La nueva imagen de Israel como Estado encaminado al fascismo
Miércoles 2 de junio de 2010 por CEPRID
Bradley Burston
Haaretz
Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por Julio Fucik
Sheikh Jarrah, Jerusalén Este. Nadie sabe más de fascismo que los israelíes. En las escuelas, son educados en la historia de las mecánicas y horrendos regímenes fascistas. El israelí reconoce el fascismo en cuanto lo ve. En los demás.
Se podría haber esperado que cuando el fascismo comenzó a echar raíces aquí se hubiese producido en un momento de gran liderazgo nacional, con carisma y con modos de acción poderosamente orquestados.
Pero eso habría sido demasiado evidente para negarlo. Y para que se afianzase [el fascismo] en un país fundado en un gran rastro de sangre había que negarlo, tener memoria selectiva y un sentido de que las cosas –con todo lo malas que son- pueden seguir así indefinidamente. De hecho, tenemos el gobierno más disfuncional y carente de timón que Israel haya conocido jamás y es lo que ha hecho que los más moderados tengan que reconocer las innumerables formas, maquilladas en gran medida, en que la derecha de Israel y sus partidarios en el extranjero han conseguido plantar y abonar las semillas del fascismo.
Boaz Okun, un analista jurídico del periódico de circulación masiva Yedioth Ahronot y juez israelí retirado, escribió sobre la prohibición de entrada al país a Noam Chomsky: “La decisión de acallar al profesor Chomsky es la decisión de acallar la libertad en el Estado de Israel. No estoy hablando de la estupidez de dar armas a quienes afirman que Israel es fascista; más bien de nuestro temor a que, en realidad, estemos caminando hacia ello”.
El fin de semana [se refiere a los días 15 y 16 de mayo, este artículo apareció el día 18], la policía antidisturbios arremetió contra una sentada no violenta cerca de la zona de entrada a Jerusalén Este, una zona de donde los residentes palestinos fueron expulsados por orden judicial para permitir que los colonos judíos ocuparan sus casas. Lo extraño no fue la brutalidad de la Unidad Yasam, que se distingue por sus uniformes y cascos de color gris plomo, ni la manera en que utilizaban sus rifles de asalto, porras, gases lacrimógenos contra los manifestantes, en su mayoría judíos israelíes y muchos jubilados. Lo sorprendente no fue el hecho de que varios oficiales arrastrasen hacia una camioneta policial a una joven reportera de Reshet Bet (emisora estatal de radio) que entrevistaba, debidamente identificada, a una de las personas de la manifestación sino que la policía pareciera desconcertada por completo, carente de órdenes claras y abandonada a su suerte en una situación de gran sensibilidad. El fascismo con cara de confusión.
¿Por qué deberíamos estar preocupados por todo esto? Tal vez porque hemos hecho las paces con un número de factores que pueden volcar una sociedad hacia el fascismo como solución.
1. La pérdida de una guerra. Hemos perdido dos en el espacio de menos de tres años. Nuestros objetivos, Hezbolá y Hamas, están mejor armados y arraigados que nunca. Nuestra posición estratégica y diplomática está en declive. Irán y Siria se encuentran en ascenso. Y hay abundantes razones para sospechar que la guerra de Gaza, un factor importante en la pérdida de nuestra posición internacional, puede haber sido totalmente evitable, con su enorme coste de muertos civiles e indefensos. Esto, a su vez, condujo a
2. Una cuarentena internacional, un sentimiento de ser usados como chivos expiatorios, y la búsqueda de una quinta columna interna.
3. Una redefinición radical de los valores positivos. No busque más, basta con pensar en el obsceno proyecto de Museo de la Tolerancia de Jerusalén.
4. Fatiga olfativa. Hemos crecido insensibles a las consecuencias de negar activamente los alimentos básicos y suministros de construcción para 1,5 millones de personas en Gaza, muchos de los cuales siguen esperando la reconstrucción de casas que destruimos. Hemos crecido acostumbrados a la apropiación de la propiedad de los palestinos en Cisjordania, a un trato abusivo de los palestinos que cumplen la ley en los puestos de control, a los malos tratos y la expulsión sumaria de los trabajadores extranjeros, a los tratos racistas, las decisiones antidemocráticas y sí, fascistas de los rabinos de extrema derecha, especialmente algunos que tienen puestos oficiales en la Ribera Occidental [Cisjordania].
5. El fascismo aceptado. "Hay un millón de razones por qué a alguien se le negaría la entrada a Israel" dijo la portavoz del Ministerio del Interior, Sabine Hadad, cuando se le preguntó acerca de las políticas de fronteras del Ministerio a raíz de la prohibición a Chomsky. "Puede haber un millón de razones, pero trata de encontrar un criterio único para la denegación de entrada y llegarás a una pared en blanco", dijo el abogado Oded Feller, de la Asociación por los Derechos Civiles en Israel. "El Ministerio del Interior, simplemente no las publican, a pesar de un fallo judicial que le ordenó hacerlo."
6. La sensación es que a pesar de todo, todo está bien. Habrá quienes argumentan que el hecho de que yo, o mis colegas Haaretz, estemos autorizados a publicar lo que hacemos, es prueba de que no hay fascismo aquí, ni la evidencia de un estado policial. El hecho es que si no fuésemos judíos de Israel, y parte de una entidad del sistema, cualquiera de nosotros podríamos encontrarnos arrojados al suelo, y con la misma falta de debido proceso y la explicación debida, como se ha hecho con Noam Chomsky.
7. La sensación de que hay una guerra ahora, cuando no la hay.
8. La aplicación selectiva de las resoluciones judiciales. Incumplimiento rutinario de ellas, en particular por los colonos radicales.
9. La falsedad de 180 grados [absoluta] que afirma que los funcionarios israelíes permiten a los árabes de Jerusalén para hacer lo que quieran, mientras que toman medidas fuertes contra sus vecinos judíos.
10. La equiparación de las críticas al gobierno con favorecer la destrucción de Israel. Esto ocurre cada vez más fuera de las fronteras de Israel. En San Francisco, el canario en la mina de carbón del discurso libre dentro de la comunidad judía, la Federación Judía [JCF], termómetro tradicional de la libertad de expresión efectiva dentro de la comunidad judía, recientemente ha revisado y ajustado las condiciones en las que se compromete a conceder fondos a las organizaciones. "La JCF no financia organizaciones que a través de su misión, actividades o alianzas (...) aboguen, aprueben o socaven la legitimidad de Israel como un estado judío, independiente, seguro, democrático, incluyendo la participación en el movimiento pro Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) en su totalidad o en parte". Las directrices continúan diciendo que "Presentaciones de organizaciones o individuos que son críticos con una determinada política del gobierno israelí, pero apoyen el derecho de Israel a existir como un estado judío, independiente, seguro y democrático están, en general, de acuerdo con la declaración política, pero se exhorta a consultar antes al Consejo de Relaciones de la Comunidad Judía y las actividades han de presentarse dentro de la estrategia programática general de acuerdo a los valores fundamentales de JCF”.
En otra señal preocupante, el rabino Michael Lerner, de Berkeley, un viejo partidario de una solución de dos estados, se convirtió en objeto de amenazas de muerte y se realizaron actos vandálicos contra su casa en Berkeley, California. El rabino Lerner fue atacado también en la prensa por Alan Dershowitz, quien lo describió como el peor de los rabinos "de Hamas".
¿Puede todo esto extenderse tan lejos, tan rápido? ¿A causa de Israel, los judíos del Área de la bahía [de San Francisco] que no creen en un estado específicamente judío ahora han perdido su derecho a ser parte de la comunidad judía? ¿Es que los judíos que aman a Israel, pero son vistos como demasiado críticos, o que apoyan un boicot para hacer oír sus críticas, han sido efectivamente excomulgados?
Es un país libre, supongo.
CEPRID
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