CEPRID

El castigo a Gaza es el salvoconducto para que firme Israel y Abbas cualquier cosa

Lunes 12 de enero de 2009 por CEPRID

Santiago González

CEPRID/CSCA

Todos tenemos la referencia de la reciente invasión a El Líbano por parte israelí en el año 2006 y también la invasión de Iraq por parte estadounidense e inglesa. Sobre ellas y los datos que tenemos podemos construir una tesis de lo que va a pasar en las próximas fechas.

Partimos de cómo y qué contenidos se dieron en las Resoluciones de las Naciones Unidas para parar el fuego entre el Ejército ocupante israelí en Líbano y su resistencia, la versión pública israelí con el Informe Winograf que señala deficiencias en los preparativos, guerra de información y propaganda y costes pequeños con respecto a los que se infringió al pueblo libanés, pero considerados excesivos por la población israelí. Lo primero que hay que resaltar son los preparativos ideológicos de la actuación más intensamente bélica que ahora padecemos contra el pueblo palestino de Gaza. Ha habido una preparación extensa y específica de Exteriores israelí con ciertos regímenes árabes y las cancillerías occidentales.

Obviando la ocupación y la profundización de ésta, el bloqueo y asedio de Gaza, las múltiples actuaciones israelíes con asesinatos de por medio, el comienzo de los ataques más intensos bélicos israelíes han ofrecido una orquestada cacofonía de muchos dirigentes políticos culpabilizando a Hamás y criminalizando cualquier resistencia del pueblo palestino, empezando por el Presidente de la Autoridad Palestina y Jefe de la OLP, Mamhud Abbas, y siguiendo por el experto Ministro de Exteriores español, Moratinos.... o el Ministro de Exteriores checo, actual portavoz europeo, como representante rotatorio de la Presidencia Europea.

Después de los primeros bombardeos y declaraciones, que marcan el (cambio de) discurso (del tradicional y cobarde equidistancia al) favorable a la agresión israelí, se repara en la ‘desproporcionalidad’ del mismo, y la sangre,..., a la que hay que frenar con ‘ayuda humanitaria’. Pero claro, esa ayuda humanitaria ha sido bloqueada durante años por la potencia ocupante como los informes de la UNRWA, Cruz Roja, OIT, etc. etc. han venido repitiendo informe tras informe y que, por lo que se dice ahora, o no los han leído o –como sabemos- el cinismo les hace sobreactuar y en el caso español, (¿quizá como premio a la culpabilización del Ministro Moratinos a Hamás, tras conversaciones con la Ministra de Exteriores israelí?) se congratula del paso de dos camiones de ayuda, sin denunciar los meses, años, que los israelíes no han dejado entrar nada, sin que llamadas telefónicas algunas consiguieran levantar el bloqueo a Gaza.

Entonces, tenemos el mismo panorama que en la fase álgida de la destrucción de El Líbano por parte del ocupante israelí: el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas bloqueado, y dejando hacer, dada la colusión estadounidense (¿y europea?) con Israel; la Autoridad Palestina y la OLP sin coherencia, ni estrategia aparente y la resistencia haciendo lo posible para aguantar lo que se les viene encima; los países árabes expectantes y los pueblos protestando ante la tibieza y complicidad de sus autoridades; Hezbollah con una tarea ingente, no resuelta, de reconstrucción material y en un gobierno de unidad nacional, no es un agente que pueda intervenir, además sería utilizado para resaltar la propaganda de que Israel es atacado por todos los árabes; los árabes israelíes bloqueados en los bantustanes y controles interiores y los palestinos de Cisjordania sufriendo una violencia ‘en escala menor’ son los únicos que, a costa de más sufrimiento y muertes, podrían aliviar mínimamente la presión sobre los gazauíes. ¿Cómo podría acabar lo que estamos viviendo, tras la destrucción de Gaza y 1.000, 4.000 ó 30.000 muertos más?

Nos tememos que la tragedia acaba de empezar y que todavía nos faltan muchos más muertos y espectaculares fotos e imágenes de las vidas sesgadas, tras la indiferencia continua que Israel y sus cómplices hacen de la Convención de Ginebra, para que se planteen los objetivos estratégicos de este episodio más, de la ocupación sionista.

Frente a los planteamientos coyunturales de que la destrucción bélica de Gaza (la humana se estaba haciendo con el asedio de tierra, mar y aire) sólo tiene el horizonte de las elecciones israelíes y mejorar (¿) las aspiraciones de los candidatos que ahora están en el Gobierno israelí frente a sus opositores o la pueril pretexto israelí de parar los cohetes de grupos palestinos, pensamos que tiene unos objetivos estratégicos más profundos.

Una vez que haya en la mesa un número de muertos y destrucción relevante, los actores moverán las fichas, pensando que una resistencia palestina exhausta no podrá rechistar sus designios.

El Estado de Israel dejará la destrucción y muertes de alta intensidad cuando la comunidad internacional diga que hay que parar y haya conseguido tal conmoción en la comunidad palestina que la Resolución de las Naciones Unidas diga que haya un fin de la violencia y se reanuden unas negociaciones de paz final (donde se olviden de los refugiados). Los israelíes lo aceptarán y la Presidencia de la OLP (que es la que jurídicamente tiene competencia) de Mamad Abbas, que no ha sido suficientemente contestada por los propios palestinos, ante el desastre humano de Gaza, justificará su firma que propiciaría un Estado palestino de los batustanes.

Esa es la tragedia política que se anuncia tras la catástrofe humana de Gaza.

Para cambiar estratégicamente este posible escenario es necesario que los palestinos tienen que dejar claro que esta OLP secuestra la democracia palestina.

Los internacionalistas, por su parte, debemos lograr desenmascarar la doble política discursiva de unos gobernantes que, en la práctica, complementan los planes de ocupación y coloniaje y forzar no solo el fin de la campaña militar israelí y socorrer a las víctimas, sino acompañar nuestros mensajes con el fin del bloqueo y la ocupación, poner fin a las políticas de apartheid israelí y favorecer una paz sobre cimientos de justicia.

Santiago González es economista y miembro del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe.


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