Un estado policial palestino en espera
Viernes 3 de junio de 2016 por CEPRID
Asa Winstanley
Middle East Monitor
Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés
Cuando se habla sobre Israel, y para apoyar los derechos palestinos, en los confines de la corrección política de los partidos británicos existe la idea de apoyar a un Estado palestino en Gaza y (sólo para algunos) en Cisjordania. En los últimos años, esto se ha materializado en la campaña para reconocer a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) con sede en Cisjordania como el “Estado de Palestina”. Hay varios problemas con la estrategia, pero la más evidente es que la Autoridad Palestina es, en realidad, poco más que un subcontratista de la ocupación israelí.
Dirigido por el rapidamente envejecido y cada vez más autoritario Mahmoud Abbás, la función principal de la Autoridad Palestina es evitar, a través de medios violentos, todas las formas de la resistencia palestina. Se dirige a los combatientes armados de la resistencia para detenerlos y torturarlos, y también hace todo lo posible para evitar protestas desarmadas y pacíficas contra la ocupación israelí. Incluso ha trabajado en contra de la campaña de la sociedad civil palestina de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS). Abbás ha dicho en muchas ocasiones que no apoya el boicot a Israel, sólo de mercancías de los asentamientos israelíes en Cisjordania (esto, por supuesto, es un aspecto del BDS, pero su oposición hacia el resto deja clara su postura).
Abbás (cuyo periodo como presidente electo de la ANP expiró hace años) no sólo ha señalado su disposición a rendirse respecto al derecho de los refugiados palestinos a regresar a las tierras de las que ellos y sus padres y abuelos fueron expulsados en 1948, sino que constantemente hace todo lo posible para asegurar a los opresores de Israel que las fuerzas armadas de la AP se dedican por completo a sofocar cualquier forma de resistencia palestina.
Abbás ya declaró abiertamente que su estrategia de colaboración (eufemísticamente denominada “coordinación de seguridad”) es la directriz prioritaria de la AP – “Yo digo esto al aire: la coordinación de seguridad es sagrada”, declaró ante numeroso público israelí en 2014.
La parte del Partido Laborista británico que no se dedica totalmente a la promoción activa de la propaganda israelí tiende a luchar en favor del reconocimiento de la AP como una “Palestina” en espera. Pero este es el problema: la AP es estructuralmente incapaz de ser otra cosa que un subcontratista de la ocupación israelí.
Ese es el gran problema. Pero incluso dejando eso a un lado, no es una entidad que cualquier demócrata que se precie debe apoyar. Así como es servil a los dictados de Israel, la AP es corrupta y vulnera de forma habitual los derechos humanos.
En su campaña para erradicar cualquier crítica interna, la AP a menudo utiliza tácticas similares a las de su amo. Últimamente, ha habido un aumento gradual de detenciones de palestinos por el delito de expresarse libremente. La disidencia no está permitida bajo la AP, que tiene un largo historial de bloqueo y acoso a los periodistas que se atreven a informar sobre sus crímenes.
Tanto Israel como la AP también encarcelan a jóvenes simplemente por decir lo que piensan en las redes sociales.
A principios de mayo, el estudiante izquierdista y activista Kefah Quzmar fue detenido por la policía secreta de la AP durante una semana. Había expresado su opinión en Facebook sobre que la AP y su fuerza de policía secreta están “podridas” por su colaboración con Israel. La policía secreta, mujabarat en árabe, lo detuvo en la terraza de un café golpeándolo tras meterlo en un vehículo. Acusado de “insultar a un funcionario público”, fue puesto en libertad bajo fianza al cabo de una semana, pero todavía se enfrenta a la cárcel por estos cargos ridículos.
A pesar de las reclamaciones de la AP (utilizando un lenguaje similar al ocupante israelí) de que esos casos son relativos a la “incitación” contra sus funcionarios, está claro que la publicación de Quzmar en Facebook no llamaba a la violencia en absoluto sino que simplemente criticaba a la AP, algo que ésta quiere arrancar de raíz.
De acuerdo con la Comisión Independiente de Derechos Humanos Quzmar es sólo uno entre las docenas de casos de este tipo.
Entre 2014 y 2015, la AP arrestó a 78 palestinos por publicaciones críticas en las redes sociales. El organismo de derechos humanos asegura que 18 periodistas fueron detenidos por temas de libertad de expresión. Una vez más, esto es similar a los crímenes israelíes.
El argumento de Abbás y su cada vez más disminuido número de partidarios es que han estado construyendo un “estado de espera” bajo los auspicios de la ocupación israelí. Todo lo que se necesita es que la ocupación desaparezca y el “Estado de Palestina” estará listo y esperando por debajo.
Pero si esto realmente es un estado en espera, el resultado será un segundo estado policial para suceder al estado policial israelí en Cisjordania. Sin elecciones, y sin rendición de cuentas.
La AP no debería ser apoyada por ningún socialista, demócrata o amigo del pueblo palestino que se respete a sí mismo. Muchos grupos de solidaridad con Palestina tienen una actitud demasiado complaciente con la AP. Tenemos que cambiar esto, y ver a la Autoridad Palestina como lo que realmente es.
Asa Winstanley es un periodista de investigación residente en Londres y editor asociado con The Electronic Intifada.
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