Petróleo y ecosistemas amazónicos
Lunes 9 de diciembre de 2013 por CEPRID
Oswaldo Báez Tobar
Opción
La actividad petrolera produce severas alteraciones de los ecosistemas, tanto en sus componentes bióticos como abióticos, lo que implica cambios en la comunidad de seres vivos: vegetación, fauna, microorganimos del agua y del suelo y afectación a los procesos ecológicos, daños irreparables del suelo, de los cuerpos de agua como ríos, esteros, lagunas… Resumimos aquí las afectaciones directas e indirectas de las diferentes fases de la actividad petrolera:
Fase de prospección geológica
Se producen alteraciones directas en la vegetación por la apertura de senderos y movilización de equipos mecánicos. En esta primera fase el efecto no es mayor si los operadores procuran hacer el menor daño posible en la apertura de senderos, se abstienen de cazar animales y disponen en forma adecuada de los desechos.
Prospección sísmica
Durante la prospección sísmica el impacto sobre la comunidad viviente es mucho mayor, puesto que exige la apertura de trochas sísmicas en extensas áreas divididas en cuadrículas y la detonación de cargas de explosivos. Se estima que en un solo bloque se abren 1.000 km. de líneas sísmicas. La sísmica requiere, además, de la instalación de campamentos temporales y helipuertos, lo que amplía la superficie de selva desbrozada.
El impacto de la sísmica no es bien dimensionado, pero conlleva deforestación, daños directos sobre la vegetación y la fauna, es decir: destrucción de miles de árboles, alteración o destrucción del hábitat de animales y la muerte de muchos, alteración de los procesos biológicos normales. A manera de ejemplo, la compañía que operó en el bloque 10 de la Amazonía ecuatoriana debió correr 1.200 Km. de líneas sísmicas, lo que aproximadamente representa 366 ha. de bosque desbrozado y el uso de 53 mil Kg. de explosivos. En el mismo bloque se estima que la instalación de 1.360 helipuertos exigió desbrozar 680 has. En el bloque 16 se deforestó 527 has. en líneas sísmicas y 183 por helipuertos.
Se afirma que la sísmica produce bajos efectos en co munidades, pero un análisis más exhaustivo revela que no es así. El sendero abierto en una extensión considerable altera la arquitectura forestal por largo tiempo. A través de imágenes satelitales se ha podido comprobar que persiste el efecto de las líneas sísmicas por más de siete años, pues la cubierta vegetal tarda mucho en recuperar su estructura original.
Los efectos de las líneas sísmicas sobre la fauna son más evidentes en las poblaciones de mamíferos que viven en el dosel del bosque. Las trochas cortan la continuidad del dosel e interrumpen la posibilidad de desplazamiento de poblaciones o segmentan el hábitat de otras; producen el efecto de borde que consiste en que el sendero abierto crea nuevas condiciones físicas, como: temperatura, humedad, iluminación, viento, etc. que se extiende y penetra en el bosque alterando progresivamente su composición y dinámica forestal, por lo que los animales huyen y mueren por acción de depredadores o cazadores.
El efecto de borde se estima que alcanza a 100 m. del borde deforestado hacia el interior del bosque. Esto indica que la transformación del bosque no se reduce a la franja de la trocha sino que se extiende a ambos lados de ésta.
Otro efecto directo de la sísmica deriva de la explosión de grandes cantidades de dinamita en un área determinada. La explosión y la onda sísmica afectan particularmente a la fauna que habita en zonas pantanosas o acuáticas. La ictiofauna, la microfauna y el plancton son muy sensibles a estos trastornos del medio ambiente.
La apertura de hoyos altera la cobertura del suelo y por lo tanto la composición de la fauna edáfica, que es muy importante en los procesos de transformación de la materia orgánica en el suelo del bosque. Las trochas y los hoyos producen erosión del suelo.
Para la perforación exploratoria se requiere desbrozar áreas de aproximadamente tres hectáreas por pozo (aunque se afirme que es menos) para la instalación de las plataformas, construcción de helipuertos, campamentos y otras facilidades. Si bien las nuevas tecnologías tienden a reducir la superficie afectada, la extracción de madera para las construcciones y necesidades de los pozos implica una afectación de hasta 15 ha. por pozo y por efecto de borde la de un área aún mayor.
Desarrollo del campo y etapa de producción
En el desarrollo del campo y en la etapa de producción, que dura de 20 a 30 años, se producen los impactos más severos sobre el medio biótico, a través de varios procesos, tales como: el desbroce para instalar las plataformas, construcción de piscinas sobre el suelo, ubicación de tanques, bodegas, viviendas, caminos y otras. El tendido de oleoductos principales y secundarios, ductos de diesel, etc. El derecho de vía de los oleoductos (si es de 20 m. representa 2 ha. por km.), la construcción de carreteras genera deforestación, tanto por la superficie ocupada por la vía misma (9-12 m. de ancho, lo que equivale a 0.9 s 1.2 ha. /Km.) como por el uso de la madera como material para la sub-base de la vía, cuando no se incorporan técnicas de subbases sintéticas.
Los efectos sobre la fauna, como resultado de este conjunto de actividades, son múltiples y derivan de la alteración, reducción o destrucción de hábitats de las especies animales y numerosos efectos indirectos producidos por el “shock” en el medio abiótico y biótico del área de la plataforma y del espacio circundante. La deforestación de la selva tropical ocasiona destrucción irreversible de las comunidades bióticas, ya que los sistemas ecológicos no recuperan su condición original en la escala del tiempo humano. En el bosque primario inalterado existen nichos ecológicos que desaparecen para siempre cuando se destruye.
En la fase de operación del campo no debería producirse más deforestación, sin embargo continúan los daños en la cobertura forestal por construcción de variantes de caminos, movilización de maquinaria, operaciones de mantenimiento y otras acciones. Pero los efectos más persistentes y fuertes de la operación de los campos petroleros se deben a contaminación del aire, agua, suelo y su efecto directo e indirecto sobre los organismos de las comunidades bióticas: plantas, animales y microorganismos.
La incineración del gas y emanación de gases a la atmósfera, el vertimiento de agua de formación (ahora se reinyecta en el subsuelo) y de crudo a los esteros, ríos y lagunas; la falta de disposición y tratamiento de basuras biodegradables y no biodegradables; la polución del aire produce la muerte de los insectos que son polinizadores y alimento de aves y murciélagos; la alteración de estas poblaciones afecta a otros niveles de la cadena alimenticia.
La fauna acuática es la más sensible y delicada a los cambios de temperatura, salinidad, oxígeno disuelto y otros parámetros físico-químicos; por lo tanto, cualquier alteración por leve que parezca ocasiona la muerte inmediata de microfauna así como de peces, crustáceos, moluscos, los cuales son fuente de alimento de reptiles, aves y mamíferos, por lo tanto también de los seres humanos. Ocurre una muerte en cadena, lo que lleva al empobrecimiento de las comunidades acuáticas, algo que ya es evidente, según testimonios de los pobladores de pueblos nativos y colonos que ven reducidas cada vez más sus fuentes de alimento, aparte de la pérdida de fuentes de agua para consumo humano.
El transporte de crudo por los oleoductos - principales y secundarios- implica alto riesgo por las rupturas accidentales, que tienen efectos desastrosos para la biota y los ecosistemas. El abandono de los campos petroleros ha dejado desolación y muerte, como ocurrió años atrás con los campos operados por la Texaco.
El efecto de la deforestación, que estiman las compañías en el 1% de la superficie de la concesión, es realmente mayor. Varios estudios llevan a la conclusión de que en el nororiente el área deforestada y de bosques degradados llega a 600.000 ha. El cálculo real de la deforestación producida por la actividad petrolera abarca no solo los efectos directos en los campos de operación, sino el efecto global e indirecto en superficies más grandes.
Es inocultable la modificación en el uso del suelo en las áreas petroleras y de influencia, que se manifiesta en la fuerte presión sobre el uso del suelo, explotación extensiva de recursos naturales, especulación con la tierra, deforestación de áreas protegidas, etc. Así mismo, se produce presión sobre las tierras de propiedad comunitaria de los pueblos indígenas, avance de la colonización, introducción de nuevos cultivos y nuevas técnicas agropecuarias en tierras no aptas para estas actividades, lo que ocasiona mayor deforestación y por tanto destrucción irreversible de la flora y fauna nativas y pérdida de la biodiversidad.
La diversidad biológica del bosque húmedo tropical, que ha merecido en los últimos años atención preponderante, está vinculada a la cultura milenaria de los pueblos amazónicos y forma parte de su esencia y de su cosmovisión y práctica diaria. Pero además, la biodiversidad, entendida como la diversidad de especies y de genes y los principios activos que de ellos se puede extraer, podría ser de beneficio para toda la humanidad, pues en dichos elementos podrían hallarse fitofármacos para curar enfermedades.
La biodiversidad entendida y valorada bajo un concepto global sobrepasa lo puramente biológico y económico para adquirir un significado ético superior, por tanto también su conservación y buen uso es un imperativo del desarrollo sustentable de país.
No obstante los avances técnicos en las diferentes fases de la actividad petrolera para reducir el impacto en el ambiente, la afectación a los ecosistemas selváticos no se puede negar ni ocultar con propaganda. El futuro de la biota amazónica está amenazado por la explotación petrolera. Los derrames de crudo en los bloques de la Amazonía ubicados en parques nacionales y reservas ecológicas como Yasuní, Cuyabeno y fuera de estas áreas protegidas, tienen efectos catastróficos e irreparables. Las operaciones de remediación son costosas y poco eficientes.
Bibliografía
• Colinvaux, P., 1986. Introducción a la Ecología. Editorial Limusa, S.A. México.
• Fundación Natura, 1994. Principales Problemas Ambientales y Sociales de la Explotación Petrolera en el Ecuador. Quito.
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