ATROCIUDAD: LA ZARAGOZA EN TRANSFORMACIÓN

«La lucha contra la Expo es la misma que la lucha contra Arcosur o contra PLA-ZA y brinda una inmejorable oportunidad para desenmascarar la usurpación y liberar Zaragoza de los promotores y gestores. Reconquistarla, desmotorizarla y desmasificarla. Sacarla del mercado global. Transformarla en una amplia comunidad de intereses. Reducirla a escala humana.»
Fragmento de la charla de Miguel Amorós durante el II Asalto contracultural (Zaragoza, 25-III-2006).

La «Zaragoza en transformación» es la consigna más repetida por políticos, empresarios y medios de comunicación. Una transformación que se está realizando a golpe de recalificación, permutas de suelo público, especulación urbanística y represión de los movimientos sociales.

La Expo 2008 y toda la campaña mediática que lleva aparejada, sólo es la punta de lanza que viene a acompañar o, en todo caso, a acelerar el proceso de transformación de la ciudad a imagen y semejanza de los intereses capitalistas.

Es claro el ejemplo de PLA-ZA, la mayor plataforma logística de Europa, con una extensión de 13 millones de metros cuadrados, cuya gestión, ejecución y promoción están encomendadas a PLAZA S.A. (Sociedad en la que participa mayoritariamente el Gobierno de Aragón y tienen presencia el Ayuntamiento de Zaragoza, Ibercaja y Caja de Ahorros de la Inmaculada), que han convertido a toda la ciudad, utilizando su propio lenguaje, en un eje de circulación de mercancías.

Otro de tantos ejemplos lo encontramos en el polígono Centrovía, de reciente construcción, un millón y medio de metros cuadrados en fase de expansión, donde se alojan más de quinientas empresas nacionales y multinacionales.

Hablar de Zaragoza como «ciudad logística» es hablar de Zaragoza como ciudad capitalista en su máxima expresión. El espacio deja de pertenecer a las personas que lo habitan que, una vez desposeídas, pierden absolutamente la capacidad de influir en su propio entorno y, por lo tanto, en su propia vida.

Las decisiones son tomadas muy lejos de la gente, que se limita a presenciar como la ciudad se va transformando en base a criterios técnicos y estratégicos que no han elegido, que nada tienen que ver con sus necesidades y que tienen el único objetivo de hacer que el almacenado y el transporte de mercancías sea más rápido, barato y eficiente.

Otro aspecto fundamental de la «Nueva Zaragoza» es el de los barrios-ciudades residenciales de nueva creación. En estos momentos, si sales de Zaragoza dirección Madrid, tardas más de media hora en dejar de ver grúas en el horizonte: Zaragoza-Ciudad-Golf es un buen ejemplo de ello, la construcción fuera del casco urbano de 12.000 viviendas en torno a un centro comercial que tendrá cines, restaurantes, gimnasios, centros de estética, tiendas… en definitiva, espacios privados de consumo (en la web oficial del proyecto de «Zaragoza-Ciudad-Golf» se ha sustituido con toda desfachatez el término «equipamientos sociales» por el de «equipamientos comerciales»). Todo ello rodeado, para variar, de un campo de golf. La empresa Wilcox, culpable de situaciones tan desastrosas como las de Murcia o Marbella, afirma sin sonrojo que pretende que «su ciudad», su centro comercial y su campo de golf, tengan «más habitantes que Teruel».

También tenemos Arcosur, un proyecto urbanístico de 21.000 viviendas que estará más cerca de La Muela (un pueblo a 20 Km de Zaragoza) que de la Plaza España. El proyecto ha sido muy criticado por la propia Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza, por considerarlo un «proyecto desmesurado» que extiende la ciudad de forma artificial, frente a la ciudad consolidada, vaciando y deteriorando con ello los barrios tradicionales, por ser insostenible medioambiental y económicamente, debido a los elevados costes de mantenimiento (equipamientos, transporte, colectores, etc.), que la propia FABZ ha cifrado en 20 millones de euros anuales, y porque es un proyecto que tiene problemas internos, como el ruido del aeropuerto cercano o la zona de dolinas y simas donde se asienta.
Esta nueva zona residencial también está muy relacionada con el chanchullo Expo 2008 puesto que Ibercaja fue la responsable de pagar los terrenos en los que se está construyendo la Expo, a cambio de los cuales recibió la concesión de parcelas en Arcosur para edificar viviendas.

De esta manera, Ibercaja gana dinero doblemente: por una parte no paga el precio real de unos terrenos al alza y por otra sacará jugosos beneficios de la construcción y venta de las viviendas. Eso sin tener en cuenta otras ganancias provenientes de las hipotecas que la propia Ibercaja concederá.

Antes de llegar a Arcosur y alejada también del casco urbano, se emplazará la llamada «ecociudad» de Valdespartera, proyecto defendido y aclamado por la peor ralea de progres zaragozanos. La llaman «ecociudad» porque las viviendas (libres y de protección oficial) que se están construyendo ahorran energía, al estar orientadas hacia el sol, y tienen placas solares.

La sociedad gestora es «Valdespartera S.A», una Sociedad Mixta con mayoría de capital público, integrada por el Ayuntamiento de Zaragoza (PSOE y Chunta Aragonesista), el Gobierno de Aragón y, como no, Ibercaja y Caja de Ahorros de la Inmaculada.

Se ve que el ejemplo de sostenibilidad por excelencia en la ciudad de Zaragoza consiste en crear una miniciudad sin bajos comerciales para que todos los sábados la gente tenga que acudir a hacer la compra a los centros comerciales, en la que sea imposible llegar desde tu casa a cualquier otro sitio si no es usando el vehículo privado, o en destrozar los espacios periféricos de la ciudad a la vez que se deshabita el centro. En definitiva, llaman sostenibilidad a la construcción de la vieja barriada-colmena de la industrialización aunque ahora, eso sí, «ecosostenible», signifique eso lo que signifique.

La guinda del pastel es «Villa Expo», muy cerca del recinto de la Expo 2008, donde se construirán 112 pisos que, se dice, están reservados para visitantes de la muestra. Una vez terminada la pantomima, estos pisos saldrán al mercado por un precio que rondará o, incluso, superará los 100 millones de pesetas.

En Zaragoza estamos asistiendo a una completa separación entre las decisiones que toma el poder y las necesidades de la gente que la habita. Sólo así se entiende que se construyan tantísimas nuevas viviendas en terrenos a las afueras de Zaragoza mientras en los barrios tradicionales casi cuarentamil viviendas permanecen vacías.
Una de las características de la actual concepción de las ciudades es la separación física de lo que se considera que deben ser los tres ejes fundamentales de la vida humana: trabajo, consumo y descanso.

El transporte privado se convierte en un bien de primera necesidad como consecuencia, por una parte, de la precarización intencionada del transporte público y, por otra, de las enormes distancias que separan las viviendas de los centros de trabajo y los centros de consumo.

Los pequeños comercios de debajo de casa cumplen una función como lugar de encuentro de los vecinos, cohesionan la ciudad y la hacen más humana, cercana y accesible. Convierten las calles en barrios. En Zaragoza, el año pasado tuvieron que echar el cierre una media tres comercios al día, como consecuencia directa de la proliferación de las grandes superficies. En la «Nueva Zaragoza» ya no habrá barrios, habrá «centros urbanísticos».

En estos momentos hay abiertos al público seis macrocentros comerciales y hay proyectados tres más: a poca distancia de Zaragoza-Ciudad-Golf y su centro comercial, se emplazará también Plaza Imperial, de más de 200 hectáreas y, en el barrio de Torrero, Puerto Venecia e IKEA.

A grandes rasgos, este es el panorama en el que se enmarca la EXPO del «agua y el desarrollo sostenible», una Exposición Internacional que se realizará en Zaragoza del 14 de junio al 14 de septiembre de 2008. Un macroevento que, como todos los demás (llámense Expo, Fórum, Olimpiadas…) vienen a terminar de consolidar la transformación de la ciudad en lugar deshumanizado, aséptico, inhóspito y ajeno a sus habitantes, eso sí, con la salvedad de que, irónicamente, convierten esa transformación en un «triunfo» de la ciudadanía.

El montaje EXPO 2008, al margen de la corrupción, las privatizaciones de suelo público, las recalificaciones y los beneficios para los políticos, las multinacionales, las constructoras, la burguesía zaragozana y los caciques aragoneses de toda la vida, supone un triunfo de la dominación capitalista.
Cuando el BIE concedió la EXPO a Zaragoza, tras haber dedicado aún no sabemos cuánto dinero público a gastos no controlados de «promoción» (es decir, viajecitos del alcalde y sus secuaces, sobornos, fiestas, quizá cocaína, vamos, lo de siempre con estas cosas), la Plaza del Pilar, en la que habían instalado pantallas gigantes para seguir la ceremonia, estalló en gritos y aplausos. La imagen ofrecida por las televisiones recordaba, de forma reveladora, a cuando el Real Zaragoza ganó la Recopa de Europa en el 95. Así nos venden la EXPO, como un triunfo de «Zaragoza», tratando de justificarla mediante arengas que llaman a lo subjetivo, al patriotismo y a la irreflexión. La retahíla es conocida:
Zaragoza dejará de ser la ciudad de catetos que siempre ha sido para convertirse en una nueva Barcelona. Zaragoza por fin «saldrá en el mapa». Ya no somos de pueblo. Ahora vivimos en la «Zaragoza del siglo XXI» de la que ya no tendremos que avergonzarnos, con sus empresas multinacionales, sus plataformas logísticas, su Alta Velocidad y, si no lo remediamos, su Centro de Operaciones de la OTAN.

El negocio inmobiliario y de la construcción no se puede justificar por sí mismo, no adhiere al ciudadano-voto medio, que nunca lo considerará como algo propio, por ello es necesario crear a su alrededor una buena excusa que sea lo suficientemente generalista. Para una población como la Aragonesa que, en los últimos años, ha llevado a cabo movilizaciones históricas en contra del trasvase o los pantanos, el tema estaba claro: el agua. Como se decía desde la asamblea del Asalto Contracultural, si en los últimos tiempos los aragoneses se hubieran manifestado de forma multitudinaria en favor de la borraja, sin duda ahora nos encontraríamos ante la Expoborraja 2008.

La vieja burguesía franquista zaragozana se lava la cara, se renueva, ahora se visten de modernos, solidarios y se suben al carro del ya sacrosanto desarrollo «sostenible».
Corren tiempos raros y la EXPO 2008 es un buen ejemplo de ello. El capital se pinta de verde y social. Si en el 92, la Expo de Sevilla reivindicaba la colonización de América y el españolismo más rancio, en el 2008 la Expo de Zaragoza habla de uso racional del agua como recurso escaso y de sostenibilidad. El poder se renueva y pretende incluso hacer ver que es la vanguardia de las reivindicaciones sociales y ecologistas (como ejemplo clarificador Acciona, empresa multinacional propiedad de la conocida familia Entrecanales, que sacó por la tele un anuncio de tintes catastróficos hablando del «despilfarro» de recursos que hace un chaval jugando a la videoconsola, mientras la mayor parte de sus beneficios vienen de la construcción de carreteras, también patrocina la EXPO).

Al otro lado del montaje Expo quedan los marginados que, dicho sea de paso, cada vez son más y, de forma organizada, los colectivos, organizaciones, centros sociales y radios libres y autogestionadas. Es penoso presenciar cómo organizaciones ecologistas que han plantado cara al trasvase del Ebro o a los pantanos y organizaciones vecinales, dan a la Expo un paradógico «sí crítico», que se limita a una oposición a la ya comenzada construcción del azud del Ebro (empantanar el Ebro a su paso por Zaragoza, para que puedan navegar barquitos de pago y, de paso, el mejillón cebra), pedir que los pabellones de la muestra se utilicen en el futuro como equipamientos sociales y mantenerse a la expectativa para criticar lo indefendible a toro pasado, allá por el 2009, con la excusa, siempre recurrente, de que ya que la Expo «se va a hacer», vamos a intentar cambiarla «desde dentro».

Y, cuando no les vale con la zanahoria-subvención, sacan el palo, como era de esperar, la represión a los movimientos sociales ha crecido sensiblemente a dos años de la muestra: identificaciones masivas, redadas, multas desproporcionadas por hacer pintadas políticas, retiradas policiales «por sus cojones»de pancartas contra la especulación, borrado selectivo de pintadas contra la Expo a escasa horas de ser realizadas, mientra otras de caracter antisemita pueden permanecer años en la misma pared o el borrador de la normativa contra las conductas «incívicas» (en la que en la práctica se pretende prohibir hacer en la calle cualquier cosa que no sea transitar por ella y mirar escaparates)… sólo son algunos ejemplos de los que se nos está viniendo encima.

Mientras tanto, el movimiento contra la Expo de Zaragoza sigue plantando cara con sus escasos medios a la vorágine mediática y represiva en la que nos estamos viendo inmersos.

La realización de jornadas, publicaciones, okupaciones, debates, conciertos, exposiciones, reparto y buzoneo de octavillas, pegatinas, pintadas, el secuestro de Fluvi (mascota de la Expo) perpretado por una banda de cabestros anónimos que reivindican al mismísimo Paco Martinez Soria al grito de «la ciudad no es para mí» o la constante labor de los Centros Sociales o las Radios Libres,… etc, va consiguiendo poco a poco romper el silencio mediático generado ante cualquier crítica a la Expo y el modelo de ciudad que lleva aparejado.

La oposición a la Expo 2008 pasa necesariamente por la oposición a la transformación de Zaragoza, que que no es otra cosa que la creación de ghettos para las personas excluidas y de barrios-ciudades dormitorio para los demás, convirtiendo el coche en un bien de primera necesidad, la desaparición del espacio público y del pequeño comercio como lugares de encuentro, el anonimato, el individualismo, el aislamiento y la desvertebración del movimiento vecinal, el aumento de la represión y el recorte de libertades.
La imagen que «la Nueva Zaragoza» debe transmitir al exterior es la imagen del capitalismo, convirtiendo la ciudad entera en una marca comercial más, que se puede comprar y vender, que cotiza en bolsa y que trata a sus habitantes como si fueran ganado.

Macrocentros comerciales, polígonos industriales, plataformas logísticas, edificios de oficinas, ciudades dormitorio, privatización del centro de la ciudad…

Zaragoza apesta a capitalismo, especulación, mentiras, hormigón y gasolina. Mucha gasolina.

ZH2NO

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