CEPRID

Seis preguntas y seis respuestas sobre la crisis paraguaya

Miércoles 28 de noviembre de 2012 por CEPRID

Hugo Richer

Nueva Sociedad

¿Qué cambió en Paraguay bajo el gobierno de Fernando Lugo? ¿Quiénes fueron los artífices de su destitución? ¿Por qué derrocar al presidente a menos de un año de las elecciones? ¿Qué es esa fantasmagórica guerrilla autodenominada «Ejército del Pueblo Paraguayo»? ¿Qué ocurrió en Curuguaty? ¿Cómo queda ubicada la izquierda en la nueva coyuntura? La respuesta provisoria a estas preguntas permite reflexionar sobre la reciente destitución de Fernando Lugo en un juicio político relámpagoy sobre el escenario preelectoral paraguayo hacia las presidenciales de 2013, en las que se jugará la profundización del rumbo iniciado con la derrota del Partido Colorado en 2008 o el retorno a un pasado marcado por la injusticia social y el patrimonialismo político.

1. ¿Qué cambió en Paraguay bajo el gobierno de Fernando Lugo?

La victoria de Fernando Lugo en 2008 significó el fin de 60 años ininterrumpidos de gobiernos colorados, de los cuales casi 35 años fueron bajo la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). En la década de 1990, Paraguay vivió el agotamiento del Estado clientelista y prebendario al servicio del Partido Colorado –que en gran medida sobrevivió a la caída de Stroessner– y se abrió una disputa por la hegemonía del proceso político, signada por sucesivas crisis, intentos de golpe de Estado, magnicidios(1), elecciones fraudulentas y no pocas movilizaciones populares. Sin embargo, estas disputas protagonizadas por las direcciones políticas tradicionales provocaron mayores frustraciones sobre las expectativas de cambio de gran parte de la ciudadanía. Eso fue lo que allanó el camino para que en 2008 llegara a la Presidencia un outsider de la política: Fernando Lugo, el ex-obispo de San Pedro –una de las regiones rurales más pobres del país–, quien se había mostrado cercano a las luchas campesinas, por lo que fue acusado de «izquierdista» por sectores de la oligarquía ganadera y latifundista. Del mismo modo, despertó recelos dentro de la Iglesia paraguaya, históricamente conservadora y pocas veces comprometida con los procesos de cambio, en particular desde el punto de vista institucional (2).

El derrumbe colorado representó la caída de un partido-Estado estructurado y consolidado en los términos de la Guerra Fría, que osciló entre posiciones reaccionarias y conservadoras según acontecieron cambios a escala internacional, institucionalizó una práctica de control político e ideológico sobre la base de la represión y un prebendarismo generalizado. Pero para llegar a la Presidencia, Lugo debió aliarse al Partido Liberal Radical Auténtico (plra), en lo que se denominó Alianza Patriótica para el Cambio. Los liberales brindaron una estructura capaz de garantizar un recuento adecuado de los votos y evitar el fraude pero, al mismo tiempo, obligaron a Lugo a cogobernar con una fuerza tradicional ya muy alejada de las posiciones progresistas con las que fue fundada. De hecho, los liberales se dividieron y el vicepresidente (y actual presidente) Federico Franco se fue transformando en un factor de desestabilización política e institucional. La izquierda casi no logró presencia parlamentaria y las bancas quedaron en manos de colorados, liberales y otros partidos conservadores como Patria Querida y la Unión de Ciudadanos Éticos del ex general golpista Lino Oviedo.

No obstante este marco de debilidad, el gobierno de Lugo inició un proceso de democratización del Estado, alentó una política de participación e inclusión social, generó espacios para el desarrollo de los movimientos sociales históricamente excluidos y abrió un amplio debate sobre el problema de la soberanía en sus diferentes expresiones. Entre las medidas reconocidas y asumidas por su gobierno se encuentran los logros alcanzados en las negociaciones con Brasil sobre el reparto de los beneficios de la megarrepresa de Itaipú, que triplicaron los ingresos económicos para Paraguay. Por otro lado, la gratuidad de la salud aprobada en la gestión de Lugo permitió el acceso a los centros de atención de millones de paraguayos pobres, junto con un conjunto de políticas sociales, principalmente los programas de transferencias monetarias con corresponsabilidad para miles de personas en situación de extrema pobreza.

La instalación del enfoque de derecho como una matriz fundamental de las políticas sociales empezó a quebrar el viejo sistema clientelar del Partido Colorado igualmente alentado por el PLRA. Sin dudas, muchos de estos logros no pudieron ser profundizados por las limitaciones presupuestarias decididas por el Congreso Nacional, donde, como se sabe, Lugo contó solo con tres senadores y una diputada.

Con todo, el punto más importante de las promesas electorales de Lugo, la reforma agraria, prácticamente no pudo avanzar. La histórica concentración de la tierra en Paraguay requiere que la fuerza política que se proponga no solo revertir la escandalosa concentración de tierras, sino incluso hacer un catastro, genere una nueva correlación de fuerzas: el poder de la oligarquía paraguaya, asociada a las transnacionales, está básicamente organizado alrededor de los grandes latifundios dedicados a la ganadería y el cultivo extensivo de soja. La gigantesca expansión de esta última en la década pasada ha provocado un fuerte proceso de descampesinización. Se trata de un modelo de producción que ha generando un nivel de pobreza de 40% y de extrema pobreza por encima de 20%.

Finalmente, el nuevo enfoque de la política exterior centrado en el fortalecimiento de la integración regional (Mercosur, Unasur) alejó a Paraguay de su antiguo rol de apoyo incondicional de las políticas de Estados Unidos.

Con el Congreso y el Poder Judicial en contra y sometido a amenazas de juicio político en más de 20 ocasiones, si Lugo logró resistir fue solamente por el apoyo popular. Pero el cerco del poder oligárquico logró cerrarse con el sostén de una fortísima campaña antigubernamental de parte de los medios de comunicación empresariales, uno de cuyos buques insignia es el ABC Color, de Aldo Zuccolillo, que durante años publicó, día tras día, largas páginas denunciando que Paraguay se había vuelto una suerte de colonia venezolana.

2. ¿Quiénes fueron los artífices de la destitución de Lugo?

En verdad, Paraguay tiene una larga tradición de golpes de Estado, pero siempre fueron de un partido tradicional contra un gobierno de otro partido tradicional, o más bien de una facción de un partido contra otra facción del mismo signo político. Esta vez, sin embargo, fue un golpe de clase de la oligarquía contra un proyecto democrático, participativo y popular. El frente golpista reunió a los cuatro partidos de la derecha, a todos los gremios patronales y empresariales (3), a miembros de la jerarquía de la Iglesia (que bendijo de inmediato a Franco) y a los más influyentes medios de comunicación empresariales. El golpe de Estado parlamentario fue la culminación de permanentes procesos de conspiración que se iniciaron el mismo 15 de agosto de 2008, fecha en que asumió Lugo.

La reforma agraria, largamente debatida durante el gobierno de Lugo, siempre fue un elemento urticante para la oligarquía. La resistencia de su gobierno a liberar las semillas transgénicas, la interlocución con los campesinos, el haber planteado un impuesto a la exportación de granos, en especial a la soja, fueron hechos novedosos en el país.

Adicionalmente, las precauciones tomadas ante la propuesta de instalación de la empresa Río Tinto Alcan, una poderosa transnacional muy cuestionada en el ámbito internacional por contaminación ambiental y graves violaciones en el campo de los derechos humanos, apuraron los acuerdos en el frente golpista, preocupados por la emergencia de una ciudadanía con una conciencia democrática en ascenso y por la crisis de representación política de los partidos tradicionales. Pero no podemos obviar que este golpe de Estado no es solo contra Paraguay, es un golpe a un proyecto regional emergente y liderado por partidos progresistas y de izquierda. Este golpe debe ser leído en términos geopolíticos y en el marco de la disputa con la histórica influencia de EEUU en el continente. Ayer fue Honduras, hoy es Paraguay, la estrategia avanza en el sentido de debilitar a los gobiernos progresistas de la región.

3. ¿Por qué los partidos opositores organizaron una destitución a menos de un año de elecciones presidenciales en que Lugo no podía presentarse?

Si no lo hicieron antes fue porque el análisis de las consecuencias internas no ofrecía muchas garantías de estabilidad postgolpe. En todas las ocasiones anteriores, los movimientos sociales se encontraban prestos para movilizarse; sin embargo, a solo nueve meses de las próximas elecciones presidenciales, el Frente Guasú (FG), coalición de partidos de izquierda que apoyó a Lugo, y los movimientos sociales descartaron las posibilidades de un intento de destitución y se embarcaron en la preparación electoral. Fue un claro error estratégico.

Sin dudas, el elemento más importante es que con las políticas sociales se fue construyendo una base social del cambio que podía articularse con el fg. En unas elecciones con Lugo y el FG en el gobierno, evidentemente la izquierda hubiera tenido muchas más posibilidades de disputar el poder con los partidos tradicionales. Con el frente golpista se inició la recuperación plena del poder a manos de la oligarquía, por lo menos como objetivo estratégico. Había que desarticular el FG y el luguismo antes de las elecciones. Los colorados lograron dividir el frente entre la izquierda y los liberales (eso es importante, porque al no haber segunda vuelta los colorados podrían volver al poder con una simple mayoría relativa); mientras que los liberales llenaron sus expectativas al hacerse con el control del Estado para construir desde ahí su campaña electoral rumbo a 2013.

Aunque el de Lugo no fue un gobierno de izquierda, con el ex-obispo la izquierda logró un espacio de crecimiento e influencia política inédito en toda la historia paraguaya, y eso bastó para alarmar a unas elites tradicionalmente anticomunistas. Como señala Rogelio García Lupo, el stronismo construyó una sólida sociedad entre narcotráfico, negocios y anticomunismo (4) y esa cultura política perduró. En ese marco, un proceso de reformas como el de Lugo bastó para alterar a quienes quieren seguir manejando el país como una gran hacienda.

El temor a la izquierda lo dejó en claro el diario ABC Color en su editorial del 11 de julio de 2012, titulado «Estupidez». Allí critica las feroces luchas intestinas coloradas (especialmente, entre el empresario Horacio Cartes –acusado de narcotráfico (5) – y la presidenta del partido Lilian Samaniego). También cuestiona al presidente uruguayo José Mujica, quien acusó al «narcocoloradismo» de haber organizado la destitución. Vale la pena citar in extenso:

El Partido Colorado unido y consolidado sería actualmente una muralla insalvable para la izquierda luguista bolivariana castrista y marxista, pero dividido en tres fracciones enconadas, como está sucediendo en este momento, a raíz de la metida de cuchara de Mujica, se convierte, obviamente, en un adversario mucho más fácilmente dominable. (…) Los «carperos» [campesinos sin tierra], los terroristas del EPP y otras organizaciones de corte castro-chavista que vayan conformándose mediante los recursos económicos locales sustraídos a los organismos públicos bajo el régimen de Lugo, más los proporcionados por Chávez, sumarían a estas enormes ventajas económicas las de un fuerte respaldo parlamentario del que hasta ahora, por fortuna, carecieron. La miopía y torpeza de los precandidatos colorados y otros políticos paraguayos frente a estos hechos tiene una sola calificación; se trata, francamente, de una inexplicable estupidez.

4. ¿Qué pasó realmente en la masacre de Curuguaty?

El 15 de junio, en el distrito de Curuguaty, la ocupación de una hacienda acabó con la muerte de 11 campesinos y seis policías y se transformó en la excusa para el golpe congresal. Curuguaty fue una operación de consecuencias lamentables por la pérdida de vidas humanas, producto de una conspiración. El hecho generó en los días iniciales una gran confusión en las organizaciones campesinas, indignadas porque el gobierno de Lugo causó la muerte de tantos campesinos. Y esa desorientación paralizó la gran fuerza movilizadora de las organizaciones rurales. La lucha campesina siempre recurrió a la movilización, los cortes de ruta, las ocupaciones y la resistencia; sin embargo, no incorporó el enfrentamiento armado directo con las fuerzas policiales. Mientras ocurría una negociación de representantes campesinos con fuerzas policiales en cumplimiento de una orden judicial de desalojo de unas tierras sospechadas de mal habidas, empezaron a caer policías y militares alcanzados por disparos de francotiradores apostados estratégicamente a cierta distancia. Los medios de comunicación ubicados con cámaras y micrófonos en la escena de la matanza hicieron el resto. Aprovechando la confusión, no dudaron en responsabilizar al presidente Lugo, aliado de las organizaciones campesinas, por las muertes que iban produciéndose. Ocho días después, la destitución de Lugo estaba consumada.

América Latina tiene innumerables casos de conspiraciones de alto nivel para tumbar gobiernos. La posibilidad de esclarecer estos hechos se hace casi imposible cuando la responsabilidad de la investigación queda en manos de las fuerzas golpistas que controlan ampliamente el Poder Judicial.

5. ¿Qué es el EPP?

El EPP opera en las zonas más pobres del país y con un discurso político poco claro se reivindica como una opción para derrotar al Estado oligárquico por la vía de las armas. Su retórica combina algo de marxismo-leninismo con la reivindicación del líder nacionalista del siglo XIX José Gaspar Rodríguez de Francia. Hay muchas dudas sobre su verdadera composición, naturaleza y capacidad militar. Al parecer, es un grupo muy poco numeroso. No obstante, ha recurrido a secuestros (como los de los empresarios Luis Alberto Lindstron en 2008 y Fidel Zavala en 2009) y a acciones relámpago, evitando siempre un enfrentamiento directo con fuerzas policiales y militares.

Ticio Escobar, ministro de Cultura de Lugo, recordaba hace poco que se trata de un fenómeno extraño, aparentemente vinculado con los movimientos guerrilleros de los 70, pero con una configuración diferente. En aquella época, cuando luchábamos contra Stroessner, buscábamos el impacto político, la adhesión popular a nuestra causa. El Ejército del Pueblo Paraguayo es un grupo muy cerrado que genera repulsa en mucha gente. Por ejemplo, pueblos originarios no les aceptaron la carne que les habían robado a hacendados. (6)

Claramente, durante el gobierno de Lugo las acciones del EPP favorecieron los ataques montados por la derecha. Su estrategia fue funcional a la estrategia conservadora, que siempre acusó a Lugo de estar vinculado a la agrupación. De hecho, fue uno de los alegatos para formular la acusación en el juicio político. 6. ¿Cómo quedó posicionada la izquierda después de la destitución de Lugo? La caída de Lugo produjo una gran desazón en la vida de miles de paraguayos y paraguayas. Lugo fue elegido por más de 840.000 votos y terminó destituido en un juicio amañado, ilegal y con graves violaciones constitucionales, impulsado por 117 parlamentarios. Desde el punto de vista de la construcción de la democracia expresada en una amplia votación popular, es un daño enorme. Sin embargo, más de 50% de la población rechazó la destitución y manifiesta su no reconocimiento al gobierno golpista. El país quedó en disputa entre golpistas y demócratas; esa es hoy la contradicción principal. Internacionalmente, Paraguay es un país aislado como en los últimos años del stronismo. Los «escraches» al presidente golpista se suceden constantemente, limitando sus apariciones públicas.

Durante el gobierno de Lugo, la izquierda logró lo que no pudo durante años: unirse y formar el FG; su avance la posicionó como la tercera fuerza política en muy poco tiempo. Ahora tiene el desafío de aglutinar a toda la ciudadanía que se opone al golpe y mantener vivo el proceso iniciado en 2008. Las elecciones están cerca, sin embargo, la prioridad es evitar que la izquierda sea derrotada políticamente; esto es, procurar que el frente golpista no logre legitimarse y conseguir una modificación sustancial en la organización preelectoral. Pero esto se dará en la medida en que se mantenga la resistencia, se consolide el proyecto político histórico y, dentro de esa estrategia, se trabaje por la perspectiva electoral rumbo a 2013.

Notas:

1. En 1999 fue asesinado a tiros, en plena calle, el vicepresidente Luis María Argaña. V., entre otros artículos que narran este hecho, Hugo Olazar: «Conmoción en Paraguay: asesinan al vicepresidente, Luis María Argaña» en Clarín, 24/3/1999.

2. H. Richer: «Paraguay: crisis y expectativas de cambio» en Observatorio Social de América Latina año VII No 21, 9-12/2006.

3. Los llamados «brasiguayos» –que poseen extensas propiedades agrícolas– fueron activos partícipes en la asonada y reclamaron a Dilma Rousseff el reconocimiento inmediato del gobierno de Franco.

4. R. García Lupo: Paraguay de Stroessner, Ediciones b, Buenos Aires, 1989.

5. Cartes ha logrado construir un amplio armado político a partir de su fortuna. En informes filtrados por WikiLeaks, se destapa que sus empresas fueron infiltradas por la Agencia Antidrogas de eeuu (dea) por supuesto lavado de dinero. Rubén Céspedes: «El lado oscuro de Horacio Cartes» en abc Color, 14/1/2011.

6. Gustavo Veiga: «El extraño fenómeno llamado epp» en Página/12, 31/7/2012.

Hugo Richer: investigador de Base Investigaciones Sociales, Asunción. Fue ministro de Acción Social durante el gobierno de Fernando Lugo y actualmente es dirigente del Frente Guasú (FG).


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