CEPRID

La clase obrera paga el precio ¿Por qué?

Viernes 1ro de octubre de 2010 por CEPRID

Adel Samara

CEPRID

Traducido del árabe por Mª Cristina Portales Carrandi

¿Por qué la clase obrera, los productores, tiene que pagar el precio de las crisis causadas por la burguesía?

Analizar la época desde la perspectiva marxista de la economía política sería insuficiente si no se basa en el reto básico del marxismo, que la misión del filósofo no es interpretar el mundo, sino cambiarlo. Tras el colapso del "bloque socialista" muchos ex-socialistas entregaron el espíritu revolucionario, pero cuando se produjo la crisis económica y financiera de 2008 algunos de ellos recuperaron sus creencias marxistas, aunque de manera tímida. Incluso en ausencia de cualquier crisis en los países capitalistas, nuestro papel, e incluso la justificación de nuestra existencia como socialistas, es analizar y criticar el sistema capitalista a fin de destruirlo. No es suficiente con analizar y frenar abstractamente el modo capitalista de producción, debido a que la deconstrucción se mantendrá neutral si se carece de la perspectiva de clase, conciencia política, y el nivel del aumento de los conflictos con la burguesía para asegurar la continuidad de la lucha. El socialismo, como la negación del capitalismo, se debe establecer deliberadamente sobre las ruinas del capitalismo. Cualquier análisis radical de la actual crisis capitalista si no se dedica a preparar el camino para la humanidad y la vanguardia de las clases populares para destruir el modo de producción capitalista, proporcionará un indirecto y gratuito asesoramiento o prescripción para que el capitalismo se beneficie del análisis marxista.

Las resoluciones del G-8 y los otros 12 “semigrandes” (G-20), especialmente la última reunión en Toronto, son de carácter más político que económico, por ejemplo: cada Estado debe reducir su déficit en un cincuenta por ciento en tres años, y aplicar las duras políticas de austeridad, e imponer más impuestos, cada estado tiene que elegir la forma adecuada y los medios apropiados para aplicar las resoluciones... etc.

Esto significa que todavía es un orden mundial económico más bien que político, y que el Estado nacional se mantiene a la cabecera a pesar de la globalización económica. Cada uno de los líderes de los 20 países, representó los intereses de la clase burguesa de su nación. Aunque los medios de comunicación burgueses describieron repetidamente la crisis como financiera, de hecho es más profundo que eso. Es un resultado de la conducta humana, de una clase que controla y gestiona las instituciones financieras, explota la mano de obra de la clase trabajadora como productor de un valor que cristaliza en materias primas, salarios más bajos, impone fuertes impuestos, y evita la imposición de normas y reglamentos de la economía, especialmente en el ámbito de los bancos que prestan.

G8, la Cumbre del G20

EE.UU. sigue adoptando la política de rescate y préstamo de China; los líderes europeos sostienen que los gobiernos deben reducir sus presupuestos con el fin de restaurar la confianza. Pero en ambos casos, los bancos, incluso en los EE.UU., que apoyaron sus propios bancos con más de un trillón de dólares, decidieron desde el inicio de la crisis reducir al mínimo los préstamos, incluso entre sí. Mientras la crisis golpea la Europa de hoy, los bancos no prestan, las empresas continúan cerrando, no se crean nuevos empleos y los ciudadanos reducen al mínimo su consumo tratando de devolver lo más posible (de los préstamos concedidos). ¡Los gobiernos de la UE volvieron a imponer más impuestos a los ciudadanos!

Esta situación económica carece de las condiciones necesarias para afrontar una crisis, porque para hacerlo se necesita una economía fuerte para reducir al mínimo el déficit. En este caso la liquidez del dinero es necesaria. Las personas deben tener puestos de trabajo para consumir y pagar las deudas y este no es el caso. ¡Lo que está ocurriendo es todo lo contrario! Los regímenes capitalistas imponen impuestos aún más pesados para garantizar la liquidez de efectivo necesario.

Esta es la principal diferencia entre los EE.UU. y Europa actualmente. Los EE.UU. se apoyan en los préstamos de China, el superávit chino está garantizado por bonos del presupuesto norteamericano. EE.UU. utiliza el dinero prestado para comprar productos de China. La relación entre los EE.UU. y China es la cooperación de las clases burguesas, que afecta principalmente a la clase obrera china, por un lado, y las clases populares en los EE.UU. por el otro. Muchas corporaciones de EE.UU. transfieren sus negocios a China en busca de salarios más bajos para mantener una alta tasa de ganancia a través de dos medios:

• Se debe señalar que Obama pidió a los 20 líderes dejar de depender del mercado de EE.UU. como el último recurso. Esto podría deberse a que los EE.UU. está principalmente interesado en la compra de las mercancías de EE.UU. producidas por sus empresas en China.

• El fortalecimiento del comercio entre los EE.UU. y China podría ser la razón de que China no otorgue préstamos a Europa. Además de prestar a los EE.UU., China está dispuesta a invertir en África.

Desde el punto vista económico el mundo está dividido en cuatro bloques, tres de ellos asistieron a la cumbre de Toronto, mientras que el cuarto nunca fue considerado o invitado, los bloques son:

1. El llamado “creciente economía de Asia”; esta descripción es vaga porque no todas las economías de Asia han alcanzado tal crecimiento y porque incluso aquellos que registran un crecimiento, por ejemplo, China y la India, sufren la profundización de los desequilibrios sociales debido a la dura explotación de las clases trabajadoras.

2. La economía de EE.UU. registra un crecimiento débil y lento, que no está garantizado.

3. El bloque económico europeo que se encuentra actualmente afectado por la crisis

4. Y el cuarto bloque que es el resto de las naciones del mundo que son pobres y siempre sufren de una crisis.

La contradicción entre los cuatro bloques obstaculiza el régimen de consenso sobre las decisiones o resoluciones para enfrentar la crisis. Esto podría ser una de las razones por las que la cumbre nunca produce importantes resoluciones económicas. Una lectura de lo que está detrás de las resoluciones, lo que está entre líneas, muestra que hay dos declaraciones de guerra:

• En primer lugar la guerra contra las clases populares en todo el mundo a través de programas de austeridad, la elección libre de los bancos a conceder préstamos, las empresas cierran, y finalmente la sucesiva subida de los precios especialmente para las necesidades básicas.

• El consenso sobre la presión sobre Irán y Corea del Norte como una preparación para la guerra.

¡Al servicio de una clase!

Los bancos no son una "mano invisible" que baja del cielo para gestionar las crisis y resolver problemas en la tierra y luego regresar con toda tranquilidad al cielo. Los bancos, en realidad, son propiedad y están gestionados por los seres humanos, los propietarios y gerentes, que explotan a personas, mientras que compran y venden. ¡Al final, el dinero acumula dinero! Incluso durante la crisis su objetivo es acumular dinero, y lo harán por siempre. Ellos seguirán el objetivo de alcanzar una tasa de ganancia ilimitada.

Los intereses de la élite bancaria están profundamente conectados con los de otras élites sociales burguesas en el sistema capitalista, el capitalismo industrial, la élite administrativa y políticamente gobernante, el complejo militar industrial y el de los medios de comunicación. Llamándolos clases sociales o élites, dominan en el centro e incluso en la periferia, en diferentes e indirectas maneras y mecanismos. Esta forma de relación estrecha y material entre estas élites es la razón por la cual los regímenes, hasta el momento, no deciden tocar los principios de las políticas económicas neoliberales. Es tan claro que la desregulación permite que los bancos presten dinero a personas que no pueden pagar teniendo en cuenta el hecho de que los salarios en los EE.UU., en particular, se han deteriorado durante la última década. Esto se debe al hecho de que las empresas reducen (en tamaño) o migran a países de bajos salarios. Las otras cuatro élites estaban protegidas por la financiera, quien es una de ellas.

La razón detrás de la concesión de préstamos sub-prime como una aventura fue motivada por la búsqueda de salidas para hacer circular el muy perezoso Capital acumulado. El capital no es perezoso por naturaleza, pero al no haber puntos de venta pasó a ser inactivo. Por eso los capitalistas deben encontrar lugares o áreas de inversión en hipotecas y/o las guerras. ¡La guerra es una industria capitalista! Si los cálculos de la guerra imperialista directa, en contra de Irak y Afganistán, estaban equivocados, los imperialistas empujan a muchas clases dependientes, etnias en la periferia para lanzar las guerras civiles y/o las guerras entre los países para consumir armas, es decir, el imperialismo industrializa las guerras.

El mercado mundial fue testigo de un fuerte aumento en el precio de los alimentos tres años antes de la crisis económica y financiera, pero a pesar de ese hecho, nunca se redujo el precio de las mercancías. Esto se debe a que los capitalistas centralizan un riguroso control sobre los mercados y sus políticas para sustituir la disminución del consumo por el mantenimiento del aumento de los precios como mecanismo para mantener la alta tasa de beneficio.

Irónicamente, el precio del petróleo es uno de los más discutibles, mientras que el resto de los vitales y más costosos productos que se producen principalmente en el centro nunca son desafiados por este argumento, protestas e incluso conspiración. Por un lado, esto se contradice la primitiva cristalización de una clase globalizada, por el otro, demuestra que no existen contradicciones en el interior de la misma semi-clase, en particular porque los países petroleros controlan un producto que está disponible en forma rentable y no son componentes principales de la clase capitalista globalizada altamente industrializada. La cuestión del petróleo se refiere al hecho de que el centro se mantiene internamente cohesivo mientras se va de la relación entre el centro y la periferia.

¿Quién pagará?

Aunque los primeros síntomas de la crisis se iniciaron a nivel financiero y fueron causados por las mismas instituciones financieras que prestan los préstamos sub prime, esta se profundizó en la economía real. Sus manifestaciones son el aumento del desempleo, paro, reducción de personal, y la imposición de difíciles condiciones para los préstamos bancarios. Pero la decisión más dolorosa impuesta por las clases dominantes sigue siendo el remedio mediante la adopción de austeridad que reduce el gasto público e impone impuestos más altos sobre las clases populares. Estas medidas siempre son analizadas por un discurso abstracto. Por ejemplo, si el gobierno minimiza sus gastos el consumo se reducirá y el reembolso de los préstamos se deteriorará, y si aumenta el gasto público aumentará la inflación y se dañarán las exportaciones, incluso si el gobierno decide reducir la tasa de cambio de su moneda... etc. Estos análisis económicos abstractos se utilizan para ocultar la dolorosa realidad de deterioro de las condiciones de vida y de explotación de las clases populares que es el último recurso del capitalismo para gestionar la crisis.

¿Por qué es posible para el sistema tomar esta tan difícil decisión? Es porque el movimiento de la clase trabajadora es bastante débil y el movimiento revolucionario sigue en baja.

La guerra es otra alternativa

Uno de los componentes principales de la globalización es la sustitución de la Guerra Fría por una caliente, es decir, desde la Guerra Fría entre las superpotencias a una guerra caliente contra la periferia. La clase dominante de EE.UU. es la primera potencia de las nuevas guerras considerando el hecho de que su participación industrial en el mundo se ha reducido en más del 40% desde los años 60 a casi el 19% hoy, pero sigue siendo la potencia militar más poderosa y de producción de armas. Es del interés del complejo militar industrial en los EE.UU. lanzar guerras directas e indirectas como un negocio vital para su economía. La guerra del capitalismo es un impulso adicional a la economía a través de la destrucción y reconstrucción, el control de la riqueza de las naciones pobres, el logro de un consenso social tras el régimen (apoyo a las tropas: la manera de cómo el régimen de EE.UU. contrata masas en apoyo de sus agresiones imperialistas hacia todo el mundo), y al mismo tiempo la absorción de la tensión social interna, especialmente las que son causadas por las medidas de austeridad.

La campaña mediática intensa contra Irán y, hasta cierto punto contra Corea del Norte, son indicios de que los EE.UU. y la UE están construyendo una coalición militar para lanzar guerras. Esta campaña intenta probar que Irán es un peligro directo para la “paz” mundial como una manipulación para preparar a la opinión pública mundial a aceptar la guerra contra Irán. Hasta ahora no hay indicios de que algún movimiento popular contra la guerra este en proceso para enfrentar las llamadas de la burguesía para la guerra, ni de un movimiento social lo suficientemente fuerte como para desafiar las medidas de austeridad. Esto le da a las clases dominantes en el oeste y al régimen sionista asquenazí [denominación con la que Samara se refiere a Israel] una oportunidad para acelerar su preparación para una guerra contra Irán en particular. Aunque estimular los frenos de guerra debe ser el trabajo de un movimiento humano en todo el mundo, debe comenzar ante todo en los países del centro capitalista. Esto debe estar en la cima de las agendas de la sociedad civil en el centro del capitalismo lo cual, de hecho, no existe todavía. Aunque hemos sido testigos de algunas demostraciones contra la guerra y la globalización en los últimos años, y es una buena actividad popular para separarse de los crímenes burgueses contra la humanidad, aún se queda por detrás de lo que realmente se necesita. Organizaciones de la Sociedad Civil, socialistas, comunistas, izquierdistas y activistas de los partidos, las mujeres… en el oeste deben mostrar más resistencia a las dos formas de guerras lanzadas por la burguesía, la guerra económica a nivel nacional y la guerra colonial en el plano internacional.

Por último, siempre y cuando la burguesía en el centro capitalista no dé fin a las políticas neoliberales y la desregulación, por una parte, y mantenga la imposición de mayores impuestos sobre las clases populares, por otro lado, significa que el capitalismo se encuentra todavía lo suficientemente fuerte para resolver la crisis que causó a costa de la clase obrera que aún aparece desorganizada e incapaz de realizar un desafío revolucionario al sistema como la única y definitiva alternativa para el capitalismo.

Agradecemos a Barada Yousef por su ayuda en la edición de este artículo.

Adel Samara es un economista palestino. Reside en Ramala (Cisjordania) y es editor del boletín Ka’ana.


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