamiento profundo y revelador. Pero no todo es color de rosa.

La política es el arte de lo posible. Para lograr lo “posible” hay que adoptar un enfoque realista con la mente bien fría. Hay factores que a menudo se omiten o no se les brinda la debida consideración cuando llega el momento de evaluar las perspectivas para avanzar en las relaciones ruso-estadounidenses.

Rusia y EEUU no están enfrentados en las principales tendencias del desarrollo global. Tienen diferentes ideas acerca del futuro orden mundial. Es poco probale que aproximen sus posiciones en el futuro cercano.

En su maratón televisivo de preguntas y respuestas del 23 de diciembre el presidente ruso, Vladimir Putin, restó importancia a una rápida mejora de desestimó las perspectivas de un rápido mejoramiento en las relaciones bajo el gobierno de Donald Trump, limitándose a decir que “las cosas no pueden empeorar” en la relación.

En general, Donald Trump mantendrá las promesas que hizo durante la campaña presidencial. Pase lo que pase en el extranjero, se concentrará en la economía y en la inmigración ilegal, no en la política exterior, con el objeto de asegurarse de no ser presidente de un solo mandato.

El Partido Republicano tiene mayoría en las dos cámaras del Congreso, en las gobernaciones y en las legislaturas estadales y probablemente en el Tribunal Supremo. El nuevo presidente tendrá que escoger el próximo año un nuevo jurista para llenar el asiento que dejó el fallecido juez Antonin Scalia. La victoria electoral de Trump frustra las esperanzas de los liberales, que han perdido su mejor oportunidad en más de 40 años para ganar la mayoría en el alto tribunal. Mucha gente cree que la mayoría republicana fortalece la mano del presidente, pero existe un reverso de la medalla: que no tendrá a quien culpar por posibles fracasos.

Hay un fuerte consenso anti Rusia entre los demócratas y los republicanos. Por ejemplo, las declaraciones de Trump sobre Crimea y la esperanza de una buena relación personal con el presidente ruso Vladimir Putin (nadie apoyó al presidente electo, incluyendo al vicepresidente electo Mike Pence). Ningún presidente de EEUU es lo suficientemente fuerte para mejorar las relaciones sin el apoyo de su propio equipo y de su partido.

Es importante tener en cuenta que no hay nada como un proyecto de hoja de ruta o una visión clara de cómo iniciar la mejora.

El equipo de política exterior incluye personas de diferentes puntos de vista. Algunas apoyan al presidente en su posición respecto de Rusia. Michael Flynn y Rex Tillerson son los más conocidos entre ellos. El asesor Carter Page ya ha iniciado contactos con Moscú.

Los principales medios de comunicación describen a Richard Buró, el presidente del consejo asesor de “The National Interest”, como un hombre que tiene lazos con Rusia. En realidad, él es bien recordado y respetado en ese país como jefe negociador del Tratado Estratégico para la Reducción de Armas Estratégicas (STAET I). Burt ha hecho esfuerzos significativos para apoyar al candidato del GOP, especialmente en el primer gesto de política exterior para sentar las bases para la cooperación con Moscú.

Pero la posición del general James Mattis, que fue nominado para Secretario de Defensa, no ha sido hecha pública. El general Joseph Dunford seguirá como Presidente del Estado Mayor Conjunto durante medio año después que Trump asuma el gobierno. Con Mattis como jefe de la Defensa, es muy posible que lo sea por un segundo período. Dunford cree que Rusia es la mayor amenaza para la seguridad nacional [de EEUUU].

Hay otros miembros del equipo cuya postura no está claramente definida. Resulta imposible hablar de unidad.

Hay otro hecho que es digno de mención. Desde que EEUU se retiró del Tratado ABM de 1972, en el año 2002, la defensa anti balística (ABM) siempre ha sido un tema que que obstaculiza los esfuerzos para el control de armamento y hace que Rusia tome medidas de respuesta. La plataforma electoral republicana incluye una ABM de múltiples niveles. No se trata solo de un par de sitios ubicados en Europa sino un verdadero sistema global de “guerra de las galaxias” con elementos bélicos estacionados en el espacio. Nadie en el campo republicano, incluyendo al presidente electo, ha dicho que este concepto tiene que ser revisado.

El Partido Republicano es partidario de la paz mediante la fuerza. La plataforma republicana es un documento a menudo olvidado, donde se incluyen tanto los pronósticos optimistas sobre el futuro de las relaciones bilaterales como otros conceptos con el objeto de incrementar el potencial militar y asegurar la dominación mundial.

Y ahora lo más importante; la plataforma dice que “debemos abandonar los tratados de control armamentístico que beneficien a nuestros adversarios sin mejorar nuestra seguridad nacional”. El nuevo Tratado START es calificado como no verificable y que va contra los intereses nacionales. La plataforma exige congelar las partidas presupuestarias para el nuevo START y pone en duda la validez del Tratado INF.

¿Recuerdan cuánto daño ha hecho la retirada del Tratado ABM? Trump tiene el deber de cumplir. Rusia tiene todas las razones para creer que un EEUU gobernado por los republicanos es un socio poco fiable.

Esta plataforma es un documento por el cual el pueblo, los electores votaron. No puede sencillamente ser barrido bajo la alfombra una vez que terminaron las elecciones y Rusia debe tomar en cuenta lo que dice cuando negocie con la nueva Administración.

Hay algo más que la plataforma republicana subraya: el exceopcionalismo. EEUU nunca va a abandonar la idea de dominación global. Está profundamente enraizada en su mentalidad. Trump dice que él quiere que EEUU sea internacionalmente respetado y criticó a Obama acusándolo de debilidad. Eso no quiere decir otra cosa que EEUU mantiene su capacidad de influir en otros países. Es cierto que las actividades militares en el exterior podrían ser recortadas, pero las ambiciones globales permanecerán.

La postura de la nueva Administración sobre Ucrania y Georgia es dudosa cuando menos. Con Trump en el gobierno los dos países tienen pocas posibilidades de unirse a la OTAN, bloque que el presidente electo ha criticado con fuerza. ¿Presionará a Kiev el nuevo gobierno para que cumpla con los acuerdos de Minsk? Otra pregunta interesante que rara vez se plantea: ¿Ingresará Estados Unidos al bloque “Cuarteto de Normandía” y lo convertirá en “Normandía Cinco”? Sería un paso lógico.

Las sanciones y el status de Crimea podrían continuar siendo problemas polémicos, pero las diferencias no entorpecerán el avance en otras áreas. Después de todo, EEUU nunca reconoció a los Estados Bálticos como parte de la Unión Soviética, lo cual tampoco impidió la alianza durante la II Guerra Mundial, durante la distensión o en las reducciones de armas estratégicas.

Ambas partes encontrarán en extremo difícil restaurar la confianza en las relaciones bilaterales. La confianza parece erosionada y tardará mucho tiempo, grandes esfuerzos y una considerable voluntad política de ambas partes para restaurarla. La congelación de los contactos diplomáticos es un factor importante que agrava la situación. En realidad, los contactos regulares entre los jefes de política exterior sobre Siria son actualmente el único vínculo existente.

Ninguna cumbre o reuniones de alto nivel, excepto la de Lavrov-Kerry, se están llevando a cabo. La diplomacia informal (Track II) es casi inexistente. Quizás se trate del momento preciso para intensificar los esfuerzos de ex ministros retirados, altos funcionarios y oficiales militares de Rusia y EEUU. Contactos no oficiales e intercambio de ideas podrían servir al propósito de relanzar un diálogo global. Los canales de control de daños del diálogo bilateral deberían ser restaurados y los aspectos positivos de las relaciones bilaterales deben ser protegidos.

El futuro del control de armamentos es el mayor de los desafíos que enfrentan los dos países. Tenían acuerdos de control armamentístico vigentes en medio del fragor de la Guerra Fría. Si no hay nada que reemplace al Nuevo START y el Tratado INF se convierte en víctima de mutuas acusaciones de incumplimiento, habrá una nueva situación en que la carrera armamentista será por primera vez sin restricciones desde que el Acuerdo SALT I fue firmado en 1972. Y esa es la cuestión principal que las dos partes tienen que evitar a toda costa, sin importar qué elementos de discordia pudieran tener.

La química personal no es un factor decisivo, pero es lo suficientemente importante. Si los dirigentes de Rusia y EEUU se caen bien, podría proporcionar un gran impulso a la normalización de las relaciones. Después de todo, los dos tienen un enemigo común: el Estado Islámico. Ambos países no habían combatido a un enemigo común desde Hitler.

Lo bueno de todo esto es que a diferencia de la Guerra Fría, las dos potencias no están divididas ideológicamente. No pertenecen a dos sistemas enfrentados, no existe una confrontación entre los mundos socialista y capitalista.

Definitivamente Trump tiene sus propias ideas en torno a las perspectivas de las relaciones bilaterales. Pero las oportunidades son limitadas. De todos modos, formar un nuevo equipo presidencial llevará tiempo. No es realista esperar alguna iniciativa de la nueva Administración antes de la segunda mitad del año 2017. El intento de cambiar la política hacia Rusia encontrará una fuerte oposición en el Congreso, los medios de comunicación y los actuales funcionarios. Donald Trump tendrá que convencer a los legisladores y a las personas. Necesitará apoyo público para su posición.

La política es el arte de lo posible. Comunicarse el uno con el otro y continuando los esfuerzos por el control de armamentos es una posibilidad. Ahí es de donde las partes deben comenzar. Ni Moscú ni Washington tienen interés en un mayor deterioro de las relaciones o el colapso del actual sistema internacional. No todo es pesimismo, pero debemos ser realistas. No hay ningún camino de rosas por delante. Hay una cantidad de factores que afectan negativamente el proceso. No se puede progresar de un solo golpe.


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